(10 de enero de 1930, Ciudad de Santa Fe, Argentina - 17 de junio de 1976, Mendoza, Argentina)
El ocaso de los dioses
No hay nadie en la calle, en los ruidos húmedos,
en el vuelo de las hojas y mis pasos quieren
reiniciar las maderas de la adolescencia.
Pero todo está abandonado, no hay nada que
pueda favorecernos; ningún aire de
inconsciencia, ningún reino de libertad. Sólo
hábitos tolerantes haciendo crujir nuestra
memoria. "Ha estado bien", decimos.
Dueños del incendio, de la bondad del
crepúsculo, de nuestro hacer, de nuestra
música, del único amor incoherente; soberanos
de esa calle donde los tactos y la impresión
hicieron su universo.
Las sombras acarician aún sus veredas, tu mismo
nombre y tu gesto son una forma nocturna que
en esa constelación crece y sabe enrostrar
nuestra culpa.
Y todo termina con una esperanza, con una
dilación —"ha estado bien"—, o en un bostezo,
o en otro lugar donde es menester el coraje.
Ojos grandes, serenos
Andando, el barro nos llega a las caderas.
Calmando algunas inquietudes, han nacido
otras. Rodamos sobre nuevos remansos.
Nadie vuelve; es ahora el momento del amor. El
deseo es una ola suave; aquí en la orilla, con la
mano firme, detrás de los juncos, frente al sol.
Volarán los pájaros silvestres, las islas vencerán
a las palabras: el silencio sagrado sobre el mundo.
Iremos a la hoguera con los grandes herejes.
(de Historia Antigua, 1950-1957)
B.A. Argentine
a Clara Fernández Moreno
tiemblan en silencio
retumba y crece el desafío
de un dolor común y distinto sumado en el tiempo
los hombres significan y conforman
los enigmas del tiempo
y se deslumbran y desisten
de los resplandores que esos misterios establecen
altos vuelos
pequeños gemidos de la ciudad que cruje y cede
ante tantas cosas que vienen
a golpear sus flancos prematuramente envejecidos
cosas inútiles difíciles de nombrar
es el antiguo sol
es la soltura del río
es el agua abatida en su ancha extensión
es el riesgo que incita a decidirse
la certidumbre que asusta y demora
el desenlace que hace posibles otros riesgos
o descalifica para siempre
es alguna palabra sobre el amor
que se pone en movimiento
y complica con el mundo
es el lenguaje la relación
es la vida que el amor modifica
Una mujer
ha cambiado
el mundo
parece derrumbarse
sólo
quedan las marcas de la desolación
corazón
débil
ves con
tristeza el ritmo y la turgencia de ese cuerpo
que se
dibuja en el tiempo para sumarse a otro dolor
para
reforzar aquel viejo desafío
aquella
atmósfera densa y provisoria
donde
nada parece crecer
donde
todo se aleja o se arrincona
en la
penumbra de la boite algo se oculta
y no se
oye ruido que no sea el roce de los cuerpos
el
latigazo de los encendedores
el
cigarrillo peligrosamente oportuno
la
fragancia de un humo de abandono y de fiebre
su
memorable elegancia dispuesta a la huida más inmediata
sus
canciones a las rondas
y a las
tinieblas
sus
maneras
para
empuñar copetines de bellos colores
y
evaporarse también con el humo alucinado que apresura
la
partida
que las
pone tristes
o las
hace reír
delicadeza
airada o aparente
que se
abandona
o no se
entrega al rumor del nombre amado
y no se
deja olvidar
suave
desdicha que vendrá o que se pierde
una
dureza imprevista le hace clavar la mirada
cierta
melancolía
subir los
peldaños del bar la escalerita
salir
sometida de tucumán
buscando
el norte
para el
lado de retiro
y trepar
por los vapores de la cortada tres sargentos
y bajar a
los grill de los hoteles de raza
o
sumergirse en 25 de mayo
como los
peces en la soltura abatida del agua
y andar
con un aire un desgano
con los
ojos crispados por el mismo humo
haciendo
señas hospitalarias o procaces
persiguiendo
la estela de un espléndido sueño
ha
cambiado la que murió joven
dejando
criaturas pequeñas
la buena
madre y la siniestra
y la
generosa y la dueña del amor
del amor
que muere y parte el alma vulnerable
abismos
cansados en la memoria
el amor
áspero y encantador
el amor
furiosamente trazado
el que
repugna y renueva el deseo
y el
temor de no sentir más sus aullidos
ni
divisar su rastro
ni
imaginar siquiera cuál será su nueva forma
su nueva
alegría y su nuevo fracaso
sus
técnicas desconocidas
sus
sombras
los
aspectos ignorados del amor que vendrá
porque
había un tiempo
en que
creímos que aquerenciado se acercaría
para siempre
que había
un tiempo de esperanza
como hubo
otro tiempo de protección
y como
existe este nervioso tiempo de desamparo
ella ha
cambiado
y tenía
el lustre de la lujuria
ya no hay
amor
es otra
son otras
marcas del tiempo
distintos
signos del lenguaje
distintas
lágrimas distinto odio
distinta
manera de rebelarse
o
soportar
llegan
rostros desconocidos
el
destino yace en la piel asediada de tu mano
tu-delicada-mano-de-mujer
tu mano
culpable y temerosa y surcada por los hechos
sin forma
planetas
enemigos
dioses
propicios
la sota
con sus armas hacia abajo
o hacia
la suerte
y el
tiempo que arrima los pálpitos
alerta en
todas partes
en todo
asfalto de toda ciudad
el
tránsito está prevenido y teme
en la
madrugada del sacrificio y el miedo
la gente
no quiere morir
no quiere
sufrir
quiere
seguir
quiere
defenderse
su coraje
y su miedo
es una
misma vibración
un
resentimiento acumulado
una
venganza creciendo pacientemente
un odio
subrepticio y agorero
la
madrugada áspera de barracas
y la
aceitosa de valentín alsina
la
madrugada de la insurrección posible
philips humea feliz como un trasatlántico
la
chimenea lanza un grito de gozo
y los
pasajeros se inquietan
entonces
la borda se aleja suavemente
la proa
enfila hacia las gordas naranjas
hacia las
redondas mujeres paraguayas
suena el
canto de las sirenas
el
trasatlántico se pierde
en las
brumas que también se alejan a mediodía
los
hombres forman una dolorosa columna
es la hora
del valor y de la subordinación
—un
hombre joven ha salido barbudo del calabozo
el
calabozo era estrecho
húmedo
son las
tardes forzadas
asediadas
por las aves que merodean el sustento
que
rinden honores a la enarbolada
a
la-gloriosa-bandera-de-la-patria
es la
fiebre de los niños en la madrugada
una
fatiga
quebrantando
las intenciones más perfectas
es el
amor ahogado en el cansancio
la
ternura derrotada para siempre
la espera
sin ilusiones
la
desdicha
son los
dioses exilados
adán
arrojado del paraíso
la
salvación que no llega
el
incienso que nos abandona
es la
revolución que huye por las ramas
apenas se
distingue su forma
su aroma
ha cedido lugar
al
penetrante jazmín de lluvia
hace un
momento
que se ha
desencadenado el trajín
en el
mercado de liniers
un viejo
se toma de la cintura
otro
afloja un arnés
una mujer
levantó un cajón de doradas frutas
correntinas
y bostezó
un
colectivo trepa y huye por la avenida general
paz
hace un
momento en liniers llovía suavemente
los
jazmines gozaron del agua
y
acrecentaron-su-belleza
ella
estaba a tu lado tomándote de la mano
y esa
tibieza de aquella mano
es un
insoportable dolor
que crece
junto a nuevas desdichas
que otra
mujer
otra mano
sin duda podrá desencadenar
has
andado por un lejano arrabal
estás en
el mundo
la gente
camina a tu lado
en la
calle los hombres no se conocen
es el
lugar del desencuentro
no pueden
conversar
caminan a
veces por corrientes
allí
iniciaban otro amor al amanecer
y la
fatalidad cubría a la mujer del tango
nada
podía evitarlo
estaría
descalza
sin el
raso efímero
que
ajusta ahora su pie experto de bailarina
su melena
armada por los aires del mundo
y su
humillación
“el
motivo”
los
ornamentos que disfrazan su amor
que
postergan su venganza o su realidad
ese
aparente amor sin país y sin alternativas
esa
tonada que la hace de otra tierra
de
distinto signo
de un
abuso de la fatalidad
del
designio del pueblo o del barrio
la
exageración del tango
su
certeza
caminan
como antaño
por esas
calles arrasadas
no
quieren hablar
ninguno
recuerda o reconoce ya la orfandad del amor
que en
la calle corrientes permanece algo cambiado
y suele
estallar en la gran vía del norte
y
desfallece al tercer día
en la
madrugada de palermo chico
una
heladera se abre
y una
mano vuelve a la salita en penumbras
un brazo
agita el último cocktail
un opel se
detiene
dos
rostros se acercan
dos
cuerpos descorren los siete velos de nylon
y se
ocupan de hacer algo muy viejo
además de
tomar el último trago
además de
consolidar la madrugada
en la
cual se desconfía
como se
puede dudar de todo
de los
ideales
del sabor
de las
ganas también se duda
hasta
tocar la madrugada
en la que
alguien parte o regresa para siempre
un chorro
de vapor trepida en el amanecer
la grappa
humea junto al café
la
locomotora humea como un potro
el tren
está empañado y quieto
san
martín se arropa y mira
tristemente
los
maderos que flotan
y la
brisa encrespa su capa de bronce
el héroe
parte solo hacia la pampa
hacia el
viento
hacia el
alcohol de los hoteles desconocidos
es general
pico o catriló
realicó o general villegas
es bernasconi
es villa
iris y el hotel irreal del cognac
y las
mucamas ariscas y cortesanas
es santa
rosa de la pampa
es cora que
reabre el amor y entorna el silencio
es el mar
de bahía
y el duro
“bon voyage” a los barcos que se alejan
es el
“corazón oprimido”
la sucia
melancolía
los
barcos han partido vacíos de culpa
los
trenes también se alejan
y su
rápida y prolongada figura
alumbra
nuevos o corrompidos horizontes
los
relámpagos desvisten la noche impúdica
caen
entre los cerros apartados
la luz
corta la noche puntana que se deshace
y se
transforma
el sol y
el vino dan un lustre dorado
a la
ficción y a las grietas de las tierras de cuyo
la tierra
se niega
se abre
la tierra
engaña
la tierra
tiembla como tus manos
ella
encendía un cigarrillo a tu lado
y te
miraba desde el fondo del agua más serena
los
animales gritaban y enloquecían
y era la
tierra culpable del desorden
las
habitaciones crujían
el mundo
se movía demasiado
y en la
confusión
pudo no
obstante
sin
mezquindad
dar fuego
a tu cigarrillo y a tu vida
pudo
ofrecerse
y
esconder su riqueza
como a
veces
con
naturalidad
paseaba a
tu lado por el sólido parque
y te
amaba y se interesaba por tu salud
y por el
destino que nos tocaría en suerte
y no
habíamos cambiado mucho
con esa
tierra inquieta
con esos
terremotos
ellos
pudieron ahuyentarla demasiado pronto
o con
toda facilidad cambiarla para siempre
o
consolidar la imprevisible ternura
que la
luz de chacras de coria en ella desencadenaba
allí veía
con temor el tibet silencioso
y los
monjes irreales la miraban
ella
estaba a tu lado en la madrugada de rodeo del medio
todavía
era la misma y jugaba con la nieve
tomaba
aguardiente en la hostería del cerro
rodeada
de sombras que la amaban
desde un
mundo sin forma
eran los
que han muerto hace mucho
aquellos
a quienes no atribuimos ninguna desgracia
los
abuelos sonrientes
que miran
más allá del cansancio
del lugar
de su dicha aparente y antigua
la
desdicha cambia con el tiempo
y toma
los aires de la felicidad
y nos
toca
y
suspiramos por el tiempo pasado
por los
momentos ajenos
por todo
aquello que no podrá pertenecernos nunca
que no
podremos imaginar
o que se
impondrá
en
nuestra saturada memoria
su piel
era tersa
sin
quejidos
tocada
por el silencio y el fuego
bordeada
por antiguos temores
aquellas
sombras daban miedo con su amor injusto
o la
dejaban insegura
o un poco
sola
y se
cruzaba de brazos para esperar
sus
brazos eran sólidos
como el
agua impaciente de guaymallén
el agua
que miraba sin rabia
no era el
miedo ni la esperanza
era un
relámpago de vino
que se
derramaba sobre pie de palo
un grito
que brilla y se olvida
en el
contorno de las sierras chepes
en el
filo de los penitentes
era el
suyo como el brazo seguro de puente del inca
era
el aconcagua erguido como el amor
era la
nieve más helada de los andes
la
ternura más tibia
la
materia más blanca y silenciosa del universo
era el
calor de tucumán
y los
helechos
y los
hongos que ella acariciaba
era el
sudor y el andar de algunas mujeres
sus
sienes brillaban
sus ojos
buscaron el calor de la tierra
un cuerpo
rodó por esa ladera
y su
fragancia fue creciendo
mientras
el cuerpo y el sudor
maduraban
era el
fuego
era villa
quinteros y sus borrachos
y la
presencia de su extensa bondad
pero
también el mundo que se oculta y se olvida
era el
azúcar
y la
madrugada negra de los ingenios
era el
sudor
corrompido
por una riqueza que faltaba
que no
quisieron distribuir
era el
clavel del aire
flotando
en la quebrada y en el olvido
era belén sin
redentores y arrasada por nadie
era el
polvo y la sal de santiago
nuestro
triste y apartado mundo
aquí se
deshojan las tierras demoradas
los
hombres olvidados
los
amores perdidos
aquí se
lucha contra la autocompasión
es el
agua abandonada de las siete corrientes
es la
madera ajena del chaco
es el
blanco algodón de los otros
y la roja
palmera de los amores
es la
soledad del tartagal
la
angustia del tanino que se pierde
es la
blanca
la impura
madrugada del arroz
es la
blanca madrugada
y la roja
y la
negra
la
terrible madrugada del que espera y acecha
se coloca
al margen de esta vida
en el
centro de sus sueños-dorados
por un
abrurrimiento que nada soporta
por una
rabia que no aguanta y se disimula
el tiempo
se va
la vida
escapa
y los
proyectos han quedado intactos
es la
rebelión traicionada o estéril
el
itinerario hermético de los celulares
empezamos
diciendo que no
y hemos
terminado asintiendo
queríamos
ir para allí
y nos
hemos dejado llevar en un sentido totalmente opuesto
nos han
tenido de aquí para allá
algunos
prefieren quedarse al margen
y otros
admiten la abyección
y todos
los
volubles y los mártires
caen
sufren
miran sin
remedio ese orden ajeno
este
tiempo raro
sus
vuelcos
sus
caprichos
la hora
ordenada
el
derrumbe de los ídolos
que su
propio resplandor pudo imponer
sufren
desalentados o convencidos
el signo
de nuestra américa de abajo
cobijan
el amor o el odio
son
aguerridos
blandos
pierden
la pista
reencuentran
un viejo gemido
crujen
con la ciudad
soportan
los enigmas de su tiempo
se
desbarrancan con algunas ideas sin desenlace
la
solidaridad grita y se defiende
entre las
piernas ágiles de los alazanes
el fervor
los sostiene
caminan
toda la noche
y llegan
al confín del puente donde ellos esperan
los
sables brillan sobre sus cabezas
era como
el resplandor de una estrella
la que
conducía al lugar preciso
donde
nuestro-señor-jesucristo
había
nacido
una
muchacha fue pisoteada por un caballo
tuvo poca
suerte
su piel
nueva y tirante no fue tocada por la bondad de
el redentor
—sonia lejana
lugar
incesante y quieto
en el
rincón más secreto de la memoria
casi
líquida
ausente
como ofelia en
los últimos gestos—
fue
enarbolado entre dos caballos
apuntan
con una portátil
están
cansados de caminar
y
defenderse siempre en desventaja
un
guardia pelirrojo galopa hacia el desaliento
un hombre
abatido trata de huir sin convicción
y salta
por los aires
como una
inobjetable bailarina
como una
cachiporra decidida y alegre
un
winchester se escurre por la ventana
el
delgado brazo de dulcinea
ha
llamado a su amante
su boca
suelta un escueto disparo
nadie
puede insultar
y vuelven
las miradas furtivas
de tu
primera seducción
no te
quedes allí
se
agolpan demasiadas memorias
ceden los
flancos prematuramente envejecidos
la ciudad
cruje
gime en
el tiempo un dolor común y diverso
el aire
es irrespirable
la gente
grita
los
hombres tienen miedo y se demoran
el
trapecista salta
y
el gloster meteor cae en picada
a morir
entre los escombros como-un-delicado-pétalo
han
bombardeado sin orden
sin
método aparente
han
destruido con torpeza
dejaron
lo mejor intacto
nadie
pensó que algo pudiera salvarse
en el
aire se ha extraviado el velo de la favorita
no quedan
misterios
el
desatino y el amor se han perdido
irremediablemente
los
gritos de libertad se confunden con el desaliento
alguien
saluda
las
proclamas de las aparentes revoluciones
entusiasman
y espantan
bandadas
alegres de avestruces
trotan
para esconderse
en la
tierra temblorosa y caliente
suena la
voz inexperta de los nuevos mandatarios
los
receptores levantan la cabeza
es la voz
de los jefes
el clarín
de las soluciones
entre
aplausos llega el último arturo de la dinastía
flamean
los blasones de downing street
vibran
las trompetas de rockefeller center
huye en
la llanura
cuando
esas sombras aparecen
cuando
toman el aspecto carnívoro
de los
grandes pájaros
tiembla
ante el petróleo
ante la
tierra arrebatada
temblorosa
como una doncella
han
raptado a las sabinas
lentamente
irán creciendo
los
gritos de venganza
el clamor
subirá con un nuevo temblor
una
fragancia nueva calmará sus cabellos
una nueva
sonrisa abrirá su rostro
iluminará
su cuerpo
acariciará
sus manos postergadas
tiembla
ante el signo
de esta
triste parte de américa
de este
penoso sector de la desesperanza
huye de
la quietud y la misericordia
del amor
de nuestra santa madre
que así
nos ama
de
macarthy el romano
construyendo
las estrofas más bellas
a la luz
del incendio
el sol ha
dejado de brillar
no hay
calor
no hay
energías en esta temblorosa tierra
hay
gemidos en la ciudad
tiembla
un dolor mudo y expectante
una
tierna vacilación
una
certidumbre que demora
un riesgo
que incita y escapa
aquel
titubeante desafío
otro
lenguaje otro amor
otro
enigma
otro
tiempo
merecías
estar lejos de este destino y esta tristeza
de esta
autocompasión
de los
estragos del alcohol
quisieras
otra tibieza sin errores
una mano
sin contradicciones abiertas
palabras
sin dolor
sin culpa
de otras memorias
una
tregua
una
irremediable venganza
perdón
por los que nacen
por los
que caen para siempre sin probar una
ternura breve o amarga
por la
urgencia
por el
amor que no supimos ejercitar
por las
ideas que no pudimos imponer
por las
mujeres que no entendimos
por el
fracaso
por los
éxitos de esta vida
perdón
por hacer el amor
con los
resplandores de este mal tiempo
con este
signo impropicio y viejo
por
gustar de la mujer
especialmente
en la espesura de la siesta
y tocarla
buscando el vigor amplio y sin nombre
que
estalla en su forma
perdón
por no aguardarla
por la
resonancia que esperabas de su carne
por
olvidarla fácilmente
y
confundirla
por una
torpeza inútil o por pereza o por falta de
volundad
o
cansancio
o por
designio o fatalidad o capricho de este
mundo
donde no
hay un momento para ganar
ni nada
bueno que perder
ni tiempo
de darse cuenta de los vientos que soplan
esperábamos
otra cosa de los aires del mundo
que un
milagro impusiera un nuevo destino
un
destino que no ganamos que no pudo
correspondernos
toda la
noche pasó sobre nosotros
sin que
ella llegara
desfalleció
el champagne
evaporándose
con las notas de la última balalaika
sobre la
calle brilló una luz imprecisa
con el
estallido del póstumo souvenir
su
ausencia era leve
un
departamento dejaba filtrar
un pálido
resplandor
y toda
suposición fue posible
y el
mundo se rehizo sin lamentos
de sus
propios despojos
se
inventaron los-sueños-dorados
entre las
perfumadas basuras
de la
calle donde estuvimos esperando
voló por
los aires
un
camisón perfectamente frágil y rosado
voló como
un hada protectora
a la hora
triste y perfecta de la tarde
es éste
un país en el cual se fornica a toda hora
en la
hora de la serenidad y en la del peligro
se
fornica con esposas propias y ajenas
con parientes
en grupos
de toda edad
hombres
entre sí mujeres entre ellas
fornican
como pueden en este país
en este
país se fornica sin alegría
no se ama
como uno quisiera
en este
país estamos muy tristes
nos ha
ocurrido una desgracia
y ahora
no hay sosiego en el corazón desorientado
y se
tiene miedo
y todos
quisieran abandonarse
y claman
por una tregua
y no
pueden amar como soñaron
ni
reconocer que otros vendrán
sin
nuestro señorío sin nuestra incapacidad
un
camisón puro y eterno
se nos
escapa siempre de las manos
se nos
vuela
y ahora
sentimos el luto de las mujeres
ocultas
para sufrir su dolor inexcusable
una
lengua rosada
se
introduce en un rosado orificio
y se
conmueve una pálida noche sin horizontes
De Nombres (1956-1959)
Del otro lado
Cuando
estuvimos desesperados, alguien
contó la
historia.
No se la
puede escuchar serenamente, tiemblan
las
manos, el corazón se encoge de dolor;
da un
poco de miedo mirar a la gente, detenerse.
Ocurre lo
de siempre.
Estábamos
perdidos y la historia era confusa. Nada
tenía que
ver con la certeza, ni
con el
muslo de la bataclana. No
intervinieron
traiciones; no es
una
vulgar historia de fervores o de mantenidas.
Tu mano
es necesaria para sobrellevarla. También
aquella
vez (siempre aquella vez) apagaron
las luces
y fue necesaria la presencia de tu mano.
Nos
apretamos las manos en la sala impenetrable,
temblamos
ante la
cólera que aún no se había manifestado
que nunca
llegaría
a marcarnos como sospechábamos, sino
de otra
manera. Nuestras manos
procuraban
ordenar el temblor, dominar el
doloroso pánico;
y todo
porque Humphrey Bogart había resucitado.
Estábamos
perdidos en aquel
cine y él
no era como el redentor; su cruz
no era un
mandato, era
la
inteligencia del hombre, era la resurrección
de la
ciencia y de nuestros queridos finados.
Hace
mucho que nos pasó esto; la mano
fría del
cadáver impenitente
rozaba
los sueños,
acariciaba
nuestros tiernos rostros despavoridos.
Desde
aquella vez no sabemos qué hacer con las
historias
con los
muertos que no aceptan su desdichada
condición, no
sabemos
qué hacer con el miedo; no sabemos
encontrar
nuestras manos, nuestra
tristeza.
El mundo inconsistente.
Hubo
muchas anécdotas como ésta ¿Quién
no tiene cosas
horribles que contar? ¿Quién no tiene
su historia? Pero nadie supo qué decir, nadie supo
qué hacer, cuando alguien contó la historia.
Seguramente al escucharla buscarás una mano; será
como antes, pero enseguida
intentará olvidar que estuvimos tristes o asustados.
Tampoco sabrás qué decir cuando se haga tarde;
lo de siempre:
tendrás ganas de llorar, y nada más.
Nadie esperaba una historia como ésta, tan
lamentable ¿Por qué
no llorar entonces? ¿Por qué no perderse en la
espesura de la sala?
Se derramará sobre tu memoria,
como el alcohol que se vuelca entre los nervios y
la madrugada;
la historia sobrevolará tu linda cabecita,
será un cuervo que sacudirá tus entrañas
corrompidas,
que despeinará cariñosamente tu pelo
su historia? Pero nadie supo qué decir, nadie supo
qué hacer, cuando alguien contó la historia.
Seguramente al escucharla buscarás una mano; será
como antes, pero enseguida
intentará olvidar que estuvimos tristes o asustados.
Tampoco sabrás qué decir cuando se haga tarde;
lo de siempre:
tendrás ganas de llorar, y nada más.
Nadie esperaba una historia como ésta, tan
lamentable ¿Por qué
no llorar entonces? ¿Por qué no perderse en la
espesura de la sala?
Se derramará sobre tu memoria,
como el alcohol que se vuelca entre los nervios y
la madrugada;
la historia sobrevolará tu linda cabecita,
será un cuervo que sacudirá tus entrañas
corrompidas,
que despeinará cariñosamente tu pelo
La pura verdad
Si ustedes lo permiten,
prefiero seguir viviendo.
Después de todo y de pensarlo bien, no tengo
motivos para quejarme o protestar:
siempre he vivido en la gloria: nada
importante me ha faltado.
Es cierto que nunca quise imposibles; enamorado
de las cosas de este mundo con inconsciencia
y dolor y miedo y apremio.
Muy de cerca he conocido la imperdonable alegría;
tuve
sueños espantosos y buenos amores, ligeros y
culpables.
Me avergüenza verme cubierto de pretensiones;
una gallina torpe,
melancólica, débil, poco interesante,
un abanico de plumas que el viento desprecia,
caminito que el tiempo ha borrado.
Los impulsos mordieron mi juventud y ahora, sin
darme cuenta, voy iniciando
una madurez equilibrada, capaz de enloquecer a
cualquiera o aburrir de golpe.
Mis errores han sido olvidados definitivamente;
mi memoria ha muerto y se queja
con otros dioses varados en el sueño y los malos sentimientos.
El perecedero, el sucio, el futuro, supo acobardarme,
pero lo he derrotado
para siempre; sé que futuro y memoria se vengarán
algún día.
Pasaré desapercibido, con falsa humildad, como
la Cenicienta, aunque algunos
me recuerden con cariño o descubran mi zapatito
y también vayan muriendo.
No descarto la posibilidad
de la fama y del dinero; las bajas pasiones y la
inclemencia.
La crueldad no me asusta y siempre viví
deslumbrado
por el puro alcohol, el libro bien escrito, la carne
perfecta.
Suelo confiar en mis fuerzas y en mi salud
y en mi destino y en la buena suerte:
sé que llegaré a ver la revolución, el salto temido
y acariciado, golpeando a la puerta de nuestra
desidia.
Estoy seguro de llegar a vivir en el corazón de
una palabra;
compartir este calor, esta fatalidad que quieta no
sirve y se corrompe.
Puedo hablar y escuchar la luz
y el color de la piel amada y enemiga y cercana.
Tocar el sueño y la impureza,
nacer con cada temblor gastado en la huida
Tropiezos heridos de muerte;
esperanza y dolor y cansancio y ganas.
Estar hablando, sostener
esta victoria, este puño; saludar, despedirme
Sin jactancias puedo decir
que la vida es lo mejor que conozco.
De Del otro lado (1960-965)
Milonga del marginado paranoico
Parece mentira
que haya llegado a tener
la culpa de todo lo que ocurre
en el mundo; pero es así. Han tratado
de disuadirme psicólogos y sociólogos de mi tiempo,
me han dado razones de peso técnico largamente
formuladas y
parcialmente ciertas. Pero
yo sé que soy culpable de los dolores
que aquí siento y recorren el mundo; de las
soledades
que lo van vaciando: quisiera saltar
como Juan L. Ortiz, vociferar
como Oliverio Girondo, pero: primero, ellos me
ganaron
de mano; segundo, no me sale bien y aquí
empieza todo nuevamente: otro sufrimiento
igual a diapasones y recursos
que conozco perfectamente y que no vale la pena
repetir: primero, para no emularlos; segundo,
porque tendré que ir
reconociendo que no he sabido
hacerme entender. Y esto es agudo como un ataque
que nos traga la lengua; pido entonces disculpas
por la mala impresión, por las exageraciones.
De Poemas póstumos (1970-1972)
La verdad es la única realidad
Del otro lado de la reja está la realidad, de
este lado de la reja también está
la realidad; la única irreal
es la reja; la libertad es real aunque no se sabe
bien
si pertenece al mundo de los vivos, al
mundo de los muertos, al mundo de las
fantasías o al mundo de la vigilia, al de la
explotación o de la producción.
Los sueños, sueños son; los recuerdos, aquel
cuerpo, ese vaso de vino, el amor y
las flaquezas del amor, por supuesto, forman
parte de la realidad; un disparo en
la noche, en la frente de estos hermanos, de estos
hijos, aquellos
gritos irreales de dolor real de los torturados en
el angelus eterno y siniestro en una brigada de
policía
cualquiera
son parte de la memoria, no suponen
necesariamente el presente, pero pertenecen a
la realidad. La única aparente
es la reja cuadriculando el cielo, el canto
perdido de un preso, ladrón o combatiente, la voz
fusilada, resucitada al tercer día en un vuelo
inmenso cubriendo la Patagonia
porque las
masacres, las redenciones, pertenecen a la realidad,
como
la esperanza rescatada de la pólvora, de la inocencia
estival: son la realidad, como el coraje y la
convalecencia
del miedo, ese aire que se resiste a volver
después del peligro
como los designios de todo un pueblo que
marcha hacia la victoria
o hacia la muerte, que tropieza, que aprende a
defenderse, a rescatar lo suyo, su
realidad.
Aunque parezca a veces una mentira, la única
mentira no es siquiera la traición, es
simplemente una reja que no pertenece a la
realidad.
Cárcel de Villa Devoto, abril de 1973.
Por
soledades
Un hombre
es perseguido, una
familia
entera, una organización, un pueblo. La
responsable
de esta situación no es la codicia,
sino un
comerciante
con sus precios, con la imposición
de las
reglas del juego. Los empresarios, la policía
con la
imposición de las reglas del juego. Por eso
ese
hombre, ese pueblo, esa familia, esa
organización, se
siente
perseguida. Es más, comienzan
a
perseguirse entre ellos, a delatarse,
a
difamarse, y juntos, a su vez, se lanzan a perseguir
quimeras,
a olvidarse de las legítimas,
de las
costosas pero realizables aspiraciones;
marginan
la penosa esperanza. Entonces
toda la
familia, todo el pueblo, entra
en el
nivel más alto de la persecución: la
paranoia, esa
refinada
búsqueda de los
perseguidos históricos y culturales.
Y ésta
es la
triste historia de los pueblos
derrotados,
de las familias envilecidas
de las
organizaciones inútiles, de los hombres
solitarios, la
llama que
se consume sin el viento, los aires
que
soplan sin amor, los amores que se marchitan
sobre la
memoria del amor o sus fatuas
presunciones.
De Cuentos de batalla (1973-1976).
(Fuente: Poemas de batalla, Buenos Aires, Planeta,
1999).
Poemas tomados en su totalidad del BLOG ELPLACARD
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