viernes, 27 de abril de 2018

POEMAS DE ROLF JACOBSEN


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(8 de marzo de 1907, Oslo, Noruega - 20 de febrero de 1994, Hamar, Noruega)

Ángel guardián


Yo soy el pájaro que llama a tu ventana al comenzar el alba
y tu compañero en ese instante, a quien no reconoces.
Los pétalos que pueden despertar el tacto de un ciego.

Yo soy la cima del glaciar que resplandece más sobre aquel bosque,
y las voces de bronce que recibes desde las torres de las catedrales.
El recuerdo que de repente te asalta a mitad del día
y te llena de un extraño bienestar.

Yo soy una persona a quien amaste hace ya tiempo.
Camino a tu lado cada día, te observo sin cesar
y pongo mis labios en tu pecho, pero tú nunca te das cuenta.

Yo soy tu tercer brazo y tu segunda sombra,
la blanca, por la cual tu corazón no se interesa,
y la que nunca te podrá olvidar.
 
Versión al español de Reinaldo García Ramos,
a partir de la traducción de Guillermo Arango




Girasol


¿Qué sembrador anduvo por la tierra
y plantó con sus manos
estas semillas nuestras de penetrante fuego?
Los granos saltaron de su puño
como el trazo de los arcoíris
cuando surge y se acerca al helado terreno,
a la arcilla joven, a la entibiada arena,
y dormirán allí, avariciosos,
y beberán de nuestras vidas
hasta que revienten en pedazos
para alimentar un girasol que no hemos visto
o el capullo de un cardo o de un crisantemo.
Dejen que vengan las lágrimas de la joven lluvia.
Dejen que lleguen los pacientes dedos del dolor.
No es todo tan dañino como ustedes piensan.

Versión al español de Reinaldo García Ramos,
a partir de la traducción al inglés de Robert Bly



TIEMPO SUFICIENTE



El hombre del bastón blanco tiene tiempo de sobra. Es ciego.
Conoce el mundo desde adentro. Los martillazos
en la pared y los copos de nieve en el pelo, cuando llega el otoño
Sabe de qué están hechos los sueños.

No pertenece a la noche sino al día.
Por tu voz sabe si tu corazón está en paz.
La luz le pone un dedo sobre la boca.
No le preguntes. sabe más que tú.

Hay un mundo más allá de los ojos.
Más grande que el nuestro. Es el suyo.
Si te coge la mano él siente los huesos
como alas de pájaros.

EN VOZ BAJA

Palabras
solo pequeñas
palabras pequeñas
y en voz baja
casi sin aliento
para nosotros
como pajitas rotas
palabras sin luz
y casi sin forma,
palabras como en árboles,
pequeñas medias-palabras
como en el sueño
para nosotros
Entre todo lo grande
pequeñas, pequeñas palabras
que esconden
en el dorso de una mano
y junto a tu lóbulo
pequeñas palabras
completamente sin luz
como animales
y hierba.
El silencio de después, 1965. Traducción de Francisco J. Uriz.

TÚ, PÁJARO

Tú, pájaro
–siento tu ala.
Siento tu picoteo– tu picoteo
contra las rejas de mi pecho. Sé
que estás preso ahí.
Pero espera
un instante. Sólo un instante,
y serás libre,
tú, pájaro en mí.
¡Pensad en otra cosa!, 1979. Traducción de Francisco J. Uriz.


"Lentamente"


Imágenes de tierras inmensas,
remolinos de arena, cielos de bronce
permanecerán hasta el fin de los tiempos, el viento
levanta el pequeño grano de arena hasta dejarlo sobre una piedra,
la lluvia se lo lleva.

Por eso el rostro de la tierra entre las constelaciones de estrellas
está cubierto de olvido— lenta
como las piedras es la acción de Dios para con nosotros,
un día llegará como una rosa— un día como fuego.
Todo tiene su hora.
dentro de mil años
habrá llegado el caracol al árbol.

Veo una vieja lluvia caminar inclinada sobre la tierra del atardecer
buscando con sus tenues manos las cosas olvidadas
de las que ya nadie se preocupa— el silencio entre las briznas de hierba
medias palabras, fragmentos de pérdidas, pensamientos
que no ha pensado casi nadie, los caminos
silenciosos de hierba y sueño que llevan
de un tiempo a otro.

Dónde encontramos nosotros ahora
lo que pueda unir todo lo desperdigado.
El sendero entre las estrellas, los caminos de la brújula
o las líneas de las manos de todas las chicas
que se parecen al viento entre las rosas.
Porque es tarde

pronto se llevará el río mis imágenes,
las laderas de las montañas, reflejos de casas, un rostro amado
se lo lleva al mar. Todo se recogerá
sin una palabra y el planeta inclina
serenamente su hombro hacia la noche y el día.
En algún lugar el viento lleva toda la mañana susurrando
                       en los bosques,
en algún lugar el contorno de una montaña entra
                       imperceptiblemente en la noche.

Rolf Jacobsen en Stülheten efterpá— — (1965), incluido en Poesía nórdica (Ediciones de la Torre, Madrid, 1999, ed. y trad. de Francisco J. Uriz).


"De repente. En diciembre"


De repente. En diciembre. Estoy en la nieve hundido hasta las rodillas.
Hablo contigo y no me contestas. Estás callada.
Mi amada, así es que ha sucedido pues. Toda nuestra vida,
la sonrisa, las lágrimas y el coraje. Tu máquina de coser
y todas aquellas noches de trabajo. Nuestros viajes finalmente:
—bajo la nieve. Bajo la parda corona.

Todo pasó con tal rapidez. Dos ojos que me miraban fijos. Palabras
que no comprendía, que tú repetías una y otra vez.
Y de pronto nada más. Dormías.
Y ahora yacen aquí. Todos los días, las noches de verano,
las uvas de Valladolid, la puesta de sol en Nemi
—bajo la nieve. Bajo la parda corona.

Velozmente como cuando se apaga un interruptor
se difuminan tras los ojos las huellas de todas las imágenes,
se borran del cuadro de la vida. ¿O no?
Tu nuevo vestido, mi rostro y nuestra escalera
y todo lo que llevabas a la casa. ¿Ha desaparecido todo
—bajo la nieve. Bajo la parda corona?

Amor mío, ¿dónde está ahora nuestra alegría,
las manos buenas, la sonrisa joven,
la corona de luz del pelo sobre tu frente, tu coraje
y esa abundancia de vida y esperanza?
—Bajo la nieve. Bajo la parda corona.

Compañera detrás de la muerte. Llévame contigo.
Los dos juntos ahí abajo. Veamos juntos lo desconocido.
Aquí todo está ya tan desierto y el tiempo oscurece.
Las palabras son tan escasas y nadie las escucha ya.
Mi amada, cómo duermes Eurídice.
—Bajo la nieve. Bajo la parda corona.

Rolf Jacobsen en Nattåpent (1985), incluido en Poesía nórdica (Ediciones de la Torre, Madrid, 1999, ed. y trad. de Francisco J. Uriz).


"La vejez"


A mí me gustan más los viejos.
Están ahí sentados y nos miran y no nos ven
y bastante tienen con lo suyo,
como los pescadores en las riberas de los grandes ríos,
inmóviles como piedras
en la noche estival.
A mí me gustan mucho los pescadores en las riberas de los ríos
y los viejos y los que salen a la calle tras una larga enfermedad.

Tienen algo en los ojos
que el mundo ya no ve
los viejos, como convalecientes
cuyos pies aún no son lo bastante fuertes para sostenerlos
y con la frente pálida como después de la fiebre.

Los viejos
que vuelven a ser ellos mismos lentamente
y se disuelven lentamente,
como el humo, imperceptiblemente se transforman
en sueño
y luz.

Rolf Jacobsen en Hemmelig liv (1954), incluido en Poesía nórdica (Ediciones de la Torre, Madrid, 1999, ed. y trad. de Francisco J. Uriz).


Sólo agujas delicadas -
Es tan delicado, la luz.
Y hay tan poco de eso. La oscuridad
es enorme.
Solo agujas delicadas, la luz,
en una noche interminable.
Y tiene un camino tan largo para
atravesar un espacio tan desolado.
Así que seamos amables con eso.
Aprecialo.
Entonces vendrá nuevamente por la mañana.
Esperamos.
(traducido por Robert Hedin)     

Estuvo Aquí


Estuvo aquí. Justo aquí
junto al arroyo y el viejo rosal.
A finales de la primavera de este año, las rosas siguen pálidas,
casi como tu mejilla
la primera mañana más allá de la muerte.
Pero viene,
solo la luz, solo la fragancia, solo el placer
no vendrá.

Pero fue aquí,
fue una tarde con luna,
el arroyo goteando,
como ahora. Toma mi mano,
pon tu brazo allí.
Y saldremos
juntos en la noche de verano,
silenciosamente, hacia
lo que no es.
(traducido por Robert Greenwald)       
                                       (traducido por Roger Greenwald)

"Cuando duermen"


Todas las personas son niños cuando duermen.
no hay guerra en ellos entonces.
Abren sus manos y respiran
en ese ritmo tranquilo que el cielo les ha dado.

Fruncen los labios como niños pequeños
y abren las manos hasta la mitad,
soldados y estadistas, sirvientes y amos.
Las estrellas hacen guardia
y una neblina vela el cielo,
unas horas cuando nadie hará daño a nadie.

Si solo pudiéramos hablar el uno con el otro, entonces,
cuando nuestros corazones estén medio abiertos.
Palabras como las abejas doradas
entrarían.
-Dios, enséñame el lenguaje del sueño.


Skylab

Hemos llegado tan lejos, pensó el astronauta
mientras nadaba alrededor de la cápsula en su tercera semana
y por accidente pateó a un dios en el ojo
-hasta aquí
que ya no hay diferencia entre arriba y abajo,
norte y sur, pesado y ligero.
Y cómo, entonces, podemos conocer la rectitud.

Hasta aquí.

Y sin peso, en una habitación sellada
perseguimos los amaneceres a alta velocidad
y enferma de añoranza por un tallo verde
o el peso de algo en nuestras manos. Levantando una piedra.

Una noche vio que la Tierra era como un ojo abierto
que lo miraba tan gravemente como el ojo de un niño
despertado en el medio de la noche.


Bosque antena


Sobre los techos de la ciudad hay campos grandes.
Allí es donde el silencio se acerca sigilosamente
cuando no hay habitación para él en las calles.
Ahora el bosque entra en su giro.
Necesita estar donde vive el silencio.
Árbol sobre árbol en extrañas arboledas.
No lo hacen muy bien, porque el suelo es tan duro.
Entonces hacen un bosque ralo, una rama hacia el este,
y una hacia el oeste. Hasta que parezcan cruces. Un bosque
de cruces. Y el viento pregunta
-Quién se queda aquí
en estas tumbas profundas?


Rolf Jacobsen (Noruega)
Traducido del inglés por Myriam Rozenberg


1 comentario:

  1. Bella poesía, como un río que se lleva todo y en las manos solo el presente.

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