(27 de julio de 1835, Pietrasanta, Italia - 16 de febrero de 1907, Bolonia, Italia)
El soneto
Dante
le dio del serafín el vuelo
circundado
de azules y de oros;
en
manantial de rimas y de lloros
diole
Petrarca el corazón en duelo.
Del
venosino y del mantuano suelo,
la
musa tiburtina los decoros
diole
al Tasso; yen déspotas desdoros
Alfieri
lo clavó como escalpelo.
Fóscolo,
el trino de los ruiseñores
y del
nativo acanto los primores
le
dio bajo los jónicos cipreses.
Último
yo -no sexto- vuelo y llanto,
arte,
hálitos, iras, en él canto,
y lo
elevo a los Manes como preces.
Versión de Carlos López Narváez
La niebla de cuellos rizados...
La
niebla de cuellos rizados
se
levanta como la lluvia.
El
mar aúlla y palidece
bajo
el efecto del mistral.
Pero
en los caminos de la aldea,
unas
cubas en fermentación
el
áspero olor de los vinos
regocija
el corazón.
Sobre
los leños candentes,
el
asador gira crepitando,
el
cazador silba
y
desde el umbral de su puerta, observa
entre
las nubes plomizas
el
vuelo de unos pájaros oscuros
que
migran en el crepúsculo,
como
pensamientos desterrados.
La princesa de Lamballe
Por
la natal Saboya, enhiesta y fría,
ríos
que lloran, gemebundo viento;
de
hierros y furores sordo acento:
Madame
de Lamballe en la Abadía.
Los
cabellos, nó más -oro y argento-
cubren
su desnudez sobre la vía;
y el
cuerpo, tibio aún, palpa y espía
feroz
sicario de mirar sangriento.
Fina
la piel, del lirio la blancura
tiene
el cuello, y una risa que perdura
agoniza
en la dulce boca inerte.
Ojos
marinos, bucles que despeina
el
viento: Id al Temple y a la Reina
dadle
los buenos-días de la muerte.
Versión de Carlos López Narváez
Mediodía alpino
En el
círculo de los Alpes
sobre
el granítico retorcido y desangrado
entre
las nieves candescentes
reina
parado
intenso
e infinito en su amplio silencio el mediodía.
Pinos
y abetos blancos
sin
el aliento de los vientos
se
elevan al sol que sereno los mira
y un
pájaro canta
con
frágiles sonidos de lira
el
agua que lentamente entre las rocas camina.
Versión
de María Dolores Sartorio
Mors
Cuando
a nuestros hogares la diosa severa desciende,
se
oye de lejos el rumor de sus alas.
La
sombra que proyecta cuando gélida, avanza,
difunde
en torno lúgubres silencios.
Su
cabeza los hombres inclinan cuando ella ha llegado;
los
femeninos pechos tiemblan de anhelo.
Así
en los altos bosques, cuando julio condensa huracanes,
ni un
soplo corre por las verdosas cumbres;
como
inmóviles, yertos, deja el escalofrío a los bosques;
sólo
se escucha al río que gime ronco.
Entra
ella, y pasa, y toca; sin volverse siquiera, derriba
los
arbolitos, de su frescor gozosos;
siega
la rubia espiga, y arranca también los agraces;
llévase
esposas, llévase las doncellas
galanas
y los niños; éstos tienden sus brazos de rosa
hacia
el sol, bajo el ala negra, y sonríen.
¡Triste
el hogar en donde, frente a rostros de padres dolientes,
pálida
diosa, vidas nuevas apagas!
Dentro
de sus paredes, risas y voces festivas no se oyen,
ni
bisbiseos, como en nidos de mayo.
No se
oyen los rumores de los años que crecen alegres,
ni de
amor cuitas, ni las danzas de boda.
Allí
los que perviven, en la sombra envejecen, atentos
siempre
a tus pasos; siempre, ¡oh diosa!, esperándote.
Versión de Amando Lázaro
Odio la poesía al uso...
"Odio
la poesía al uso; brinda,
fácil,
al vulgo sus costados lacios;
alárgase
entre abrazos rutinarios,
lánguida,
y duerme.
Viva
la estrofa quiero yo, que al ritmo
de
pies y palmas en los coros salte;
su
ala yo atrapo al vuelo, y ella, indómita,
niégase
y lucha".
Versión de Carlos López Narváez
Panteismo
No os
lo diré jamás, claras estrellas;
ni a
ti lo diré nunca, sol fulgente.
Su
nombre, hermosa flor de cosas bellas,
en mi
pecho ha sonado solamente.
Las
estrellas no obstante, en sus reflejos,
mi
secreto se cuentan, una a una;
por
eso, puesto el sol, sonríen lejos
en
todos sus coloquios con la luna.
Y una
flor a otra flor con voz secreta
lo
murmura en los cármenes risueños;
las
aves cantan al pasar: «Poeta,
el
amor te ha enseñado dulces sueños».
Nunca
dije el secreto de mi vida,
mas
divino fragor el hombre clama;
y
entre efluvios de acacia florecida
el
gran todo murmura: «Ella te ama».
Versión de Ismael Enrique Arciniegas
Preludio
Odio
la usada poesía: al vulgo
los
flancos cede, y sin temblor de anhelo,
y sin
vibrar bajo habitual abrazo
tiéndese y duerme.
Dame
la estrofa que el aplauso excite,
rítmico
el pie con el compás del coro;
le
cojo el ala cuando rauda vuela,
vuélvese y lucha.
Tal
entre brazos de amador silvano
ninfa
se tuerce en el Edón nevoso:
bellos
encantos de su pecho entonces
saltan opresos.
Besos
y gritos en la ardiente boca
mézclanse;
ríe la marmórea frente
al
sol, y en ondas los cabellos libres
tiemblan al aire.
Versión de Ismael Enrique Arciniegas
A Satanás
Para
ti, de ser
Principio
inmenso,
Materia
y espíritu,
Razón
y sentido
Mientras
en las gafas
Destellos
de vin
Si
como el alma
Ni el
alumno;
Mientras
ellos sonríen
La
tierra y el sol
Y se
corresponden
En
palabras de amor,
Y
corre una emoción
De
himen arcano
Desde
las montañas y palpitates.
Según
el plan;
A ti
dysfrenase
El
verso audaz,
Te
invoco, o Satanás,
Rey
del banquete.
Por
el aspersorio,
Sacerdote,
y tu metro!
No
sacerdote satanás
¡No
vuelvas!
Ver:
óxido
Cabalgué
a michele
El
místico brando,
Y los
fieles
Arcángel
arrancó
Él
cae en el compartimiento.
Rayo
esta congelado
A
Jehová en su mano.
Meteoritos
pálidos,
Planetas
fuera,
Los
angeles estan lloviendo
De
los firmamentos.
Ne el
asunto
Quien
nunca duerme,
Rey
de los fenómenos,
Rey
de las formas,
Sol
vive Satanás.
Ei
tien el imperio
En el
relámpago tembloroso.
De un
ojo negro,
O ver
que lánguido
Escapar
y resistir,
Od
agrio y mojado
Pròvochi,
insisten.
Brilla
de los racimos
En
sangre feliz,
Así
que el rápido
La
alegría no languidece,
Que
fugaz
La
vida restaura,
Que
el dolor se extiende,
Qué
amor que lleva.
Ustedes,
oh Satanás,
En mi
verso
Si
desde el sen rompeme
Desafiando
al dios
De
pontífice,
De
los reyes sangrientos;
Y
como un rayo
Sacude
tus mentes.
A ti,
Agramainio,
Adonis,
Astarte,
Y
canicas vividas
Y
lonas y papeles,
Cuando
la ionica
Auras
serenas
El
venus era bueno
Anadiomene.
A ti
del libano
Plantas
de fremea,
De
dell'Alma Cipride
Amante
resucitado
A ti
ferveano
Los
bailes y coros,
A ti
las comas
Amores
sinceros,
Entre
los odoríferos
Palms
d'Idume,
Donde
estan blancos
Polvos
de espuma.
Que
bárbaro
El
nazareno
Furor
de Agapi
Del
ritual obsceno.
Con
antorcha sagrada
Los
templos para ti
Y los
signos plateados.
Dispersos
en el suelo?
Te recibió
un refugiado
Entre
los dioses lari
La
memoria plebeya.
Ne
las masias.
Asi
que un femineo
Sen
palpitante
Empiendo,
ferviente
Nume
y amante,
La
bruja pálida
De
cuidado eterno
Ven a
ayudar
La
naturaleza egra.
Tu al
ojo inmovil
Del
alquimista,
Tu de
indocile
Mago
de la vista,
Del
tórpido claustro
Más
allá de las puertas,
Revelar
el brillo
Nuevos
cielos
A la
Tebaide
Haces
cosas
Huyendo,
el monje
Triste
s'ascose
O
desde tu canal
Alma
dividida,
Benigno
es Satanás;
Aquí
está Eloisa.
En
van te maceras
El
lote amargo:
El
verso y los murmullos.
Di
Maro y Flacco
Entre
los davídicos
Nenia
y llorando;
Y,
formas delfficas,
A ti
adios
Rosee
lo horroriza
Empresa
negra,
Mena
Licoride,
Mena
Glicera.
Pero
de otras imagenes
Mas
bella edad
Talor
está poblado.
La
célula sin dormir.
Ei,
de las paginas
De
livio, ardiente
Tribunas,
cónsules,
Multitudes
temblorosas
Despertar;
y fantástico
De
orgullo italiano
Tú
empujas, oh monje,
En el
capitolio
Y tu,
el rabioso
Rogo
no strusse,
Voces
fatídicas,
Wicleff
y Husse,
En el
aura el policía.
El
grito envía:
El
siglo se renueva,
El
etate está lleno.
Y ya
temblando
Mitre
y coronas:
Del
claustro gruñe.
La
rebelión,
Y
pugna y prèdica
Bajo
la estola
Di
Fra Girolamo
Savonarola
..
Tiró
su sotana
Martín
Lutero;
Tira
tus restricciones,
Uman
pensó,
Y
brillo y relámpago.
De
llamas rodeadas;
La
materia, levantada;
Satanás
ha ganado.
Una
bella y horrible
Se
lanza el monstruo,
Los
océanos están corriendo,
La
tierra corre:
Corusco
y fumido
Como
volcanes,
Las
montañas exceden,
Devora
los planes;
Vuela
sobre los abismos;
Luego
se esconde
Para
cavernas desconocidas,
En
formas profundas;
Y
sale; e indomable
Por
lido en lido
Como
turbinas
Envía
su grito,
Como
turbinas
La
respiración se propaga:
Pases,
pueblos,
Satanás
el grande.
Pase
beneficioso
En el
sitio
Sobre
lo insondable
Carro
del fuego.
Salud,
o Satanás,
Oh
rebelión,
O
fuerza vindice
De la
razón!
Sagrados
para ti ellos ascienden
Incienso
y votos!
Has
ganado a Jehová
De
los sacerdotes.
En la estación en una mañana de otoño
Oh,
esas linternas mientras se persiguen entre sí.
perezoso
detrás de los árboles,
en
las ramas chorreando lluvia
¡Bostezando
la luz sobre el barro!
5
Fugaces, agudos, silbidos agudos.
El
vapor de cerca. plomizo
El
cielo y la mañana de otoño.
como
un gran fantasma a tu alrededor.
A
dónde y a qué mueven esto, lo que acelera.
10 a
'vagones de fóschi, subidos y tácitos.
la
gente? a que dolores desconocidos
¿O
tormentos de esperanza lejana?
Aunque
eres reflexivo, Lidia, la carta.
En el
corte seco, dar la guardia,
15 y
en el momento de los hermosos años.
Da,
los momentos se regocijan y los recuerdos.
Ve
por el convoy negro y ven.
los
policías encapuchados de negro
com'ombre;
una linterna tenue
20
han, y clubes de hierro: y hierro
Los
frenos tentados hacen un lúgubre.
Rintocco
largo: básico para el alma.
Un
eco de aburridas respuestas.
Doloroso,
qué espasmo parece.
25 Y
las puertas se cerraron de golpe.
indignaciones
paion: burla para el ultimo
sonidos
de apelación rápida:
La
lluvia cae sobre el vaso.
Ya el
monstruo, consciente de su metal.
30 alma,
soplo, colapso, asa, llamas
barra
de ojos; enorme en la oscuridad
Tira
el silbato que desafía al espacio.
Ve al
monstruo impío; con horrible remolque
golpeando
las alas de mis santos portas.
35
Ah, la cara blanca es el hermoso velo.
saludando
la oscuridad desaparece.
O
dulce rostro de palidez rosada,
Ojos
estrellados de paz, o sinceros.
Entre
rizos rizados floridos en arco.
40
cara pura con un acto dulce!
Fremea
la vida en el aire tibio,
el
verano se estremece cuando me entregan;
y el
joven sol de junio
le
gustaba besar alegremente
45
entre los reflejos del castaño.
La
mejilla suave: como un halo.
mis
sueños son mas hermosos que el sol
Ricingean
la persona amable.
En la
lluvia, entre la bruma.
50
Vuelvo ahora, y me gustaría confundirlos;
Me
tambaleo como soy y lo sé.
por
lo tanto yo tampoco era un fantasma.
Oh
qué caída de hojas, frío,
Continúa,
silencioso, pesado, en el alma!
55
Creo que solo, que eterno,
Que
para todo el mundo es noviembre.
Mejor
para aquellos que perdieron su sentido de ser,
mejor
esta sombra, esta neblina
Quiero
querer acostarme
60 en
un tedio que dura infinito.
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