sábado, 12 de mayo de 2018

POEMAS DE ERNESTO NOBOA Y CAAMAÑO


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Nocturno

El jardín está inmóvil bajo el beso de plata
de la luna que riela sobre las mustias flores
que escuchan vagos ecos de una tenue sonata
que solloza el recuerdo de unos tristes amores.

No se rizan las aguas de la verde laguna,
no se mueven las hojas del mezquino frondaje;
mis ojos están ciegos de claridad de luna
y mi alma es un pedazo de alma del paisaje.

Las áureas notas ciegas de la sonata triste
producen en mi alma esa divagación
que precede al olvido de todo cuanto existe
para escuchar la eterna verdad del corazón.

Y el corazón me dice: “Escucha la elegía
de mi otoño que llora la ausente primavera;
murieron los rosales que en mi jardín había,
y sobre mis escombros solloza una quimera”.

Y siento la nostalgia de lo que fue. El recuerdo
de pretéritas dichas lejanas y brumosas
y las angustias de hoy en que solo me pierdo
por esto la senda que hollan cadáveres de rosas.

Una cabeza rubia cerca de mí; una mano
delicada y nerviosa temblando entre las mías;
un ramo abandonado sobre el negro piano
guardador de inefables secretas armonías.

El tenue claro-oscuro del salón... Las ternezas
de la postrera noche de risas y cantares;
después... adioses, besos, suspiros y promesas,
un barco amarillento perdiéndose en los mares...

Hoy mancho con la sombra de mi melancolía
este blanco sendero que perfumó tu huella:
¡cuán lejos de tu vida va pasando la mía
con la desesperanza de no encontrarte en ella!

Por estas mismas sendas nuestras sombras macabras
tal vez mañana crucen noctívagas y errantes;
y entonces sólo el viento oirá nuestras palabras,
como en aquel Coloquio de las Fiestas Galantes.

El jardín viejo y mustio bajo el beso de plata
de la luna que riela como manto de olvido,
escuchando las notas de esta triste sonata,
por soñar con tu sombra, se ha quedado dormido...


Hastío

Vivir de lo pasado por desprecio al presente,
mirar hacia el futuro con un hondo terror,
sentirse envenenado, sentirse indiferente,
ante el mal de la Vida y ante el bien del Amor.

Ir haciendo caminos sobre un yermo de abrojos
mordidos sobre el áspid de la desilusión,
con la sed en los labios, la fatiga en los ojos
y una espina dorada dentro del corazón.

Y por calmar el peso de esta existencia extraña,
buscar en el olvido consolación final,
aturdirse, embriagarse con inaudita saña,

con ardor invencible, con ceguera fatal,
bebiendo las piedades del dorado champaña
y aspirando el veneno de las flores del mal.

Brisa de otoño

Vamos los dos a olvidarnos;
No sirven nuestros amores,
¡mira, vamos a arrancarnos
del corazón nuestras flores!
Juan R. Jiménez
En silencio… la luna en el agua
de la fuente… tu voz… y la queja
que mi vida romántica fragua
contemplando el amor que se aleja…

tu pupila nostálgica y vaga
se ha perdido en la azul lontananza
donde pálida y triste se apaga
una estrella… como una esperanza…

¡Recordemos el tiempo lejano!
—nuestra breve y azul primavera—
el antiguo calor de tu mano
y el lugar de la cita primera!

Fue en el viejo jardín, todo olores,
una tarde callada y sombría,
tú cortabas piadosa unas flores
para el ara lustral de María…

¿Por qué se arma de espinas la rosa?
…en tu brazo brotaron claveles,
y mi boca probó temblorosa
de esa sangre preciada las mieles…

Fue un amor de divinos excesos,
ese amor que los males ensalma
con el suave calor de los besos
que florecen de estrellas el alma

Contemplaron las frondas mis ansias
y la sombra veló tus pudores,
y el azahar te cubrió de fragancias
con el manto nupcial de sus flores.

Y era todo calor y ruido,
y era todo perfume y canción,
¡era todo un sendero florido
en el campo de mi corazón!

¿Por qué tienen los besos espinas?
¿por qué ocultan ponzoña las flores?
¿y veneno las bocas divinas?
¿y la hiel los más dulces amores?

¡Ya tu pecho mi ardor no provoca,
ni me incita tu labio sedeño,
ya no aroma el clavel de tu boca,
ni tus cantos arrullan mi ensueño!

Nuestros labios se juntan con frío,
nuestros ojos se miran con pena,
se ha tornado tu acento sombrío,
y mi voz con tristeza resuena.

Nuestro beso es un beso de olvido…
y este amor con la muerte se aúna
como un rayo de sol diluido
en un triste reflejo de luna…

Ya en el cielo se borran matices,
ya la luna se va marchitando,
y me miras… y nada me dices…
y te miro… y me alejo llorando…


La Divina Comedia

Le cceur a ses raisons
que la raison ne connaft point
Pascal
¡Deja sobre tu seno que ruede mi cabeza
como una flor pesada de pena y de pasión:
que amor burla con gracia sutil toda certeza
y la cabeza siente, pues piensa el corazón!

De este divino engaño cuando la farsa empieza,
truecan sabios sus alas Sentimiento y Razón:
¡y el pensamiento es todo ternura y ligereza
porque el sentir es todo cordura y reflexión!

A tiempo se repite la fama de esta ambigua
y dolorosa farsa, ¡tan nueva y tan antigua!
y es siempre igual el fondo y análoga la acción.

Empecemos de nuevo la divina comedia,
hoy que la duda, Amada, mi corazón asedia,
que esta vez... ¡quizá olvide que él lleva la razón!


Vox Clamans

Oigo en la sombra, a veces, una voz que me advierte:
Poeta, entre tus ruinas, yérguete vencedor:
deja la flauta débil de tu canción inerte,
y alza el himno a la vida, al orgullo, al vigor.

Acalla tu secreto, sé fuerte con la muerte,
Y oigo otra voz que clama: fuerte como el amor.
(En mi conciencia íntima no sé cuál es más fuerte,
si el gesto de la vida o el gesto destructor).

De súbito, en tumulto, cual luminosas teas,
en el cerebro atónito se encienden las ideas,
mas, cuando de su foco, como de ardiente pira,

va a levantar las notas del vigoroso canto,
como una flauta débil el corazón suspira;
y la canción se trueca por un raudal de llanto.

Anhelo


¡Oh dolor insondable, desolada ama
de no hallar en la senda ni la flo
y sentirse, al comienzo de la jorn
con cerebro de viejo y corazón de
¡Y que nuestra esperanza haya sido



Las Danaides

Hubo aroma de carnes femeniles, 
ayes e imprecaciones de tormento,
y un bostezo de luz del firmamento
iluminó un milagro de perfiles.
Golpeó con ruido isócrono el acero

Never more

Mírame bien: soy "Lo que pudo ser"
también me llaman: "Nunca más",
"demasiado tarde" "Adiós".
Dante Gabriel Rosseti
Pudo ser... ¡y no fue! Tú la elegida
fuiste para ser sol de mi camino,
¡pero un oculto, despiadado
sino sólo un instante te acercó a mi vida!

Pudo ser y no fue. La presentida
por mi eterna inquietud de peregrino
de amor, fuiste en mi noche del destino
como una vaga irradiación perdida...

En medio de la sombra y la distancia
reconoció tu espiritual fragancia
mi corazón, pero tembló cobarde...

Y sólo un punto –como dos espadas–
se cruzaron no más nuestras miradas
para decirse: “Demasiado tarde”.


EMOCION VESPERAL



Hay tardes en las que uno desearía
embarcarse y partir sin rumbo cierto,
y, silenciosamente, de algún puerto,
irse alejando mientras muere el día;

Emprender una larga travesía
y perderse después en un desierto
y misterioso mar, no descubierto
por ningún navegante todavía.

Aunque uno sepa que hasta los remotos
confines de los piélagos ignotos
le seguirá el cortejo de sus penas,

Y que, al desvanecerse el espejismo,
desde las glaucas ondas del abismo
le tentarán las últimas sirenas.

A MI MADRE


Para calmar las horas graves
del calvario del corazón
tengo tus tristes manos suaves
que se posan como dos aves
sobre la cruz de mi aflicción.

Para aliviar las horas tristes
de mi callada soledad
me basta... ¡saber que tú existes!
y me acompañas y me asistes
y me infundes serenidad.

Cuando el áspid del hastío me roe,
tengo unos libros que son en
las horas cruentas mirra, aloe,
de mi alma débil el sostén:
Heine, Samain, Laforgue, Poe
y, sobre todo, ¡mi Verlaine!

Y así mi vida se desliza
-sin objeto ni orientación-
doliente, callada, sumisa,
con una triste resignación,
entre un suspiro, una sonrisa,
alguna ternura imprecisa
y algún verdadero dolor...

RETRATO ANTIGUO

Tienes el aire altivo, misterioso y doliente
de aquellas nobles damas que retrató Pantoja:
y los cabellos oscuros, la mirada indolente,
y la boca imprecisa, luciferina y roja.

En tus negras pupilas el misterio se aloja,
el ave azul del sueño se fatiga en tu frente,
y en la pálida mano que una rosa deshoja,
resplandece la perla de prodigioso oriente.

Sonrisa que fue ensueño del divino Leonardo,
ojos alucinados, manos de Fornarina,
porte de Dogaresa, cuello de María Estuardo,
que parece formado -por venganza divina-
para rodar segado como un tallo de nardo,
como un ramo de lirios, bajo la guillotina.

DE AQUEL AMOR LEJANO

Ibas sobre la nave como una
sentimental princesa desterrada
que lamentase, triste y olvidada,
la volubilidad de la fortuna.

Con nostalgia de amor en la mirada
y palores cromáticos de luna,
pasabas largas horas en alguna
divagación romántica y alada.

Y a la luz del crepúsculo en derrota,
evocabas quizá la primavera
de nuestro amor ¡tan dulce y tan remota!

Y tu recuerdo ¡oh pálida viajera!
Se perdió, con la última gaviota
que llegó sollozando a mi ribera...

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