Canción de los Rebeldes:
Nos levantamos, volvimos jóvenes vigorosos
Nos levantamos, volvimos nosotros los rebeldes
A redimir nuestra tierra, en la tempestad y en la guerra
Abrazamos nuestra heredad con mano levantada.
En sangre y en fuego cayó Judea
En sangre y en fuego se levantará.
Guerra por la libertad, guerra por la tierra
Y si muere la libertad viva la venganza.
Si no hay justicia en la tierra, que la espada juzgue
Y si caemos en la arena, no renunciamos a nuestro derecho.
Canto al hierro
Canto al hierro, al hierro mudo
Que detiene y protege, que rechaza y venga.
Cuando el mundo está cubierto por la oscuridad
El hierro da seguridad
En el hierro hay consuelo
La tierra es para nosotros roca
Y todos nuestros caminos están cerrados
Con alambre de púa.
El aire está cargado de plomo
No se puede respirar ni se puede vomitar
No hay verdad, ni justicia, ni piedad,
Sólo fuerza. No hay refugio,
Canto al hierro, al hierro mudo
Si nuestros enemigos son hierro
Con hierro los enfrentaremos
Si duro es el mundo,
Más duros seremos nosotros
Todos nosotros seremos hierro
Nuestra carne hierro, nuestros nervios hierro
Y un solo pensamiento en nuestros corazones
Rebelión.
Ultimo deseo
Si en mis vagancias en el extranjero
de repente caigo y me agoto,
llevad, hermanos míos, mis huesos
a la tierra de mis padres,
a la cima de la montaña
al lado de una aldea, mirando al este
dispongan el lugar para mi eterno reposo
Plantad allí palmeras y cultivad rosales
Poned un verde cerco de viñas salvajes,
Que allí vuelen aves y pequeños querubines,
Y que a escondidas mantengan amores.
Que sobre mi tumba se plante un sauce solitario
Del cual cuelgue un violín con cuerdas de oro,
Y cuando el viento agite las cuerdas
Se oigan mis nostalgias y mis quebrantos
Muchachos y muchachas, hijos de mis sueños
Vendrán y cantarán mis tristes canciones
Y en silencio colocarán sobre mi tumba
Hojas de laurel y flores perennes.
De noche, de noche con la tercera vigilia
Cuando un viento madrugador
Salga a pasear por las montañas
Subirá con él, volando, una voz silenciosa:
Mi alma, flotando sobre campos y aldeas
Vuela, extiende sus sueños sobre carpas tranquilas
Sobre almohadas donde aún duermen
Agitará el rocío las canciones
Con los últimos resplandores de las altas estrellas
Con los primeros cantos de los pájaros
Y cuando el clarín llame a la libertad y a la redención
Reinará el furor en la tierra y el ruido de los sables
Y todos los héroes judíos, que reposan bajo tierra
Se levantarán para luchar por la tierra de los padres
Entonces también yo tomaré rápido mi violín
Me cubriré con el fuego de mi ira
Y con mi cólera iré al combate.
Frente mío estará mi canto de libertad
Y le responderá el rugido de mis luchadores
La canción y la espada
El pueblo albano es libre con su rey en el trono
El pueblo grande de Israel es fugitivo en toda tierra
Lo seguirá siendo si no toma su destino en sus manos
Y si no triunfa en el combate, nunca será soberano.
¿Qué es lo que da independencia a un pueblo?
Primero: la fuerza de sus bellas canciones
Segundo: la fuerza de su ejército en el campo.
La canción y la espada. No hay una sin la otra.
Así apareció la poesía en todas las generaciones
El canto del divino Ibn Gvirol en España
Tenía sensación de dominio porque rigió la espada
Pero nosotros, sin majestad - perdimos la espada
¿Acaso se da la espada? La espada se toma
y sobre ella se santifica a todo joven del pueblo.
Si lo entendemos, gobernaremos y si no
Seremos molidos en el mortero del Islam
Soldados anónimos
Somos soldados anónimos, sin uniformes.
Alrededor nuestro el terror y la muerte
Todos estamos enrolados por toda la vida;
De las filas sólo la muerte libera
En días rojizos de sangre y asalto
En noches oscuras de desesperación
En pueblos y aldeas la bandera levantamos
Y ella dice: defensa y conquista
No nos moviliza el látigo cual a bandas de esclavos
Para derramar nuestra sangre en tierras extrañas
Nuestra voluntad: ser siempre hombres libres
Nuestro sueño: morir por nuestro pueblo.
En días rojizos de sangre y asalto…
Miles de obstáculos en todas partes
Puso el destino cruel en nuestro camino,
Pero enemigos, espías y cárceles
No podrán detener nuestra marcha.
En días rojizos de sangre y asalto…
Y si nosotros caemos, en calles o en casas
Nos enterrarán de noche, en silencio
Entonces vendrán otros millares
A defender y cuidar por la eternidad
En días rojizos de sangre y asalto…
Con lágrimas de madres que perdieron sus hijos
Y con la sangre de niños inocentes
Como cemento juntaremos los cadáveres -
Y levantaremos el edificio de la patria
En días rojizos de sangre y asalto
A nuestras hermanas en las filas
Tú eres la madre de la vida, la madre de la muerte.
Tú eres el amor y tú eres el odio
En días de lucha, en noches oscuras
Estás con nosotros en el peligro.
Venció el enemigo - tu espada vengará
Eres Judith, Yael, Sara
Inútil será la mano del verdugo
Su espalda perforará tu disparo secreto
Vive, aprende de la hija de Nili
Luchar y morir muerte heroica
Hiere al impío, mátale
Como a Holofernes y a Sisro
Para Yair la mujer era una luchadora más.
Tomado de:
https://www.raoulwallenberg.net/wp-content/files_mf/5222.pdf
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