Ciego en plaza de toros
A la memoria de
Alberto Acuña E.
Un paso adelante, y
puede morir el hombre;
un paso atrás y
puede morir el arte.
José Alameda
Porque la tarde apenas nacía
en el reflejo de tus lentes oscuros,
la barbilla reposada en las manos
y las manos aferradas al báculo.
Invidente ante la acción de la liturgia
pero atento del rito y el sacrificio
de la lidia en la arena.
Porque a través de mis palabras imaginaste
todo tipo de suertes que la muleta y la espada
ofrecen -desde la suelta del toril hasta el arrastre-
cuando están empuñadas con arte.
Y entre jirones de humo
recordabas colores inventados
por la luz en el caudal del Mississippi,
la marea lenta bajo el sol de siete mares,
la voracidad del relámpago en el horizonte.
Barbaján y siervo del mito que te acompañaba,
sabías que no es lo mismo ver el toro desde la barrera:
la agonía del escualo quebrado por el arpón,
o el nombre del hijo muerto bordado en los labios.
Abuelo, la sangre agraz hizo de ti
un rostro adusto bajo el ala del sombrero;
porque tu vida fue como la vida:
partiste plaza dando palos de ciego.
Tomado de:
https://www.poemas-del-alma.com/enzia-verduchi-ciego-en-plaza-de-toros.htm
Tabla periódica
Au 79
Cinco soles no son suficientes para esta mañana
ni un campo de girasoles, todo cegará
el despertar de la vanidad.
Pb 82
Cae a plomo, gris y dúctil,
blando en el agua, en la sangre,
inhalar-exhalar, sobrevivir
a la edad del plomo.
Xe 54
Extranjero, sílabas brotan
inodoras y desteñidas
en una lengua ajena.
Nada echa raíz en el aire,
en un idioma insípido
donde el árbol no es memoria.
Extraviado, soy el hijo que no tuve
y su nombre crece en esta eternidad.
Ca 20
Mi madre empezó a perder los dientes
con el tercer crío, con los años
se desgastaron los engranajes.
Las falanges de las manos
eran un ramillete poroso y quebradizo;
se protegía de golpes y caídas
como quien cuida de un caballito
de cristal en la repisa.
Nadie como ella supo tanto
de las bondades de un vaso de leche.
Tomado de:
https://www.laotrarevista.com/2019/08/nanof-enzia-verduchi/
Radio de onda corta
A oscuras mi padre sintonizaba la radio:
una pelea de box en japonés,
la crónica de un atentado en italiano
o la caída de un avión en ruso.
Aunque los periódicos al día siguiente
desmintieran sus versiones, él se entendía
con la frecuencia y la estática.
Fiel receptor de hechos incomprendidos
a lo largo del cuadrante, insomne
en las ondas de alguna estación.
Mientras, junto a él, mi madre
soñaba encontrar un interlocutor.
Mar de Irlanda
Para Mauro
Bozeto y Marino Zeppa
Las piernas sostenían el galope de animal
luchando contra el aire:
corre, corre, muchacha.
Tanto mar para una isla,
laderas por recorrer,
tanto cielo sobre la bruma.
Desde Dún Laoghaire
se escucha ese golpe de agua
y se desborda el índigo en las landas
de la península de Dingle:
corre, corre, muchacha.
Amigos, jóvenes desbocados,
gritaba: “¡No seré la última en llegar!”.
De lodo y viento fue su alegría
en el linde de los acantilados de Moher
Groenlandia
[ 1]
En los días recientes he pensado en Groenlandia. En los
inuit y su lengua, trato inútilmente de pronunciar sus nombres. Leí que las
distancias en Groenlandia se miden en sinik, en “sueños”, en el número de
pernoctas que dura un viaje.
…por momentos, recuerdo la blancura de Nuuk, como si se
pudiera añorar lo que no se conoce.
[ 2]
¿Y si Groenlandia no existe?, ¿si en realidad es un
sueño?, ¿un pensamiento bajo cero para recordar la alquimia del agua? Entonces,
¿existo o soy parte del hielo?
[ 3]
Todas las respuestas están en el hielo, en las vetas
del hielo. Eres tan lejana, Groenlandia, dilatada como la noche. Inabarcable y
lenta flotas hacia los polos ocultando tus misterios.
¿Qué existe debajo de tu estado sólido, del silencio
compacto, de la densidad más ligera que el agua?
Muero en el ardor de tu abrazo, en el deseo helado de
tu caricia.
Muero de ti / sin ti.
[ 4]
Extraño lo que desconozco y no sé dónde encontrarlo.
Las referencias geográficas no me son suficientes, Groenlandia. Si yo pudiera
tenerte, asirte, pero tu esencia inasible pesa más que mi nostalgia. Te
desvaneces aún sin conocerte.
[ 5]
Tu nombre es un continente. Kalaallit Nunaat /
Grønland. Tu nombre es una herida, una elipsis. Una isla entre el Atlántico y
el Ártico. Tu nombre es el deseo, el olvido. Es la tundra, la corriente del
Labrador. Tu nombre es un destello en la nieve. La bahía de Baffin y el
estrecho de Davis. Tu nombre, arde.
khblkhjnvkjhll
en los tratados sobre el deicidio,
la prensa le dará su lugar entre los estetas
que repugnan y atraen con morbo.
Tomado de:
https://www.poesiabogota.org/enzia-verduchi-2/
Geografía familiar
La familia sólo coincide en bodas o entierros,
los parientes se reparten estrechos abrazos,
retoman una conversación nunca concluida:
las mismas preguntas, las mismas respuestas;
como si el domingo hubieran compartido la mesa
o el miércoles se prestarán el hilo dental.
Nos hemos convertido en una tribu aburrida
que se escandaliza cuando alguno
decide ser alpinista o bailarina de cabaret.
Pero siempre tenemos presente a nuestros muertos,
aquellos que no harán las mismas preguntas, quizá
porque no tendremos que dar las mismas respuestas.
Tomado de:
https://blogpoemas.com/geografia-familiar/
PALABRAS PARA UN DÍA DE CAMPO
Para Coral Bracho
No conocimos la experiencia de un mantel
a cuadros sobre la hierba, no presenciamos
la huida de un sombrero de paja con el viento.
Quizá segar el campo hubiera sido útil
como importante es para las mujeres
lavar la ropa juntas, contarse anécdotas
que jamás sucedieron.
No existió tiempo, el necesario,
para la contemplación.
Demasiados acres nos alejaron
de la ilusión posible, del paso
de la hormiga por la pierna.
Tomado de:
https://elseptentrion.net/2024/02/dos-poemas-de-enzia-verduchi/
Dudas del astronauta
todo regreso es imán
de la posición de equilibrio.
José Carlos Becerra
Desde el balcón del universo
el astronauta acaricia en la pantalla su virtual
Oklahoma.
¿Qué hace un vaquero en la exosfera
exhibiendo sus debilidades y virtudes
por circuito cerrado en Cabo Cañaveral?
No es tiempo de ermitaños en busca
de la dentadura postiza
entre la presión y el volumen;
ni de héroes en misiones orbitales que no logran
un cuarto de página en los periódicos.
Es cierto, el mundo es breve,
pero este pequeño paso para el hombre
no parece un gran paso para la humanidad.
De: El bosque de la
hormiga
El regreso de robinson crusoe
Para Jorge Esquinca
En un archipiélago del océano pacífico
existen paquetes turísticos con tu nombre,
paraíso para jugar al golf o al tenis,
para iniciar a los recién casados:
villas Dafoe, comedor Viernes, curiosidades Crusoe.
Ahora sólo eres más viejo, Robinson,
no tienes que enseñar hablar a nadie;
todos hablan por ti aunque no se entiendan.
La única isla que nos resta es el automóvil,
esa burbuja que se desplaza por las autopistas,
por el tiempo sin ser hostigados,
cuando el pensamiento fluye al subir la ventanilla
y poner el seguro.
De: El bosque de la
hormiga
Señora lexotán
Qué son seis miligramos
tres veces al día si con ello
se pueden anestesiar los sentimientos,
si controla la ansiedad del todo.
No ríes, no lloras, no percibes
ni el principio ni el fin del mundo.
Basta con abrir la boca:
el ama de casa no es indecisa
ante la gama del supermercado;
los adúlteros no discuten
la orfandad en el tálamo;
nada agrede al taxista
sólo el alto que obliga el rojo.
Señora Lexotán, con usted
no hay cabeza que perder.
Las transterradas
Regresamos a la tierra nunca propia
huella de patria imaginaria. Llevamos
por dentro la casa, el árbol y el sueño.
En una pared rentada
mi hermana retiene una fotografía:
fragmentos mediterráneos.
Hablamos el idioma donde no existe
posesión de las circunstancias.
nuestra infancia sólo son palabras.
Hermana, la alegría del viaje nos abandona.
Sin geografía que nos sostenga
soñamos con el árbol y la casa.
Tomado de:

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