HACIA EL AZUL PERDIDO
Noche profunda de encendido cielo
con mágicas estrellas que me llaman,
voces ocultas dentro de mí claman
pregonando el retorno en alto vuelo.
Las cumbres de mi ser niveas de hielo,
inmóviles mis águilas derraman
su mirada profunda, que reclaman
los audaces abismos ya sin velo.
Columnas de mi amor amanecido,
nieva en mis tierras al arder su invierno.
Esperas del no ser enmudecido.
Algas cubren mi rostro dolorido.
Acaso hay algo mío que es eterno:
¡Buscan mis alas el azul perdido!
AGUAS PROFUNDAS
Yo siento mis raíces hundirse entre las aguas,
un sabor mineral surgir en mis entrañas.
Yo vengo de los ríos por cauces subconcientes
y abriéndose en la primera fuente,
corre por las laderas de mi mundo interior
arrastrando en su limo la torre de los tiempos.
Y veo nuevos ángeles profusamente abriendo
espacios en mi sangre.
Y me traen el mensaje de antiguas profecías
que dejan en mi mente solemnes dignidades,
aquellas que trasmiten las fuerzas milenarias
generosamente a todas las edades.
Y sueño con las artes creadoras de armonía
que unen lo existente.
Como si en mí sufriera el destino del hombre
y la sed de absoluto y el dolor de lo efímero.
¡En mis manos aún hay llantos de memoria!
Son frutos de esta tierra que trabajan mis manos,
la de todos los hombres que siento como hermanos,
cuando la luz inunda los surcos de mi frente.
Más allá de la siembra que recoge la historia.
RENACER
Como en el fruto pleno la semilla
perdurando en el mar de lo viviente.
El ser del existir está presente
y en el pensar del hombre maravilla.
Más allá de las sombras, en la orilla
de la mística luz hay una fuente.
Al volcarse en las grietas de la frente
abriendo surcos cual potente quilla.
Nos mira el Absoluto en alta llama.
La Nada a sus abismos nos reclama.
Hunde el hombre sus sienes en la historia.
Mientras su herida de despojos clama
el llanto acude y renaciendo, ama
si el agua eterna alienta en su memoria.
POEMA METAFISICO
No sé como explicarlo.
•—Pero acaso—
es así como somos.
Por milagro.!
Un instante del cosmos
con conciencia.
Dios se mira quizás
por los ojos humanos!
Su cuerpo redivivo
entre formas eternas
que apenas sospechamos.
Un continuo fluir
un devenir incesante.
Nadie responde
—Las preguntas del Hombre—
Todo es silencio!
EL FILOSOFO HA MUERTO
a Vas Ferreira
Y no tiembla en su sombra, que despierto
conoce la actitud del rostro vivo,
cuando a solas pensaba, recio, altivo.
No encontrará el ruiseñor su huerto.
En este atardecer la alondra llora.
Ya no sueñan el río ni la piedra,
la noche al infinito da su hiedra.
Serenamente, el campanario ora.
El filósofo ha muerto, de sus sienes
brota un enjambre de profundos bienes.
Torres de luz para su fe perdida!
¿Arcángeles le dan la bienvenida?
O acaso le recibe, amanecida
abriéndose en amor la tierra viva!
AQUEL EXTRAÑO CAMINO
No conocía el camino y el paisaje
era tan familiar. ¿Sueño o realidad?
Iba sólo entre los árboles,
más allá de los puertos
veía rostros extraños tan ajenos.
Sin huella de mis pasos
iba por un camino ignoto, como éste
que ahora sostiene mis pies
sobre la tierra.
Y los rostros que veo y me circundan
me hacen sentir de nuevo
cordial y familiar y encienden
sus acentos grillos inquietos
en mis ojos y oídos.
Así andaré un día, por extraño camino.
Perdido entre los sueños
y la muerte. Entonces ya no sabré
si es sueño o realidad
cuando regrese a la lejana fuente
y beba el agua clara,
más allá, en donde se confunden
el espacio y el tiempo.
HOY RETORNAS PADRE MIO
a Julio J. Casal
Sobre los altos pinos tu silencio,
vienes a mí cual ruiseñor del cielo.
Entre la fina lluvia ha regresado
tu mano generosa sobre el campo.
Poeta ¿a quién abrirás tu canto?
•si retornas desde el humilde grillo
sobre el charco. Para que oiga el labriego
y tu voz encienda el árbol, que tú amaste
como hermanos.
Cuando nos dejaste solos en esta tierra dolida
desgarrado el corazón que sufría
palpitando, no quería continuar su trance amargo.
Pero hoy vuelves de nuevo.
La dulzura de tu acento, ternura de mar y cielo.
Hoy retornas Padre mío.
¿Es tu corazón de agua pura
en mi dolor renaciendo?
ESTARAS SOLO DE NUEVO
a Paul Verlaine
Como un pájaro sólo en la bandada,
como una piedra ausente entre las piedras,
como una montaña con entrañas de fuego
y de cristal de roca.
Volverás a sentir
reclamos del silencio.
Al acercarte a los viejos árboles
que dibujan nudos en su propia carne
contra el tiempo.
En el aire, en los atardeceres
verás como las muertes
renacen cada tarde.
A la puesta del sol, una oración
encenderá tus labios, sin saberlo,
casi en silencio,
sin invocar a nadie.
iSe irá la fuente de colores vivos
y estarás sólo de nuevo.
RITMOS DE ABEJA
a Manuel de Castro
Acaso un día entonen vuestro nombre
y las copas enciendan su cristal
llevando al aire acentos de mortal.
Cantos que anuncien plenitud del Hombre.
Iluminan los astros el sitial
aquel que en vuestra viña dió renombre,
no sepan que la luz quizá se asombre
al desnudarse pleno el manantial.
Sólo pulse una abeja en mudo acuerdo
el ritmo de una flor entre sus labios.
Nos libre de la muerte sin resabios
de la pesada alforja del recuerdo.
Ya para siempre entonces solitarios
en auroras de vuelos milenarios.
POR ANGUSTIAS SIN TIEMPO
a Rainer M. Rilke
Ya sin rostros humanos.
Y a sin muro de cosas. Quizá veas la luz
de Dios en tu ser vivo, el que se oculta
a las conciencias que buscan en la nada
su lenguaje y su signo.
Así como vuelves a ver cada día
los astros en la noche.
Su pálida imagen quebrándose
entre rosas y azucenas.
Por riberas sin tiempo,
por angustias sin tiempo.
Porque nuestro agónico tiempo
del nacer al morir
es solo nuestro y sólo más allá
porque tu oído es fino
volverás a sentir
un inmortal sonido
llevado suavemente en la penumbra
muy hondo dentro de tí mismo.
MAS ALLA DEL OLVIDO
Ya no sé si es tu fuego que evoco pensativo
O aquel lejano instante que mi ternura siente
Que arrancar ya no puedo ni olvidar mientras vivo
El brillo de tus ojos clavados en mi mente.
Mi barca me conduce hacia un oculto puerto
Escondido entre lirios de alegría y dolor
En un lejano día mi cuerpo estará muerto w
Mas presiento que aún vivo en éxtasis de amor.
Sentirás cerca tuyo el rozar de mis manos
Como una sola llama o como un mismo río
Del infinito arcano. Sentir que junto estamos
Al fluir de lo eterno hasta el último estío.
Y mientras va mi vida buscando su sentido
Tú descubres esencias más allá del olvido.
CUANDO LA LUZ SE OCULTE
Si es cierto que en el alma es suave brisa
ternuras y sonrisas de la amada,
como un viento tenebroso pasará.
Arrancando las raíces más profundas
del sentir y el pensar.
Angustiado el hombre ha de quedar
con los ojos dolientes, sin llorar.
iSi es cierto que en la vida todo muere
¡Qué más entonces nos podrá pasar!
Mañana el árbol de nuevo dará flores
y los frutos el aire aromarán,
¡Pero entonces dónde están!
El amor que da vida a lo existente,
el pensar que abre surcos
infinitos en la mente.
¡Quién sabe adonde irán!
Déjame amarte hoy profundamente,
cuando la luz se extinga en nuestros oj
las tinieblas no dejarán mirar.
Sólo el amor es redención del hombre.
ERA UN OTOÑO TIBIO
Quisiera dejar mi llanto en este cielo,
como entonces, era un otoño tibio.
Las luces de los astros recogían
tu corazón y el mío.
Viejos árboles miraban nuestras sombras
uniéndose en el río.
Acaso no es la misma aquella estrella
bajo el cielo infinito?
Desde un alto eucaliptos nos miraba
la luna llena y la noche inmensa.
Como entonces, en este otoño tibio.
Hoy está sólo el sauce
mojándose en el río y contempla mi sombra
que salpica con lágrimas humanas
sus gotas de rocío.
Mi espíritu no puede conformarse
con haberte perdido.
Ha quedado tu sombra prisionera
acaso en algún pino?
Yo siento que se acerca
y me dice al oído
ternuras que no puedo repetir
en este otoño tibio.
Tomado de:
EL GORRION
Amaneció cansado. . .
Más encorvado
aún, el pico fuerte.
Sufría en el camino
su diminuta sombra cenicienta.
Cavó él mismo, un sencillo
hoyo para su cuerpo,
y se dejó caer
sin fuerzas, dentro. . .
Entonces, las piadosas
manos del viento,
cogieron unos cuantos
pañuelos verdes
de los eucaliptüs,
y cubrieron
el arpa, ya sin notas
de su cuerpo.
ARBOL
Arbol, yo ya sabía que eras hermano mío.
Hacia los cielos vamos en claro florecer. . .
Y tus ramas audaces, hallaron el rocío
en el cristal y el ámbar, luz de mi amanecer.
¡Arbol, yo ya sabía que eras hermano m ¡o!
En tí hay, a momentos, más pájaros que hojas
Y eres en primavera mágico surtidor.
Y en mí, ¡qué profusión de rosas, blancas, rojas,
y que acento en mi lírico manantial interior!
Los dos brindamos, árbol, sabia joven y nueva.
Y por nosotros corre un idéntico río
de emoción, y sabemos en las nieves de prueba
aguardar libremente el calor de otro estío.
Hacia lo azul, el mismo impulso azul nos lleva.
Arbol, yo ya sabía que eras hermano mío.
DULZURA DE ESTA MUERTE
Dulzura de esta muerte
que no me alcanza nunca,
y es río familiar
que corre por mis sienes.
Yo la estaba esperando
desde otra soledad,
y ella estaba escondida.
Muerte,
mi otoño señalaba
tu impaciencia en las ramas desnudas.
Te venía venir
por trasmundos velados
y sentía en mi pecho
asomar tu presencia.
Y no eras tú.
Sospechada en espejos
me miraba tu rostro,
rostro que no era el tuyo.
No hemos amado lo bastante, acaso.
Y ANDAS VIVIENDO EN MI,
DESDE LA MUERTE
De tu piedad, olivo, verde el prado
iba surgiendo bajo la colmena
azul del aire. La radiante vena
del río, iba ceñida a tu costado.
Rostro distante, lento y apagado
en soledad de luna y azucena
dándole al corazón blanca faena
tierno ejercicio por lo bien amado.
No sé qué olor a lluvia y a distancia
en gris de otoño, tu recuerdo alumbra
y asciendo a tu trasmundo para verte.
Me da otra vez tu rostro su fragancia
derramando tu amor en mi penumbra
y andas viviendo en mí desde la muerte.
Tomado de:
No hay comentarios.:
Publicar un comentario