lunes, 22 de julio de 2019

POEMAS DE GIOSUÈ CARDUCCI


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(27 de julio de 1835, Pietrasanta, Italia - 16 de febrero de 1907, Bolonia, Italia)

El soneto


Dante le dio del serafín el vuelo
circundado de azules y de oros;
en manantial de rimas y de lloros
diole Petrarca el corazón en duelo.

Del venosino y del mantuano suelo,
la musa tiburtina los decoros
diole al Tasso; yen déspotas desdoros
Alfieri lo clavó como escalpelo.

Fóscolo, el trino de los ruiseñores
y del nativo acanto los primores
le dio bajo los jónicos cipreses.

Último yo -no sexto- vuelo y llanto,
arte, hálitos, iras, en él canto,
y lo elevo a los Manes como preces.

Versión de Carlos López Narváez

La niebla de cuellos rizados...


La niebla de cuellos rizados
se levanta como la lluvia.
El mar aúlla y palidece
bajo el efecto del mistral.
Pero en los caminos de la aldea,
unas cubas en fermentación
el áspero olor de los vinos
regocija el corazón.

Sobre los leños candentes,
el asador gira crepitando,
el cazador silba
y desde el umbral de su puerta, observa
entre las nubes plomizas
el vuelo de unos pájaros oscuros
que migran en el crepúsculo,
como pensamientos desterrados.


La princesa de Lamballe


Por la natal Saboya, enhiesta y fría,
ríos que lloran, gemebundo viento;
de hierros y furores sordo acento:
Madame de Lamballe en la Abadía.

Los cabellos, nó más -oro y argento-
cubren su desnudez sobre la vía;
y el cuerpo, tibio aún, palpa y espía
feroz sicario de mirar sangriento.

Fina la piel, del lirio la blancura
tiene el cuello, y una risa que perdura
agoniza en la dulce boca inerte.

Ojos marinos, bucles que despeina
el viento: Id al Temple y a la Reina
dadle los buenos-días de la muerte.

Versión de Carlos López Narváez

Mediodía alpino


En el círculo de los Alpes
sobre el granítico retorcido y desangrado
entre las nieves candescentes
reina parado
intenso e infinito en su amplio silencio el mediodía.
Pinos y abetos blancos
sin el aliento de los vientos
se elevan al sol que sereno los mira
y un pájaro canta
con frágiles sonidos de lira
el agua que lentamente entre las rocas camina.

Versión de María Dolores Sartorio

Mors


Cuando a nuestros hogares la diosa severa desciende,
se oye de lejos el rumor de sus alas.

La sombra que proyecta cuando gélida, avanza,
difunde en torno lúgubres silencios.

Su cabeza los hombres inclinan cuando ella ha llegado;
los femeninos pechos tiemblan de anhelo.

Así en los altos bosques, cuando julio condensa huracanes,
ni un soplo corre por las verdosas cumbres;

como inmóviles, yertos, deja el escalofrío a los bosques;
sólo se escucha al río que gime ronco.

Entra ella, y pasa, y toca; sin volverse siquiera, derriba
los arbolitos, de su frescor gozosos;

siega la rubia espiga, y arranca también los agraces;
llévase esposas, llévase las doncellas

galanas y los niños; éstos tienden sus brazos de rosa
hacia el sol, bajo el ala negra, y sonríen.

¡Triste el hogar en donde, frente a rostros de padres dolientes,
pálida diosa, vidas nuevas apagas!

Dentro de sus paredes, risas y voces festivas no se oyen,
ni bisbiseos, como en nidos de mayo.

No se oyen los rumores de los años que crecen alegres,
ni de amor cuitas, ni las danzas de boda.

Allí los que perviven, en la sombra envejecen, atentos
siempre a tus pasos; siempre, ¡oh diosa!, esperándote.

Versión de Amando Lázaro

Odio la poesía al uso...


"Odio la poesía al uso; brinda,
fácil, al vulgo sus costados lacios;
alárgase entre abrazos rutinarios,
lánguida, y duerme.


Viva la estrofa quiero yo, que al ritmo
de pies y palmas en los coros salte;
su ala yo atrapo al vuelo, y ella, indómita,
niégase y lucha".

Versión de Carlos López Narváez

Panteismo


No os lo diré jamás, claras estrellas;
ni a ti lo diré nunca, sol fulgente.
Su nombre, hermosa flor de cosas bellas,
en mi pecho ha sonado solamente.

Las estrellas no obstante, en sus reflejos,
mi secreto se cuentan, una a una;
por eso, puesto el sol, sonríen lejos
en todos sus coloquios con la luna.

Y una flor a otra flor con voz secreta
lo murmura en los cármenes risueños;
las aves cantan al pasar: «Poeta,
el amor te ha enseñado dulces sueños».

Nunca dije el secreto de mi vida,
mas divino fragor el hombre clama;
y entre efluvios de acacia florecida
el gran todo murmura: «Ella te ama».

Versión de Ismael Enrique Arciniegas

Preludio


Odio la usada poesía: al vulgo
los flancos cede, y sin temblor de anhelo,
y sin vibrar bajo habitual abrazo
                     tiéndese y duerme.

Dame la estrofa que el aplauso excite,
rítmico el pie con el compás del coro;
le cojo el ala cuando rauda vuela,
                     vuélvese y lucha.

Tal entre brazos de amador silvano
ninfa se tuerce en el Edón nevoso:
bellos encantos de su pecho entonces
                      saltan opresos.

Besos y gritos en la ardiente boca
mézclanse; ríe la marmórea frente
al sol, y en ondas los cabellos libres
                      tiemblan al aire.

Versión de Ismael Enrique Arciniegas

A Satanás


Para ti, de ser
Principio inmenso,
Materia y espíritu,
Razón y sentido
Mientras en las gafas
Destellos de vin
Si como el alma
Ni el alumno;
Mientras ellos sonríen
La tierra y el sol
Y se corresponden
En palabras de amor,
Y corre una emoción
De himen arcano
Desde las montañas y palpitates.
Según el plan;
A ti dysfrenase
El verso audaz,
Te invoco, o Satanás,
Rey del banquete.
Por el aspersorio,
Sacerdote, y tu metro!
No sacerdote satanás
¡No vuelvas!
Ver: óxido
Cabalgué a michele
El místico brando,
Y los fieles
Arcángel arrancó
Él cae en el compartimiento.
Rayo esta congelado
A Jehová en su mano.
Meteoritos pálidos,
Planetas fuera,
Los angeles estan lloviendo
De los firmamentos.
Ne el asunto
Quien nunca duerme,
Rey de los fenómenos,
Rey de las formas,
Sol vive Satanás.
Ei tien el imperio
En el relámpago tembloroso.
De un ojo negro,
O ver que lánguido
Escapar y resistir,
Od agrio y mojado
Pròvochi, insisten.
Brilla de los racimos
En sangre feliz,
Así que el rápido
La alegría no languidece,
Que fugaz
La vida restaura,
Que el dolor se extiende,
Qué amor que lleva.
Ustedes, oh Satanás,
En mi verso
Si desde el sen rompeme
Desafiando al dios
De pontífice,
De los reyes sangrientos;
Y como un rayo
Sacude tus mentes.
A ti, Agramainio,
Adonis, Astarte,
Y canicas vividas
Y lonas y papeles,
Cuando la ionica
Auras serenas
El venus era bueno
Anadiomene.
A ti del libano
Plantas de fremea,
De dell'Alma Cipride
Amante resucitado
A ti ferveano
Los bailes y coros,
A ti las comas
Amores sinceros,
Entre los odoríferos
Palms d'Idume,
Donde estan blancos
Polvos de espuma.
Que bárbaro
El nazareno
Furor de Agapi
Del ritual obsceno.
Con antorcha sagrada
Los templos para ti
Y los signos plateados.
Dispersos en el suelo?
Te recibió un refugiado
Entre los dioses lari
La memoria plebeya.
Ne las masias.
Asi que un femineo
Sen palpitante
Empiendo, ferviente
Nume y amante,
La bruja pálida
De cuidado eterno
Ven a ayudar
La naturaleza egra.
Tu al ojo inmovil
Del alquimista,
Tu de indocile
Mago de la vista,
Del tórpido claustro
Más allá de las puertas,
Revelar el brillo
Nuevos cielos
A la Tebaide
Haces cosas
Huyendo, el monje
Triste s'ascose
O desde tu canal
Alma dividida,
Benigno es Satanás;
Aquí está Eloisa.
En van te maceras
El lote amargo:
El verso y los murmullos.
Di Maro y Flacco
Entre los davídicos
Nenia y llorando;
Y, formas delfficas,
A ti adios
Rosee lo horroriza
Empresa negra,
Mena Licoride,
Mena Glicera.
Pero de otras imagenes
Mas bella edad
Talor está poblado.
La célula sin dormir.
Ei, de las paginas
De livio, ardiente
Tribunas, cónsules,
Multitudes temblorosas
Despertar; y fantástico
De orgullo italiano
Tú empujas, oh monje,
En el capitolio
Y tu, el rabioso
Rogo no strusse,
Voces fatídicas,
Wicleff y Husse,
En el aura el policía.
El grito envía:
El siglo se renueva,
El etate está lleno.
Y ya temblando
Mitre y coronas:
Del claustro gruñe.
La rebelión,
Y pugna y prèdica
Bajo la estola
Di Fra Girolamo
Savonarola ..
Tiró su sotana
Martín Lutero;
Tira tus restricciones,
Uman pensó,
Y brillo y relámpago.
De llamas rodeadas;
La materia, levantada;
Satanás ha ganado.
Una bella y horrible
Se lanza el monstruo,
Los océanos están corriendo,
La tierra corre:
Corusco y fumido
Como volcanes,
Las montañas exceden,
Devora los planes;
Vuela sobre los abismos;
Luego se esconde
Para cavernas desconocidas,
En formas profundas;
Y sale; e indomable
Por lido en lido
Como turbinas
Envía su grito,
Como turbinas
La respiración se propaga:
Pases, pueblos,
Satanás el grande.
Pase beneficioso
En el sitio
Sobre lo insondable
Carro del fuego.
Salud, o Satanás,
Oh rebelión,
O fuerza vindice
De la razón!
Sagrados para ti ellos ascienden
Incienso y votos!
Has ganado a Jehová
De los sacerdotes.

En la estación en una mañana de otoño


Oh, esas linternas mientras se persiguen entre sí.
perezoso detrás de los árboles,
en las ramas chorreando lluvia
¡Bostezando la luz sobre el barro!
5 Fugaces, agudos, silbidos agudos.
El vapor de cerca. plomizo
El cielo y la mañana de otoño.
como un gran fantasma a tu alrededor.
A dónde y a qué mueven esto, lo que acelera.
10 a 'vagones de fóschi, subidos y tácitos.
la gente? a que dolores desconocidos
¿O tormentos de esperanza lejana?
Aunque eres reflexivo, Lidia, la carta.
En el corte seco, dar la guardia,
15 y en el momento de los hermosos años.
Da, los momentos se regocijan y los recuerdos.
Ve por el convoy negro y ven.
los policías encapuchados de negro
com'ombre; una linterna tenue
20 han, y clubes de hierro: y hierro
Los frenos tentados hacen un lúgubre.
Rintocco largo: básico para el alma.
Un eco de aburridas respuestas.
Doloroso, qué espasmo parece.
25 Y las puertas se cerraron de golpe.
indignaciones paion: burla para el ultimo
sonidos de apelación rápida:
La lluvia cae sobre el vaso.
Ya el monstruo, consciente de su metal.
30 alma, soplo, colapso, asa, llamas
barra de ojos; enorme en la oscuridad
Tira el silbato que desafía al espacio.
Ve al monstruo impío; con horrible remolque
golpeando las alas de mis santos portas.
35 Ah, la cara blanca es el hermoso velo.
saludando la oscuridad desaparece.
O dulce rostro de palidez rosada,
Ojos estrellados de paz, o sinceros.
Entre rizos rizados floridos en arco.
40 cara pura con un acto dulce!
Fremea la vida en el aire tibio,
el verano se estremece cuando me entregan;
y el joven sol de junio
le gustaba besar alegremente
45 entre los reflejos del castaño.
La mejilla suave: como un halo.
mis sueños son mas hermosos que el sol
Ricingean la persona amable.
En la lluvia, entre la bruma.
50 Vuelvo ahora, y me gustaría confundirlos;
Me tambaleo como soy y lo sé.
por lo tanto yo tampoco era un fantasma.
Oh qué caída de hojas, frío,
Continúa, silencioso, pesado, en el alma!
55 Creo que solo, que eterno,
Que para todo el mundo es noviembre.
Mejor para aquellos que perdieron su sentido de ser,
mejor esta sombra, esta neblina
Quiero querer acostarme
60 en un tedio que dura infinito.

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