(España, 26 de agosto de 1948)
En respuesta a una joven
Con el paso de los años la paleta de Goya se vuelve más oscura.
Con el paso de los años uno comienza a arrojar lastre: pierde altura,
oído,
pelo, memoria, ímpetu y hasta las ganas de salir de viaje.
Con el paso de los años te haces menos suspicaz a todos y a casi todo,
Con el paso de los años te haces menos suspicaz a todos y a casi todo,
nada te
escandaliza, no esperas ningún milagro y sospechas que tú también morirás.
Con el paso de los años tienes cada vez menos sueño, más manías,
Con el paso de los años tienes cada vez menos sueño, más manías,
más
decepciones y miedos.
Con el paso de los años todo se deteriora: el mundo se viene abajo.
Mas no te preocupes, esto sólo sucede con el paso de los años.
Con el paso de los años todo se deteriora: el mundo se viene abajo.
Mas no te preocupes, esto sólo sucede con el paso de los años.
(de La
llegada del mal tiempo)
CRUCIFIXIÓN
¡Hablo
en nombre de aquellos cuya vida es una encrucijada!
En
nombre de quienes sólo encuentran cruces a cada paso, espantapájaros en cruz,
cruceiros en su peregrinación.
Hablo
en nombre de los que a duras penas avanzan rebotando entre cruces, apartando
cruces, esquivando tumbas, atropellados por cruces.
¡Mujeres
y hombres sin voz con los brazos en cruz!
Cruces
andantes por los campos baldíos.
¡Hablo
en nombre de los crucificados!
¿Soy
una ┼?
¡Soy
la crucifixión!
¿Cómo
permanecer con los brazos cruzados viendo rodar el mundo con tanta cruz a
cuestas?
LOS CABALLOS
Sé
que el vino conduce a la embriaguez
y
sé que la poesía conduce a la pasión.
Salah
‘Abd al-Sabur
Retumban
en mi calabozo pisadas avanzando, avanzando.
(Será
el trotar de cascos de los caballos desbocados que son mis pensamientos
abriéndose paso entre la lucidez, la hostilidad, el abarrotamiento.)
En
ese calabozo hay tantos encuentros y abandonos; tanto fragor, turbiones,
mundos; tantas riadas y avalanchas, que sus barrotes van a reventar la cabeza
que es mi calabozo.
¿Adónde
lleva el espanto a estos caballos?
¡Trotan
y trotan caballos avanzando, avanzando hacia la lejanía; atados a sus sombras,
sin un destino fijo, cegados por el sol!
¿SOY LA BALDOSA que
se mueve de tanto ser pisada?
¡Soy
el tragapatíbulos!
Una
chimenea crece en cada uno de mis pies. ¡Camino a tientas en medio de
revólveres!
El
fanático degüella por la espalda a su rehén ante una cámara.
Soy
el teléfono que cuelga de una mano del aire. ¡El resucitado que muere
definitivamente!
Patrullas
embriagadas de furor ejecutan la masacre en una aldea.
¡Caen
de mis ojos rascacielos mojados!
Tras
el eco vagabundo de los tiros de gracia, soy el reguero de sangre que busca por
las calles un corazón que lo contenga.
Mi
dolor se camufla en un cromlech, como fauces salvajes en el vientre abierto de
la oveja agonizante.
(Estas
imágenes corren despavoridas dentro de mi cabeza.)
LOS INMIGRANTES
Los
inmigrantes caminan por las calles con mortajas al hombro, lápidas al hombro,
cruces al hombro, lágrimas al hombro, corazones en las manos, el cielo sobre un
desierto en su mirada. Con una familia y un país escondidos dentro de la
cabeza.
Los
inmigrantes tienen muchos hombros, muchos corazones, muchas manos, muchas
piernas.
Entran
en las tiendas, en los bancos, en los locutorios, en los bares: con fotografías
enmarcadas bajo un brazo, con féretros bajo el otro brazo.
Nadie
ve esas mortajas, esas lápidas, esas cruces, esas lágrimas, esos corazones,
esas familias, esos países, esas fotografías, esos féretros, cielos ni
desiertos.
No
nos miran a los ojos: ¡saben que somos ciegos!
¡ENTRE QUITAMIEDOS de
sangre el hombre de humo viaja a la velocidad del furor en un coche con
neumáticos de alcohol, llantas de irritación y cafeína!
Desciende
a tumba abierta un puerto. Esnifa con sus ojos grageas blancas por línea
discontinua.
(Vientos
gitanos barren tierras quemadas.)
El
hombre de humo asciende otro puerto. Brama el motor, barritan los frenos.
Claman sus mordajos a la copa de los árboles:
-¡La
realidad mata! ¡Tumbad la realidad!
Ya
en la cumbre, el hombre agobiado sale al zaguán del abismo, aparta nubes,
vocifera en zigzag:
-¡Eh,
vosotros, hipopótamos con frac; orangutanes con pajarita, hienas con tacones de
aguja; tenias adictas a la codicia! ¡Sí, vosotros: acercaos más, más! ¡Me
rajaré el vientre, desenrollaré mis intestinos, los enroscaré a vuestro cuello
y os estrangularán como serpientes!
(Dándose
cabezazos contra el aire, flota por el vacío el eco descomunal del luto.)
[ ]
Eras
el mar abierto a la obsesión del faro. Una
gota de sol congelada en la noche.
(
)
Eres la mancha de agua en un relámpago de
sombra. La estatua de aire sobre un pedestal de niebla.
CERCA DE LA LEJANÍA
Estoy
lejos del tiempo, estoy en todo
lo
que se va tragando el infinito;
pegado
a ti: ¡estoy en lo que he escrito!,
libre
de horror, afán, prisa, cruz, lodo.
Dentro
del aire me desacomodo
y
a la desolación me precipito:
mudo,
sereno, intenso. (Me limito
a
no ser más que un espectro beodo.)
No
veo el horizonte, nada pienso.
¿Ruedo?
¡Floto!, invisible: por el mundo
de
la ausencia, que nadie ha traducido.
Fuera
de mí, a solas con lo inmenso:
en
el descanso de lo más profundo,
en
el olvido que es haber vivido.
ME HE FUMADO LA VIDA
Me he
fumado la vida
como el
tiempo se me ha fumado a mí.
Mirad
esta laringe, esta tráquea,
estos
bronquios y pulmones
ametrallados
por la nicotina.
He fumado
los gases subterráneos
del Metro
en sus andenes;
el aire
de Madrid, sucio
como una
traición a la luz más hermosa;
las
nevadas del yeso en las pizarras,
la
hoguera negra de los tubos de escape,
las hojas
secas de la marihuana,
el
asfalto, la niebla, la humedad,
la
avellana tan blanda de los clítoris,
la espesa
polvareda de lo siniestro
cuando
huía de mi sombra,
y mi vida
hecha polvo,
y el
polvo que seré
bajo el
árbol secreto de la muerte.
DESIERTO
Camino
sobre
antorchas
de
silencio.
Oigo
sombras:
son los
pasos del sol.
MORIR
Morir es
no volver a estar
-a la
misma hora-
en los
mismos lugares,
con las
mismas personas.
No
aparecer, cada mañana,
como esa
gran luz nueva
disuelta
entre las cosas;
dejar
interrumpidos los trabajos,
los
viajes en punto muerto.
Ajenos a
los mares y a los astros.
Morir es
estar quietos, sordos,
ciegos,
mudos, desaparecidos,
desconectados
de todos y de todo,
de
nosotros también;
no
regresar a casa nunca más.
No emitir
ya señales,
recibirlas
tampoco.
Morir es
no volver.
EL MAR
Mi cabeza
es un mar rodeado de montañas
donde
ruge el silencio
y las
nubes reposan como gaviotas muertas.
Mi cabeza
es un mar entre andamios de niebla,
o la gran
polvareda de las demoliciones.
Mi cabeza
es un mar.
Un mar
cuyas ventanas tiemblan como relámpagos
y en sus
olas retumba el eco de los soles.
Mi cabeza
es un mar de enrona y laberintos
donde
agitan sus crines los caballos del aire.
Mi cabeza
es un mar. Y en sus puertos en llamas
atracan
los volcanes, los recuerdos zozobran.
Mi cabeza
es el mar de las detonaciones,
los
tambores de humo del adiós y sus ruinas.
Mi cabeza
es un mar
o el
libro de registro de los derrumbamientos,
los
escombros del cielo, los tesoros perdidos.
Mi cabeza
es un mar.
Mi cabeza
es un mar de emboscadas y túneles,
avalanchas
de luz y sed resquebrajada.
Conmoción
de lo inmóvil, mi cabeza es un mar.
Mi cabeza
es un mar en cuyo fondo claman
los
suicidas del agua, los barcos y aviones
acribillados
por el horizonte.
Mi cabeza
es un mar y, en sus playas, los niños
juegan a
ver caer caramelos de fuego
de las
guerras de un mundo donde no está mi mundo.
Mi cabeza
es el mar donde yo he naufragado.
NO
Soy un
claro interior, el porvenir
de una
puerta que siempre está atrancada,
la trampa
de vivir y ver morir.
Contra la
destrucción de la conciencia
bramo,
reviento, clavo en Dios los codos.
Soy un
zarpazo roto de paciencia.
Una luz
que, arañando los escombros,
borra la
niebla y sigue hacia adelante.
Un hombre
con la sombra hasta los hombros.
Como
hambre y bebo sed con todos
los
condenados a escarbar la nada.
Esto no
es un poema, es un desplante.
Profundamente
grito un no rotundo.
Yo no
quiero vivir en este mundo.
CAJAS
Lo diría
una indígena y tendría razón.
“Ustedes
tienen la vida organizada en cajas.
Nacen y
les depositan en una cajita,
su casa
es una caja, y las habitaciones
son cajas
más pequeñas.
Suben a
la casa en una caja,
bajan a
la calle en una caja.
Viajan en
una caja.
Duermen y
hacen el amor sobre una caja.
A través
de una caja ven el mundo.
Cambian
de casa: lo meten todo en cajas.
Los
Bancos y las Cajas hacen caja.
Y cuando
mueren
les
introducen también en una caja.”
Todo está
hecho para que encajemos.
Nos
encajan la vida.
Algunos
no encajamos, y nos desencajamos.
ESCRIBIR
Si me
quitan la palabra escribiré con el silencio.
Si me
quitan la luz escribiré en tinieblas.
Si pierdo
la memoria me inventaré otro olvido.
Si
detienen el sol, las nubes, los planetas,
me pondré
a girar.
Si
acallan la música cantaré sin voz.
Si queman
el papel, si se secan las tintas,
si
estallan las pantallas de los
ordenadores,
si
derriban las tapias, escribiré en mi aliento.
Si apagan
el fuego que me ilumina
escribiré
en el humo.
Y cuando
el humo no exista
escribiré
en las miradas que nazcan sin mis ojos.
Si me
quitan la vida escribiré con la muerte.
[DE NIÑO YO VEÍA EN ZARAGOZA…]
De niño
yo veía en Zaragoza rinocerontes con
cabeza
de hombre,
hombres con cabeza de pistola,
hombres
con
cabeza de falo, hombres con cabeza de
copón,
hombres con
cabeza de mardano,
con cabeza de
buey, de
jíbaro; hombres cabezones,
cabezudos,
hombres
con la cabeza en los pies. Ovejas con cabeza
de mujer,
mujeres con cabeza de cuna,
mujeres con
cabeza de
cierva, mujeres con
cabeza de fogón,
mujeres
con cabeza de basílica, con cabeza de virgen,
de holocausto;
mujeres con cabeza
de piedad,
mujeres con
la cabeza entre
las manos.
Manadas de
mujeres y de
hombres con cabeza sin
ojos, boca,
orejas, nariz. Hombres
y mujeres sin
cabeza. Y
cabezas rodando por las calles.
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