lunes, 3 de abril de 2017

POEMAS DE ÁNGEL GUINDA

Resultado de imagen para ÁNGEL GUINDA
(España, 26 de agosto de 1948)

En respuesta a una joven



Con el paso de los años la paleta de Goya se vuelve más oscura.

Con el paso de los años uno comienza a arrojar lastre: pierde altura, 

oído, pelo, memoria, ímpetu y hasta las ganas de salir de viaje.

Con el paso de los años te haces menos suspicaz a todos y a casi todo,
nada te escandaliza, no esperas ningún milagro y sospechas que tú también morirás.

Con el paso de los años tienes cada vez menos sueño, más manías,
más decepciones y miedos.

Con el paso de los años todo se deteriora: el mundo se viene abajo.

Mas no te preocupes, esto sólo sucede con el paso de los años.


 
(de La llegada del mal tiempo)

CRUCIFIXIÓN



¡Hablo en nombre de aquellos cuya vida es una encrucijada!

En nombre de quienes sólo encuentran cruces a cada paso, espantapájaros en cruz, cruceiros en su peregrinación.

Hablo en nombre de los que a duras penas avanzan rebotando entre cruces, apartando cruces, esquivando tumbas, atropellados por cruces.

¡Mujeres y hombres sin voz con los brazos en cruz!

Cruces andantes por los campos baldíos.

¡Hablo en nombre de los crucificados!

¿Soy una ?

¡Soy la crucifixión!

¿Cómo permanecer con los brazos cruzados viendo rodar el mundo con tanta cruz a cuestas?

LOS CABALLOS




Sé que el vino conduce a la embriaguez
y sé que la poesía conduce a la pasión.
Salah ‘Abd al-Sabur



Retumban en mi calabozo pisadas avanzando, avanzando.

(Será el trotar de cascos de los caballos desbocados que son mis pensamientos abriéndose paso entre la lucidez, la hostilidad, el abarrotamiento.)

En ese calabozo hay tantos encuentros y abandonos; tanto fragor, turbiones, mundos; tantas riadas y avalanchas, que sus barrotes van a reventar la cabeza que es mi calabozo.

¿Adónde lleva el espanto a estos caballos?

¡Trotan y trotan caballos avanzando, avanzando hacia la lejanía; atados a sus sombras, sin un destino fijo, cegados por el sol!


¿SOY LA BALDOSA que se mueve de tanto ser pisada?

¡Soy el tragapatíbulos!

Una chimenea crece en cada uno de mis pies. ¡Camino a tientas en medio de revólveres!

El fanático degüella por la espalda a su rehén ante una cámara.

Soy el teléfono que cuelga de una mano del aire. ¡El resucitado que muere definitivamente!

Patrullas embriagadas de furor ejecutan la masacre en una aldea.

¡Caen de mis ojos rascacielos mojados!

Tras el eco vagabundo de los tiros de gracia, soy el reguero de sangre que busca por las calles un corazón que lo contenga.

Mi dolor se camufla en un cromlech, como fauces salvajes en el vientre abierto de la oveja agonizante.

(Estas imágenes corren despavoridas dentro de mi cabeza.)

LOS INMIGRANTES



Los inmigrantes caminan por las calles con mortajas al hombro, lápidas al hombro, cruces al hombro, lágrimas al hombro, corazones en las manos, el cielo sobre un desierto en su mirada. Con una familia y un país escondidos dentro de la cabeza.

Los inmigrantes tienen muchos hombros, muchos corazones, muchas manos, muchas piernas.

Entran en las tiendas, en los bancos, en los locutorios, en los bares: con fotografías enmarcadas bajo un brazo, con féretros bajo el otro brazo.

Nadie ve esas mortajas, esas lápidas, esas cruces, esas lágrimas, esos corazones, esas familias, esos países, esas fotografías, esos féretros, cielos ni desiertos.

No nos miran a los ojos: ¡saben que somos ciegos!


¡ENTRE QUITAMIEDOS de sangre el hombre de humo viaja a la velocidad del furor en un coche con neumáticos de alcohol, llantas de irritación y cafeína!

Desciende a tumba abierta un puerto. Esnifa con sus ojos grageas blancas por línea discontinua.

(Vientos gitanos barren tierras quemadas.)

El hombre de humo asciende otro puerto. Brama el motor, barritan los frenos. Claman sus mordajos a la copa de los árboles:

-¡La realidad mata! ¡Tumbad la realidad!

Ya en la cumbre, el hombre agobiado sale al zaguán del abismo, aparta nubes, vocifera en zigzag:

-¡Eh, vosotros, hipopótamos con frac; orangutanes con pajarita, hienas con tacones de aguja; tenias adictas a la codicia! ¡Sí, vosotros: acercaos más, más! ¡Me rajaré el vientre, desenrollaré mis intestinos, los enroscaré a vuestro cuello y os estrangularán como serpientes!

(Dándose cabezazos contra el aire, flota por el vacío el eco descomunal del luto.)

[ ]


Eras el mar abierto a la obsesión del faro. Una gota de sol congelada en la noche.

( )

Eres la mancha de agua en un relámpago de sombra. La estatua de aire sobre un pedestal de niebla.

CERCA DE LA LEJANÍA



Estoy lejos del tiempo, estoy en todo
lo que se va tragando el infinito;
pegado a ti: ¡estoy en lo que he escrito!,
libre de horror, afán, prisa, cruz, lodo.

Dentro del aire me desacomodo
y a la desolación me precipito:
mudo, sereno, intenso. (Me limito
a no ser más que un espectro beodo.)

No veo el horizonte, nada pienso.
¿Ruedo? ¡Floto!, invisible: por el mundo
de la ausencia, que nadie ha traducido.

Fuera de mí, a solas con lo inmenso:
en el descanso de lo más profundo,
en el olvido que es haber vivido.

ME HE FUMADO LA VIDA


 Me he fumado la vida
como el tiempo se me ha fumado a mí.
Mirad esta laringe, esta tráquea,
estos bronquios y pulmones
ametrallados por la nicotina.
He fumado los gases subterráneos
del Metro en sus andenes;
el aire de Madrid, sucio
como una traición a la luz más hermosa;
las nevadas del yeso en las pizarras,
la hoguera negra de los tubos de escape,
las hojas secas de la marihuana,
el asfalto, la niebla, la humedad,
la avellana tan blanda de los clítoris,
la espesa polvareda de lo siniestro
cuando huía de mi sombra,
y mi vida hecha polvo,
y el polvo que seré
bajo el árbol secreto de la muerte.

DESIERTO

  
Camino
sobre antorchas
de silencio.
Oigo sombras:
son los pasos del sol.

        

MORIR


 Morir es no volver a estar
-a la misma hora-
en los mismos lugares,
con las mismas personas.
No aparecer, cada mañana,
como esa gran luz nueva
disuelta entre las cosas;
dejar interrumpidos los trabajos,
los viajes en punto muerto.
Ajenos a los mares y a los astros.
Morir es estar quietos, sordos,
ciegos, mudos, desaparecidos,
desconectados de todos y de todo,
de nosotros también;
no regresar a casa nunca más.
No emitir ya señales,
recibirlas tampoco.
Morir es no volver.

                                             

 EL MAR


 Mi cabeza es un mar rodeado de montañas
donde ruge el silencio
y las nubes reposan como gaviotas muertas.
Mi cabeza es un mar entre andamios de niebla,
o la gran polvareda de las demoliciones.
Mi cabeza es un mar.
Un mar cuyas ventanas tiemblan como relámpagos
y en sus olas retumba el eco de los soles.
Mi cabeza es un mar de enrona y laberintos
donde agitan sus crines los caballos del aire.
Mi cabeza es un mar. Y en sus puertos en llamas
atracan los volcanes, los recuerdos zozobran.
Mi cabeza es el mar de las detonaciones,
los tambores de humo del adiós y sus ruinas.
Mi cabeza es un mar
o el libro de registro de los derrumbamientos,
los escombros del cielo, los tesoros perdidos.
Mi cabeza es un mar.
Mi cabeza es un mar de emboscadas y túneles,
avalanchas de luz y sed resquebrajada.
Conmoción de lo inmóvil, mi cabeza es un mar.
Mi cabeza es un mar en cuyo fondo claman
los suicidas del agua, los barcos y aviones
acribillados por el horizonte.
Mi cabeza es un mar y, en sus playas, los niños
juegan a ver caer caramelos de fuego
de las guerras de un mundo donde no está mi mundo.
Mi cabeza es el mar donde yo he naufragado.

  

NO


Soy un claro interior, el porvenir
de una puerta que siempre está atrancada,
la trampa de vivir y ver morir.

Contra la destrucción de la conciencia
bramo, reviento, clavo en Dios los codos.
Soy un zarpazo roto de paciencia.

Una luz que, arañando los escombros,
borra la niebla y sigue hacia adelante.
Un hombre con la sombra hasta los hombros.

Como hambre y bebo sed con todos
los condenados a escarbar la nada.
Esto no es un poema, es un desplante.

Profundamente grito un no rotundo.
Yo no quiero vivir en este mundo.

CAJAS


Lo diría una indígena y tendría razón.
“Ustedes tienen la vida organizada en cajas.
Nacen y les depositan en una cajita,
su casa es una caja, y las habitaciones
son cajas más pequeñas.
Suben a la casa en una caja,
bajan a la calle en una caja.
Viajan en una caja.
Duermen y hacen el amor sobre una caja.
A través de una caja ven el mundo.
Cambian de casa: lo meten todo en cajas.
Los Bancos y las Cajas hacen caja.
Y cuando mueren
les introducen también en una caja.”
Todo está hecho para que encajemos.
Nos encajan la vida.
Algunos no encajamos, y nos desencajamos.
                                             

ESCRIBIR



 Si me quitan la palabra escribiré con el silencio.
Si me quitan la luz escribiré en tinieblas.
Si pierdo la memoria me inventaré otro olvido.
Si detienen el sol, las nubes, los planetas,
me pondré a girar.
Si acallan la música cantaré sin voz.
Si queman el papel, si se secan las tintas,
si estallan las pantallas de  los ordenadores,
si derriban las tapias, escribiré en mi aliento.
Si apagan el fuego que me ilumina
escribiré en el humo.
Y cuando el humo no exista
escribiré en las miradas que nazcan sin mis ojos.
Si me quitan la vida escribiré con la muerte.

           

[DE NIÑO YO VEÍA EN ZARAGOZA…]


  
De niño yo veía en Zaragoza rinocerontes con  cabeza
de  hombre,  hombres con cabeza  de pistola, hombres
con cabeza de  falo,  hombres con cabeza  de  copón,
hombres  con  cabeza   de  mardano,  con  cabeza  de
buey,  de  jíbaro;   hombres  cabezones,  cabezudos,
hombres con la cabeza en los pies. Ovejas con cabeza
de  mujer,  mujeres con cabeza de cuna,  mujeres con
cabeza  de  cierva,  mujeres  con  cabeza  de  fogón,
mujeres con cabeza de basílica, con cabeza de virgen,
de  holocausto;  mujeres   con  cabeza   de   piedad,
mujeres    con    la   cabeza    entre   las   manos.
Manadas  de  mujeres  y  de  hombres  con  cabeza sin
ojos,  boca,  orejas,  nariz.  Hombres  y mujeres sin
cabeza. Y cabezas rodando por las calles.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario