martes, 15 de agosto de 2017

POEMAS DE KIKI DIMOULÁ

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(6 de junio de 1931, Atenas, Grecia)

Entrevista

Naturalmente que sueño
¿Vive alguien con un escueto salario?
¿Con qué frecuencia?
Cada que con tanta frecuencia todos abandonan.

¿Influyen sus sueños en los ausentes?
Claro. Lo piensan bien de nuevo
y acaso todos se arrepienten definitivamente.

¿Es libre la entrada?
No totalmente. Le pido al sueño su permiso
antes de tener esperanza. En general me lo da
con algunas severas indicaciones.
Que crea sin tocar
que para nada hable al humo
porque es sonámbulo y se caerá
que sólo con la mirada deje
en la percha mi demanda
que acepte todo lo que me da
aunque no tenga ninguna semejanza
con lo que dibuja mi llamado
–la volverá a encontrar apenas se pierda de nuevo.

Sólo una cosa no me da el sueño.
El límite. Hasta peligro.
Porque entonces ya no sería sueño.
Sería vejez.
Tomado de La adolescencia del olvido, 1994

Número plural

El amor
nombre sustantivo,
muy sustantivo,
número singular,
género ni femenino ni masculino,
género indefenso.
Número plural
los amores indefensos.

El miedo,
nombre sustantivo,
al principio número singular
y después plural:
los miedos.
Los miedos
de ahora en adelante para todo.

La memoria,
nombre propio de las tristezas,
número singular,
sólo número singular
y sin declinar.
La memoria, la memoria, la memoria.

La noche,
nombre sustantivo,
género femenino,
número singular.
Número plural
las noches,
de ahora en adelante las noches.
Tomado de Lo poco del mundo, 1990.

INTERPRETACIÓN DE LA CREACIÓN


Estoy protegido, dijo el caos a los constructores.
Por dentro, todo tiene que seguir igual.
Solo permitiré pequeños cambios en la fachada.

En el principio apareció el ayer. Sin una pausa
en cuanto la intuición gritó
anticipando la visión del primer día creado: Cielos
eres tan insuficiente.
No bastas para llenar
la soledad de una persona sola.

La argamasa se inquieta. Qué ha fallado?
En los planos el día parecía interminable.
Yo mismo pude ver cargado de tierra y de ladrillos
un sospechoso camión color naranja.
El trabajo sucio del ocaso?

No aparece el constructor por parte alguna.

Invocamos el placer de decorar de forma urgente.
Experto en expandir el tiempo
como los espejos hacen con los pequeños espacios.

La desilusión surgió de esa manera.
disfrazada de Edén:

Aguas bajistas, corrientes tocadoras de guitarras
encima, la cúpula con el azul normal,
el típico atuendo planchado.
Aldeas, pequeños pueblos, lugares de descanso para los trinos,
arriba en las subidas del columpio
abajo huertos frutas serpentinas
redomas que hipnotizan manzanas envenenadas
cigarras que viven las cuatro estaciones que supongo más cálidas -no sé
cuando llegué hacía frío.
Gotas de rocío equilibristas
en hojas diminutas
figuras de una danza cosaca las amapolas
el ensueño que se permite sorber
efervescentes ruiseñores con una pajita
uno tras otro
la vergüenza con una hoja de higuera
roja-brillante clavada en una hendidura en el costado
bailando con una palabra emigrante que añora su tierra
y la obediencia hilvanada en la misma costura que
el engaño
disfrazada también de paraíso.

El primer concurso de belleza.

La eternidad fue elegida Miss Universo.
Ella no estaba presente.

Y surgió de nuevo el ayer.
No exactamente como el anterior.
Ilustrado un poco más tarde
con fotografías.

Sin aliento cayó la permanencia.
Pensaron que estaba dormida.
Le dieron palmadas, arrojaron cubos de besos sobre ella.
Para nada.
Solo la noche interminable.

Se oyó entonces el primer sollozo bípedo.
la manzana lo había mordido.

Dónde estaban los primeros auxilios de los sueños.
De verdad no tenían preferencia?
Un error. Cada soberbia aventura de la argamasa
moldea al principio sus camilleros.

El mañana apareció todo deprisa.
pero era ya, con mucho, demasiado tarde.


Traducción de Meli San Martín

PASÉ


Ando y anochece.
Decido y anochece.
No, no estoy triste.

Fui curiosa y aplicada.
Sé de todo. Un poco de todo.
Los nombres de las flores cuando se marchitan,
cuándo reverdecen las palabras y cuándo tenemos frío.
Cuán fácil gira el cerrojo de los sentimientos
con una llave cualquiera del olvido.
No, no estoy triste.

Pasé días de lluvia,
me llené de tensión tras esta
aguada tela metálica
de manera paciente e inadvertida,
como el dolor de los árboles
cuando pierden su última hoja
y como el miedo de los valientes.
No, no estoy triste.

Pasé por jardines, me paré en fuentes
y vi muchas estatuillas riéndose
por ocultos motivos de alegría.
Y a pequeños cupidos, fanfarrones.
Sus tensos arcos
salieron media luna en mis noches y me solacé.
Vi muchos y bonitos sueños 
y vi que me olvidaba.
No, no estoy triste.

Anduve mucho por los sentimientos,
los míos y los de otros,
y entre ellos siempre quedaba espacio 
para que el ancho tiempo pasara.
Pasé por oficinas de Correos y volví a pasar.
Escribí cartas y volví a escribir
y al Dios de las repuestas le recé sin esfuerzo.
Recibí breves postales:
cordial despedida desde Patras
y algún saludo
desde la Torre de Pisa que se inclina.
No, no estoy triste por que se incline el día.

Hablé mucho. A los hombres,
a las farolas, a las fotografías.
Y mucho a las cadenas.
Aprendí a leer las manos
y a perder manos.
No, no estoy triste.

Viajé por supuesto.
Fui por aquí, fui por allá…
En todos los sitios preparado para ver envejecer el mundo.
Perdí por aquí, perdí por allá.
Y por mi cuidado por dentro perdí
también por mi descuido.
Fui también al mar.
Se me debía una amplitud. Digamos que la cogí. 
Tuve miedo a la soledad
e imaginé hombres.
Los vi cayéndose
de la mano de una tranquila cortina de polvo
que recorría un rayo de sol
y a otros del sonido de una diminuta campana.
Y soné en repique
de ortodoxa soledad.
No, no estoy triste.

Cogí también fuego y me quemé lentamente.
Y no me faltó ni la experiencia de las lunas.
Su fase menguante sobre mares y sobre ojos
oscura me aguzó.
No, no estoy triste.

Cuanto pude me resistí a este río
si tenía mucha agua, para que no me llevara,
y cuanto pude imaginé agua
en los ríos secos
y me dejé llevar.

No, no estoy triste.
En hora correcta anochece.

TABLA BIOGRAFICA


La casa 
cinta de la vía pública 
y el mar 
con la lógica cuatro ventanas, 
riéndose estereotipada 
con un gran balcón 
-colored naranja. 

Este balcón 
que sonríe en 
la tarde, mi madre 
expone su rostro 
ilegible. 

La hora compuesta 
y sin impulsos 
noche tras noche 
en un idioma que rezuma dolor, 
llenando 
páginas de usura. 
Y ni siquiera el error de una risa. 

Se sienta 
en la punta de la silla 
para no pesa en la tarde 
con todo el peso de su corazón enfermo, 
sólo para ser 
detenido en medio de la vida 
para un objetivo de la suspensión, 
sólo para ahora ser capaz de soportar 
el espasmo de su asombro: 

"Hay mares 
y barcos nervioso 
empujando soluciones 
a lo que no tiene obstáculos? 
¿Y vientos que deshacen lo que estagna? 
Y lo que es comprensible, donde las bebidas colores 
tarde alcohólica 
allí? "No lo sé. 
No lo supo su vida. 

Ahora 
se atreve un movimiento extraño: 
lanza el cuerpo ligeramente hacia adelante, 
hace que la cuña de nuevo, 
da fuertes golpes de memoria, 
Vidrio sus lágrimas. 

Poco a poco 
tarde, la cara y el balcón 
se extraen al anochecer. 
Su forma enloquece. 
Cerrar en un espacio tumba 
no volver a entrar en el ojo. 
La noche cae 


Colina de Filopapo
Nunca estuvimos aquí.
La colina no te conoce.
Tu paso no quedó marcado
en ninguna pequeña subida
ni en las suaves bajadas
suena la risa de tu premura.
Tampoco estás inscrito
en las verdes palabras de amor:
en las hojas carnosas de los cactos.
Llenas están de pequeñas cuchilladas de nombres
que no llegan a profundidad
y cierran fácilmente,
Elsi – Dimitris
y flecha.
Y más nombres que pasaron
con una pena duradera.
En la mayoría
el guión de unión entre ellos
ya se ha encorado, se ha borrado.
Y se desconectó el entonces.
Soplan juramentos detrás de las matas
y piedras resbalan.
Amores que suben,
amores que deslizan.
La tarde siente
una apatía fragante
y todo lo que es tristeza
parece sosiego de follaje.
Los cuerpos de los perfumes
con pesadez abren y cierran sus alas,
con pesadez ignoran:
ninguno huele a desaparición.
¿Dónde estás?
Algo apena a las adelfas amargas
más que su nombre.
¿Dónde estás?
Pero nunca estuvimos aquí.
La colina no te conoce.
Pues me ahorro las asociaciones.
Y así puedo quedar
a la altura de una neutralidad contempladora
para gozar sin molestias
ese ocaso canalla.

Las pasiones de la lluvia



Traducción: Alejandro Aguilar.

Entre pensamientos y absurdidades,
comenzó también la lluvia a deshacer la medianoche
con ese victorioso sonido de siempre:
si, si, si.
Sonido arrastrado, reflexivo, desierto,
sonido normal de una lluvia normal.

Pero la absurdidad,
otra escritura y otra lectura
me enseñó sobre los sonidos.
Y toda la noche escucho y leo la lluvia,
una sigma al lado de una yota, una yota cerca de la sigma,
letras cristalinas que se golpean la una a la otra
y murmuran un "tú (esý), tú (esý), tú (esý)".

Y cada gota, un "tú (esý)",
toda la noche,
el mismo sonido explicado,
un sonido sin amanecer,
tú (esý), una necesidad sin amanecer,
una lluvia de lenguaje lento,
como una intención naufragada,
algo largo que narrar
y dice sólo "tú (esý), tú (esý), tú (esý)",
nostalgia bisílaba (“e-sý”),
intensidad monosílaba,
un "tú (esý)" como memoria,
otro como censura
y otro como adoradora del destino,
tanta lluvia por una distancia,
tanto desvelo por una palabra,
mucho me mareó esta noche la lluvia
con su parcialidad.
Sólo "tú (esý), tú (esý), tú (esý),
como todo lo demás que sean despreciables,
de nuevo "tú (esý), tú (esý), tú (esý)".

Un alma, una narración solitaria

Que eres mi enemigo, no lo sabías, las palabras te lo dijeron.
Para ellas el enamoramiento vendió su terremoto
y salió a la superficie que no me amabas ...

Se han perdido totalmente las palabras de las lágrimas.
Cuando habla el desorden del orden calla- tiene gran experiencia la pérdida.
Ahora tenemos que quedarnos junto al sin sentido.
que poco a poco la memoria recupere su elocuencia,
que dé buenos consejos para una larga vida
de todo aquello que ha muerto.

Más o menos ha predominado tu fotografía.
Día a día convence que nada ha cambiado
que siempre fuiste así, de papel
desde el nacimiento fotografía a los encuentros
desde siempre como te amé vendedor ambulante
de imágenes en pintura
y de pintura en imágenes, así me contentaba.
El único testigo fiable que vivimos es nuestra ausencia.

(Poemas, 1952)


como quien elige


Es viernes por hoy voy a la plaza del mercado
para dar un paseo en los jardines decapitados
para ver el aroma de orégano
cautivos salsas.

Voy a cuando caen las cotizaciones meidia
es fácil verde
entre las habas malvas calabazas y lirios.
He oído que hay con el valor de hablar de los árboles
con sus frutas cortadas lengua
altavoces naranjas y manzanas apiladas
y una cierta recuperación comienza a ganar de color
en las caras amarillentas
de un silencio interior.

Raramente comprobado. Es que nos dicen escoge.
¿Es esto fácil o problema? Y luego elegir
la forma de aumentar el peso insostenible
tiene nuestra elección?
¡Mientras que eso sucedió, que pluma! En el principio.
Es que después las consecuencias nos ponen de rastros.
También insostenibles. En el fondo es como quien elige.

Cuando mucho compro un poco de tierra. No para las flores.
Para irme acostumbrado.
En esto no hay elección. En esto, es de ojos cerrados.



Grecia (n. 1931)
trans. De manuel resende


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