viernes, 24 de octubre de 2025

POEMAS DE ROBINSON QUINTERO OSSA - A MANERA DE DESPEDIDA Y HOMENAJE -



CANCIÓN DEL CHOFER EN EL PARABRISAS

 

Ante mí veo lo que un día se borrará para siempre:

colinas de altos pastos rojos

un río de brillantes peñascos

una montaña escasa de luz

y otra cumbre más distante donde ya es la noche

Un cielo color granate

y un viento que entra con sus pájaros en el crepúsculo

también de viaje

El temblor de los platanales en la carretera

las aguas estancadas en las zanjas

los abismos por los desfiladeros

El oscuro sonido que se hace debajo de los árboles

y la última luz viva de la tarde

todo en viaje hacia la noche

Ante mí veo lo que un día se borrará para siempre

 

 

HORMIGAS

 

Descansen descansen laboriosas

Toda la jornada

debajo de la mesa

han cargado

rumbo al escondrijo

las migas de mi comida

¿A qué tanto afán?

Les diría:

cosechen ahora

vendrán días de escasez

Pero el poema es azaroso

—llevará tiempo—

y otras migajas rodarán al piso

junto al papel hecho trizas

No apuren pues obreras

Tengan alegre recreo

Que yo

como otra hormiga

–solitaria–

seguiré mi tarea

hasta que no caigan más de mi mesa

estos versos

 

 

FRUTERA A LA ORILLA DEL RÍO CAUCA

 

El cabello suelto

las mejillas encendidas

y la mirada perdida por la carretera

Y bajo el toldo caluroso

sandías rojas

sandías de agua fresca

sus labios

 

 

PERRO

 

 

Un perro está contento porque amaneció:

ladra

recio ladra al cielo muy alto

pasea entre las gentes

y le hace fiestas a la mañana

El callejero que pasó la noche entre zaguanes

en el frío quicio de las puertas

o vagando los andenes

se hace oír

retoza feliz de ver el sol

de escarbar la hierba fresca

de caminar otra vez al lado de los hombres

Igual yo

después de la noche

vagando sin rumbo

agradezco el anuncio de la luz

el camino al lado de los hombres

mi parte de contento

Como ese perro que campea

y es feliz

suelto mi latido al mundo

 

 

MUCHACHAS EN LEVANTADORA

 

Muchachas en levantadora

no saben cómo hacer más sugestiva la mañana

Aparecen en las aceras

para espantar con sus escobas el polvo

la hojarasca

y las piedrecillas:

de pronto abundan

y son después espejismo

Para los que vamos de paso

son tentaciones que salen

desde el fondo

de las casas

Visiones

que esperaron la luz

durante la noche

para mostrar su transparencia

 

 

ALTO AHÍ

 

El amor es un atracador

No sabes en qué momento te asalta

ni en qué lugar

ni de qué modo

ni con qué porqués

El amor es un atracador

Y sabes que no pide la bolsa

sino la vida

No se conforma con cosas de valía

el amor

Y desconoces si lo volverás a ver

Y desconoces si te devolverá lo hurtado

Agazapado en la sombra está el ladrón

que te asaltará la vida

 

 

DE LAVANDERÍAS

 

El poeta lava su ropa sucia en casa

No hablo de las prendas limpias al sol

tendidas en los alambres

de los patios

medio ocultas a la gente

Hablo del lenguaje que trabaja el espíritu

cada jornada

De los versos trajinados por el uso

que de tantos

abarrotan su casa

como trapos deslucidos

que no puede ocultar

De las hilachas

de los jirones

con que se arropa luego

 

 

CRUCES

 

Acostumbran los choferes en los barrancos de las carreteras

levantar una cruz humilde

para mostrar a los viajeros el lugar

donde murió uno de ellos

Son cruces abandonadas

a las que en vez de flores cerca

la maleza

el lodo y la piedra

Cruces ante las cuales nadie se arrodilla para orar

y dejar un ramo piadoso

en memoria de quien no fue héroe

en incontables viajes

A veces alguien

–porque la poesía hace suyo lo anónimo del mundo–

fija con atención la mirada

y escribe estas palabras

esta oración

Tomado de:

https://eugeniasancheznieto.blogspot.com/2024/03/robinson-quintero-ossa-mesa-puesta.html

 

 

EL POETA ES QUIEN MÁS TIENE QUE HACER AL LEVANTARSE

El poeta es quien más tiene que hacer

al levantarse:

saludar el día

espantar los pájaros amargos

limpiar las palabras

regarlas y

vigilar que no mientan

 

No reproches su caminar ausente

su diligencia en nada

esa forma de cantar

 

 

PELUQUERO

Sólo ante un dios inclina uno la cabeza

y cierra confiado los ojos

 

Sólo ante un dios entrega uno sus pensamientos

indefenso y sin miedo

 

El poema es el oficio de las manos de un hombre

 

Un dios sostiene firme el pulso del peluquero

 

 

POEMA CON NARANJAS

Para Luz Eugenia Sierra

Las naranjas en el aguacero

perladas de resbalosas gotas

como suspendidas en la bruma

 

No pierden su llamarada

 

Más amarillas irrumpen en el verde

en las húmedas varas

en el color del agua

 

Me acojo a su alegría que escampa

Amo este sol entre la lluvia

 

 

TRES VERSOS

Para Fernando Linero y Rafael del Castillo

Tres amigos que caminan juntos

en silencio

tienen un mismo corazón

 

 

PASAJERO

El que es pasajero y nunca emprendió viajes

a esos lugares de donde llama

su alma

viaja ahora en este poema

 

 

EL POETA DA UNA VUELTA A UNA PALABRA

Mientras camina, dice la palabra en voz alta, la lleva

al paso, templa su melodía. Mientras camina, antes de

cantar en el poema, canta a la intemperie, la palabra,

canta antes de que sea sueño.

Tomado de:

https://www.uexternado.edu.co/wp-content/uploads/2017/01/94-Quintero-Ossa.pdf

 

 

DESVELO

 

 

El hermano yace del otro lado de la cama. Alta noche y con la luz apagada, hablamos mientras llega el sueño. La madre ha puesto en orden las cosas que compartimos: cobijas, almohadas, las cortinas descorridas. Muy pronto, uno de los dos dejará la casa; ¿cuál primero?

 

Esta noche el hermano descansa del otro lado de la cama, y ceñidos los dos por la misma sábana, calentados por la misma manta, estamos desvelados bajo el mismo techo.

 

-Ya crecimos; es preferible envejecer por separado, lo más distantes posible.

 

Siento de pronto cómo oprime su sien la almohada; su cara medio oculta por la cobija es sueño y sombra.

 

No tiene todavía el rostro pálido el orificio de la bala en su frente.

 

Todavía hablamos mientras llega el sueño…

 

 

ESPÍA

 

La tía desnuda en el baño, por la puerta entreabierta, se muestra. Y yo no debería permanecer ante la hendija. Pero en el chorro sus nalgas brillan en un extremo de lo blanco y mientras las mueve se ciñe al agua.

 

Por los corredores de la casa merodea alguien -tal vez me sorprenda-. Pero en el baño la tía se da vuelta para que vea cómo abunda en su entrepierna el vello.

 

De pronto me apunta con sus ojos: prueba que sigo, tras la puerta, mirando.

 

 

MUDANZA

 

Salieron los cubiertos y los manteles que nos atendieron en la diaria reunión de las voces, las repisas y las lámparas que decoraron el bajo cielo de la casa, los libros embalados en cajas de cartón, el polvo y los espejos, las plantas que dieron fiestas en las ventanas, los veladores y los sueños. Después cargamos las cosas más pesadas, el cansancio, lo vencido, dejando para el final a los muertos, que aferrados a las barandas o escondidos en los sótanos del patio, se resistían a salir por la puerta.

 

Más graves aún de peso, los trasteamos como pudimos entre todos.

 

 

LOS PASTIZALES

 

Hacia las autopistas del altiplano, por parajes sucios de lluvia y de neblina, suben los   camiones de ganado después de recorrer las rápidas planicies de los valles. Conducen desde las ferias de los pueblos hasta los mataderos de la ciudad, las reses marcadas para el sacrificio. De día y de noche trepan morosamente la cuesta, sus carpas azotadas por los ventarrones de la montaña y sus carrozas sacudidas por los resaltos del pavimento: los novillos, en el encierro sofocante, se empujan unos a otros, se atropellan contra los barrotes de las jaulas, escarban el cisco maloliente y, tal vez excitados por las fragancias que llegan del campo, embisten con sus astas las compuertas.

 

 

AYUDANTES

 

Desde niño admiré su osadía de viajar

colgados del borde de las puertas

de los buses

asidos a una manija por una mano de aire

Equilibristas de la carretera

a quienes el viento les ceñía una máscara

Trotamundos que sortean el filo

de los precipicios

Ubus-Ubus: pájaros de una sola ala

los llamaría Apollinaire

 

 

PASAJERO

 

El que es pasajero y nunca emprendió viajes

a esos lugares de donde llama

su alma

viaja ahora en este poema

 

 

EL MALABARISTA

 

La poesía es también la experiencia del poema

O si no observa al malabarista

Con qué habilidad mantiene

sus esferas en el aire

sin que caigan al suelo

Cómo lanzándolas a su suerte

lejos de sus manos

regresan obedientes a él

convocando el asombro

 

 

DENTISTA

 

Si hay algo digno de elogiar en el dentista

es la manera como ante el infierno nos tiende

la mano

salvándonos del dolor

Si hay algo digno de admirarle es cómo cumple

su promesa

de dejar la sonrisa a flor de labios

lista para despedirnos

Claro

pero antes

está la mota de algodón manchada de sangre

Tomado de:

https://www.laotrarevista.com/2009/01/poemas-de-robinson-quintero-ossa/

 

 

El poeta da una vuelta al jardín

 

 

El fantasma limpia de hojas sucias el jardín. Donde la tierra es húmeda barre el ramaje escurrido y hace con él un montón junto a la tapia; donde la hierba es alta, arrastra malezas flojas y espartos y hace con ellos otro montón junto al estanque. Y así, con el resto de la hojarasca, tan reseca que cruje, hace otra pila junto a la baranda, pequeña, aunque más indócil.

 

Tal vez no le alcance la noche para juntar en un solo cerro todas las hojas.

 

 

Pintura con pájaro

 

Todo el color del lienzo es nieve.

Nieve sobre las cumbres, por las colinas, en los bajos tejados de la casa solitaria.

En el camino que se curva y que nadie recorre, nieve.

Y en el recodo de un río, un árbol pelado de hojas sostiene apenas sus varas.

Y sobre una de las varas una pequeña mancha roja.

 

 

Tirado debajo de un árbol

 

 

1

 

Tirado debajo de un árbol recuerdo que, de muchacho, recostado a árboles azuzados de sol, era manía seguir el rumbo de las aves en el cielo. Los viejos, rodeados de perros que les hacían fiestas, movían hilos invisibles en sus manos. Las mujeres sesteaban sus cabellos recogidos como canastos de astromelias. Hermoso era caminar y comer con los amigos, orinar caliente sobre hojas amanecidas.

 

 

2

 

Tirado debajo de un árbol recuerdo el pino y sus ramas ásperas y fragantes. Cuando era niño, mi techo no fue el cielo sino el abundante follaje de un pino. Lejanías divisadas desde su alta copa: no fui mucho más lejos.

 

 

3

 

Tirado debajo de un árbol recuerdo que, cuando era niño, con la oreja pegada a la tierra, escuchaba lo que pronunciaba la hondura, pero no podía contarlo con palabras.

 

 

Las nubes soltaban la lluvia, la vastedad se descontaba en pájaros, pero yo demoraba asombrado en el habla y el abandono.

 

 

Con la oreja pegada a la tierra escucho, todavía escucho, pero no puedo contarlo con palabras.

Tomado de:

https://www.vallejoandcompany.com/2020/09/22/poemas-son-cantos-dictados-por-el-viento-robinson-quintero/

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