El metalurgista
1.
Conocer a un metalurgista
en una página de citas
no me salva de la crisis energética,
aunque haya aparecido
como rayo de minerales metálicos
por aleaciones sin privatizar.
Control de calidad sus besos.
2.
En La Fragua de Vulcano,
Velázquez pinta a Apolo
trayéndole
una noticia inesperada
al dios del fuego.
Venus lo engaña
con ese al que le hace el escudo.
Leí que el sudor
en la ingle de los trabajadores
en esa pintura es tema de estudio.
El metalurgista no conoce a Velázquez
pero sabe de la materia seca
que arde con facilidad
cuando el fuego atraviesa los cuerpos.
3.
En la generatriz
el metalurgista cuida gatos,
cuenta los aguacates de un árbol
y, en la noche,
se los roban
cuando los obreros sueñan
con lanchas a toda velocidad
por los islotes de Salinas.
4.
El metalurgista se va al norte,
a la central de Palo Seco.
Aguacero inadvertido,
sargazo gigante,
chanchullo que no se ve.
Dice adiós, hasta nunca.
Te quiero comer, dice,
pero el paraíso,
como el mantenimiento de las calderas,
requiere de un tiempo
que no transita por el cableado
debajo del Atlántico.
5.
Le regalé un cactus al metalurgista,
algo que pintara de verde
lo que lograba no ser calor
a la hora que cantaba la salamandra.
Cómo puede ser un anfibio lo que croa.
Cómo puede ser un cactus
lo que quede de dos cuerpos.
6.
Hay una capa ferrosa
de hierros indóciles
que no entiendo del todo
como los apagones,
la perfección de la aorta
fijada en la caja torácica
de un metalurgista
o el amor.
7.
Esta vez fue el primer generador,
dice un coro de unionados.
8.
Cuando se va la luz,
pienso que lo hace a propósito
para que lo recuerde.
9.
La sala de control
está muy lejos
del alero de aceros
donde el metalurgista
se autorretrata.
No fueron las algas
ni la mano del celador.
10.
Los poemas tampoco
saben qué hacer con la luz.
A dónde va algo
que no se despide.
Me acostumbro
un rato a la oscuridad.
Tan solo el brillo lejano
de la menguante
penetra la habitación húmeda
en la que alguna vez el metalurgista
mordía tres veces mi espalda
haciendo una línea de dientes
a la altura del trapecio,
de donde saldrían alas
si no fuéramos
estos animales.
* Poema perteneciente al libro Para pintar una casa (La Impresora,
2022).
Tomado de:
https://periodicodepoesia.unam.mx/texto/el-metalurgista/
Jeep Cherokee
Desde que regresé,
entre mi padre y yo
hay una Jeep Cherokee.
Es la guagua vieja
que dejó mi hermano
cuando se fue al ejército.
Vuelvo a tener el carro
de cuando iba al colegio.
Como ahora gano lo mismo
que cuando era estudiante,
la Jeep es una limosina.
Hace 20 años también lo era.
A mi padre, que tiene 76 años,
le gusta que yo tenga algo suyo,
algo que sólo él sabe reparar.
—Le cambié el aceite—
—No confíes en ningún mecánico—
—No es el radiador-—
—Arreglé el parabrisas—
Cada vez que lo veo hablamos de la Jeep
como si fuera una pequeña niña
a la que tiene que cuidar.
La piedra sobre la que vivo
Este pedazo de tierra
que compré
a precio de rebaja
es roca ígnea,
volcánica.
Tomo sus piedras
y pienso:
Esto fue lava.
Estuvo tan caliente
que de tenerla a esta distancia
me hubiera muerto.
Fue lumbre. Lugar
en que nunca viviría.
Y mira a lo que hemos llegado.
En Deuda Natal (Azpress, 2021).
Mi niña es un bosque
En el tronco de un árbol de ausubo
que cayó hace tres años
-la edad que está por cumplir-
escoge un lugar para sentarse
y me pide que la deje sola
con su naranja agria
recién cosechada.
Anoche ardió como el barro
en un horno de cerámica.
Hoy quiere saberse sola
en el follaje. Presentir
qué sería estar lejos de mí
o rodeada de sí misma
ya cuajada su carne con calor.
Calabaza en cundeamores
Vi dos calabazas verdes
cerca de la quebrada.
Unos días después,
las recordé y fui a buscarlas.
Solo encontré una
y comencé a buscar la otra en la maleza
que ahora sé nombrar cundeamores.
¿Se la habrán comido las ratas
o hecho cuna los gongolís,
escondido a sus muertos las auras tiñosas?
Algunos escenarios eran imposibles.
Pero estaba ahí la calabaza.
Los enjambres secos la soltaron
como a una trapecista
y rodó a la quebrada
camuflada en la maleza
que ahora sé nombrar cundeamores.
Nadie me ve salvar a la calabaza.
Nadie se enamora de mí salvando a la calabaza,
excepto la calabaza misma.
En Para pintar una casa (La Impresora, 2022).
Tomado de:
https://circulodepoesia.com/2022/02/poesia-de-puerto-rico-mara-pastor/
EL ROMPEOLAS
for Cindy, who knows about laughter
Esta isla está llena de mujeres
que regresan como vuelven
las osamentas con las marejadas
o las tortugas a la orilla natal.
Contaban con la deuda,
pero no con metales pesados en el agua,
el cadmio en la ceniza que respiran.
Nada preparó para la pobreza de la casa,
el derrumbe de un pedazo de piscina
una muela por la que su madre
tendrá que esperar tres meses
porque la enfermedad también hace fila.
Ahora camino por el rompeolas.
Recuerdo dos personas felices
sobre una alegría del pasado.
Esta vez es de día.
Acabo de llegar en avioneta.
No creo que consiga
escribir el poema con humor sobre cabezas
que me encargó Cindy cuando recaudamos
para el tratamiento de Elizam,
pero serás un poema
sobre volver a un rompeolas,
y sopesar los pedazos de la isla,
sus metales pesados,
los seres queridos que se van;
pensar, desde otra orilla, en la sobrevivencia,
y entre tanto aedes, en el amor.
Regreso para pisar esta tierra
y caminar con las mujeres
que vuelven a este rompeolas
a detener la marejada.
PARAÍSO PERECEDERO I
Detrás de la vieja
refinería Corco
hay un muelle
que nunca habíamos visto.
A pesar de los hierros
las barquitas merecen
una postal,
si tan solo no supiéramos
de los metales pesados
en el aire.
PARAÍSO PERECEDERO II
En el paraíso hay ostiones,
un hombre que vende jueyes,
una playa en donde cae el sol
mientras cuelgas la hamaca.
En el paraíso sólo se arregla pescado
en la pescadería de Caro Valle,
floto en el agua
como flotan las islas sobre un atlas
y tus manos mecen en cámara lenta
un cuerpo a la deriva.
POETA NACIONAL
Si todo sigue así.
Si todos se van ahora
que no hay agua,
dinero ni coquíes,
la isla será tomada
por iguanas
y leones marinos.
Me harán un busto.
Será fácil ser poeta nacional
entre gallinas de palo.
Tomado de:
Lata de reservas
para perpetuar la clave
de cómo un cuerpo concluye otro,
de cómo el hombre, a fuerza de cicatrices,
se va haciendo bosque perfecto,
ciudad de cáscara,
selva de aire
Vanessa Droz
Hoy mientras hablaba con María
noté que una antigua
cicatriz que tengo desde niñampshanghaichina
en mi dedo pulgar izquierdo
se enrojecía nuevamente.
He querido ignorarla
aunque cada vez la herida
retrocede en el tiempo
y parece haber ocurrido hace poco.
Tendría trece, catorce o quince
y me hice una herida con el filo
de una lata de reservas.
Algo tan nimio y mal sanado,
pensé. Hasta ha vuelto el ardor
de la piel regenerada y frágil.
Le dije a María lo que había ocurrido.
Ella abrió los ojos,
se puso la mano en la frente
y buscó en su cuerpo alguna cicatriz
de regreso a su infancia,
o una infancia de regreso en la cicatriz,
por si había sido el momento
de reconocer la herida común
en los caparazones,
por si era que al unísono dijimos
algo que nos regresó en el tiempo
como si la herida hubiera oído
y se hubiera quebrado de callar,
como si las cicatrices hubieran
dado el grito de guerra, despertad,
cicatrices del mundo, doled.
(De Arcadian Boutique, 2014)
Los estudiantes
Los profesores nos volvieron locos; NICANOR PARRA
Los estudiantes saben
de arañas en la luna pero aleganstratos03
que es mejor saber si pasan hambre
por culpa de los zares muertos
que cantaban con la boca llena.
Fue Gioconda quien se hizo los bigotes.
No hay gerundios cuando se está en guerra
ni te sangra la nariz en el amazonas.
Un mandala es un apóstol de la forma.
Flaubert pensó en los mayas cuando fue a Egipto.
No hay ilustrador que haya hecho a Cide Hamete.
Lo importante es que Goliat era un gigante,
la filosofía un holograma de la historia
y una churuata yekuana es una bóveda al cielo.
Irnos, irnos, irnos desde entonces.
Todos dirán que las estudiantes
sabían de la historia su lápiz roto
hablándole sin devociones
con la infidelidad frágil al evento.
-Así iban con mezclilla y pancarta
como que estamos a comienzos de siglo-
Tenían todo por lo que molestarse
molestándolos de esa manera
sobre todo por lo inconfesable:
a qué tanta manía policíaca
¡tanta crueldad en el vacío más negro!
Nodriza de jaguar.
Cuicuizcatl es golondrina en náhuatl.
En San Juan Chamula el tiempo se derrite en la Coca Cola.
Hay poemas antiácido como hay antipoemas.
La verdad es un número primo,
corazón de los manifestantes,
árbol genealógico de las Venus de Willendorf,
las maestras leñateras de San Cristóbal,
las moradas según Santa Teresa,
la correspondencia entre anónimos,
el heterónimo de los heterónimos.
El Estado nos remata en la ciencia
y una familia alternativa no existe en el censo.
¿Por dónde anda el insecto de tu nombre?
El mínimo común múltiplo es una semilla sin
alteraciones genéticas ni contratos de Monsanto.
Mamada luz que origina discursos vacuos.
El om es todo el origen que se necesita.
Mi pez beta llegó enfermo de un tianguis.
Assenge va en uno de los jets del Apocalipsis.
Los monitores son el colmo de Eco.
El fin del mundo fue antes de los trenes.
Sinapsis del lenguaje para los pizarrones del futuro.
Tacha las palabras en boca de las corporaciones.
Nos sentaron en la mentira de las cosas
que resultó un asiento muy incómodo
del que nos paramos con contestaciones
leídas a espaldas de maestros de creación literaria
y con poemas de Parra en la Biblioteca Lázaro
en donde hicieron un huerto los estudiantes en huelga
con insectos que polinizaban otros pupitres,
flores de tubérculos que heredamos de los esclavos.
El gobernador dijo frases ridículas sobre la universidad.
Calle 13 leyó Flor de Ciruelo y el viento y lo anunció en su
twitter.
Para mí la poesía nunca deja de comenzar
y me atravesaron versos de José María Lima el corazón las
horas
y es que los poetas matemáticos saben bien
“como relacionar el marxismo con el cálculo integral”
¿Será esa una verdad ontológica como murciélagos
que intercambian saluditos pesados,
perturbando la calma del universo?
Ese es nuestro mundo lleno de huelgas,
de rebeliones y multitudes clamando el quiebre
que evitan las nalgas de los empresarios de la ONU
y sus redes de esclavas sexuales en Bosnia.
Como en el poema épico del Bhagavad Gita,
Arjuna comprende que enfrentarse a lo que ama
es un deber ético para llegar a la justicia.
Comí bagels con Lydia Cacho en un pueblo del Midwest.
Su mirada era toda presente:
He ahí algunas esperanzas para las estudiantes
que caminamos a altas horas de la noche por un campus
con temor a que nos secuestre el taxista o nos viole un
futbolista
que nos explote el gas lacrimógeno de los abuelos
que nos separa para siempre un vagón de los hombres
el miedo, el miedo, el miedo que encaramos
diciendo la verdad de la mentira.
El inconforme comprenderá
que la justicia es un ángel feroz
que cepilla palabras a contrapelo:
¿determinar la bajeza de una fuga radioactiva?
¿desprogramar la extinción de las especies?
¿demostrar que es irracional no hablar de desaparecidos?
¿aprender de memoria los Antipoemas de Nicanor Parra?
Déjense de excusas con nosotros
no hay que dirimir ninguna crisis
para aprender a escribir los nacimientos
y a continuación los poemas de lucha
(con las emisiones de CO2 de Obama)
en una bancarrota digna de un imperio opresor.
Y mientras tanto ocupar.
Y mientras tanto ocupar.
La juventud se quitó las alas
con una suavidad insospechada.
(De Poemas para fomentar el turismo, 2011)
Tomado de:
https://www.elvarapalo.com/colaboraciones/mara-pastor-lata-de-reservas.html
APELLIDOS EN EL CUERPO
En 1837 William Montgomery
creyó ser el primero en descubrir
las glándulas areolares que pueblan
ahora mis pezones llenos de leche.
Desde entonces, les decimos
tubérculos de Montgomery.
Prefiero decirle peca de azúcar,
oasis de leche, polen de girasol.
En 1872 John Braxton creyó ser el primero
en descubrir las contracciones
que me preparan para la llegada de mi hija.
Ahora le decimos a esa fuerza inesperada
que contrae la materia de mi vientre
contracción de Braxton. Prefiero
decirle ensayo de alumbramiento,
inundación repentina, volcán submarino.
En 1886 James Chadwick identificó,
frente a otro grupo de hombres,
el color violáceo de la labia por concebir.
El signo de Chadwick le dicen.
Para mí nada más parecido
a una berenjena que se hace cosmos.
La nomenclatura de los cuerpos expectantes
es la extraña poesía de una demiurga
que nada tiene que ver con estos señores.
Línea alba, primípara, lunática gravidez.
¿Puedo ponerle a una montaña mi apellido
porque la contemplo? ¿Puedo
nombrar el lunar de mi amado
con mi apellido porque lo descubro?
El día que borremos sus nombres
del cuerpo de las mujeres,
otra lengua escribirá su expansión.
de Falsa heladería, Ediciones Aguadulce, 2018
Tomado de:
https://libroemmagunst.blogspot.com/2020/07/mara-pastor-2-poemas-2-1.html
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