martes, 19 de marzo de 2024

POEMAS CIRCE MAIA


Posibilidades

 

Hemos resuelto no existir. Mejor dicho

se ha resuelto que no existiéramos.

Así quedamos quietos, en el fondo,

sin hacer nada.

 

Como niños demasiado buenos

que han renunciado al juego por no hacer ruido

y ni hablar de leer, porque hay crujidos

al dar vuelta las hojas.

 

Adelgazados, sí, casi sin peso,

sin movernos, ya dije.

Sólo queda mirar a quien no mira,

no nos ve casi nunca.

 

¡Pero a veces!

 

A veces existimos todavía

en forma de punzadas silenciosas.

Un pensamiento-aguja, voz-astilla

da el inaudible grito: "¡Todavía!"

 

 

Posesión

 

Ha visto las palmeras de su plaza

casi al amanecer o cuando cae

la sombra y ha cruzado

-y siempre en diagonal- al mediodía.

 

Esas palmeras, esas anchas calles

por donde el paso anuda

sus rápidas puntadas

¿no son acaso suyas?

 

Más bien es al revés: él es de ellas

y ahora lo descubre.

 

Ellas: él mismo en ellas

caminante y camino.

Tomado de:

https://campodemaniobras.blogspot.com/2014/11/circe-maia-dos-poemas.html

 

 

Terca paloma

 

-El aire me pesa...

 

(La paloma se cansa luchando contra el viento)

 

-Sácame el peso

 

quítame el aire

 

líbrame el ala

 

 

 

El aire te sostiene

 

ave estúpida, calla

 

(Pero sueña el vacío

 

la paloma kantiana)

 

Raíces

 

Hoy de mañana 

tuvimos que arrancar unas hierbas 

que crecían por todas las ranuras. 

 

Se arrancaron las hierbas 

y quedaron al sol temblando las raíces 

como sorprendidísimas... y esto? 

 

De lo oscuro a lo claro en un instante? 

Muerte invertida, rara: 

de la tierra cerrada y ciega 

al ojo azul, que todo lo traspasa. 

 

 

Abrirse a todo aire: perderse 

Soltarse a toda luz: también perderse 

dicen las raíces 

temblando.

 

 

 

Lluvia de octubre 

 

Que las gotas toquen con tanta suavidad las baldosas 

hace que no parezca muy real esta lluvia, 

ningún ruido. 

Sólo se ve prenderse y apagarse los pequeños círculos 

dando golpes al agua, blandamente. 

Se encienden y se apagan, como pequeños signos 

-cambiantes, rapidísimos- 

de un código secreto. 

 

Juntos

 

Todo lo eterno resultó un insulto

para la pobre planta pisoteada

también para los ojos que la miran.

 

Mírala.

 

Más vale ir juntos

-no te separes-

con la corteza que el viento arranca

salir volando.

 

Si se quiebra, quebrarse

quemarse, si se quema.

 

Ir desapareciendo

sin soltarle la mano. 

 

Prisionero

 

la ciudad te ha de seguir

 

Kavafis

 

Así que no hay manera de librarse:

bastará darse vuelta para verla.

Allá viene, siguiéndote

moviéndose -en apariencia lentamente-

y en realidad muy rápido.

 

Y si huyes, por un momento sientes

muy lejano el ruido de las calles

discusiones, motores y ruidos y bocinas

son un sordo rumor.

                                     Y de tan lejos

apenas brillan ahora las ventanas más altas

 

tal vez un campanario.

 

Pero cuando por fin llegas a otro

lugar, a otra ciudad desconocida

tu ciudad te ha alcanzado bruscamente:

ya no es cuestión de darse vuelta. Adentro

muy adentro de ella te paseas

y a la otra le ruegas que te espere

que no se vaya lejos...

 

La otra no se mueve, pero se decolora

pierde tibieza, sus sonidos bajan

sus olores apenas se perciben

y el viejo aroma de la que te envuelve

no te suelta.

 

 

La espiga sola

 

(De Metrodoro de Quíos)

 

Inimaginable:

 

en la inmensa llanura

la espiga sola.

También inconcebible:

en mundos infinitos

la vida, sola

brotando en un planeta

de una estrella remota.

 

 

Canción de la contingencia

 

Podría no haber nacido

podría no estar aquí

lo que hice, no haber hecho

lo que dije, no decir.

 

El punto desde el que miro

¿quién lo habría de ocupar?

¿Otros ojos mirarían?

¿No habría ningún mirar?

 

Tal vez hubiera una planta

en donde pisa mi pie

o tal vez fuera una piedra

que ahora no está, no lo sé.

 

 A veces crece la planta

sin tener donde crecer

y cae y cae la piedra

y no deja de caer.

Y miran con gran reproche

porque hay otro en su lugar

¿Y quién va a explicarles

nada si no hay nada que explicar?

 

 

La mirada detrás de las palabras

 

Hay un dibujo

-nítido, negro, bien delineado-

sobre el muro: es la sombra

de aquellas altas ramas.

 

Nuestros ojos recorren de manera distinta

cada vez: doblan aquí o allá; se detienen, a veces

para tratar de verlo todo junto

los caminos cruzados de las finas sombras

 

sobre el muro blanco.

Y hay urgencia en guardarlo en la memoria

pues le han salido a las ramas unos brotes

y también varios gajos

del futuro follaje.

Como charla aturdida

se moverán las hojas

se moverán los finos caminos de las sombras

en la masa total de sombra informe.

Las ramas estarán, sin embargo, presentes

como mirada intensa

detrás de las palabras.

Estos poemas forman parte del libro de poemas de lo visible, publicado por Feria Nacional de Libros y Grabados. Asociación de Impresores del Uruguay, en 1998.

Tomado de:

https://www.revistaelgolem.com/2022/01/23/de-lo-visible-poemas-de-circe-maia/

 

 

Sobre textos de Franz Kafka

 

 

 

I

 

(Apariencias)

 

porque somos como troncos

 

tendidos en la nieve:

 

Un empujón, parece,

 

haría que rodaran.

 

 

 

Pero no es así.  Están muy afirmados

 

en la nieve.

 

 

 

_Cuidado, porque esa impresión

 

también es aparente.

 

 

 

 

 

II

 

(Odradek)

 

No es una flor ni un pájaro.

 

No es ningún animal, ninguna planta.

 

Existe como un pequeño ovillo con hilos enredados

 

y algunas maderitas, sobre las que se para.

 

Puedes hablarle.  No siempre te contesta.

 

Está en algún rincón de la casa: un peldaño

 

de la escalera, apenas visible.

 

Como es tan pequeño

 

te diriges a él como a un niño y preguntas:

 

- ¿Cómo te llamas?

 

-Odradek, te contesta.

 

- ¿Y dónde vives?

 

-Domicilio desconocido, dice, y luego ríe.

 

Esta risa es muy rara porque Odradek no tiene

 

pulmones, de modo que su risa

 

suena más bien como el rumor del viento

 

sobre las hojas secas.

 

 

III

 

(Cazador grachus)

 

- ¿Siempre es el mismo barco?

 

-Desde hace siglos, siempre en la misma barca.

 

- ¿No has podido morir?

 

-No del todo.  Me despeñé cazando una gamuza

 

allá, en la amada Selva Negra.

 

Pero ya ves, el barquero que debía llevarme

 

al otro lado equivocó su rumbo,

 

Tal vez una pequeña distracción,

 

y ya quedé viajando para siempre.

 

-¿Te quedarás algún tiempo aquí?

 

-No, muy poco.  Debo irme,

 

Recorrer otros mares.  A veces me parece

 

que hemos recuperado el rumbo

 

verdadero, el de todos,

 

pero es un sueño.  Me despierto en la costa

 

de algún nuevo lugar, aquí, en la tierra.

 

-Veo moverse tu embarcación.  No hay viento.

 

¿Qué la impulsa?

 

-La impulsa un viento invisible, el que sopla

 

En las regiones inferiores de la muerte.

 

 

IV

 

(Junto a la puerta)

 

Junto a la puerta hay un guardián.

 

Le has pedido permiso.

 

“No es posible pasar”-te dice-.

 

Pero si te dejaras, encontrarías a otros, más terribles,

 

que no te dejarán avanzar.”

 

 

 

Te sientas junto a la puerta.  Esperas.

 

En muchísimo tiempo nada cambia.  Envejeces.

 

Sientes llegar el fin.  Pero antes, miras

 

cómo el guardián cierra la puerta.

 

“¿Por qué la cierras?”, dices.

 

Y él te contesta:

 

“Esa puerta te estaba destinada.

 

Ya no estarás aquí.   Voy a cerrarla.”

 

 

Raíces

 

 

 

Hoy de mañana

 

tuvimos que arrancar unas hierbas

 

que creían por todas las ranuras.

 

Se arrancaron las hierbas

 

y quedaron al sol temblando las raíces

 

como sorprendidísimas… ¿y esto?

 

¿De lo oscuro a lo claro en un instante?

 

 

 

Muerte invertida, rara:

 

de la tierra cerrada y ciega

 

al ojo azul, que todo lo traspasa.

 

 

 

Abrirse a todo aire: perderse.

 

Soltarse a toda luz: también perderse

 

dicen las raíces

 

temblando.

 

 

 

 

 

 

 

Donde había barrancas

 

 

 

Otra vez se levanta de la memoria el golpe

 

del remo contra el agua. Brilla el arroyo y tiemblan

 

las hojas en la sombra.

 

Miran ojos risueños, pelo mojado. Arriba

 

azul y sol y azul… Mira los troncos negros

 

y rotos, oye el agua.

 

 

 

Tibia madera siento todavía en la mano

 

y a cada golpe sordo que da ahora mi sangre

 

se vuelve a hundir el remo en verde frío y algas.

 

 

 

Un tallo firme y verde venía enero alzando.

 

Y venían del viento, del amor, y venían

 

de la vida,

 

alas rojas y en vuelo, los días del verano. Rema, remero,

 

y no escuches el golpe

 

negro, del remo.

 

El golpe corta trozos cortos de tiempo,

 

trozos iguales, casi relojería

 

y se piensa que adonde se van cayendo

 

un golpe y otro golpe junto al vuelo del día.

 

 

 

Mira que se ennegrecen las blancas horas

 

y de querer pararlas ya casi duelen,

 

Caen al alma fríos y de ceniza

 

los golpes que en el agua dieron los remos.

 

Y atrás se ve la cara tersa del río

 

el rostro del verano, azul y liso.

 

 

Mito amazónico 

 

Escucha la historia de la Muerte.

 

Ella estaba sobre la tierra, escondida.

 

Ella no estaba abajo.

 

 

 

Un agua subterránea, pura

 

era bebida de los inmortales

 

debajo de la tierra.

 

 

 

¿Quién fue culpable?

 

El que salió y quebró y saltó hacia afuera

 

por haber escuchado un canto de pájaro.

 

 

 

No hubiera escuchado.

 

No debía salir.

 

El dejó el lugar protegido.

 

 

 

El juntó frutas, plantas

 

y llevó adentro, abajo.

 

 

 

Y en cada fruto estaba semilla de la muerte.

 

 

 

Cayeron las semillas. Germinaron.

 

 

El ruido del mar 

 

Hay un tejido, una red luminosa

 

que tiembla en la arena, por abajo del agua.

 

Se ve a través del verde transparente

 

como una temblorosa trama.

 

 

 

Cuando la ola rompe su espuma

 

quedan burbujas sueltas, chiquitas

 

sobre la piel del agua:

 

brillan intensa, nítidamente

 

en seguida se apagan.

 

 

 

Por la suave curva de las olas

 

sobre su lento avance

 

sobre su amplio movimiento seguro

 

la luz resbala.

 

Se deslizan los resplandores

 

por los movedizos toboganes del agua.

 

 

 

Ruido del mar, qué golpe derramado

 

qué entreverada voz y qué sonido

 

tan confuso y oscuro

 

cuando todo en derredor está tan claro.

 

 

 

Todos los límites

 

firmes y recortados

 

todo con su color tan decidido

 

los colores tocándose

 

uno al lado del otro, sin mezclarse.

 

 

 

Y parece que cada uno: limpio

 

y liso azul, rojo tejado

 

verdor brillante

 

diera un sonido puro e inaudible

 

y todos un acorde fuerte y claro.

 

Pero el ruido del mar no se comprende,

 

se desploma continuamente, insiste

 

una y otra vez, con un cansancio

 

con una voz borrosa y desgranada…

 

 

 

Y no se sabe

 

qué es qué quiere o qué pide

 

el turbio ruido oscuro

 

cuando todo en derredor está tan claro.

 

 

POEMAS JUVENILES

(INÉDITOS)

 

 

 

De noche

 

 

 

El que camina solo, por la noche

 

en las calles sin nadie, y va sintiendo

 

sus propios pasos en la calle sola.

 

 

 

Siente su vida irse por las calles

 

atravesar la noche como un agua

 

que empapa las veredas silenciosas

 

 

 

Y quiere con la misma noche andar

 

al mismo paso ir, al mismo tiempo.

 

Diluirse en un agua que se aclare.

 

 

 

Volverse transparente, azul, liviano

 

amanecer con los amaneceres

 

y sentirlos adentro levantarse.

 

 

Enero

 

 

 

Dentro de la noche abierta

 

y el aire azul del verano

 

qué bueno el echarse a andar

 

con el corazón callado.

 

 

 

Apenas se mueve el aire

 

como de un ir palpitando

 

Tibieza al rozar la cara

 

y los brazos.

 

 

 

Y una luz honda y azul

 

moja los labios cansados.

 

Se dobla el agua del mar

 

en un sordo rumor blando.

 

 

 

Se sumerge la mirada

 

en el cielo puro y alto

 

Y se bebe como un vino

 

el verano.

 

 

Brillo del agua del mar

 

 

 

Anduve como una ciega

 

que de pronto a ver, llegara:

 

Brillo del agua del mar

 

los ojos me traspasaba

 

 

 

Quería palpar el aire.

 

Le dije que se bajara

 

y el aire se me caía

 

temblor de luz- en la cara-

 

 

Ciudad transparente

 

la luz en las calles del viento

 

y el mar en la frente. 

 

-Estos poemas inéditos pertenecen a Voces del Agua a publicarse por Rebeca Linke Editoras en este 2020.

Tomado de:

https://www.revistaaltazor.cl/circe-maia-2/

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