Cumpleaños
Para Antonio e Lourdes
La ausencia aún es vida:
anda sobre suelo y agua,
come, por dentro, el pan
y a veces duerme, y sueña.
Otro día hay flores
nuevas sobre la pradera
y junto a las hierbas crece
el amor a la tierra y a la lluvia.
Un pájaro no canta;
nos basta tener oídos
y saber que él existe.
Y el mundo va, redondo.
Si por casualidad no coinciden
el infinito y lo eterno,
mano ausente sobre el hombro,
muerto el padre, el hijo lo engendra.
Preguntas sin eco
Más allá del cuerpo, que cupo
exacto en su cueva
¿dónde poner, en la vida, al muerto?
¿Dónde ponerlo, más allá de la foto
que va guardada en el bolsillo
junto al dinero y al hambre?
¿Dónde poner su cuerpo sin
y su carne insistente,
ballet de tantos recuerdos?
¿Dónde poner el alma, el yermo,
otra cualidad de sombra,
que nos persigue por dentro?
Más allá de la geografía,
¿con qué límites retener
los pasos idos e inquietos?
¿Y dónde guardar tantos gestos
libres de acontecimientos
que no merecen una película?
La ropa, después de la fiesta,
limpia, fue al guardarropa;
¿pero dónde guardar la fiesta?
¿En la calle, en la lluvia, al sol,?
en el lado izquierdo, en la boca,
en la oración, en el olvido?
Visita a un cuadro
Esta mano invisible
sin duda es la de Rembrandt,
lentamente mezclando
el cerco de la noche al brillo
de los ojos que resisten.
En un canto del universo
o ni tanto, en un canto
del cuarto en el que mal caben
una silla y una cama
que se observan mudamente,
sin firmar todavía
(vanidad, todo vanidad),
va el pintor dando el tono
escogiendo qué oscuro
combina con un suspiro;
qué nesga de luz perdura,
diamante entre carbonos,
pero húmeda, escurriéndose
por los dientes amarillos
a través de la boca cerrada.
En fin, qué poco de vida
sobre qué materia (¿muerta?)
mucho más allá del marco
nos dejará entrever
que todo es solo tinta,
indecisión entre colores
suscitando en el mismo lienzo
la belleza y la angustia,
y sobre ellas un barniz
que brilla según la hora,
como ahora en este cuadro
desgarrado del museo
en que un hombre es sostenido
por dios o por un clavo
y lentamente muere
apagando su llama
y en ella la última chance
de ver en la noche circundante
los rostros temblorosos
de las cosas perdiendo su dueño.
Pero la mano invisible
fija una perspectiva
y para siempre es visto
el crepitar de las sombras
y su ruido, cuando
los ojos entreabiertos
caminan por esta línea
y, olvidados del sol,
transmutan la luz eléctrica
en humilde luz de vela.
Instrucciones a un muerto
Mejor recostarse y cerrar los ojos,
pues tantas visitas es extenuante
(no querrás conversar con ninguna
si no las otras pronto harán fila).
Y, si vivir fue fingir, que aún lo sea:
no dejes traslucir en tu rostro
este cansancio de gente que llora
pero que, sin embargo, no perdió el almuerzo.
Ni dejes que el olor de estas flores muertas
combinado con el hedor de las cuatro velas
te, entre por las narices: no respires,
sobre todo, si existe el riesgo de estornudar.
Y, para la tranquilidad de todos, sigue sereno,
no enamores a la chica ni espantes a la mosca
y, más que paciencia, ten fe:
ya pronto apagarán la luz.
Zapatos
Tristes zapatos sin dueño,
pobre perro al pie del sepulcro,
pasan las horas brillando
y al mismo tiempo tan mudos
que, si nos observan, nos dejan
sin saber si sobreviven
o, como el olor que guardan,
no habrán muerto también.
Pobres zapatos sin rumbo.
Tal vez ya se ven olvidados,
de tan inútiles, en el fondo
como enterrados vivos.
En un paso vueltos trastes,
en la soledad en la que yacen
¿quién sabe si quieren gritar
y los cordones los amordazan?
Estrella enterrada
En el futuro no creerán
en lo que en el pasado aún no creían.
Dirán: eran poetas e inventaron
armas, barcos, canciones; después los dioses.
Y seguirán, proponiendo guerra y paz
al mismo tiempo. Y por saberlos frágiles,
brazos firmes en el timón; sobre las olas
cabellos al viento y, bellos, los ojos.
Pero, créannos, no son nuestros los movimientos.
Los dioses bailan con nuestros cuerpos.
Poema chino
En lo que es pájaro, volar.
En lo que es caballo, correr.
En lo que es tigre, saltar.
Y morir, en lo que es hombre
Tomado de:
https://lacolmena.uaemex.mx/article/download/15914/13274/
LOS NÚMEROS TENACES
Ojeo una baraja de mi infancia.
Me entretengo fijándome en las cifras
que tan bien nos sabíamos entonces:
once rebotes Larry Bird; dos metros
con catorce del «Jefe» Robert Parish;
doce asistencias Earvin «Magic» Johnson
―juegan mis Lakers de amarillo y púrpura―;
y más de treinta puntos Michael Jordan.
El salto de Spud Webb―uno sesenta
y nueve, ya lo ves, y qué gigante―
e inquebrantable el pívot Patrick Ewing
(cómo iba yo a pensar que veinticinco
años después vendría a mí su imagen,
al pasar por la Séptima Avenida
junto al famoso «Garden» de los Knicks).
Y, claro está, los números tenaces
que hoy llaman la atención y que algo duelen:
tan solo Abdul-Jabbar ―cuarenta y uno―
me supera en edad. Qué raro es todo.
Qué pronto se hace tarde para el juego.
QUIZÁ TODO CONSISTA
Quizá todo consista, si me apuras,
en saber distinguir lo que no quieres,
en desechar sin miedo los absurdos,
en tratar de engañarte cuanto menos
mejor. Que las sirenas continúen
cantando lo que quieran para otros.
Ignóralas y simplemente deja
las cosas que no sirven a tu espalda,
abandonadas, muertas, y prosigue
sin perder ni un minuto hacia la orilla
de esa playa que sabes que te espera.
VERBIER
Una tarde de invierno, en Verbier, todos juntos,
dejábamos pasar lentamente las horas,
en una sobremesa de sol, gin-tonic, risas.
Teníamos enfrente, allá lejos, inquietas,
unas montañas llenas de los ecos del tiempo.
Miré el perfil radiante, las laderas, las cumbres,
donde a veces, de pronto, la nieve se hace sombra.
Recuerdo que alguien dijo:
«Las llaman las montañas de la muerte».
EL POETA VIO EL ROSTRO
El poeta vio el rostro de su padre
en el cristal sombrío reflejado.
También empiezo a no ser yo el que espera
en el espejo incierto, interrogante.
Mejor mi padre fuera y no el borroso,
desconocido afán de estar a tiempo.
Tomado de:
https://www.zendalibros.com/5-poemas-de-pablo-nunez/
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“Está oscuro pero canto”
(Thiago de Mello)
Glaseada la canción de
Rasgo soportable.
Camino en la ciudad: se asoman barandillas. Ventanas
selladas.
Todavía veo las calles por aquí.
La luna cruda crea
Tus espacios
Y las aceras florecen y (flo) ríen con tus rasguños
Y pinturas tontas
Hay un sol dentro de ti
Ver tu dedo en un jardín
Y los girasoles, girasoles, las once y otras flores en el
balcón...
Esta canción es comunitaria.
Comunicación y pintura
Así que abre tu pecho
Y pintar y saltar por encima de la pared.
Que el mundo se vuelve más oscuro en ti
(1 de mayo de 2018)
El tiempo
|A Judinelli, mi padre|
el hombre camina
y tus pasos son frutos
el pie cae.
Delante de ti, a unos treinta metros, un anciano,
Flana frente a mis huellas.
Sí, un anciano mayor.
Tropieza al caminar.
Detrás de él, marchan el hijo y los hijos de los niños.
– casi bebés –
Corren y lo abanican con hojas de açaí.
La isla de Tenoné.
El tiempo es un carrusel infantil.
Y gira, iluminada pero silenciosa como una mariposa.
(agosto de 2017)
Poema marajoara de bisa
La bisabuela Aruan fue exiliada
de tus dioses
Y recibió el nombre de los jesuitas.
Olimpia, pero María.
Su sitio (quizás al suroeste de Arari)
Conectado a tierra en el exterior: suelo duro y seco.
En su puçá, la mujer de manos fuertes
Recibió agua bendita y una cruz de madera, pero los puso
debajo de la red.
Llegó un dios de rostro dudoso,
pobre y con el cuerpo humillado;
La abuela – bisabuela, de hecho – estaba triste.
ya no tejo
ya no bordo
En las pajas de tucumã
Ya no podía fumar su tauary.
Ya no clamé a los espíritus del bosque
(Pero lo hizo, en secreto,
aunque los curas desconfiaban de todo porque cuando se
quiere cazar el pájaro
no digas shoo)
Esta vez, María tartamudeó un amén borroso, luciendo
perdida.
Al amanecer
vino un hombre
con sombrero portugués
colocado en tu pecho.
Habló en privado con
El Payaçu del pueblo.
Él, Manoel, recién llegado,
todavía sudando por la melaza
de sal en el aire del mar
Tomó a Olimpia de la mano y se casó.
la mujer del pelo piasava.
¿Qué decir?
No había (sólo) un linaje allí
Pero el brazo de una persona
quien vendría a plantar
El primer araçazeiro
En el lado izquierdo de un establo
en las afueras del Arsenal de la Armada.
Tomado de:
https://quatete.wordpress.com/2018/09/16/4-poemas-1-de-paulo-nunes/
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