Alcohol
El agua verde del río
avanza lenta en cálidas curvas
peces Zeppelin
dispersan el plancton
y cansados cazadores de aves
intentan atrapar
cada palabra.
Sostén
los coloridos trapos y la cinta
que se adhiere a las muñecas cortadas
de nuestro heroico tiempo.
Apagarás un día este radio,
te acostumbrarás a ella,
a su respiración
y, vistiendo tu camiseta,
te traerá agua en medio de la noche.
En la terraza las tazas con restos de té
se llenan de agua de lluvia
y de colillas,
tú y yo compartimos un resfriado
tú y yo compartimos largas conversaciones
tú no notas el frío de la mañana
tú duermes tarde
yo escribo poemas sobre cómo amo
a esta mujer e invento
nuevas palabras
cada vez más nuevas
para evitar
para decírselo.
Tomado de:
https://circulodepoesia.com/2022/03/poesia-ucraniana-serhiy-zhadan/
AGUJA
Antón, treinta y dos años,
su estatus incluye el vivir con los padres.
Ortodoxo, pero no va a la iglesia,
graduado universitario, estudió inglés.
Trabajaba de tatuador, con un estilo propio,
si así se le puede llamar.
Muchos vecinos pasaron bajo
su aguja incisiva y su mano diestra.
Cuando todo comenzó, hablaba mucho de
política, historia, iba a marchas y asambleas,
discutía con amigos.
Los amigos se ofendieron, los clientes se esfumaron.
Tenían miedo, no entendían, dejaron la ciudad.
Experimentas de verdad a una persona tocándola con una
aguja.
Una aguja pincha, una aguja cose. Bajo su cálido
metal la textura de la piel femenina se vuelve tan flexible
y el lienzo radiante de la piel masculina tan rígido.
Perforando la membrana exterior de una persona
liberas gotas de sangre aterciopeladas, tallas
alas de ángel sobre la sumisa superficie de la tierra.
Ve a tallarlas, tatuador; estamos llamados
a llenar este mundo de sentido, de color.
Talla esta coraza, tatuador, que esconde almas y
enfermedad—
por lo que vivimos, por lo que morimos.
Alguien dijo que lo fusilaron en un puesto de control,
una mañana, arma en mano, de algún modo accidental —
nadie sabe por qué.
Fue enterrado en una fosa común —así todos fueron
enterrados.
Sus efectos personales, devueltos a los padres.
Su estatus nunca se actualizó.
Un día, algún bastardo,
escribirá sin duda poemas heroicos sobre todo esto.
Un día, otro bastardo,
dirá que no hay motivos para escribir sobre todo esto.
(publicado originalmente en Porque no estoy en las redes
sociales, 2015)
TOMA SOLO LO MÁS IMPORTATE
Toma solo lo más importante. Toma las cartas.
Toma solo lo que puedas cargar.
Toma los íconos y los bordados, toma la plata.
Toma el crucifijo de madera y las réplicas doradas.
Toma algo de pan, los vegetales del jardín y luego vete.
No volveremos, nunca otra vez.
No veremos nuestra ciudad, nunca otra vez.
Toma las cartas, todas ellas, hasta el último pedazo de
malas noticias.
No volveremos a ver la tienda de la esquina, nunca otra
vez.
No volveremos a beber de aquel pozo seco, nunca otra vez.
No volveremos a ver caras familiares, nunca otra vez.
Somos refugiados. Correremos toda la noche.
Correremos a través de campos de girasol.
Correremos de los perros, dormiremos con las vacas.
Juntaremos el agua con nuestras manos desnudas,
esperaremos sentados en campos, fastidiando a los dragones
de la guerra.
No volverás, los amigos no volverán.
No habrá cocinas humeantes, ni trabajos normales.
No habrá luces de ensueño en los pueblos dormidos,
ni valles verdes, ni páramos suburbanos.
El sol será una mancha en la ventana de un tren barato,
apurándose entre fosas de cólera cubiertas de cal.
Habrá sangre en los tacos de las mujeres,
guardias cansados en fronteras de nieve,
un cartero de bolsas vacías, acribillado,
un cura de sonrisa triste colgado de las costillas,
el silencio de un cementerio, el ruido de un puesto de
comando,
listas de muertos sin editar
desde hace tanto, que no habrá tiempo
de buscar en ellas nuestro propio nombre
(publicado originalmente en La vida de María, 2015)
LOS HONGOS DEL DONBAS
En primavera Donbas desaparece en la niebla y el sol se
esconde tras montículos de tierra.
Por eso necesitas saber a dónde vas,
necesitas conocer al hombre que puede hacer los arreglos.
Este hombre era un trabajador en la ex estación de
servicio,
desgastado por el alcohol.
Cuando nos conocimos, me dijo, “nosotros, los trabajadores
de la estación de servicio,
siempre fuimos considerados la elite del proletariado, sí,
la elite.
Cuando todo se fue a la mierda, muchos
vomitaron sus manos. Nosotros no, los trabajadores
de la estación de servicio.
Organizamos un sindicato independiente,
tomamos tres edificios de la vieja planta
y empezamos a cultivar hongos.”
“¿Hongos?”, no podía creerlo.
“Sí, hongos. Queríamos plantar cactus con mezcalina, pero
los cactus no crecen aquí en el Donbas.
“¿Sabes qué es lo más importante cuando plantas hongos?
Es importante drogarse, así es, amigo —es importante
drogarse.
Nos drogamos, créeme, aún ahora tenemos que drogarnos. Tal
vez porque
somos la elite del proletariado.
“Y entonces tomamos tres edificios y empezamos con nuestros
hongos.
Bueno, está la alegría del trabajo, el codo engrasado,
tú sabes —la sensación embriagadora del trabajo bien hecho.
Y, lo que es más importante ¡todos se drogan! ¡todos están
drogados incluso sin
hongos!
“Los problemas empezaron unos meses después. Esta es tierra
de pandillas,
tú sabes, recientemente prendieron fuego una gasolinera,
estaban tan ansiosos por quemarla que ni siquiera llegaron
a
llenarse —así que por supuesto la policía los atrapó.
De modo que una de las pandillas decide vérselas con
nosotros, tomar
nuestros hongos, ¿puedes creerlo? Pienso que, en nuestro
lugar, cualquier otro
se hubiera puesto en cuatro, así son las cosas —todos se
ponen en cuatro aquí,
de acuerdo a la jerarquía social.
“Pero nos unimos y pensamos: a ver, hongos —esto es algo
bueno,
no es un problema de hongos, o codos engrasados,
y ni siquiera de estaciones de servicio, aunque este fue
uno de los argumentos.
Solo pensamos: allí vienen, ellos crecerán,
nuestros hongos crecerán, se puede decir que madurarán para
la cosecha
¿y qué les diremos a nuestros hijos, cómo los miraremos a
los ojos?
Hay cosas por las que tienes que responder, cosas
que no puedes dejar ir.
Eres responsable de tu propia penicilina
y yo soy responsable por la mía.
“Así que peleamos por nuestra plantación de hongos. Allí
fue dónde
los vencimos. Y cuando cayeron sobre los corazones cálidos
de los hongos,
pensamos —
“Todo lo que haces con tus manos trabaja para ti.
Todo lo que llega a tu conciencia tamborilea
en ritmo con tu corazón.
Nos quedamos aquí, para que no fuera tan lejos
para nuestros hijos visitar nuestras tumbas.
Esta es nuestra isla de libertad,
nuestra expandida
ciudad de la conciencia.
Penicilina y Kalashnikovs —dos símbolos de lucha,
el Castro del Donbas dirige a los partisanos
a través de las plantaciones de hongos cubiertas de niebla
hacia el Mar de Azov.
“Tú sabes,” me dijo, “por las noches, cuando todos duermen
y la tierra sombría se chupa la niebla,
siento cómo el planeta se mueve alrededor del sol, aún en
sueños
escucho y atiendo cómo crecen —
“los hongos del Donbas, quimeras silenciosas de la noche
surgiendo del vacío, brotando de la hulla, del carbón,
hasta que los corazones se detengan, como ascensores en la
noche,
los hongos del Donbas crecen y crecen, sin dejar nunca a
los desalentados
y condenados morir de pena,
porque, hombre, mientras estemos juntos,
hay alguien para cavar la tierra
y hallar en sus entrañas tibias
la materia oscura de la muerte,
la materia oscura de la vida”
(publicado originalmente en Maradona, 2007)
Tomado de:
https://www.laizquierdadiario.com/Leer-a-Ucrania-cuatro-poemas-de-Serhiy-Zhadan
[Entonces hablaré de eso]
Escrito por Serhiy Zhadan y traducido por John Hennessy y
Ostap Kin
Así que hablaré de eso:
sobre el ojo verde de un demonio en el cielo colorido.
Un ojo que observa desde el margen del sueño de un niño.
El ojo de un inadaptado cuya emoción reemplaza al miedo.
Todo comenzó con música
con cicatrices dejadas por canciones
escuchado en bodas de otoño con otros niños de mi edad.
Los adultos que hacían música.
La edad adulta definida por esto: la capacidad de tocar
música.
Como si fuera una nota nueva, responsable de la felicidad
aparece en la voz
como si esta habilidad fuera innata en los hombres:
para ser cazador y cantante.
La música es el aliento a caramelo de las mujeres
cabello con olor a tabaco de hombres que pesan tristeza
prepárate para una pelea a cuchillo con el demonio
que acaba de irrumpir en la boda.
Música más allá del muro del cementerio.
Flores que crecen en los bolsillos de las mujeres
escolares que se asoman a las cámaras de la muerte.
Los caminos más transitados conducen al cementerio y al
agua.
Ocultas solo las cosas más preciosas en el suelo—
el arma que madura con ira
corazones de porcelana de los padres que sonarán
como las canciones de un coro escolar.
hablaré de eso—
sobre los instrumentos de viento de la ansiedad
sobre la ceremonia de la boda como memorable
al entrar en Jerusalén.
Establecer el ritmo salmico roto de la lluvia
debajo de tu corazón.
Hombres que bailan como se sacian
fuego estepario con sus botas.
Mujeres que se aferran a sus hombres en la danza
como si no quisieran dejarlos ir a la guerra.
Este de Ucrania, el final del segundo milenio.
El mundo está lleno de música y fuego.
En la oscuridad, los peces voladores y los animales
cantantes dan voz.
Mientras tanto, casi todos los que se casaron han muerto.
Mientras tanto, los padres de personas de mi edad han
muerto.
Mientras tanto, la mayoría de los héroes han muerto.
El cielo se despliega, tan amargo como en las novelas de
Gogol.
Resonando, el canto de las personas que recogen la cosecha.
Resonando, la música de los que acarrean piedras del campo.
Resonando, no se detiene.
Tomado de:
https://www.flavor77.com/articles/show/12137/contemporary-ukrainian-poems
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