EL POSTE DE SEÑALES
El mar, entre la niebla. El sol es tímido
y la hierba crecida y la maleza,
húmeda y áspera, están blancas por la escarcha
en la colina, junto a un poste de señales.
El humo del cigarro del viajero
flota sobre avellanos, sobre espinos.
Yo leo las señales. ¿Cuál será mi camino?
Dice una voz: "No habrías tú dudado
a los veinte". Pero otra voz, con sorna:
"A los veinte querías estar muerto".
Cayó de un avellano el oro de una hoja
de lo alto de su copa, y la primera
voz preguntó a la otra qué sería
ser un anciano ante ese poste. "Lo
verás",
rió, y yo me uní a aquella risa.
"Tú lo verás, pero antes o más tarde
y pase lo que pase, te será concedido
un bocado de tierra que lo cure
todo, deseos y reproches, todo.
Y si hay algún defecto en ese Cielo
será la libertad de desear
y será tu deseo estar aquí, o en cualquier parte
hablándome, sin importar qué tiempo hace
ni cuál es nuestra edad -cualquiera vale-,
para saber qué pueden ser días y noches,
el sol, la helada, el mar, la tierra misma,
verano, otoño, invierno, primavera,
con un hombre cualquiera, hasta un rey,
en pie a la intemperie, preguntándose
por dónde continúa su camino, dónde."
Tomado de:
https://hombreenlaoscuridad.blogspot.com/2020/07/la-poesia-de-edward-thomas.html
Los cerezos
Los cerezos se inclinan y esparcen, generosos,
sobre el viejo camino por el que van los muertos,
sus pétalos; igual que en una boda, cubren
la hierba esta mañana en que no hay novio alguno.
[1916]
Llueve
Llueve, y nada se agita tras la verja,
en un campo de orégano por donde
nadie pasea. Nadie hay que rompa
los diamantes de lluvia entre la hierba
ni haga temblar los pétalos caídos.
Y yo estoy tan feliz como es posible
explorando los bosques a mi antojo
e imaginando dos que caminaran,
se besarán ajenos a la lluvia.
Y también estoy triste por pensar
que nunca, si no es solo, volveré
a caminar bajo la lluvia. Al irme,
las flores del orégano en la sombra,
blancas como un fantasma, simbolizan
el pasado que vuelve con la luz.
[1916]
Edward Thomas (Londres, 1878-batalla de Arras,
Francia, 1917), Poesía completa, traducción de Gabriel Insausti, Pre-textos,
Valencia, 2012
Tomado de:
https://campodemaniobras.blogspot.com/2018/01/edward-thomas-dos-poemas.html
Lluvia
Lluvia. Medianoche, lluvia. Nada más que la
salvaje lluvia
En esta choza desierta y solitaria y yo
Recordando otra vez que moriré.
Y ni escuchar la lluvia o agradecerle
Por lavarme y limpiarme desde
Que nací en el interior de esta soledad.
Bendecidos son los muertos por lluvia y lluvias
Pero aquí yo rezo por alguien a quien una vez amé
Y que estará muriendo esta noche o yaciendo
despierto;
Solitario, escuchando la lluvia.
Apenado o de otro modo compasivo.
Desvalido en medio de vivos y muertos.
Como agua fría entre los quebrados juncos.
Miríadas de juncos rotos, todos inmóviles y tiesos
Como yo que no he sido amado por esta lluvia
salvaje
Que no disuelve excepto el amor de la muerte.
Si el amor es dirigirse hacia lo que es perfecto y
lo que no,
La puesta a prueba me habla de la desilusión.
Versión de Raúl Racedo
Tomado de:
https://poemaseningles2.blogspot.com/2003/07/edward-thomas-rain.html
El búho
Bajé, hambriento, pero no muerto de hambre;
frío,
pero con calor dentro de mí que era a prueba
del
viento del norte; cansado, pero tanto que el descanso
Me
había parecido la cosa más dulce bajo un techo.
Entonces en la posada tuve comida, fuego y
descanso,
sabiendo lo hambriento, frío y cansado que estaba.
Toda
la noche estuvo completamente bloqueada excepto
el
grito de un búho, un grito muy melancólico.
Sacudido largo y claro sobre la colina,
ninguna nota alegre, ni causa de alegría,
solo
una que me decía claramente de qué había escapado
y de
otros no, esa noche, mientras yo entraba.
Y salada fue mi comida y mi reposo,
salado y sobrio también, por la voz del pájaro
hablando por todos los que yacían bajo las estrellas,
soldados y pobres, incapaces de regocijarse.
Libertad
La última luz se ha apagado en el mundo, excepto
Esta luz de luna que yace sobre la hierba como
escarcha
Más allá del borde de la sombra del alto olmo.
Es como si todo lo demás hubiera dormido
Muchas eras, inolvidable y perdido
Los hombres que fueron, las cosas hechas, hace
mucho,
Todo lo que he pensado; y solo la luna y yo
Vivimos todavía y aquí estamos ociosos sobre la
tumba
Donde todo está enterrado. Ambos tenemos libertad
Para soñar lo que podríamos hacer si fuéramos
libres
Para hacer algo que hemos deseado durante mucho
tiempo,
La luna y yo. No hay nadie menos libre que quien
no Hace nada y no tiene nada más que hacer,
Siendo libre solo para lo que no está en su mente,
Y nada está en su mente. Si cada hora
Como esta que pasa que he pasado entre
Los más sabios cuando he olvidado
De preguntarme si era libre o no,
Se apilarán ante mí, y no se perdieran detrás,
Y pudiera tomarlos y llevármelos lejos,
sería rico; o si tuviera el poder
De eliminar a todos y no
arrepentirme otra vez, Sería rico para ser tan
pobre.
Y aun así, todavía estoy medio enamorado del
dolor,
de lo imperfecto, de las lágrimas y de la alegría,
de las cosas que tienen un final, de la vida y de
la tierra,
y de esta luna que me deja a oscuras dentro de la
puerta.
La trompeta
¡Levántate, levántate!
Y, mientras suena la trompeta
Persigue los sueños de los hombres,
Mientras el amanecer brilla
Las estrellas que quedaron apagadas
La tierra y el agua,
Levantaos y dispersaos
El rocío que cubre
La huella de los amantes de anoche.
¡Dispersadlo, dispersadlo!
Mientras estas escuchando
Al cuerno claro,
Olvidaos, hombres, de todo.
En esta tierra recién nacida,
Excepto que es más encantador
Que cualquier misterio.
Abre los ojos al aire
Que ha lavado los ojos de las estrellas.
A través de toda la noche cubierta de rocío:
Arriba con la luz,
A las viejas guerras:
¡Levántate, levántate!
Adlestrop
Sí. Recuerdo a Adlestrop.
El nombre, porque una tarde
El tren expreso llegó allí con calor.
Inesperadamente. Era finales de junio.
El vapor silbó. Alguien se aclaró la garganta.
Nadie se fue y nadie vino
En la plataforma desnuda. Lo que vi
¿Era Adlestrop? Solo el nombre
Y sauces, sauces y hierbas,
Y reina de los prados, y pajarillos secos,
Ni un ápice menos quieta y solitaria
Que las altas nubes en el cielo.
Y durante ese minuto cantó un mirlo
Cerca de él y a su alrededor, más brumoso,
Cada vez más lejos, todos los pájaros
De Oxfordshire y Gloucestershire.
Tomado de:
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