¡Ámame y muérdeme!
En una fotografía desenfocada y borrosa estamos sentados
uno junto al otro, sin movimiento y sin expresión. Durante
todo el invierno
miramos al frente como en el cine, cuando la película
bruscamente para por un instante. Tus piernas son largas,
tu falda corta. En una pequeña ventana redonda detrás,
como en el angosto sollado, nada sucede y nada hay.
Todos los días y noches de este invierno deslucido
respiramos sin mediar palabras. Sin luz.
Y la lámpara, en ninguna parte.
Y nada se mueve. Nada cambia.
La bandera invisible / niños en fuga
Los nudos de las agujetas están desatados. Los niños están
en fuga.
Sus ojos azorados iluminan los fragmentos del mundo en la
premura de la gente,
los cuales emergen de vez en cuando y resplandecen en las
fisuras
entre los días que fluyen de prisa. Todos son
como uno mismo, la ciudad silba su adelante. La máquina
teje llanamente,
no se detiene. Nadie nos busca. Somos náufragos aquí.
Los nudos de las agujetas están desatados –
muelles de piedras – ¡terminaremos con ustedes! La ola
se está levantando. Y el aire chapotea. Tras cada paso
arrastramos
la nave ebria.
El puente que no es
Tantas veces lo hemos atravesado juntos
de día y noche, de uno a uno, como un perro sin perro
completamente solo. La oscuridad lentamente
desarmó aquel puente, hasta que desapareció,
y después construyó otro en el mismo lugar,
con cambios poco claros y una ligera distorsión.
Ya nadie fusionará en él todos nuestros rumbos
cambiantes, todos nuestros paseos ardorosos de
primavera, verano, otoño e invierno.
Desde entonces nadie ha puesto un pie en él. Aquel puente
es ahora solo una nada visible, una nada visible
sin un nombre o rumbo permanente, sin ancla en el idioma
de la ciudad incluso en el mapa de la memoria & de las
redes
en una búsqueda sin piedad. Hoy, aquel puente
se llama de un lado Diurno,
del otro Nocturno. De una orilla De nadie,
de la otra también. De una orilla Ayer, de otra Mañana.
¿Dónde está el Hoy?
En un Allá, en otro En ningún sitio. Y viceversa.
En un extremo un Ahora, en el otro un Nunca. Nunca. Nunca.
Nunca entraremos. Aquel posible placer dura –
pero ¿dónde, dónde en él, en qué lugar, en el cual
no estamos, se pueden encontrar nuestros pasos?
No busques nada, no esperes nada. Y no mires atrás. Da un
paso.
¿De dónde? ¿A dónde?
Sueño profundo
Cuando el viento terminó de escribir las últimas palabras
no había nadie
quien prestara oídos.
*
Desapareció también el silencio, en el cual monótona
golpetea una rama hueca de un cierto árbol asilvestrado
sobre una pared desnuda.
*
Desperté en medio del sueño
en la noche profunda
y de nuevo concilié el sueño, acostado sobre mis brazos.
Tomado de:
https://edargonautica.wordpress.com/2019/04/07/cinco-poemas-de-ivan-strpka/
Nerviosismo en las ciudades
En la fotografía desenfocada por el movimiento
puedes ser cualquiera. La serenidad hueca
sacude nerviosamente el follaje verde de la copa
indefinible en medio del estacionamiento. Y el aire está
lleno.
¿Quién busca tus ojos? Una rubia de pelo corto,
por la repentina falla de una doble exposición
se descubre pelilarga, y tienta su indefinible pelo
fantasmagórico
y las caras nebulosas de los transeúntes, que pasan con
indiferencia.
Casi llegarás a creer que justo ese algo ambiguo y tenso
entre
las extremas posibilidades del hacinamiento de una figura
que baja
las escaleras (sin una idea clara) podrías ser (la
verdadera) tú.
Los frenos en el cruce (hacia la angustia de la realidad)
chillan.
¿Qué se nos escapa? Algo mecánico como un retumbo difuminado
sube todas las entradas del metro de la tarde sin salida.
Los movimientos se mueven solos, casi fuera
de cada objeto: solo un dibujo apresurado en el vacío sin
la mano.
Algo chispa. Anda en el vacío.
Se corre. Se habla. En tu cabeza haces llamadas
telefónicas.
Pero tu teléfono no tiene con quién.
Tomado de:
https://periodicodepoesia.unam.mx/texto/tres-poetas-eslovacos/
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