sábado, 25 de enero de 2025

POEMAS DE JANE HIRSHFIELD


Cocina

Pequeña alma,

qué útil ha sido el hambre.

 

Lo que sea en lo que hayamos caído,

tú y yo,

abrió nuestros dedos para poder sujetar.

 

Aun así, una vida no está lista para su final

como una berenjena cortada,

 

untada de sal y presionada para soltar lo amargo de sí.

 

 

(sin viento, sin lluvia)

Sin viento, sin lluvia

el árbol

solo cayó, como lo hace una fruta.

 

Pero no, sin fruta. Sin madurar.

Sin caer.

 

Se quebró. Se hizo pedazos.

 

La adición de un cono

de resinosa savia celular,

un pájaro de cuerpo pequeño

que llega a picotear un escarabajo.

 

Se hizo pedazos.

 

¿Qué palabra, qué acto,

fue lo que pensamos que no importaba?

 

 

En el quinto día

En el quinto día

a los científicos que estudiaban los ríos

les prohibieron hablar

o estudiar los ríos.

 

A los científicos que estudiaron el aire

les dijeron que no hablaran sobre el aire

y los que trabajaban para los agricultores

fueron silenciados,

y los que trabajaban para las abejas.

 

Alguien, desde lo profundo de las Badlands,

comenzó a publicar datos.

 

A los datos se les pidió no hablar

y fueron eliminados.

Los datos, sorprendidos por ser borrados, guardaron silencio.

 

Ahora eran solo los ríos

los que hablaban sobre los ríos

y solo el viento el que hablaba de sus abejas,

 

mientras los incesantes fácticos brotes de los árboles frutales

continuaron moviéndose hacia su fruto.

 

El silencio habló en voz alta del silencio

y los ríos continuaron hablando

de los ríos, de las piedras y el aire.

 

Atados a la gravedad, sin oídos, sin lengua

los ríos no evaluados continuaron hablando.

 

Conductores de bus, almacenistas,

programadores, maquinistas, contadores

técnicos de laboratorio, biólogos continuaron hablando.

 

Hablaron, al quinto día,

del silencio.

 

 

Día que comienza mirando la Estación Espacial Internacional
y la luna llena sobre el golfo de México y sus peces invisibles

Nada de esto tenía que pasar.

Ni Florida. Ni el pico del ibis. Ni el agua.

Ni el cuerpo vacío del cangrejo herradura ni la estrella de mar viva.

La evolución pudo haber girado a la izquierda en la esquina y bajado

por una calle distinta.

El asteroide pudo haber fallado.

Las vetas de la piedra caliza no precisaron haber sido susceptibles a la arena

y a los manglares.

La radio pudo haber encontrado otra música.

Las caderas de un hombre y las caderas de otro pudieron detenerse

una al lado

de otra en un bus en Aleppo y haberse reconocido como hermanos perdidos.

La llave pudo haberse roto en la cerradura y la lata de clavos rechazar

su tapa.

Yo pude haber sido el pez que el pelícano pardo engulló.

Tú pudiste haber sido la forma en que la luna siguió sin esconderse, mucho después

de que pensamos que lo haría,

mucho después de que el sol se pusiera dentro de los rizos suaves de las olas

que incidían en cierto ángulo. La luz podría no haber sido devorada otra vez

por su moviente.

Si lo insoportable no fuese ligero, podríamos rendirnos

a la pena

de lo que no ha cambiado todavía. Al otro lado del mundo un hombre saca

a una mujer del agua

de donde el salto desde un bote saturado se ha desvanecido por completo.

Del agua saca un niño, y otro. Ambos viven y ambos

continuarán viviendo.

Esto no tenía que pasar. Nada de esto tenía que pasar.

Tomado de:

https://poesia.uc.edu.ve/jane-hirshfield/

 

 

Hoy, cuando no podía hacer nada

 

 

Hoy, cuando no podía hacer nada,

 

salvé a una hormiga.

 

 

 

Debió haber venido junto al periódico matutino,

 

el cual todavía se envía

 

a aquellos que se refugian en casa.

 

 

 

Un periódico matutino aún es un servicio esencial.

 

 

 

Yo no soy un servicio esencial.

 

 

 

Tengo café y libros,

 

tiempo,

 

un jardín,

 

silencio suficiente para llenar cisternas.

 

 

 

Debió haber caminado primero por

 

el periódico matutino, cual tinta suelta

 

que tomara la forma de una hormiga.

 

 

 

Después a través de la – tibia – laptop,

 

después sobre la parte posterior de un cojín.

 

 

 

Pequeña hormiga negra, sola,

 

atravesando un cojín azul marino,

 

moviéndose continuamente porque eso era lo que podía.

 

 

 

Colocada afuera en el sol,

 

no hubiese podido encontrar su hormiguero.

 

¿Qué fue, entonces, lo que salvé?

 

 

 

No se movía como si estuviese temerosa,

 

incluso al marchar en mi mano,

 

que la movía a través de rapidez y aire.

 

 

 

Hormiga, sola, sin compañeras,

 

cuyo corazón de hormiga no puedo desentrañar,

 

cómo es tu vida, quería preguntarle.

 

 

 

La levanté, la llevé afuera. 

 

 

 

Este primer día, cuando no podía hacer nada,

 

contribuir nada,

 

además de mantenerme distante de los de mi propia especie,

 

hice esto.

 

 

Una hora no es una casa

 

Una hora no es una casa,

 

una vida no es una casa,

 

no puedes ir a través de ellas como si

 

tuviesen puertas.

 

 

 

Pero una hora puede tener forma y proporción,

 

cuatro paredes, un techo.

 

Una hora puede ser soltada como un cristal.

 

 

 

Algunos quieren silencio, otros quieren pan.

 

Algunos quieren reposo.

 

 

 

Mis ojos se dirigieron

 

a la ventana, como hace un gato o un perro al que se lo ha dejado solo.

Tomado de:

https://www.elipsis.ec/traducciones-1/3-poemas-de-jane-hirshfield

 

 

La felicidad es más difícil

 

 

Leer un libro de poesía

de atrás hacia adelante

es una cura contra ciertas clases de tristeza.

 

Una persona sólo tiene que elegir.

El "qué" no importa; únicamente el "eso":

 

Este café. Ese vestido.

"Este es el momento al que quería llegar."

"Hoy lavaré las ventanas."

 

La felicidad es más difícil.

 

Pensad en la descripción que hacen los maestros

de la existencia consciente, en lo simple que parece:

"Tengo hambre, como; tengo sueño, duermo."

¿Se está realmente eligiendo, o en absoluto?

 

En cualquier caso, todo parece conspirar contra ello.

 

 

Contusiones 

 

Con los años, el mundo se vuelve torpe.

 

Un pesado jarrón

salta de una alacena.

Una maleta tiene ángulos.

 

Otros carecen de explicación.

Viejo amor, viejo cuerpo,

¿recuerdas?:

la alfombra quema la columna vertebral,

la grava arropa

las rodillas, dureza contra dureza.

 

Tú que te conocías

besado por la mordedura de la hormiga,

tú que recibiste el beso de la picadura de la araña.

 

Ahora es esto lo que te besa.

 

 

La poeta 

 

Ahora está trabajando, en una habitación

no distinta de esta

en la que yo escribo o tú lees.

Su mesa está cubierta de papel.

Una pantalla podría atenuar

la luz de la lámpara, disolviendo la potencia

de la única bombilla,

pero no; la ha quitado.

¿Sus poemas? Nunca los conoceré,

aunque son los que más necesito.

Ni siquiera puedo descifrar

el alfabeto en que escribe. Su silla...

Supongamos que es de cuero

o de lona, de plástico o de mimbre. Dejemos

que tenga una silla, su lámpara sin pantalla,

la mesa. Dejemos que en la habitación contigua

haya uno o dos a los que ama. Dejemos que la puerta

esté cerrada, que los que duermen estén sanos.

Dejemos que tenga tiempo, y silencio,

papel suficiente para equivocarse y continuar.

Tomado de:

https://www.tuertorey.com.ar/php/autores.php?idAutor=418

 

 

MEMBRILLO DE OTOÑO 

 

Qué tristes están

 

las promesas a las que nunca regresamos.

 

Permanecen en nuestra boca,

 

nos raspan la garganta, dejan que las vidas se guíen por sí mismas.

 

Casas construidas e involuntariamente habitadas;

 

una sucesión de botellas de leche llevadas hasta la puerta

 

y recogidas cada mañana.

 

 

 

¿Y cuál es la verdadera?

 

¿La música en el oído de quien la compone

 

o la pieza llena de fallos que la orquesta interpreta?

 

El mundo es una versión borrosa de sí mismo,

 

estropeada, bella y errónea.

 

Con eso basta.

Tomado de:

https://santarabiapoetry.com/jane-hirshfield-membrillo-de-otono/

 

 

DA CAPO

 

Coge el agotado corazón como un guijarro

y arrójalo lejos.

 

Ya no queda nada.

Ya la última onda se extingue

en la maleza.

 

Al volver a casa, corta zanahorias, cebollas, apio.

Dóralos en aceite antes de añadir

lentejas, agua y hierbas.

 

Añade luego castañas asadas, un poco de pimienta, sal.

Por último, queso de cabra y perejil. Come.

 

Puedes hacerlo, créeme, es legítimo.

Vuelve a empezar de nuevo la historia de tu vida.

 

en The Hell with Love: Poems to Mend a Broken Heart, 2002

y en Al diablo con el amor: Poemas para arreglar un corazón roto, Barcelona: Punto de Lectura, 2007

Edición y selección de Mary D. Esselmann y Elizabeth Ash Vélez

Traducción de Raquel Vázquez Ramil

Tomado de:

https://libroemmagunst.blogspot.com/2010/08/jane-hirshfield.html

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