domingo, 14 de julio de 2019

POEMAS DE MAXINE KUMIN


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Poema de cumpleaños

Nazco en mi casa,
la menor de cuatro hijos.
El doctor me trae tal cual lo prometió
en su bolso de cuero negro de motociclista.

Va sacándome por partes
primero asegura los miembros y el torso
y después, del torso hasta la base del cuello.
Abre el ombligo de mamá
y me mete, de cabeza.

Nado por el canal alimentario hacia arriba
con el mentón apuntando para atrás,
paso por la boca y el agujero de la nariz
y en la cima de la cabeza golpeo
para que me deje salir
por la partecita sin pelo.

Hoy mi mamá cumple ochenta y dos
empulserada y empelucada, espléndida.
Tuvo que ir a buscarme cuatro veces al pozo
para tenerme.




El trabajo de la vida

Mi nena, mi mamá,
me acuerdo de esta escena:
recién salida del Conservatorio
a los dieciocho una experta en Bach
de blusa almidonada
suplicando permiso para ir de gira
con el violinista virtuoso al que nunca
ibas a poder acompañar y él, que
arrojaba su música desde el arco
por la colofonia,
pelando línea tras línea
como notas de gracia en clave de sol
mientras mi abuelo
ese hombre respetable al que no conocí
con un pañuelo te limpiaba la boca
diciéndote no hija mía
y te desabrochaba el relicario de oro
que usabas sin foto alguna
y toda la casa alemana de la calle 15
se acomodaba a la cadencia…

A los dieciocho yo quería ser nadadora.
El pelo largo me chorreaba encima de la cena
servida en plato chino.
Con los dedos arrugados por el entrenamiento nocturno
como pasas rubias Sunsweet,
mi boca masticaba pero yo seguía haciendo largos.
Entraba en el agua como un cuchillo.
Toda músculos y siete puertas.
Una rana en el borde.
El rey de las anguilas y señora.
Tragaba y rezaba
que me dejaran entrar en la Aquacade
y mi papi perfecto
el que te hizo fugarte
después de que al violinista se le
rompió el diapazón y perdió su causa
mi papi con la cara sucia de salsa
juraba sobre el estofado y las zanahorias
que yo no iba a llegar a nada
que a la pena iba a llegar …

Bien, los padres de mano dura están muertos
y no llegué a la pena.
En vez de eso llegué a las palabras
para contar el cuentito que quedó:
Siguen siendo las medianoches de mi infancia.
Las escaleras vuelven a hablar bajo tus pies.
Las puertas pesadas del salón se cierran
y  “Claro de luna”  hace pucheros,
simple como el tictac del reloj en un aula,
desde las teclas obedientes.
Y de la Canción de amor de Debussy, lo que
oigo más nítido es la resonancia
seca de tus uñas largas al golpearlas.


Natación matutina

A la cabeza vacía me viene una
playa de algodón, un muelle desde donde

me ponía en marcha, aceitada y desnuda,
a través de la niebla, en la soledad fría.

No había línea, ni suelo ni techo
para distinguir el agua del aire.

La niebla de la noche, espesa como felpa,
me rodeaba en su profusión enmarañada.

Yo colgaba mi bata de dos ganchos.
Y sostenía el lago entre las piernas.

Invadida e invasora. Iba por encima
de ese cielo chato.

Los peces se movían debajo de mí, rápidos y sumisos.
Entonaban mi nombre en su zona verde.

Y al ritmo de la brazada
tarareaba en dos por cuatro un himno lento.

Tarareaba “Quédate conmigo”. El ritmo
subía con cada azote delicado de mi pie.

Subía en las burbujas oblicuas que
soltaba, y que trepaban por mi boca.

Mis huesos se tomaban el agua: el agua que caía
por todas mis compuertas. Yo era el manantial

que alimentaba el lago que se reunía con el mar
por el que iba cantando “Quédate conmigo”.

Apetito

Me como estas
frambuesas rojas silvestres
todavía tibias por el sol
y con un leve olor a balsamina
en memoria de mi padre

que se ponía la servilleta
bajo la barbilla y se inclinaba
sobre un bol de siderita
bañado en el jugo
de los granos brillantes

mi padre
con el suspiro de un hombre
que todo lo vio y fue redimido
decía una y otra vez
levantando la cuchara:

los hombres matan por esto.

Nuestra estadía en tierra va a ser breve

Las luces azules de aterrizaje le hacen
agujeros de clavos a la oscuridad.
Cae una nieve fina.
Nos posamos
en la pista a recoger
la correspondencia, la carga rápida,
bandejas de ratones de laboratorio,
café y masitas
para los pasajeros.

Vayamos donde vayamos
es lunes a la mañana.
Vengamos de donde vengamos
es el regazo de mamá.
Arriba, entre el montón de nubes,
dispersas como semillas
de chirivía o de apio, están
las almas de los no-nacidos:

Los hijos de los hijos de mis
hijos y los de su papá.
Vamos tomando velocidad para el último recorrido
y despegamos bajo la tormenta.

Marmotas

Gasear las marmotas no resultó bien.
La bomba eliminatoria de la alimentación y el intercambio de granos
Apareció como misericordioso, rápido en el hueso.
y el caso que tuvimos contra ellos fue hermético,
Ambas salidas están calzadas con el pudín,
pero tenían un sub-sub-sótano fuera de rango.

A la mañana siguiente volvieron a aparecer, no peor.
Por el cianuro que nosotros por nuestros cigarrillos.
y la tienda estatal Scotch, todos nosotros hasta el principio.
Bajaron las caléndulas como cuestión de rutina.
y luego se hizo cargo de la parcela de verduras
pellizcando los brotes de brócoli, decapitando las zanahorias.

La comida de nuestra boca, dije, justamente emocionante.
a la sensación del .22, las narices pulcras de las balas.
Yo, un pacifista vencido, caído en desgracia.
inflado con piedades darwinianas por matar,
Ahora dibujaba una cuenta en el rostro de la pequeña marmota.
Él murió en las rosas eternas.

Diez minutos después dejé caer a la madre. Ella
Flipflop en el aire y cayó, sus dientes de aguja
Todavía enganchado en una hoja de la primera acelga suiza.
Otro bebé al lado. O uno-dos-tres
El asesino dentro de mí se levantó con fuerza.
El asesino hawkeye entró en el escenario de inmediato.

Hay un chuck izquierda. Viejo astuto, él guarda
Yo amartillado y listo día tras día tras día.
Toda la noche cazo su forma jorobada. yo sueño
Veo a lo largo del barril en mi sueño.
Si solo hubieran consentido en morir sin ser vistos.
gaseada bajo tierra a la manera nazi tranquila.

El ermitaño sube ático

Hasta el ático, Lucas Harrison, Dios descansa.
Sus huesos frugales, una vez guardaron una cuenta ordenada.
por cuchillo de alguna cosecha desaparecida.
La madera era nueva. El terreno de juego se redujo a contundente.
El año: 1811, la puntuación: 10, la esculpió.
en el centro de la viga para representar
Sus amores, palizas, pérdidas, horas, o tal vez.
Los carniceros que le pusieron fuerza en la espalda y murieron de hambre.
Las ardillas rojas suben cada árbol cosechado.
1812 corrió mejor. Si se tratara de fanáticos, se arriesgó,
Él habría puesto a sus hijos a rastrillarlos hasta el tobillo
para pasar el invierno, para quitarse las cáscaras
mientras que abajo bajó su sueño para dormir.

Para 1816, cualquiera que sea el cultivo se agriará.
Tres recortes cortados por el cuchillo son todos
En un polvo de moscas muertas y polvo de madera pálido como la harina.
La muerte, si llegó entonces, se ha vuelto seca y pequeña.

Pero el ermitaño hace esto. Nada se sabe
Debajo de esta quilla de tejados con vetas de castaño.
costillas Hasta el ático siempre oye los fantasmas.
de los grandes árboles de Lucas Harrison se quejan
rozándose contra sus clavijas embutidas,
una mujer en el parto lanzando de lado a lado
Hasta que la cabeza mojada se corona entre sus piernas.
otra vez, y otra vez ella llevará a su hombre a horcajadas
y de la pelea de los hijos él manejará como bueyes
apretado en el bloque y aparejo, batido a la traza,
suben estos corpulentos mástiles, estas cruces rotas
de su crecimiento y abotonados en su lugar.

Lo que sea que sea ahora es una camada de conchas.
Incluso al mediodía, la bóveda del ático es tenue.
El ermitaño talla su propio nombre en el alféizar.
que alguien después hará un balance de él.

Donde yo vivo

es vertical:
jardín, estanque, cuesta arriba

pastizal, corrida en el cobertizo.
A través de los pinos, calabaza cresta.

Dos vueltas hacia abajo
Torre de la iglesia, escupida de la ciudad.

Donde subo yo inspecciono
los guisantes, cadetes erectos

en hileras de lima,
escuchar golpes de martillo

como pileateds peck
la podredumbre de hickories shagbark

agrandando el último
nidos de pterodactyl del año.

Erratas de granito
jorobado como osos

salpicar el pasto más exterior
donde en hierba alta

coágulos de excremento ovoide
Butternut tamaño, lechoso marrón

anunciar nuestro medio crecido
alce acolchado pasado

en el bosque
Para picar los brotes de haya.
                  
Wake-Robin Trillium
en tono bajo. Violetas,

Mares sin salida al mar en los que nado.
Solía ​​recoger ramos

para ella, los enmarcó              
con hojas. Schmutzige

ella dijo, abrazándome
para fregar mi cara rayada.

Casi desde aquí me toco
la muerte de mi madre

Purgatorio

Y supongamos que los queridos llegan a Mantua,
Supongamos que engañan a la cripta, ¿y ahora qué? Empezar
Con él, sin afeitar. Aunque no, te concedo, un
gallo desagradable, hay yema de huevo en su barbilla.
La aleta de su túnica de mala muerte, tiene el reum.
Pobre querida, la manteca de cocinar ha fumado su ojo.
Otro montague esta en el vientre
Aunque el trasero del primer bebé aún no está seco.
Ella desplaza una carta semanal a su enfermera
que se atreve a enviar una bata a través de Balthasar,
y una vez al mes, su padre coloca un bolso.
Noticias de Verona? Siempre noticias de guerra.
  ¡Qué años tan amargos lleva corregir este error!
  El quinto acto corre desmesuradamente largo.


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