Cocina
Pequeña alma,
qué útil ha sido el hambre.
Lo que sea en lo que hayamos caído,
tú y yo,
abrió nuestros dedos para poder sujetar.
Aun así, una vida no está lista para su
final
como una berenjena cortada,
untada de sal y presionada para soltar lo
amargo de sí.
(sin viento, sin lluvia)
Sin viento, sin lluvia
el árbol
solo cayó, como lo hace una fruta.
Pero no, sin fruta. Sin madurar.
Sin caer.
Se quebró. Se hizo pedazos.
La adición de un cono
de resinosa savia celular,
un pájaro de cuerpo pequeño
que llega a picotear un escarabajo.
Se hizo pedazos.
¿Qué palabra, qué acto,
fue lo que pensamos que no importaba?
En el quinto día
En el quinto día
a los científicos que estudiaban los ríos
les prohibieron hablar
o estudiar los ríos.
A los científicos que estudiaron el aire
les dijeron que no hablaran sobre el aire
y los que trabajaban para los agricultores
fueron silenciados,
y los que trabajaban para las abejas.
Alguien, desde lo profundo de las
Badlands,
comenzó a publicar datos.
A los datos se les pidió no hablar
y fueron eliminados.
Los datos, sorprendidos por ser borrados,
guardaron silencio.
Ahora eran solo los ríos
los que hablaban sobre los ríos
y solo el viento el que hablaba de sus
abejas,
mientras los incesantes fácticos brotes de
los árboles frutales
continuaron moviéndose hacia su fruto.
El silencio habló en voz alta del silencio
y los ríos continuaron hablando
de los ríos, de las piedras y el aire.
Atados a la gravedad, sin oídos, sin
lengua
los ríos no evaluados continuaron
hablando.
Conductores de bus, almacenistas,
programadores, maquinistas, contadores
técnicos de laboratorio, biólogos
continuaron hablando.
Hablaron, al quinto día,
del silencio.
Día que comienza mirando la Estación
Espacial Internacional
y la luna llena sobre el golfo de México y
sus peces invisibles
Nada de esto tenía que pasar.
Ni Florida. Ni el pico del ibis. Ni el
agua.
Ni el cuerpo vacío del cangrejo herradura
ni la estrella de mar viva.
La evolución pudo haber girado a la
izquierda en la esquina y bajado
por una calle distinta.
El asteroide pudo haber fallado.
Las vetas de la piedra caliza no
precisaron haber sido susceptibles a la arena
y a los manglares.
La radio pudo haber encontrado otra
música.
Las caderas de un hombre y las caderas de
otro pudieron detenerse
una al lado
de otra en un bus en Aleppo y haberse
reconocido como hermanos perdidos.
La llave pudo haberse roto en la cerradura
y la lata de clavos rechazar
su tapa.
Yo pude haber sido el pez que el pelícano pardo
engulló.
Tú pudiste haber sido la forma en que la
luna siguió sin esconderse, mucho después
de que pensamos que lo haría,
mucho después de que el sol se pusiera
dentro de los rizos suaves de las olas
que incidían en cierto ángulo. La luz
podría no haber sido devorada otra vez
por su moviente.
Si lo insoportable no fuese ligero,
podríamos rendirnos
a la pena
de lo que no ha cambiado todavía. Al otro
lado del mundo un hombre saca
a una mujer del agua
de donde el salto desde un bote saturado
se ha desvanecido por completo.
Del agua saca un niño, y otro. Ambos viven
y ambos
continuarán viviendo.
Esto no tenía que pasar. Nada de esto
tenía que pasar.
Tomado de:
https://poesia.uc.edu.ve/jane-hirshfield/
Hoy, cuando no podía hacer nada
Hoy, cuando no podía hacer nada,
salvé a una hormiga.
Debió haber venido junto al periódico
matutino,
el cual todavía se envía
a aquellos que se refugian en casa.
Un periódico matutino aún es un servicio esencial.
Yo no soy un servicio esencial.
Tengo café y libros,
tiempo,
un jardín,
silencio suficiente para llenar cisternas.
Debió haber caminado primero por
el periódico matutino, cual tinta suelta
que tomara la forma de una hormiga.
Después a través de la – tibia – laptop,
después sobre la parte posterior de un
cojín.
Pequeña hormiga negra, sola,
atravesando un cojín azul marino,
moviéndose continuamente porque eso era lo
que podía.
Colocada afuera en el sol,
no hubiese podido encontrar su hormiguero.
¿Qué fue, entonces, lo que salvé?
No se movía como si estuviese temerosa,
incluso al marchar en mi mano,
que la movía a través de rapidez y aire.
Hormiga, sola, sin compañeras,
cuyo corazón de hormiga no puedo desentrañar,
cómo es tu vida, quería preguntarle.
La levanté, la llevé afuera.
Este primer día, cuando no podía hacer
nada,
contribuir nada,
además de mantenerme distante de los de mi
propia especie,
hice esto.
Una hora no es una casa
Una hora no es una casa,
una vida no es una casa,
no puedes ir a través de ellas como si
tuviesen puertas.
Pero una hora puede tener forma y
proporción,
cuatro paredes, un techo.
Una hora puede ser soltada como un
cristal.
Algunos quieren silencio, otros quieren
pan.
Algunos quieren reposo.
Mis ojos se dirigieron
a la ventana, como hace un gato o un perro
al que se lo ha dejado solo.
Tomado de:
https://www.elipsis.ec/traducciones-1/3-poemas-de-jane-hirshfield
La felicidad es más difícil
Leer un libro de poesía
de atrás hacia adelante
es una cura contra ciertas clases de
tristeza.
Una persona sólo tiene que elegir.
El "qué" no importa; únicamente
el "eso":
Este café. Ese vestido.
"Este es el momento al que quería
llegar."
"Hoy lavaré las ventanas."
La felicidad es más difícil.
Pensad en la descripción que hacen los
maestros
de la existencia consciente, en lo simple
que parece:
"Tengo hambre, como; tengo sueño,
duermo."
¿Se está realmente eligiendo, o en
absoluto?
En cualquier caso, todo parece conspirar
contra ello.
Contusiones
Con los años, el mundo se vuelve torpe.
Un pesado jarrón
salta de una alacena.
Una maleta tiene ángulos.
Otros carecen de explicación.
Viejo amor, viejo cuerpo,
¿recuerdas?:
la alfombra quema la columna vertebral,
la grava arropa
las rodillas, dureza contra dureza.
Tú que te conocías
besado por la mordedura de la hormiga,
tú que recibiste el beso de la picadura de
la araña.
Ahora es esto lo que te besa.
La poeta
Ahora está trabajando, en una habitación
no distinta de esta
en la que yo escribo o tú lees.
Su mesa está cubierta de papel.
Una pantalla podría atenuar
la luz de la lámpara, disolviendo la potencia
de la única bombilla,
pero no; la ha quitado.
¿Sus poemas? Nunca los conoceré,
aunque son los que más necesito.
Ni siquiera puedo descifrar
el alfabeto en que escribe. Su silla...
Supongamos que es de cuero
o de lona, de plástico o de mimbre. Dejemos
que tenga una silla, su lámpara sin
pantalla,
la mesa. Dejemos que en la habitación
contigua
haya uno o dos a los que ama. Dejemos que
la puerta
esté cerrada, que los que duermen estén
sanos.
Dejemos que tenga tiempo, y silencio,
papel suficiente para equivocarse y
continuar.
Tomado de:
https://www.tuertorey.com.ar/php/autores.php?idAutor=418
MEMBRILLO DE OTOÑO
Qué tristes están
las promesas a las que nunca regresamos.
Permanecen en nuestra boca,
nos raspan la garganta, dejan que las
vidas se guíen por sí mismas.
Casas construidas e involuntariamente
habitadas;
una sucesión de botellas de leche llevadas
hasta la puerta
y recogidas cada mañana.
¿Y cuál es la verdadera?
¿La música en el oído de quien la compone
o la pieza llena de fallos que la orquesta
interpreta?
El mundo es una versión borrosa de sí
mismo,
estropeada, bella y errónea.
Con eso basta.
Tomado de:
https://santarabiapoetry.com/jane-hirshfield-membrillo-de-otono/
DA CAPO
Coge el agotado corazón como un guijarro
y arrójalo lejos.
Ya no queda nada.
Ya la última onda se extingue
en la maleza.
Al volver a casa, corta zanahorias,
cebollas, apio.
Dóralos en aceite antes de añadir
lentejas, agua y hierbas.
Añade luego castañas asadas, un poco de
pimienta, sal.
Por último, queso de cabra y perejil.
Come.
Puedes hacerlo, créeme, es legítimo.
Vuelve a empezar de nuevo la historia de
tu vida.
en The Hell with Love: Poems to Mend a
Broken Heart, 2002
y en Al diablo con el amor: Poemas para
arreglar un corazón roto, Barcelona: Punto de Lectura, 2007
Edición y selección de Mary D. Esselmann y
Elizabeth Ash Vélez
Traducción de Raquel Vázquez Ramil
Tomado de:
https://libroemmagunst.blogspot.com/2010/08/jane-hirshfield.html
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