a una cerámica mapuche
vista en un museo de Temuco
mezcle
en proporciones necesarias
una parte de agua de deshielo
y una parte de arcilla de la mapu
deje el corazón en vuelo
para que regrese a sus padres
y a los padres de sus padres
luego modele entre sus manos tibias
la imagen del principio
guarde la imagen en su ruka
y salga a
respirar el sol
después
vendrán los remolinos
que escupirán del mar
a gente extrañamente hambrienta
en las rocas quedará la impronta
de la sangre y de la lágrima
que correrán en surcos pares
nacerán los hijos y heredarán
una pena y una rabia
que no podrán encontrarse
después
habrá otro giro y otro tiempo en la marea
que dejará en la playa
barcos y hombres de ojos grises
los miraremos de lejos
hasta que nuestros hijos y sus hijos
nos enseñen a abrigarnos
de esta nostalgia azul bajo la misma matra
pero otra vez se soltarán los vientos
que castigan la pobreza sin amparo
y andaremos todos
buscando el árbol al que aferrarnos
para aguantar el cimbrón de los desmadres
y usted el alfarero del principio
ya no estará para acariciarnos el cabello
pero estará la imagen
tras el vidrio de un museo
aguardándonos
con su tierra
con su agua
nos miraremos en ella
y un modo de ser más transparente
comenzará a fluir nuestra vertiente
de pena de rabia de nostalgia
habrá como al principio
un gran silencio
contenido
después saldremos
con nuestra imagen fresca
a recibir el sol
a saludar al sol
el sol de siempre
yo he visto a los chulengos
yo he visto a los chulengos en manada
iluminados por la luna
cuando aparecen ellos
el invierno se entrega
cubierto de pelusas y de lana
he visto el aire estremecido entre sus ancas tibias
y a la libertad y a la ternura
galopando con ellos
sueltas
por la tierra
he visto creo
más de lo que merezco:
he visto a los chulengos desde lejos
yo presiento que he de andar más todavía
quién sabe cuánto
hasta vencer el miedo de acercarme hasta ellos
para medirme en sus ojos tan profundos de espacio
y aceptar el milagro de un silencio de nieve
que desprenda la costra los últimos abrojos
si resisto es posible que me permitan ellos
sumergirme en sus ojos ingenuos infinitos
estaquearme un instante
en el centro del tiempo
ser la libertad ser la ternura
galopando con ellos
sueltos
por la tierra
las mujeres y la lluvia
cuando niñas vamos sueltas por el patio
y el sol nos persigue de a caballo
pero la luna implacable nos va dejando sus mareas
hasta que nos desvela
y esa noche encontramos
un cántaro
en lugar de la cintura
aprendices de machi las mujeres
nacemos así al rocío
listas para mirar los barcos que se pierden
descalzas a la neblina antes de que amanezca
nervaduras de lluvia nuestras manos
levantadas al cielo
te salpicará el amor
parirás sin amarras
y recibirás con ojos arrasados
la visita intermitente de la risa
permanecerá la llovizna en tu vientre
porque no te atreverás a ser la madre
de todos los desamparos
que andan por la calle
caudal desubicado te desarmará
en pájaros que no saben hablar
a borbotones no podrás decir
lo que quisieras
mejor dejarlo que se derrame despacio
decir
permiso tengo lluvia y alejarse
a una altura al mar al cielo
hasta que vuelvan a apretarse los musgos
en las profundidades
yo conozco mujeres que nunca se alejan
le abren la compuerta a sus gorriones
y lloran
enjuagan el trapo mojado lo estrujan
limpian con él la tabla
pican cebollas
igual hacen las camas
barren la casa peinan a los chicos
igual lavan
dónde aprendieron
hay otras que se pasan la vida domesticando
a sus pájaros
porque no quieren que irrumpan sin aviso
y los beba el enemigo
guardan su sangre su ausencia quietos en el fondo
y apuntan con palabras nítidas de cuarzo
que van a dar al blanco
yo a las palabras las pienso
y las rescato del moho que me enturbia
cada vez puedo salvar menos
y las protejo
son la leña prendida de atahualpa
que quisiera entregar a esas mujeres
las derramadas las que atajan sus pájaros
una vez en febrero yo estaba ahí
en el campo
y se llovía todo
parecía la furia de cai cai sobre nosotros
el agua estaba helada
las ancianas prosiguieron el ritual
y tuve que quedarme
hasta cuándo aguantaremos
pará la lluvia dios es demasiada
no la bebe la tierra se atraganta
y somos casi nada
trazos de tiza borrados por el agua
después de unos siglos el sol abrió las nubes
la voz gastada de meridiana epulef
levantó el taill del cauelo
pensé que dios podía ser ese arco iris
o los caballos en fila
moro zaino pangaré tostado bayo
saludando al horizonte despejado
huele tan bien la tierra después del aguacero
Tomado de:
https://circulodepoesia.com/2018/05/62-voces-de-la-poesia-argentina-actual-liliana-ancalao/
oración para esperar el colectivo
señor de los desamparados
que esperan el colectivo
no permitas que se apague esta llamita
defendida a puro sol sobre la escarcha
que el colectivo venga pronto
pues la espera
amontona cenizas en la frente
y tengo que apalearlas y hacer señas
y asomar los ojos a la ruta
aunque las venas duden
tironeando
señor de los desamparados
que no pase de largo
como si yo no fuera capaz de andar descalza
como si yo no fuera propensa a la ternura
como si fuera una chapa
un poste nadie nada
y que no venga lleno señor
porque se salen con la suya
entonces patas y empujones
en un boleto me suicidan la sonrisa
y me resigno animal al matadero
que no demore señor hoy hace frío
y no llegan los sueños hasta el alma
en el filo de este riesgo no me culpes
si abandono un segundo la trinchera
y alcanzo a maldecir
la madrugada
dios agarra un día
dios agarra un día de este mundo
y lo estruja como si fuera un papel
el día desflorado
destila semen
agua de cloaca
y marea roja
después amanece
salimos de la hoja
con el alma arrugada
y nos secamos al sol
como flores imposibles
detrás de los párpados
detrás de los párpados queda la vigilia detenida
en el sueño un haz de luz centellea
y sospecho
que un paso más acá están las respuestas
recuerdo que en sueños
puedo volar
y vuelo
sobre escaleras rotas alturas silenciosas
y hombres que espían
¿qué fui yo?
¿qué delicados pies tenía
que corría sobre el cuerpo de la nocheaire?
¿qué mensaje llevaba?
¿qué vértigo me hundió los ojosmiedo?
¿qué burla corrosiva tocó mi hombro
y me abandonó despierta en la otra orilla?
¿alguien fue enviada en mi lugar?
¿alguien curó mis alas rasgadas por el silencio?
sé
que no supe llegar a destino
y que se desarmó mi vuelo leve y blanco en la neblina
y que estoy condenada en cada sueño
a repetir el intento
hasta que pueda
fervorosa
traspasar en vuelo los párpados de la vigilia
y me gane
amanecer al mundo
con dos cicatrices en la espalda
Tomado de:
https://latinamericanliteraturetoday.org/es/2018/01/five-poems-liliana-ancalao/
Cuando me muera deberé cruzar el río
(de Mujeres a la intemperie)
Cuando me muera deberé cruzar el río
Qué perro hará de guía si no tengo
un perro flaco que olerá mi cobardía
irá a mi lado
Y estará la vieja en la balsa
Le entregaré dos llankas
para que me cruce
Las piedras arrancadas de cuajo
de mi garganta
de mi estómago
crecidas en los dolores
en los gritos que no pude gritar
cuando se agrandaban mis ojos
y hacía que vivía
Entregaré esas piedras
y no habrá más
seguro lágrimas
porque no pude encontrarle el secreto a esta vida
porque me fui
detrás de los fantasmas
buscando tramas
y arañas
y cántaros
y hojas
¿reconocerá la vieja su valor?
Subiremos con mi perro
La balsa se deslizará en la tarde
hacia el oeste
Arribaremos
Y tiene que estar allí mi hermana menor
tiene que estar
no puede ser la muerte una nada para un pájaro
para quien ha pintado con pinceles el fuego
Ella tendrá cicatrices visibles en los ojos
sus ojos más certeros aún
hurgarán en mí
hasta sacarme las espinas
me dibujará el rostro con sus dedos
una huella de choique
arderá el fuego sobre piedras azules
comeremos corazones palpitantes
y mi hermana pintará un kultrun en el aire
con la sangre
Después no sabré
si soy un caballo
o un resuello
si es el viento una trutuka
y saldremos galopando
a desparramar las estrellas del río
y en el movimiento circular
sabré de una vez
qué es ser un guerrero que corre libre hacia la muerte
qué visiones lo ardían
Regresaremos al mallín
y habrá la gente alrededor del fuego
las ollas tiznadas y la luna
y cada hoja de los álamos brillando
Entonces me recordaré
de ellos tan lejos
y moriré de nuevo
de los barrios planes de vivienda
creciendo en vértigo
en la ciudad con horizonte
las bolsas de nylon y las estrellas allí
entre los cables del alumbrado público.
Tomado de:
https://www.festivaldepoesiademedellin.org/es/Festival/24/Ancalao/
Las chicas de Cushamen
a la memoria de las Meli: mi abuela Peti, mi mamá
Eugenia y mis tías Cecilia y Segunda
voy a honrar a esta memoria
que me avisa
que ya viene
en las ancas de mi sueño
debo tener preparado el corazón
y lo amaso en una mesa de cuatro patas
traigo una matra
la doblo y cubro el banco
-asiento asiento-
y mi corazón se pone laboreado
soplo en las cenizas
el aliento mi newen partido
-Anciano Fuego Anciana
despierten
vengan a mirar
a las chicas
que vinieron de visita-
chiñoras parecen
con cabello enrulado
con pintura en los labios
-chiñoras- les digo
para escuchar su risa
en el tiempo que regresa
allá
el día comienza
a la misma hora siempre
el marido se pone el mameluco los botines
y se trepa a un camión, el de la empresa
y una se pone las zapatillas y el pañuelo
de sirvienta por hora
y camina hasta la casa central
de la patrona
y cada lunes tiene que estar almidonado el guardapolvo
de los hijos
y su poesía de memoria y las tablas
el tiempo es un filo que cae sobre una
y te corta lo que sobra:
las palabras
el llanto
el mirar largo a tus crías
para que salgas
puntual y rendidora
hacia el trabajo
ahora se miran en la cara de mi abuela Peti
y el tiempo es un caballo que descansa en el potrero
y yo que nunca pude manejar el tiempo
estudié para dar clases de cuarenta minutos
y me sobraban diez
o me faltaban cinco
ahora escribo
eso se ve en mis manos
sin paspaduras y sin callos
no aprendí a carnear un capón
ni cuidé un cordero guacho en el invierno
en las vacaciones de la escuela
nos estaba permitido el viaje
un trecho hasta la hilera de los álamos
un infinito hasta el puente del río cakel
hasta ver el azul que me volvía adentro
donde la malasangre
se aquietaba
pasar el tramo de los teros y las avutardas
llegar a los abrojos y al neneo
a la huella seca
al ladrido de los perros
para verlos y verme
ahora somos mapuche
indígena argentina nos dijeron
también paisanas
pobladores
araucanas nos dijeron
pero yo sé que somos mapuche manzanera
salimos juntas a mirar la quinta
acá el murmullo de los árboles
habla el mapuzungun
y hay que pedir permiso al dueño de la vertiente
para andar por esta sombra
acá Juan Meli se bañaba en el wiñoy tripantu
estas semillas del Manshana Mapu
llegaron caminando
después del Füta Malón del winka perro
después de escapar a la montaña
después del arreo
como animales nos llevaron
en Chichinales estaban aún despiertas
cuando las subimos
a las ancas de un caballo
bien arisco era
pequeñas
verdes
y fragantes
van y vienen las palabras
con mareo de alfalfas y manzanas
regresamos al adentro
agua del ojo de agua tomamos las mujeres
en el mate que rueda
-está lavado el mate
cambio la yerba?
o lo ensillo nomás-
ahora
el tiempo es un peón
que churrasquea un silencio
en la cocina.
las mujeres y el frío
yo al frío lo aprendí de niña en guardapolvo
estaba oscuro
el rambler clasic de mi viejo no arrancaba
había que irse caminando hasta la escuela
cruzábamos el tiempo
los colmillos atravesándonos
la poca carne
yo era unas rodillas que dolían
decíamos qué frío
para mirar el vapor de las palabras
y estar acompañados
las mamás
todas
han pasado frío
mi mamá fue una niña que en cushamen
andaba en alpargatas por la nieve
campeando chivas
yo nací con la memoria de sus pies entumecidos
y un mal concepto de las chivas
esas tontas que se van y se pierden
y encima hay que salir a buscarlas
a la nada
mi mamá nos abrigaba
ella es como un adentro
hay que abrigar a los hijos
el pecho
la espalda
los pies y las orejas
dicen así
y les crecen las ramas y las hojas
y defienden a los chicos del invierno
y a veces sale el sol y ellas tapando
porque los brazos se les van en vicio
y hay que sacarles
despacio
con palabras
esos gajos
pero el frío no siempre
lo sé porque esa noche en aldea epulef
dormíamos apenas
alrededor de nuestro corazón al descampado
eufemia descansaba el purrún del camaruco
y la noche confundió su pelo corto con el pasto
era la madrugada y eufemia despertó
con la helada en el pelo
y el frío esa vez tenía boca
y se reía con nosotras
se está poniendo viejo el frío nos decían
las mujeres aprendemos
tarde
que hay un tiempo en la vida
en que hasta sin intención
vamos dejando una huella de incendio
por el barrio
ni sé por qué la perdemos
y esa tarde yo precisaba
medias de lana cruda para cruzar las calles
en las ciudades el frío
nos raspa las escamas
punza en la nuca
se vuelve más prolijo
en eso andaba y a la noche
había un hombre en mi cama
o era un niño o un muchacho
yo no quería respirar muy fuerte
tiene las manos abrigadas este hombre
entonces por qué me fui
para ver si salía a buscarme o me dejaba
a que los esqueletos de pájaros
se incrusten en mi cara
como el eco del silencio seré
si no me encuentra
por hacerme la linda
encima me da abismo
este frío
sangre azul
las mujeres y el viento
él siempre va a volver
me previno la griega
traduciendo la borra del café
y me hablaba de un hombre
yo pensaba en el viento
el viento siempre vuelve
pero esta ciudad no se acostumbra
anda
cada vez
desaforado por las calles
a brochazos de tierra
borrándonos los pasos
se nos vuelan los pájaros
los olores
la ropa
se desafina la casa
la memoria se astilla
y hay que poner la pava
preparar unos mates
y esperar
a que se vaya
en unos días
unas semanas
vaya a saber
con el cambio de luna
como un tremendo viento
dicen que fue el malón
un torbellino en contra de los días
y eso que los antiguos eran duros
como rocas
firmes
ahí quedó su sangre
desparramada
me decías abuela
y tu recuerdo es el lago
al que me asomo
para sorber un trago
y aquí hasta la noche se ha opacado
el viento ruge
arrancando hasta las ganas de quedarse
seguro que las lomas quedaron peladitas
por ahí andará el ruego de ignacia quintulaf
porque su hijo no volvía
el humo de la yerba y el azúcar quemadas
subiendo apenas
un poco más que el taill
y es una pausa su voz
el viento siempre vuelve
quiere rendirnos a nosotras
probarnos las raíces
llevarse algunas
arrastradas
o girando
yo prefiero esas matas livianas
a estos huesos espesos
que reventarán contra el cemento
él siempre va a volver
pero no tenga miedo
agregaba
la griega
porque también se irá
el viento amaina
y el planeta se pone transparente
éste es un olmo
y señala mi hermano
un tallo y unas hojas
alzándose del suelo
desafiantes
pienso que el viento nos trajo su semilla
desde el boulevard
y ¿ves? aquí hay otro
quiero decir
ricardo
tus hijos son tan claros
como estos olmos
pero tengo todavía
arena
en las coyunturas
y no hay palabras
quién sabe adónde
las estará sembrando
el viento
pregunta
habrá que resignarse a ser pregunta
arremangarse los pies
seguir andando
con un golpe de sismo por espalda
sin cimientos
ni contemplaciones
habrá que acostumbrarse sin respuesta
morir en una historia y otra historia
salir de madre pateando las preguntas
por los caños de la piel
hasta los huesos
y andar
humano no más
apuntalando luchas
controlando el pulso de la tierra
mirarse escombro en el mapa de los sueños
dios agarra un día
dios agarra un día de este mundo
y lo estruja como si fuera un papel
el día desflorado
destila semen
agua de cloaca
y marea roja
después amanece
salimos de la hoja
con el alma arrugada
y nos secamos al sol
como flores imposibles
un hombre
el sol al mediodía del desierto
un hombre elige piedras
piedra encastra piedra
apunta al menhir
descansa
apoya la espalda
sobre su obra nunca concluida
dios le toca la frente con el cielo
Tomado de:

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