domingo, 16 de diciembre de 2018

POEMAS DE HANNI OSSOTT


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(14 de febrero de 1946, Caracas, Venezuela - 31 de diciembre de 2002, Caracas, Venezuela)

Atracción de lo vasto

Ese canto resonante
de Cuerpo
esa expectoración primera
inicialmente contenida
bufido o eructo desarticulado
Ese pujar vocal
Estertor físico del soy que se busca
Y esa primera abolición del ser en la palabra inicial
Ah voz en ahogo
violencia y voluptuosidad cercada
Ah tránsito de 
ser 
Ah gorgojeo
         rasgadura de garganta
ruido
         pobladura de lo vasto
Eco
Inserción de lo inmenso en lo breve
Imagen
Consecución
Y esto: lo que puedo decir desde mí mismo
hoy
ahora que he aprendido a articular mi discurso
Esto, para decir:
Oh escena terrible para espectáculo
Oh espantosa contemplación de lo solo
No calma desde esta calma
No suficiente sin sentido desde esta ausencia
Desierto y ruina
         –y decirlo se torna ridículo–
Ah, mira la contorsión del cuerpo, la siempre en oposición
Pero me contorsiono
y profiero
sólo yo puedo hacerlo
desde lo que me cerca y me abre
Ah canto siempre devuelto
Siempre no nacido todavía o a destiempo
Tajada, sí…
Y muero por lo vasto que cercena
como los dioses mueren por la nada y se levantan
contra ese 
soy que en extensión cubre
¿Lo signo, lo fijo, lo canto?
lo dilatado ineludible?
Lo canto, lo signo
porque también habita en mí el deseo de su posibilidad
en franca oposición a lo permanente
en rechazo al borde demasiado preciso
y a la costumbre de esta piel
en distancia de mi propio cuerpo
hacia la instauración de lo breve
por atracción a la ausencia
                 erguido el canto en regreso al soy

De Hasta que llegue el día y huyan las sombras (1983)

El horno

El horno es un estuche, un vientre secreto
   una madre mecánica que manejo con mis fuegos y mi apetencia
Lo obligo a encender sus paredes
         lo gradúo
Le digo: abrasa a tu presa
           quema su superficie
           ablanda su centro
Le digo: trescientos grados… y su pasión obedece
       Amante sólo amante suda fuegos y se deja
       invadir por el aroma se deja
       regar por los desbordes de aquello que quema.
 
No es un ángulo
ni se abisma en su centro como una esfera
Es sólo caja de calor
alma no circular cuyos ritmos determino.
 
El horno es una hechura
         un preludio
         una red, una trampa
                 el centro de la casa y de la farsa
Por él la saciedad, el olvido, el sueño, la embriaguez
Ronca el horno y no lo sabe
apaga vigilias y luces
quema la presa   aniquila al comensal
 
 Se fuga el animal, se hunde un diálogo en la noche
          se entibian las razones
          el horno se enfría
          quedan manchas, huellas de la cena
Los hombres recogen sus abrigos y un cuaderno ahí, una cosa…
Cae
melancólico el sopor.
Es el trabajo del horno impuesto a la fiesta
    el rigor del horno
       exacto  regular
       implacable adormidera
    mecánica calidez
       vientre de la casa
       secreto de abuela de hierro y de rejillas.
La reja es otra cosa
y otra el dibujo de la reja
otra y más honda, secreta, es mi división
Y ese invitado, ¡fuera!
               si no fuese por mis rejas,
                      la casa
          el otro horno que aquí quema!
Febrero 14, 1982

De Plegarias y penumbras (1986)
Rezo
Tengo miedo
Desconozco
No sé moverme
El río me habla de lo raro
de lo inmenso
Rezo
no sé de la montaña
sólo que es grande, magnífica
no debo decir de lágrimas en su pena
Rezo, está el mar
y el golpe apresurado de ola a ola
Y hay cosas que olvido
      las más pequeñas
      corpúsculos de luz
lamentos
      Mi llanto no tiene fin
y debo consagrarme
       atenta


Nuestra soledad cubierta de objetos y paredes
    entretejida de risas
    amigos, hornos, crecimiento de plantas
esa distancia entre habitación y alcoba
      beso y caricia
y el lazo obligatorio, tácito
      lo convenido para el resguardo
      cuidos, protección.
La casa, ese edificio soñado por nosotros
llena, plena de lenguajes
      «puesto que de ti y de mí nada puede irse
         nada puede ser fuga»
los lazos, las tijeras, los pespuntes
que atan tela a tela
cuerpo a cuerpo.
Y al fondo una ventana
     para quien mira
     solo.

De El reino donde la noche se abre (1987)

Ser

Estoy en una playa sin fin
     mi alma se despliega
        inconsulta
     hacia una rara nada
No sé de mi nombre
      de mi cuerpo
absuelta de todo ser
      de toda obligación
me entrego
      a solas
      al ardor
      me adormezco
Infinita, soy esta arena
      lo que me borra
      lo que quiero ser
1983

De Cielo, tu arco grande (1989)
Si no viene
si no llega
déjalo estar
Ello está allí, siempre
como convocatoria
Si no viene
espera
La canción de la luna hace su tiempo.
Octubre, 1987


De Casa de agua y de sombras (1992)

El estanque

Mi infancia es hoy un gran estanque
donde me miro
en su fondo verde liquen
piedras alcanzadas por el musgo
peces de rara y brillante especie.
Yo hundo allí mis manos
y agito las aguas
para alcanzar una sombra
                 siempre evanescente.
El estanque me devuelve el cielo, las nubes
               cielo y tierra en él se besan
                     confluyen.
Yo dibujo allí una imagen, la sueño
               mas no la alcanzo.

De El circo roto (1996)

Dios y el poema

Dios
me quedo todo el tiempo posible
          ante un poema
          para que salga bien.
          Es como una oración
               Una invocación.
Agosto 1991
~
Estos poemas fueron seleccionados deObras completas de Hanni Ossott
(bid & co. editor, 2008)
ISBN: 980-6741-55-3


LA MORDIDA PROFUNDA


Hay una mordida profunda
            incisiva
en el centro de mi sexo
por la cual yo me erijo como yo misma 
    y soy,
    y poseo y dono.
    Regalo mi cuerpo y mi ansia.

Hay una mordida en mí
    que doblega al otro
            lo arrodilla, lo inclina

por esa mordida se abre un vasto mar de vacíos 
    vértigos
    precipitaciones
    abismos
Me cruza una pendiente
me traza un precipicio
                        en el amor...
        y en todas mis secretas junturas
con cuido, con recelo, tú te avienes a mí
                                    y no me sabes.



POESÍA

           A mis alumnos y a Lotty Ipinza,
           cantante de óperas y poeta...

Quien vive la poesía. vive la tensión.
El cielo, la tierra. los hombres les resultan extraños.

Calla: aquí vive un Angel... ¡un pájaro!

La serenidad y la tormenta conciernen al poeta. 
El cielo naranja sobre una colina azul 
La sagrada voz del Requiem de Brahms 
El plenilunio. La melancolía.

Al poeta le gusta el abrazo
el roce, los besos llenos de licor 
y la caricia, la última caricia
      la caricia final
             susurrada 
             infinita

¿Qué es ser poeta? 
       Llorar. 
       Llorar. Infinitamente.

Y escuchar una voz de hombre 
     silente y viril
         por su feminidad perdida
porque la poesía es feminidad.

Y los hombres poetas deben ser femeninos. 
   Y las mujeres poetas deben ser masculinas

   Y esta es ley de Dios 
        Ley sagrada


LAS PASTILLAS

                A los médicos psiquiatras

Una pastilla
dos pastillas 
tres pastillas
seis pastillas 
Dayamineral 
Carbonato de Litio 
Haldol 
Neubión 
Oranvit 
Rivotril 2 mg 
¿y el médico?

Deambulando por ahí... ahí como en la Luna 
Sin saber de la verdadera enfermedad

La enfermedad es el vivir
la única
La enfermedad es el cuerpo
y las pastillas no sirven de mucho

Sólo sirve el alma 
haciendo cuerpo
y el cuerpo haciendo alma

¡Fuera el Lexotanil!
            Ciao bambino...


POR SALIR DEL CHARCO

                   A Washington con Manuel

En algún lugar del mundo
una mujer se sentaba todas las mañanas 
a contemplar un viejo edificio. 
Y había ventanas, sí 
plenas de sombras
hombres, mujeres, monstruos. 
Esa casa estaba deshabitada 
no había amantes, no.
Sólo aves que a veces cruzaban el horrendo paisaje.

En algún lugar del mundo
  había una lámpara rota 
  que no era de ella.
También un diccionario.

Eso no podía resolver su soledad.

Había tres árboles, cuatro árboles 
y ruidos, la calle, los automóviles.

En algún lugar del mundo ella 
no pudo hablar con quien podría
     ser su amante. 
El placer estaba vedado. 
Las ambulancias pasaban 
El fastidio cundía.

En algún lugar del mundo
ella se detenía
a ver un enchufe 
un sofá
una mesa repleta de libros y de centavos
y al marido: mustio, callado, leyendo...

También había pastillas, muchas pastillas 
y un avión que pasaba. 
Llevando a gente que sí tenía lugar.

En algún lugar del mundo 
      ella rezaba 
      por salir 
      por salir 
      del charco.


EL CIRCO ROTO

                                          A todos
                        <<Toda la vida es un drama>> 
            Rafael Cadenas  (En una conversación.)

He muerto
  he trascendido la muerte
  he trascendido la vida
  más allá de mí no queda nada
          sólo rastrojos 
          penas

La fiesta se ha apagado
las luces del teatro ya no existen
estoy en la nada
del Circo no queda sino un traje raído
            cansado 
            descolorido.
Poemas pertenecientes a El Circo Roto (1993, Monte Ávila).
Memoria de la tierra
Lento, muy lento se teje la trama del agua de la fuente
suavemente se prepara cada vez, cada vez la misma caída
Lento arde la milenaria cacerola sobre los hondos fuegos
y otra vez, obstinada, la antigua insistencia

Nada nuevo para decir, nada extraño que anunciar.

En el más viejo cuaderno, lleno de borrones y sin cuentas nuevas
         la repetición del arcaico cuerpo
         hojas allí
         flores, vientres, deseos, impulso
         y el amor que es crimen, sangre y celebración
         lo mismo abismándose en lo mismo

Horror cuánto odio
Horror cuánto celo
Horror cuánto ahorro

         Abajo, muy por debajo, en lo remoto
         inmortal
         el tejido circular
         el vientre único
         la herida que es presencia haciendo presente
         Abajo y adentro
         la vida ciega
         las vísceras de la fuente

Nutricia inmortalidad, el amor nos desgarra
         «adónde voy»
         «adónde voy»

Soy una trayectoria, la mido a diario, la comparo, la presento.
Soy contra el letargo, me opongo, realizo.

La aguja cede, se comba, tiempla el hilo, tuerce la curva final
Circular es el repaso de la memoria, atento a la repetición.

El mismo dibujo, la misma historia
          fluyen

En lo hondo tierra madre
el volcán, la lava, la quema, el quehacer
una y utra vez, siempre lo mismo

La abuela teje sin piedad
Tierra, memoria de la tierra, reiteración de hoja, árbol, fuente
sangrados, desangres, aguaderos
Hondo se mueve el pez, Némesis
centro de aguas
hondo se despliega el inmortal cuaderno
       sucio, tachado, rectificado
hondo se deshace el vivir

«Yo me distraigo con una pequeña visión en el camino,
yo me distraigo entre tu reiterado énfasis»

Se vacía y se llena el bastidor... Yo bordo sobre él mis matices...
no ya un rostro... sólo fulgores, rastros

El guego inicial cunde, incisivo, nos repone a la única memoria
centro de oscuridad.
Cedo, cedo a diario, también tú y los otros
secretamente, en la intimidad, porque avergüenza
           —da pena tanto perder y enriquecerse.


Lo cotidiano


Hemos visto modos, movimientos, gestos muy breves
     la infinita circulación de instantes
Hemos andado por calles que un día aparecen luminosas
     y otras alcanzadas por la opacidad
Hemos percibido el temblor, la presencia inminente
     de aquello que va haciéndose
     conservándose como cosa o hálito
Hemos visto hombres, casas, tierras, no del todo comprensibles
     hemos sido extrañados
     puestos a un lado
     por lo nuevo y lo raro
Hemos inventado formas de amor para atacar lo solo
Hemos bebido con placer puesto que no nos está negada la fiesta
          —la necesaria fiesta aún desde la precariedad
Respiración nos circunda
          y poseemos ojos para mirar lo innumerable
          ojos del alma
          capaces de contener heridas y noticias
De realidad estamos inundados
       hay una montaña que nos atraviesa
       hay un ruido golpeante de mar
       hay siempre en nosotros un vestigio, una huella
       ferviente
       animal
       vibrante
Eternidad de ser se anda entre nosotros
       río siempre sonoro
       fuente siempre encendida
       apego a saber que algo, alguien, sea una cosa
       querencia a una forma
Y decimos esto es, y lo llenamos
       no importa de qué suposiciones
Hay lo posible: el azul del cielo
            la calle los muros
            los sueños
            las cosas ahí
            asaltando con su presencia.

Ah rara brevedad, de tu misterio y tu goce no queremos la vacancia
¿A qué se podrá después decir: he visto, he palpado?
¿Quién hará de nosotros la otra historia?

Hemos visto querellas
            casas en fuego
bibliotecas que acumulan sudor de presencia
            documentos insuficientes
            apócrifos inútiles
                         excusas
Hemos dicho haber visto el fluir y lo estable
     poseemos datos claros de cada movimiento
     también en nosotros se anda la precaución
     edificada por la memoria
     la experiencia de antiguos dolientes

Ah oscuridad... y queremos llevar hacia ti el jardín
                           la casa
                           la corriente
                   la luz que ilumina la habitación.

¿A qué podremos decir que hemos visto?

Espacios para decir lo mismo

Por eso ahora y aquí


Por eso ahora y aquí, en estas habitaciones, solemos codificar nuestros vacíos

Cuerpo: no sabemos de ti porque en este exceso lo hemos dado
Mira: ahora escuchas otras habitaciones
      sueños sin luz
      únicamente de viento
allí, en esas regiones de escasos otros cuerpos menos excedidos y dichoss
Cuerpo ahora en unas manos otras que esperan resurrecciones en hechos tangibles y sólidos

Cuerpo hoy en manos que amasan transformaciones
manos de deseo siempre aplazado para lo que tal vez nunca vendrá

(Avergüenza este lujo de conocer la dispersión
Ante aquellos
          para quienes una tarde es un reloj y una línea recta que
debr ser cumplida «a cabalidad»
Tampoco el medio favorece: decirlo. ¿Acaso no se está diciendo desde siempre?
          Desde ese primer rostro volcado sobre texturas admirables
          o sobre tros rostros)

Nuestro tiempo contado en años, codificado en inmensidad,
antepuesto a esa otra inmensidad largamente deseada
                         revestida
                         de mil distintos lenguajes

Y todavía
permanece
un hombre solo en una habitación vacía
aterrado
hecho de palabras siempre devueltas


Cielo, tu arco grande

Una memoria


Viene, viene
y es lo mismo, se devuelve
son las mismas palabras, miedo
enumeraciones que llegan de atrás
el aguamanil, el platero, la joya
las sábanas de seda de un egipcio.

La platabanda cayendo con la lluvia
            y el desastre...

Viene
     se viene diciendo
     desde hace largo, adentro
     ya casi sin premuras
         cantinela de amor

Viene, salta y golpea
            Dicho
            Proferir
            Llanto

Y tú lo sientes, en la piel
          repetitivo

            entre poro y poro
                de alma

erizándote
     para que recuerdes
     para que recuerdes y sepas

     Es el canto

     La canción
     La escuchada siempre
            entre resquicios
Siempre una y otra vez
     fastidiosa insistente

Hasta que se va.



Formas en el sueño figuran infinitos


D
eseo repartir esta memoria que me dirige a otras estaciones.
Si una mañana, sobre puentes y avisos luminosos, juego
a unas manos de cinco años atrás, tengo el valor de entregarlas en
cualquier confitería: tiempo de desperdiciar el Tiempo.
Esta tarde he vendido hasta la última palabra y ahora atesoro
vacuidades.
Si las cosas brillan o dejan de brillar, apenas logro distinguirlo

Atravieso un sonido único de trompeta para borrar toda sensación

El hilo que me ata a la realidad son los gritos de una conserje
cuando llega el basurero. Y esta tristeza de auera hacia adentro,
como venida. Y los dibujos de paredes viejas contanto,
pálidas de esperar la lluvia.

¿O es que esperaban lo contrario?
¿acaso es natural este mutismo?

También estos pliegues de cemento preguntan



El tiempo de pasar pasa como cualquier hoja
             Todas las mañanas
       Para caer
            sobre cualquiera de los lados
       y en los bordes
       de alguna puerta
                  Tal vez
       abra de nuevo la posibilidad
       de ese esplendor
Allí y no en otra parte están las cosas
subsanan las heridas de sus nombres devueltos

Y es un viaje eterno
para tocarlas
          Tal vez



D
espués reconoces y recuerdas donde hallar el cielo

En cualquier estación permanece
         sólo para ver
         y nombrar que pueden existir cosas brillantes

Estallan en la falacia
         y este juego iluso también permanece
         sobre todos los rostros

         Hace temblar los asideros

Debe decirse vuelo en lo inmóvil
         y nada como todo puede avenirse en cada quien
         y todo se devuelve
         a sí


Formas en el sueño figuran infinitos


El obstinado empeño


Magnificente y luminoso es este empeño. Mil brazos tensos, innumerables
fuerzas. Hilos que cruzan una calle y la juntan a otra. Miradas
aferradas a un resquicio. Intensidad. Encuentros. Abandonos.

Y el ruido expande sobre la atmósfera su cuerpo. Es gris, es pardo.
Es denso para quien desee penetrarlo. Concentrado acumula los gritos
y la voz siempre aplazada. Sobre las edificaciones y sobre los árboles,
más alto aun que la cumbre de una montaña, espeso y vibrante, el ruido...
toda nuestra tensión allí acumulada...
Los rezos, la piedad, la petición última todavía no hecha lenguaje
Allí a convocatoria, y el recuerdo; los bordes de un rostro apenas dibujado
Y la conversión, y naturalmente, la duda, el equívoco
También lo ahora pétreo
todos los antiguos libros ahora deshojados
y del paso de otros hombres ni un encuentro ninguna memoria
apenas vestigios inconclusos,

El ruido: esa aspiración a sobrevivir
Y la página todavía prearia, la llena de aberturas, la incendiada
en la vejez

Colmada, llena, sólida está la atmósfera
a través de las ventanas corren y se devuelven en magnífico intercambio
las señales de los vivos y de sus fuerzas; y allí también algo de
aquellos sustraídos al espectáculo

Escucha la antigua voz, ella viene ahora a asegurar el caer:
esa extraña desvetaja, irracional incomprensible hoy, que signa el
estar aquí. La voz, aquella aminorada en el ritmo, escasamente audible
y sin embargo viene, cuida y protege el doloroso descenso...

Y allí donde ella sume en hondura las cosas las deshabita,
en ausencia, vacía y desaloha lo amable.

Pero si en redención no hay dioses, hay un resquicio, un pedazo de
barro adherido a cualquier espacio para llevarnos atrás y adentro,
para decir: He allado lo más propio de mi geografía, se diluye, sí,
se ensombrece cada vez más pero mi brazo se tensa para recuperar el
dibujo de una forma
Y surgen entonces los perfiles de un techo desmembrado y la silueta
de otro erigido, y luego su caída, y luego el erigir... No importa ya
el techo.

Los rostros se suceden, las casas se suceden... Mudanza

Y los hombres reciben viga sobre viga
y adentro, en el fondo de la teierra, se excavan aberturas para sostener
lo habitable, para permitir el cuadro en la pared, el olor, un pedazo
de tela sobre una mesa.

Entre el espesor de las cosas, sobre la solidez de los cuerpos, viajan
los otros: objetos olvidados, gestos, un mirar incompleto que en desvío
señaló una reja. También allí, en desesperada conservación del recuerdo
se asienta una forma de asumir un traje a cuya adecuación exigimos la
presencia de los otros.

La unidad de los olores y la desarmonía... todo
        allí preparado para la futura acción
        Y esto hace compacta la tierra
        Peso que activa nuestra decisión. Gravitar.
        Empeño en el proseguir
Y el nudo, esa piedra dura e inevitable que concentra los matices.
Memoria para la esperanza, como si siempre tuviésemos que regresar allí:
centro extraño, inabordable enteramente, propio para todos los regresos,
nudo que ata a lo pripio. Isla. Extraña suerte de atadura que obliga a
volver, como si allí aguardara un origen, inicio de una historia escasamente
conocida. Como si hubiese un principio, una letra inicial que incida sobre
los futuros caminos.

Es ese empezar desde ahí quien permite la elección de una instancia
Es el comienzo que da acceso entre la innumerable condensación de formas,
a un rostro, a un estar...
    Terner un rostro:
    arquitectura de la obstinación y de la desgarradura
    dibujo para un instante
    Tener a la mano la piedra dura, el centro,
    escindirla o no
    pero tenerla
    contra lo fragmentario.

Cielo, tu arco grande


Quise mi casa
    aun en medio de la disolución y de la quiebra.
Sus ritmos se acrecientan en mí
    cada cosa allí es sagrada
        para mi única memoria.

Soy la casa
      sus sombras
      sus dolores.

Entera mi persona se ha hecho de ella.

Poseo una identidad
                 un límite
                 un cuerpo
                 una estructura en temblor.

*


Ahora que esa casa vuelve a mí
            entera
por lo que ahora pierdo
por lo que gano en la reconstrucción
             veo mi infancia
             y la aojo
         en el cántaro de mi alma
        para ser lo mismo y otra.

Ella está aquí, nutriendo
           regando
            cada cosa que sé.

Realmente allí
         casi no hubo orfandad
         sino riqueza.

tomado de: Contra el olvido: Diez poemas de Hanni Ossott ~ Poesía desde Valencia


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