Recomendaciones
Cuida tu boíso y el celular,
cuida tu cadena de oro
y el dije de la Virgen del Kilo.
Cuida mejor todavía
la puntería y el pulso
de tu mano derecha.
Cuida el motor y el acelerador,
las gafas oscuras,
la chapa con el nombre nuevo.
Cuida el chaleco protector.
Y no olvides nunca,
pero nunca
llevar municiones de repuesto
y una bala lista
en el cargador.
El herido
En la policlínica
yo soy el que ordeno, señor.
Dijo el médico residente.
En el barrio mando yo,
dijo el hombre que acompaña
al herido moribundo.
Y como yo traje a este man
que se le va la maldita vida,
usted, señor doctor,
se pone las pilas o se muere.
Dígale a sus enfermeras
que consigan una pieza
y le pongan los cuidados,
el oxígeno, los vendajes
y la inyección que necesite.
Muévase doctor.
Así señaló
con la punta de una pistola,
mientras el hombre moría
por tantas balas en el cuerpo
recibidas, alojadas.
E! médico de urgencia
llevó al herido en una camilla
hasta el quirófano
seguido por una pistola
y un malevo que la portaba.
Pero ni la pistola
ni los médicos lo pudieron salvar.
Tomado de:
http://www.antoniomiranda.com.br/iberoamerica/colombia/jaime_jaramillo_panesso.html
La novia del malevo maldadoso
tiene pinta distinguida:
usa ropa de marca con marquilla
en el orillo de la falda,
en la suela del zapato plataforma,
en el borde del corpiño,
en el filo del pintalabios
y en el fondo de un frasquito
aterciopelado donde duermen
las gotas de un perfume
traído de Miami o Panamá.
La novia del malevo
sabe que no puede cambiar
de reloj, porque pierde
la hora del compromiso,
el minuto del arranque,
el segundo, el instante que ordena
la llegada o la salida a dar una vuelta
por la otra ciudad.
La novia del malevo
también es maldadosa.
Y si muere por bacana,
no es por ser mujer,
sino por cambiar de cama.
Y de canana
tanguito para malevo
Malevo tira al blanco
como ninguno,
y en cada tiro pone
su corazón.
Al cabo de algún tiempo
su voz se agrieta,
cuando se pone triste
sin un amor.
Tal vez allá en la infancia
siempre dormía
como una hormiga sola
en un rincón.
Malevo canta un tango
sin conocerlo.
Malevo tiene pena
y chupa sacol
indagatoria a un malevo
A mí me llaman La Pulga,
señor juez,
pero mi nombre de pila,
el nombre verdadero lo sabe mi mamá,
porque ella tiene el papel
de la notaría cuando nací.
Eso hace muchos años,
como veinte.
Estudié la primaria
en la escuela del barrio,
pero no terminé
porque tuve que trabajar
para mis hermanitos menores.
Entonces aprendí a lavar buses
en la terminal de Castilla.
Ahí conocí a ese muchacho Rober,
el que capturaron conmigo.
Nada malo hicimos,
señor Juez.
Nosotros estábamos tomando una frescola
en el café La Bola Roja
cuando llegaron unos tipos
a preguntar por un tal Memín.
Cuando salimos
el muerto estaba ahí.
Yo sí lo vi,
pero no lo conocía.
Después llegó la policía
Rober y yo nos fuimos a dormir
y en el camino
nos alcanzaron dos amigos
que trabajan en el lavadero.
Les guardamos un fierro que traían.
Ellos iban para una rumba
donde una madrina
que cumplía años en el Pedregal.
Al entrar a la casa
nos cayó la policía,
nos decomisaron la pistola
y nos trajeron al calabozo
de la Sijin.
Y ahora nos dicen
que ese fierro es de nosotros,
y el muerto también.
Yo soy lavador de carros,
señor juez,
y nunca aprendí a disparar.
Pregúntele a mi mamá
Tomado de:
https://public-digitaliapublishing-com.ezproxy.biblored.gov.co/viewepub/?id=49768
Guayaquil
Si vos estás en una esquina
y ves pasar gente con andar
rápido al amanecer
que se detiene por un jugo de naranja
con huevo crudo para sorber
si vos estás en la acera
y el silencio camina bullicioso
con los tacones de las obreras
que pasan con paquetes desayunos
envueltos en plásticos de retal
si vos ves toda esa película
que se va disolviendo
en la mitad de la mañana
no hay duda
andás por los lados de
San Antonio y Guayaquil
luego llegarán carritos de madera
zorreros con bocachicos al detal
y otros con avena caleña
Y las frituras para quienes
sólo una vez al día pueden comer
saldrán las mujeres con arrugadas batas
en fresca minifalda de satín
a tomar el sol gratuito aún
de la mañana municipal
si vos estás en otra esquina
parado a lo bacán
alguien por disimular
te pedirá un pielroja
por señas y vos caramba
te habrás dado cuenta
que estás en el corazón de la ciudad
Jaime Jaramillo Panesso, Medellín 1938
Tomado de:
https://poesiainnecesaria.wordpress.com/tag/jaime-jaramillo-panesso/
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