Ciudades en camino
Ciudades de paso sobre el agua, plazas de sal,
nenúfares de piedra,
Islas que descienden por acantilados,
viento de tierra, sol en proa,
Ramilletes amargos en la parte superior de las
aceitunas,
geranio claro en las crestas de gallos verdes
rayados,
Flujo y reflujo, vestido de sol, caídas repentinas
de refugios salobres, noche, noche plena,
Procesión de alta mar que retrocede, brilla como
una estrella, lecho abierto que se llena de frutas y
pieles de cítricos,
Barcos amarrados, equilibrados, día de fiesta,
corazón puesto en el mar entre las algas,
Palmas abiertas, extraños ibis muy azules vienen
bebiendo a escondidas allí,
Toda la dulzura circundante se respira con
facilidad. La
tierra entera si ha sido domesticado.
Pesadilla
El asombro tiene patas de terciopdo
Agazapado en los cuatro rincones de la alcoba
Se mueve con la sombra que todo lo cubre
Teniendo por blanco el corazón que se oscurece
En sus aposentos llega a pasar la noche.
el pan
Detrás del techo la sartén
gira lentamente
Del otro lado el hambre
rodea
Sólo el olor abre el
espacio del Deseo.
Tomado de:
http://www.antoniomiranda.com.br/poesiamundialportugues/anne_hebert.html
Una pequeña muerte
Una pequeña muerte
se ha postrado atravesada en la puerta.
La hemos encontrado de madrugada, abatida en
nuestro umbral
Como un helecho completamente helado.
Ya no osamos salir desde que está ahí
Es una muchacha blanca de faldas espumosas
De la que irradia una extraña noche lechosa.
Nos esforzamos por vivir en el interior
Sin hacer ruido
Barrer la habitación
Y ordenar el hastío
Dejar los gestos balancearse completamente solos
En el extremo de un hilo invisible
En nuestras mismas venas abiertas.
Llevamos una vida tan minúscula y tranquila
Que ni uno solo de nuestros lentos movimientos
Sobrepasa el reverso de este nítido espejo
Donde esta hermana que tenemos
Se baña azul bajo la luna
Mientras crece su olor embriagador.
Tomado de:
https://trianarts.com/anne-hebert-una-pequena-muerte/#sthash.GNbBsKxJ.dpbs
Misterio de la palabra
En un país tranquilo hemos recibido la pasión del
mundo,
espada desnuda sobre nuestras dos manos posada
Nuestro corazón desconocía el día cuando el fuego
nos fue así entregado,
y su luz hizo un surco en la sombra de nuestros
rasgos
Era ante todo flaqueza, la caridad estaba sola
adelantándose al
miedo y al pudor
Inventaba el universo en la justicia primera y
éramos
partícipes de esta vocación en la extrema vitalidad
de nuestro amor
La vida y la muerte en nosotros recibieron derecho
de asilo, se miraron
con ojos ciegos, se tocaron con manos precisas
Unas flechas de olor nos alcanzaron, atándonos a la
tierra
como heridas en nupcias excesivas
Oh estaciones, río, alisos y helechos, hojas,
flores, madera
mojada, hierbas azules, todo nuestro haber sangra
su
perfume,
bestia olorosa en nuestro flanco
Los colores y los sonidos nos visitaron en tropel
y en pequeños
grupos fulminantes, mientras que el sueño duplicaba
nuestro
encanto como la tormenta eléctrica cierne el azul
del ojo inocente
La alegría se puso a gritar, joven parturienta
de olor salvajino
bajo los juncos. La primavera liberada fue
tan hermosa que nos tomó
el corazón con una sola mano
Los tres golpes de la creación del mundo
repicaron en nuestros
oídos, vueltos iguales a los latidos de nuestra
sangre
En un solo deslumbrar se hizo el instante.
Su relámpago nos recorrió
el rostro y recibimos la misión del fuego y de la
quemadura
Silencio, ni se mueve, ni dice nada, se funda la
palabra,
levanta
nuestro corazón para asir el mundo en un solo gesto
de tormenta, nos
adhiere a su aurora como la corteza al fruto
Toda la tierra vivaz, el bosque a nuestra derecha,
la profunda ciudad
a nuestra izquierda, en pleno centro del verbo,
avanzamos en la
punta del mundo
Frentes de cabellos ensortijados donde se corrompe
el silencio en pelambres almizclados,
todas las muecas, viejas cabezas, mejillas de niño,
amores, arrugas,
alegrías, duelos, criaturas, criaturas, lenguas de
fuego
en el solsticio de
la tierra
Oh hermanos míos los más negros, todas las fiestas
gravadas en secreto;
pechos humanos, calabazas que son músicas
y donde se exasperan
voces cautivas.
Tomado de:
https://trianarts.com/recordando-a-anne-hebert-misterio-de-la-palabra/#sthash.Y4MpYnpT.dpbs
La habitación de Madera
Miel del
tiempo
Sobre los
muros resplandecientes
Techo de
oro
Flores de
los nudos
corazones
caprichosos de la madera
Habitación
cerrada
Claro
cofre donde se enmaraña mi infancia
Como un
collar desenhebrado.
Duermo
sobre hojas dóciles
El olor de
los pinos es una vieja criada ciega.
El canto
del agua golpea mi sien
Pequeña
vena azul rota
Todo el
río atraviesa la memoria.
Yo camino
En un
armario secreto.
La nieve,
apenas un punado,
Florece
bajo una esfera de cristal
Como una
corona de casada.
Dos leves
penas
Se
desenredan
Y retiran
sus garras.
Voy a
coser mi vestido con este hilo perdido.
Tengo
zapatos azules
Y ojos de
niño
Que no me
pertenecen.
Es
necesario vivir bien aquí
En este cuidado
espacio.
Tengo que
vivir para la noche
Siempre
que no me canse
De este
constante canto de río
Siempre
que esta criada temblorosa
No deje
caer su carga de olores
De un solo
golpe
Sin
retorno.
No hay ni
cerradura ni llave aquí
Estoy
cercada de madera antigua.
Me gusta
un pequeño candelabro verde.
El mediodía
arde en las baldosas de plata
La plaza
del mundo llama como una fragua
La
angustia me da sombra
Estoy
desnuda y completamente negra bajo un árbol amargo.
II Cada vez más estrecho
Esta mujer
en su ventana
Los codos
sobre el alfeizar
El furor
bermejo a su vera
Bello árbol
de capuchinas sobre arenisca azul.
Pasar
amargas comitivas
Y no se
mueve
En todo el
día
Por miedo
a chocar con la muralla de silencio tras ella
Respiro
helado sobre su nuca
Lugar
sordo donde este hombre de sal
Solo tiene
el espacio
Entre esta
mujer de espaldas y el muro
Para
maldecir sus venas que se paran al tiempo que respira
Su lenta fría
respiración inmóvil.
III Vuelve sobre tus pasos
Vuelve sobre tus pasos
Vuelve
sobre tus pasos oh vida mía
Bien ves
que la calle está cortada.
Mira la
barricada frente a las cuatro estaciones
Toca con
el dedo la fina construcción nocturna
levantada
sobre el horizonte
Vuelve
rápido a tu casa
Descubre
la mas impenetrable morada
La más
vacía la más profunda.
Vive pues
en esta roca
Suena en
el lento caminar de tu vida futura.
Pareciéndote
a ella al mismo tiempo.
Bien
dispones del tiempo de aquí la gran tiniebla:
Visita tu
corazón subterráneo
Viaja
sobre las líneas de tus manos.
Eso bien
vale [como recorrer] los caminos del mundo
Y la gran
plaza del mar atormentado
Imagina
placenteramente un bello amor lejano
Sus
ligeras manos en camino hacia ti
Detén tu
respiración
Que ningún
viento agita el aire
Que haya
calma suave y dulce
A través
de las murallas
El deseo
deambula vuela y empolva
Recógete y
deja brotar tus lagrimas
¡Oh
testaruda vida mía bajo la piedra!
V Nuestras manos en el jardín
Nuestras manos en el jardín
Hemos
tenido esta idea
[La] de
plantar nuestras manos en el jardín
Ramas de
diez dedos
Pequeños
árboles de huesos
Querido
arriate.
Todo el
día
Hemos
esperado al pájaro pelirrojo
Y a las
hojas frescas
En
nuestras cuidadas unas.
Ningún
pájaro
Ninguna
primavera
No han
sido atrapados en la red de nuestras manos cortadas.
Por una
sola flor
Una sola
minúscula estrella de color
Un suelo
vuelo de ala tranquila
Por una
sola nota inmaculada
Repetida
tres veces.
Sera
necesaria la estación próxima
Y nuestras
manos fundidas como el agua.
VI Definitivamente hay alguien
Definitivamente hay alguien
Seguramente hay alguien
Que me ha
matado
Después se
ha ido
De
puntillas
Sin
quebrar su danza perfecta.
Me olvidé
de acostarme
Me ha
dejado de pie
Completamente atada
En el
camino
El corazón
en su antiguo cofre
De igual
modo las pupilas
En su más
pura imagen de agua
Ha
olvidado borrar la belleza del mundo.
Alrededor
de mío
Ha
olvidado cerrar mis ojos ávidos
Y permitió
su pasión perdida
VII El reverso del mundo
El reverso del mundo
Nuestra
fatiga nos ha roído por el corazón
A nosotras
las muchachas azules del verano
Largos
tallos suaves del más bello campo de perfumes.
Abandonadas
a la fuerza
Levantar
piedras en la corriente,
Devoradas
por el sol
Y por
sonrisas a flor de piel.
Ayer
Nos
comemos las mas tiernas hojas del sueño
Los sueños
nos han acostado
En la cima
del árbol de la noche.
Nuestra
fatiga no se ha dormido
Inventa
mascaras de seda
Guantes de
angustia y sombreros agujereados
Para
nuestro despertar y paseo al alba.
Resplandecen tras la vida nuestros pasos
Por el
hábito y la paciencia.
En
nuestras manos pintadas de sal
(Las líneas
del destino están repletas de escarcha)
Tenemos extrañas
pesadas cabezas de amantes
Que ya no
nos pertenecen
Pesan y
mueren entre nuestros dedos inocentes.
La voz del
pájaro
Fuera de
su corazón y de sus alas guardadas en otro lugar
Busca
localmente la puerta de la memoria
Para vivir
aun algunos instantes más.
Una de
nosotras se decide
Y
lentamente acerca su oído a la tierra
Como una
caja sellada sonora de insectos
prisioneros
Dice:
"La pradera está invadida de ruido
Ningún árbol
de palabras deja crecer en el sus raíces
Silenciosas
En el
negro corazón de la noche.
Aquí está
el reverso del mundo
¿Quién
pues nos ha desterrado de esta orilla?
Y busco en
vano tras ella (1)
Un
perfume, el rastro de su tierna edad.
Y
encuentra este dulce barranco de hielo
a modo de
memoria.
VIII Vida del castillo
Vida del castillo
Es un
castillo de antepasados
Sin mesa
ni fuego
Ni polvo
ni tapiz.
El
encantamiento perverso de estos lugares
Esta todo
en sus refinados espejos.
La única
ocupación posible aquí.
Consiste
en mirarse día y noche.
Lanza tu
imagen a las duras fuentes
Tu más
dura imagen sin sombra ni color.
Mira,
estos espejos son profundos
Como
armarios
Siempre
hay alguna muerte bajo el azogue
Y cubre rápidamente
tu reflejo
Se te pega
como un alga
Se adhiere
a ti, delgado y desnudo,
Y simula
al amor en un lento escalofrío amargo.
IX Rodar por barrancos de fatiga
Rodar por barrancos de fatiga
Rodar por
barrancos de fatiga
Sin fin
Sin
retomar el aliento
Atrapada
en sus cabellos
Como en
ramos de flores
El corazón
al descubierto
Su cuello
completamente desnudo
Agarrado
como un pájaro loco
Vieja
bodega familiar
Derruida
Caja de
abedul blanco
Lista
Partida de
dominó
Interrumpida
Dulce
pecho reventado
Estrepito
de marfil a media voz
Contra
nuestra oreja llena de arena
Azul del
cielo
Gran grito
de la luz por encima nuestro.
Tomado de:
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