Al César lo que es del César
Lo primero que quiero agradecerte
son tus pestañas
con las que sembraste manzanas
en el centro del Paraíso
y tus labios
que supieron deletrear
el hermético abecedario de mi cuerpo
y tu ombligo
capital de ese país
que me dio cobijo
tiempo, humor y miel
y el apretado recinto de tu centro
donde enterré
impúdico y alado
todas las urgencias de estos tres inviernos
y tu alma
laberinto insomne
trampa de arena
cadalso sumergido
y
claro
(nadie es perfecto)
tu fe
tu albahaca
tu gesto
tu grito
tu odio
tu adiós.
Inevitable
Podríamos hablar de política
o de arte
o del esquivo amor
pero
a lo sumo
ésas solo serían bellas palabras vacías.
Podríamos citar a Borges
o a Sábato
o a Saramago
pero esos antídotos contra la estupidez
tampoco servirían de nada.
Podríamos disimular
entonces
bebiendo cerveza Huari (bien fría)
o adormecernos frente a la pantalla
o escribiendo poemas como éste
y eso tampoco cambiaría las cosas.
Afuera está la muerte
mi muerte
acercándose a la casa
lenta
decidida
inexorable.
Y se va a entrar.
Infancias
En algún rincón de mi alma sigue llorando
inconsolable
el niño que fui.
Ése al que le mintieron
que en su tercer cumpleaños
su madre volvería.
Juro que hay noches
en las que aún escucho su llanto.
La noche del alma
Ojeroso
temblando
tieso de saudade
él cierra los ojos
vanamente invoca el nombre secreto
del Padre de todos los dioses que en el mundo han sido.
Y en eso también nos parecemos
porque atronador le responde
el devastador eco
del silencio de Dios.
Adentro
Adentro mío hay un país al que viajo constantemente.
Cuando el mundo extiende sus alas
y éstas son de repentino murciélago
rápido emprendo la ruta
hacia la ciudad sin nombre
de mi silencio interior.
Allí está la cordillera del deseo
la planicie del olvido
la bruma del encuentro
el altar de mi fuego.
Allí hay hondonadas y cicatrices
selvas, soles y tundras
y como 365 razones para volver
una
y otra
y otra vez.
Teología doméstica
Si Dios es ese viejito barbado y neurótico
que desperdicia su eternidad
contabilizando mis faltas y pecados
entonces no
no gracias
no creo en él.
Y si su hijo es ese cadáver
eternamente sangriento
eternamente roto
eternamente derrotado
entonces
disculpen
tampoco creo en él.
Pero como yo intuyo
o —a lo mejor—, sé
que entre ambos son culpables
de la existencia de las mariposas
y el arco iris
de la simplicidad de una galaxia
o del esplendor de una uña
de la imposible fiesta que es un pavo real
un atardecer en el trópico
o los ojos de Danáe
entonces
no me queda otra
y me inclino
reverente y agradecido
ante el más grande
soberbio
y loco
par de artistas.
Al futuro cadáver
Alguno me dice
“pariente
su poesía es muy feliz.
Vos sos un optimista
lo que escribes no es real”.
Yo miro entonces al futuro cadáver
huelo su descomposición inevitable
escucho los inútiles rezos
las fatuas novenas
y sonrío
(en estos
y en tantos otros casos
lo inteligente es callar)
De todos modos,
¿qué podría decirle?
¿Qué ya lo sé?
¿Qué no lo he notado?
¿Qué yo mismo reniego de mí?
Pero no
para qué.
Mi único mérito consiste
en saber que nos estamos muriendo
y en actuar
como si eso no importara.
Credo urbano
Creo en el color padre todopoderoso
y en la palabra que nos acerca.
Creo en la primavera y otros milagros.
Creo en los domingos
en la pedagogía secreta de un abrazo
sobre todo
creo en el Ser Humano.
Abandono las ciudades de la queja
las urbanizaciones del espanto
las catedrales de la melancolía.
Dejo atrás el traje de la tristeza
los zapatos del quebranto
el maquillaje del desánimo
las sonrisas de utilería.
Vestido de indulgencias
abandono el paraje de lo huraño
el oprobio
la angustia
y la ceniza de los años.
Ataviado de colores
ensombrerado de cariños
hoy
simplemente vivo.
y la tristeza (esa perra hambrienta)
y los famélicos roedores del invierno
y los pálidos suchas del insomnio
ésos
que esperen sentados.
Hoy no comerán de esta carne.
He resucitado.
Tomado de:
https://circulodepoesia.com/2012/02/poesia-boliviana-actual-no-8-oscar-gutierrez-pena/
Malas compañías
Mis amigos poetas son
por lo general
tipos y tipas formidables.
Va por la Vida
(como quien no quiere la cosa)
tejiendo admirables filigranas del lenguaje.
Libran encarnizados combates con las palabras
(“cógelas del rabo/ tuérceles el gaznate/ desplúmalas”)
son capaces de no dormir y hasta de no soñar
por encontrar la palabra precisa
el adjetivo perfecto.
Se les perdona sus súbitos cambios de amor
de temor
de fervor
de humor
sus tantas veces (tantas)
insoportables maneras
porque en un poema suyo encontrás
de pronto
una metáfora admirable
de ésas que te sirven para entender lo inentendible
o para hacerle una gambeta
al naufragio nuestro de todos los días
o para hacer que por fin te sonría
devotamente
la morena escurridiza.
Con la muerte tienen citas casi cotidianas
a veces vuelven
en otras ocasiones
se internan nomás
por la blanda arena que lame el mar…
porque hay palabras de las que nunca se regresa.
Cierto día decidieron internarse en la noche
jugarse la existencia al todo o nada
intentar hacer que llueva en el desierto
y que “las mañanas se llenen de jardineros”
y ahí van
malabaristas al borde de un abismo
con su procesión por dentro
sus intransferibles precipicios
sus súbitas primaveras
pagando con preciosos centímetros del alma
el precio de hacer lo que nadie osa:
andar sin armadura
y con el corazón expuesto
en un mundo preñado de aceradas bagatelas
y muchedumbres de ciegos hostiles.
Retrato (con fondo de violín y piano)
Cierta devoción por la belleza.
Una melancolía innegociable.
El desarraigo como patria.
Ganas perpetuas de llegar a la paz.
Atroz militancia de las cosas.
Búsqueda irreductible del mejor ombligo.
Amistades peligrosas.
Y el nombre de Ella, claro, impronunciable…
y un poco de vino
y un poco de azul
y un poco de
muerte.
Eso es el poeta.
Del porqué no quiero ser un poeta maldito
Créanme
yo también podría escribir versos oscuros
hijos de las tinieblas y de la muerte
verdaderos rosarios del dolor
trémulas saetas del invierno
letras paridas al borde de un inodoro.
Si las escribiese quizás dirían:
“¡qué profundo! ¡qué inteligente!
¡no se le entiende nada!
¡este sí es un verdadero artista!
¡que vivan las vanguardias…”
y allá, en la ciudad del frío
a 3.617 metros sobre el nivel del mar
quienes pretenden detentar el monopolio de la metáfora
probablemente me aplaudirían…)
Lo siento.
Sucede que yo veo a la gente masticando su pena honda
golpeada su frágil fe
en una dieta no elegida de besos mutilados
con su brebaje de miedos
su cena sin esperanzas
su jardín mustio
sus ojos vacíos.
Es por eso que elijo para mi poema
sol y alegrías
besos, orgasmos y otros heroísmos
azules antídotos contra el invierno
en estos extraños tiempos de la ceniza.
Bienaventurado el poeta que deambule por el asombro
que comparta domicilio junto al fuego
y que produzca así una sonrisa
esa noble cicatriz
que acaso
en la noche de los tiempos
(recién expulsados del Edén)
fue de Adán para Eva
el primer poema.
Naturaleza humana
Yo, ¿juzgar a alguien?
Es decir, ¿someterlo al patíbulo de mis opiniones?
¿A la silla eléctrica de un criterio?
¿Al paredón de mis limitaciones?
¿A la inyección letal de un prejuicio?
No, ni idea.
Si ni siquiera sé de qué historia viene ese fulano
de qué patio triste
de qué infancia desolada
de qué novia huidiza
de qué luto
de qué bandoneón
de qué pistola.
Huérfanos somos todos.
Náufragos sin fe y sin fósforos.
No voy a ser yo el que arroje la primera piedra.
Made in heaven
Anoche dormí con un ángel
(y no es metáfora).
Besé devotamente sus blancas alas
acaricié su aureola
exorcicé su noción de virtud
su certidumbre de pecado.
Inauguré el territorio de su azar…
Por setenta veces siete
fui Dios.
Keep walking
Ya está bueno
(me digo a mí mismo)
de andar pateando piedras
de andar repitiéndome historias tristes
de repasar mitologías familiares
sin pies ni cabeza.
Ya está bueno
de crear sombríos pronósticos
de destruir abecedarios
de caminar calaveras
de redactar epitafios
de habitar esta vida
como si fuese prestada
ajena
de otro.
Ya está bueno
(me repito)
de coleccionar cicatrices
rencores
Creo que es hora de dejar la infancia
y empezar a ser un hombre.
Tomado de:
https://www.laraizinvertida.com/detalle-2085-oscar-puky-gutierrez-el-navegante-de-la-palabra
Benedettiana millenial o el arte de elegir tus batallas
No cuentes conmigo.
Te lo digo en serio.
“Ni hasta dos, ni hasta cinco”.
No cuentes conmigo.
/
Si es para odiar o
marchitar o crucificar
si es para apagar la escasa luz escasa
si es para impedir el verano
si es para domesticar la ternura
te lo digo en serio:
no cuentes conmigo.
/
Si es para mancillar el precario jardín
si es para mutilar al colibrí
si es para aplaudir a la guadaña
si es para estercolar la casa
(va en serio
búscate otro
no cuentes conmigo).
/
Aprendí
a punta de cicatrices e insomnio
a amar este manicomio
encariñado estoy con sus huéspedes
y, como la muerte no admite sobornos
apenas tengo tiempo para intentar el amor.
/
Por eso, señoritos de la eterna menopausia
soldados ad honorem del invierno
no perdamos el tiempo
porque si es para odiar
no cuenten conmigo.
/
P.D. (Opcional) “Namasté, motherfuckers”.
*
Poema sin título u oración para aquellos hombres de doméstica violencia
Abrazo y bendigo
minuciosamente
el largo linaje de mujeres que me constituye
y habita.
Voy al encuentro de la abuelita
de la abuelita
de mi abuelita.
Ya siento su olor lácteo
su costumbre de frutas, horno, Mentisán y lavandería.
Me inclino, reverente, ante todas ellas
(parir perpetúa la Vida).
Agradezco su magnífica audacia
su dolorida veteranía
su dar cosechas infinitas del abrazo.
El pezón que mana.
Todo lo que vivifica.
Madres nutricias que aliñan el banquete de nuestra historia
sacerdotisas del pan y las galletas
guerreras de la olla, el fuego y el tacú.
Pido perdón
voces silenciadas
bromeadas
golpeadas usadas abusadas olvidadas
disculpas
solteras vírgenes casadas divorciadas abandonadas
quebrantadas.
Honro mi linaje de células benditamente femeninas
les abro oídos y ventanas.
Llueve sobre las Marías que llevo en mí.
Acto bautismal
gotas de la necesaria higiene
dichosas lágrimas del buen amor.
Ahora nos abraza el firmamento.
Ellas soy yo.
*
Mausoleos del placer
Los cuerpos de las mujeres que amé
me saludan en una procesión silenciosa
llevando en andas todo lo que derramé
entre esos muslos, en esas almas.
/
Ombligos ahora imposibles y lejanos
hospitalarias cinturas que me dieron el sustento
los pezones hipnóticos, las cicatrices del degüello.
/
Ojos invictos, de colores diversos
lunares que nunca terminé de contar
labios, espaldas, clavículas memorables
auténticos mausoleos del placer
sonetos que el deseo improvisaba
de memoria
sobre los ávidos oídos de la piel.
/
…y las manos asombradas de estímulo y tacto
(siempre ocupadas, sin pretextos para el tedio)
y el bar de sus vientres, siempre abierto
(vos ya lo sabías, luminoso Thiago de Mello).
/
Cataclismos líquidos sobre sombras ingrávidas.
Cuánta impaciente devoción invertida.
¡Cuánta alquimia devotamente derramada!
/
Los anillos de mi ciudad conocen el aroma de mi semen
mi coreografía más íntima
el espasmo ritual / la efímera derrota de la muerte
(es por eso que desesperamos ante la inminencia del
temblor).
/
Otros van a iglesias
yo, en cambio, prefiero
la sencilla ceremonia de la humedad
el abrazo torpe, pero mutuo
y el noble sacramento de las despedidas.
/
De las oportunas despedidas.
Tomado de:
https://oxxxi.wordpress.com/2020/06/11/poesia-cuatro-textos-inspiradores-de-puky-gutierrez/
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