miércoles, 9 de marzo de 2016

POEMAS DE BLAISE CENDRARS

(Suiza, 1867 - Francia, 1961)



CONTRASTES


Las ventanas de mi poesía están ampliamente abiertas a
      las ramblas y a sus vidrieras
Brillo
Joyas de luz
Escuchen a los violines de las limusinas y a los xilofones
     de los linotipistas
El pintor inepto lava con un trapo de cielo
Todo es salpicados de color
Y los sombreros de las mujeres que pasan son cometas
     en las hogueras del crepúsculo

Unidad
Ya no hay unidad
Todos los relojes muestran ahora la medianoche después
     de haber sido atrasados diez minutos
Ya no hay más tiempo.
Ya no hay más dinero,
En la legislatura
Están echando a perder los maravillosos elementos de la
     la materia elemental

En el bar de la esquina
Los trabajadores en camisas azules beben vino rojo
Cada sábado gallina en la olla
Juegan
Apuestan
De cuando en cuando un bandido pasa en un auto
O un niño juega con el Arco de Triunfo...
Le aconsejo al Sr. Grande que acuartele a sus protegidos
     en la Torre Eiffel

Hoy
Cambio de dueño
El Espíritu Santo está de liquidación en los negocios más
    pequeños
Con creciente deleite leo las tiras de calicó
De caléndula
Sólo las piedras pómez de la Sorbona nunca están florecien-
       do
Los paneles publicitarios de "Samaritan's" roturan el Sena
Y sobre el San Severin
Puedo oir
El sonar excitado del tróley

Están lloviendo lamparitas eléctricas
El metro de la Gare Montrouge del Este Norte-Sur el mundo
de las barcas de turistas
Todo está envuelto en halos
Impenetrable
En la Rue de Buci venden a domicilio L'Intransigent y
     Paris-Sports
El aeropuerto celestial es ahora, en llamas, un cuadro de
    Cimabue
Mientras que en primer plano
Los hombres son
Largos
Oscuros
Tristes
Y fumando, chimeneas de fábrica

                                                            Octubre de l913.


RETRATO


Él está durmiendo
Él está despierto
De repente, él pinta
Toma una iglesia y pinta con una iglesia
Toma una vaca y pinta con una vaca
Con una sardina
Con cabezas, manos, cuchillos
Él pinta con un pene de toro
Él pinta con todas las malas pasiones de una pequeña ciu-
      dad Judía
Con toda la alzada sexualidad de la Rusia provincial
Por Francia
Sin sensualidad
Él pinta con sus muslos
Él tiene ojos en el culo
Y de pronto es tu retrato
Eres tú lector
Soy yo
Es él
Es su novia
Es el almacenero de la esquina
La ordeñadora
La comadrona
Hay baldes de sangre
Los recién nacidos son bañados en ellos
Cielos atormentados
Bocas modernísticas
La Torre espiralando
Manos
Cristo
Él es Cristo
Se pasó la infancia en la Cruz
Él se suicida todos los días
De repente, él ya no está pintando
Él está despierto
Él está dormido ahora
Se está ahorcando con su corbata
Chagall está sorprendido de estar aún con vida


MI DANZA


Platón rehúsa la ciudadanía de los poetas
Judío errante
Don Juan metafísico
Amigos, relaciones
Has olvidado tus costumbres y no has adquirido hábitos
Debes escapar de la tiranía de las revistas
Literatura
Vida empobrecida
Orgullo mal ubicado
Máscara
Mujer, la danza que Nietzsche quería enseñarnos a bailar
Mujer
Pero ¿la ironía?
Siempre yendo y viniendo
Una forma especial de vagabundeo
Todos los hombres, todos los países
Así es como ya no eres una carga
Eres ingrávido

Soy un caballero que está cruzando siempre la misma Eu-
     ropa en fabulosos trenes expreso y que con desesperanza
     mira por la ventanilla
El paisaje ya no me interesa
Pero la danza del paisaje
Danza-paisaje
Ladeedadeeda
Estoy virando en todas las direcciones


SOBRE EL VESTIDO ELLA TIENE UN CUERPO


El cuerpo de una mujer es tan montañoso como mi cráneo
Todo-glorioso
La materia se vuelve ingeniosamente carne
Hacer vestidos es un trabajo tonto
Como la frenología
Mis ojos son pesas que pesan la sensualidad de las mujeres

Todo lo que huye, inunda se mueve hacia las profundidades
Las estrellas vacían los cielos
Los colores se desnudan
"Sobre el vestido ella tiene un cuerpo"

Debajo de sus brazos brezos manos medialunas y pistilos 
     mientras las aguas se vacían en su espalda con las cuchi-
     llas de sus glaucos hombros
Su estómago un inquieto disco
El doble casco de sus pechos pasa bajo el puente arcoiris
Estómago
Disco 
Sol
Los gritos perpendiculares de los colores caen sobre sus
    muslos
"La espada de Saint Michael"

Hay manos que se extienden
Hay en su tren esa bestia todos los ojos todas las bandas
    todos los habitués del Bullier Dance Hall
Y sobre su cadera
El poeta ha firmado su nombre



Pascua en Nueva York


Para Agnes

Flecte ramos, arbor alta, tensa laxa viscera
Et rigor lentescat ille quem dedit nativitas
Ut superni membra Regis miti yendas stipite…

                                 Fortunat, Pange lingua.


Doblega tus ramas, árbol gigante, baja un poco la tensión
de tus entrañas,
Y que se aplaque tu rigor natural,
No descuartices con rudeza los miembros del Rey supremo.
                        
             Remy de Gourmont, El latín místico

 SEÑOR, HOY ES EL DÍA DE VUESTRO NOMBRE,LEÍ EN UN VIEJO LIBRO LA GESTA DE TU PASIÓN,


Y tu angustia y esfuerzos y palabras bondadosas
Que suavemente monótonas lloraban en ese libro.

Un monje de viejos tiempos me habló de tu muerte.
Él hizo un recorrido por tu historia con letras de oro

Con un misal, y puesto de rodillas, el monje se
explayaba  piadosamente inspirándose en Ti.

En el refugio del altar, sentado, con su hábito blanco,
De lunes a domingo, él, suavemente ejercía su labor.

Las horas se detenían en el umbral de su retiro.
Él caía en el olvido inclinado ante tu imagen.

En la víspera las campanas salmodian en la torre y
El buen hermano no sabe si se trata de su amor

O si se trata del Tuyo, Señor, o del de tu Padre,
Lo que con ardor golpea la puerta del monasterio.

Yo estoy como ese buen monje, inquieto, esta noche.
En la celda vecina soy un ser triste y enmudecido.

¡Aguarda tras la puerta, aguarda que te llamaré!
Eres Tú, es Dios, soy yo, — es el Ser Supremo.

No te había conocido antes, — ni en este momento.
Yo nunca estuve en oración desde que fui un infante.

Por eso es que en esta noche, con temor, pienso en Ti.
Mi alma es una viuda en duelo al pie de Vuestra Cruz;

Mi alma es una viuda vestida de negro, —Tu Madre
Sin lágrimas ni esperanza, como Carrière la pintó.

Conocí a todos los Cristos colgados en los museos;
Pero esta noche Tú caminas, Señor, junto conmigo.

A grandes pasos voy hacia la parte baja de la ciudad,
Mi espalda encorvada y corazón herido, espíritu febril.

Vuestro costado tan abierto es un grandísimo sol
Y alrededor de Vuestras manos retozan las centellas.

Los vidrios en ventanas de casas están llenos de sangre,
Y tras ellos las mujeres se ven como flores que sangran.

Extrañas malditas marchitadas flores, son las orquídeas,
Cálices trastornados sobre tus tres heridas, se abren.

Con Tu sangre en esos cálices,  no se embriagaron ellas,
Que se pintan los labios de rojo y usan encajes en el culo.

Blancas igual que cirios son las Flores de la Pasión,
Las más dulces en el Jardín de la Virgen de Bondad.

Es en esta hora precisa, alrededor de la hora novena,
Cuando tu Cabeza, Señor, se inclinó hacia tu corazón.

Estoy sentado a la orilla del Océano y me acuerdo
De un cántico de Alemania que canta con palabras

Muy suaves, sumamente sencillas y muy purificadas
La belleza de Vuestro Rostro en la tortura.

En el subterráneo de un templo de Siena yo vi,
Detrás de cortinas, sobre el muro, ese mismo Rostro.

Y en la ermita de Bourrié-Wladislaz se puede
Ver dentro de en una urna rebosante en oro.

Turbias piedras preciosas han puesto en tus ojos
Que los campesinos, arrodillados, besan.

En el manto de la Verónica ella está impresa
Y es por eso que Santa Verónica es Tu santa.

Es la mejor reliquia que pasa por los campos
Es refugio para todos los enfermos y pecadores.

Hace también miles y miles de otros milagros,
Aunque a esos acontecimientos yo no he asistido.

Tal vez me hace falta la fe y la bondad, Señor,
Para poder ver la irradiación de Tu Belleza.

No obstante, Señor, he viajado entre peligros
Para contemplar Tu imagen en una esmeralda.

Señor, haz que mis manos, que cubren mi cara,
arranquen la máscara de angustia que me oprime.

Señor, haz que mi boca cubierta con mis manos
Deje de lamer la espuma de la cruel desesperanza.

Estoy triste y enfermo. (Puede ser por Tu causa,
O por cualquier otra. Puede ser por causa Tuya).

Señor, los pobres por quienes te sacrificaste están
Enclaustrados, ganado amontonado, en hospicios.

En inmensos barcos negros vienen de lontananza,
Y en revoltijo, son desembarcados sobre pangas.

Ahí están los italianos, los griegos, los españoles,
Los rusos, los búlgaros,  los persas, los mongoles.

Son las bestias del circo que brincan meridianos.
Como a los perros, les arrojan trozos de carne negra.

Para ellos es la felicidad esa sucia pitanza.
Señor, ten piedad de los pueblos que sufren.

Señor, en los ghetos la turba de los judíos bulle,
Ellos vienen desde Polonia, todos son fugitivos.

Lo sé muy bien, ellos te procesaron, pero yo puedo
Asegurarte que no todos están dispuestos a la maldad.

En sus estanquillos, bajo la luz de sus quinqués,
tienen a la venta ropa vieja, armas y libros.

Rembrandt gustaba de pintarlos con sus ropas pobres.
Esta misma noche yo les he regateado un microscopio.

¡Ay!, Señor, ¡después de Pascua ya no estarás aquí!
Señor, ten piedad de los judíos que viven en barracas.

Señor, las mujeres humildes que te siguieron al Gólgota
Se ocultan detrás de inmundos canapés en los tugurios,

Y están contaminadas por la miseria de los hombres,
Los perros roen sus huesos y bebiendo el ron ocultan

El endurecido vicio que como una concha las envuelve.
Cuando una de ellas me habla, Señor, yo desfallezco.

Yo quisiera ser como Tú para amar a las prostitutas.
Señor, ten misericordia de las prostitutas.

Señor, ahora estoy en el barrio de los ladrones buenos,
De los vagabundos, los desarrapados, los encubridores.

Pienso en los dos ladrones a tus lados durante Tu
Sacrificio. Sé que tú sonreías de sus malas suertes.

Señor, quisiera un cordón con un nudo en el extremo
Pero ese cordón no es gratis, cuesta veinte centavos.

Razonaba como un filósofo, aquel bandido viejo,  con el
Que compartí el opio para que pronto llegara al Paraíso.

También pienso en los músicos callejeros, el violinista
Ciego, el manco que sin saber música toca el órgano,

El cantor con un viejo sombrero y adornado con flores
De papel. Son quienes cantan durante toda la eternidad.

Señor, otórgales tu caridad, no el resplandor engañoso.
Entrégales, Señor, una limosna con dinero de verdad.

En el momento de tu muerte, Señor, la corina se rompió,
Y nadie dijo nada de lo que detrás de ella había.

En las noches las calles son como  desgarramientos.
Se llenan de oro y de sangre, de desperdicios y fuego.

Aquéllos que arrojaste del templo a latigazos, ahora
Flagelan a los caminantes con fechorías que punzan.

La Estrella que entonces desapareció de tabernáculo
Ahora brilla sobre los muros del espectáculo chocante.

Señor, el Banco iluminado es como una caja fuerte
Donde la sangre de Vuestra muerte se está coagulando.

Las calles se vuelven desiertos cada vez más negros.
Yo zigzagueo como un borracho por las aceras.

Me atemorizan los sombras que las casa proyectan.
Tengo miedo. Me siguen. No me atrevo a voltear.

Un paso renqueante brinca, cada vez se acerca más
Tengo miedo. Tengo vértigo. Me detengo adrede.

Un espantoso granuja me lanzó su filosa mirada,
Luego, maloso como un puñal, pasó a mi lado.

Señor, nada ha cambiado desde que ya no eres Rey.
El Mal, con el madero de tu Cruz, se hizo una muleta.

Yo bajo por los malos escalones de una cafetería,
Y  he aquí que me siento a beber una taza de té.

Estoy en un lugar de chinos que a mis espaldas sonríen,
Hacen caravanas, son atentos, parecen de porcelana.

El local es muy pequeño y está pintado de color rojo,
Se adorna con curiosos cromos en marcos de bambú.

Hokusai pintó una montaña de cien formas diferentes.
¿Cómo se vería Vuestro Rostro pintado por un chino?…

Esta última ocurrencia, Señor, primero me hizo sonreír.
Imaginé verte en escorzo durante Tu martirio.

El pintor chino habría mostrado tu tormento con mayor
Crueldad de cómo lo han hecho los pintores de Occidente.

Las dagas onduladas habrían aserrado Vuestras carnes,
Tenazas y espátulas habrían raspado Tus nervios.

Un dogal habría sido puesto alrededor de Tu cuello.
Las uñas y los dientes te habrían sido arrancados.

Han de haberte arrojado inmensos dragones negros
Que con sus llamas en soplete lastimarían tu cuello.

Te habrían extirpado tanto la lengua como los ojos
Y te habrían ampalado en una lanza.

De ese modo , Señor,  habrías sufrido toda la infamia,
Porque no existe mayor crueldad que la imaginada.

Después te habrían arrojado entre los puercos
Que te habrían carcomido el vientre y las tripas.

En este momento estoy solo, los demás se han ido,
Me acosté sobre una banca pegada a la pared.

Yo habría preferido, Señor, estar dentro de un templo;
Pero en esta ciudad, Señor, no he escuchado campanas.


Pienso en campanas mudas —¿Dónde están esas de la
Antigüedad? ¿Dónde las letanías y dulces antífonas?

¿Dónde las ceremonias de larga duración y los cánticos
Hermosos? ¿Dónde están las liturgias y las músicas?

¿Dónde los altivos abades, Señor, dónde tus monjitas?
¿Dónde el alba pura, el escapulario de santas y santos?

El deleite del Paraíso se oscurece entre la polvareda.
Los fuegos míticos ya no brillan en los vitrales.

El alba se tarda en llegar y en el tugurio estrecho
Las sombras crucificadas agonizan sobren paredes.

Es como un Gólgota de noche ante un espejo
Que se le mira, entre el rojo al negro, tembeleque.

El humo sobre la lámpara es como trapo desteñido
Que  rodea, se enreda, alrededor de tus caderas.

Por arriba de la pálida lámpara, suspenso, ese humo
Está como Tu Cabeza, triste, muerto, exangüe.

Reflejos insólitos parpadean en vidrios de ventanas.
Tengo miedo —y estoy triste, Señor, de estar triste

—”Dic nobis, Maria, quid vidisti in via?”
—La luz tiritando, humilde, en el amanecer.

—”Dic nobis, Maria, quid vidisti in via?”
—La blacura delirante que tiembla, como manos.

—”Dic nobis, Maria, quid vidisti in via?”
—El augurio de la primavera vibrando en mi pecho

Señor, el alba como un sudario, se deslizó, fría,
Y ha desnudado a los rascacielos como al aire libre.

Ahora un inmenso ruido resuena sobre la ciudad.
Ahora los trenes van desfilando, brincan y rugen.

Los trenes subterráneos bajo tierra ruedan bramando.
Los puentes se sacuden por la vías férreas.

La ciudad tiembla. Hay gritos, fuego, humaredas,
Las sirenas a vapor estruendan sus aullidos.

El gentío se enfebrece tras los sudores del oro
Por los largos pasillos se precipitan y atropellan.

Trastornado, en un mare magnum sobre techos,
El sol es Tu Rostro, por escupitajos mancillado.

Señor, regreso fatigado, solo, con mi melancolía.
Mi cuarto, como si fuera una tumba, está escueto.

Señor, estoy completamente solo y tengo fiebre.
Mi lecho, como un  féretro, es la frialdad misma.

Señor, cierro mis ojos y mis dientes castañetean.
Estoy completamente solo. Tengo frío. Te llamo.

Cien mil trompos giran ante mis ojos… No,
Son cien mil mujeres… No, cien mil violines.

Pienso en mis horas de desdichas, Señor…
Pienso, Señor, en mis horas que han pasado.

Ya no pienso en Ti, Señor. Ya no pienso en Ti.

                               Nueva York, abril de 1912.


Dorypha


Los días de fiesta
cuando indios y vaqueros se embriagan
con whisky y con pulque
Dorypha baila
Al ritmo de una guitarra mexicana
Tocando habaneras tan cadenciosas
Que desde lugares distantes llegan
Para admirarla
Ninguna mujer sabe, tan bien como
Ella lo hace, lucir el mantón de Manila
Adornar sus rubios cabellos
Con un listón
Con un peine
Con una flor




Rumbo a Dakhar


Está frío el aire
El mar es de acero
El cielo está que hiela
De acero es mi cuerpo
Adiós Europa, te abandono por primera vez
Desde 1914
Nadie me interesa de los que
Van a bordo
Emigrantes a cubierta
Judíos rusos vascos españoles portugueses
Y saltimbanquis alemanes
Que por París suspiran
Quiero olvidarme de todo
Ya no hablar en tu idioma
Acostarme entre negros y negras
Indios e indias
Animales y vegetales
Bañarme viviendo en el agua
Bañarme y vivir bajo el sol
Acompañarme de un árbol bananero
Y amar a su retoño
Y seguramente a mí mismo
Volverme tan duro como piedra
Tumbarme en cualquier instante
Caer a fondo




Orión


Es mi estrella
Tiene forma de mano
Es mi mano que sube al cielo
Durante toda la guerra yo miraba
A Orión desde una almena
Cuando venían los zepelines para
Bombardear París
Siempre venías desde Orión
Hoy está sobre mi cabeza
Un gran mástil atraviesa la palma
De esa mano que debe sufrir
Como yo sufro con mi mano
Continuamente herida
Por un dardo




En el tren


El tren marcha muy veloz
Los señalamientos los
Guardagujas y los pasajes son como
Los de Inglaterra
La naturaleza es de un verde más oscuro que
La nuestra
Cobriza
Cerrada
El bosque tiene un aspecto indiano
Mientras que en nuestros prados
Dominan el amarillo y el blanco
Aquí el azul cielo colorea
Los campos floridos




Paisaje


La tierra roja
El cielo azul
La vegetación es de un verde oscuro
Este paisaje es cruel duro triste
A pesar de la infinita variedad de sus formas
Vegetales
A pesar de la gracia que cuelga de las
Palmeras y de los ramilletes que resplandecen
En los grandes árboles
Con flores y flores para la cuaresma

  

Martes de carnaval


Los rascacielos se resquebrajan
Allá en el fondo encontré al viejo Canudo
de buen humor
Por cinco centavos
En una librería de la Calle 14
Religiosamente
Tu improvisación de la Novena Sinfonía
de Beethoven
Se ve Nueva York como una Venecia
comercial al Occidente del Océano

La Cruz labrada
Danza
No hay gobierno local
No hay aerofagia
No hay pirámide espiritual
No comprendo la palabra “imperialismo”
pero en tu granero
Entre los monos titís los indios y las
bellas damas
Llegó el poeta
Verbo colorido

Hay horas que suenan
a montón de piedras
Cuerno de marfil de Rolando
Mi cuchitril en Nueva York
Mis libros
Los telegramas
Y el sol te trae los bellos cuerpos
de ahora en recortes de periódicos
Esas mantillas

                          Febrero de 1914.




Expresso a Bombay


La vida que me intriga
Me impidió el suicidio
Todo brincó
Las mujeres ruedan bajo las ruedas
Con grandes gritos
Las básculas están ventiladas en las
puertas de las estaciones
Tengo la música debajo de las uñas.

Nunca me gustó Mascagni
Ni el arte ni los Artistas
Ni las bardas ni los puentes
Ni los trombones ni los cornetines
Yo no sé nada
Yo nada comprendo…
Esta caricia
Hace estremecer al mapa

Este año o el venidero
La crítica de arte es tan imbécil
como el esperanto
Brindisi
Adiós adiós
Yo nací en esa ciudad
Y mi hijo igualmente
Él cuya frente es como la vagina
de su madre
Hay pensamientos que ponen en alerta
a los autobuses
Ya no leo los libros que no se encuentran
en las bibliotecas
Más allá del A B C del mundo

¡Buen viaje!

Yo te transporto
A ti que ríes con rubor

                Abril de 1914.




El zenzontle


Este calor es agobiante
Balcón sembrado con jazmines de Virginia
y de madreselvas púrpuras
En el gran silencio de la campiña
somnolienta
Se distingue
El glu glu de los arroyos
El bramido en lontananza de los
grandes rebaños de búfalos en
los pastizales
El trino del ruiseñor
El cristalino silbido de los sapos gigantes
El ulular de las aves rapaces nocturnas
Y el trino del zenzontle sobre un cactus




En el rápido de las 19:40 hs.


Prosa del Transiberiano y de la Pequeña Juana de Francia
-Dedicada a los músicos-

En aquel tiempo yo era un adolescente
Apenas tenía dieciséis años y ya no recordaba mi infancia
Estaba a 16.000 leguas del lugar de mi nacimiento
Me hallaba en Moscú,
en la ciudad de los mil tres campanarios y las siete estaciones
Y no me bastaban las siete estaciones y las mil tres torres
Porque mi adolescencia era tan ardiente y loca
Que mi corazón, alternativamente,
ardía como el templo de Efeso o como la Plaza Roja de Moscú
Cuando se pone el sol.

Y mis ojos iluminaban antiguos senderos.
Y yo era tan mal poeta
Que no sabía llegar hasta el fondo de las cosas.

El Kremlin era como una inmensa torta tártara
Crujiente de oro.

Con las grandes almendras de las catedrales
inmensamente blancas
y el oro empalagoso de las campanas...
Un viejo monje me leía la leyenda de Novgorode
Yo tenía sed
Y descifraba caracteres cuneiformes
Luego, de pronto, las palomas del Espíritu Santo volaron sobre la plaza
y también mis manos alzaban el vuelo, con susurros de albatros
y esto era las últimas reminiscencias del último día
Del postrer viaje
y del mar.

No obstante, yo era un poeta muy malo.
No sabía llegar al fondo de las cosas.
Tenía hambre
Y a todos los días y a todas las mujeres en los cafés y a todas las copas
Habría querido beberlas y romperlas
Y a todas las vitrinas y a todas las calles
Y a todas las casas y a todas las vidas
Y a todas las ruedas de los coches que giraban
como torbellinos sobre los malos empedrados
Habría querido hundirlas en un gran horno de espadas
y habría querido moler todos los huesos
Y arrancar todas las lenguas
y licuar todos esos grandes cuerpos extraños
y desnudos bajo la ropa que me vuelven loco.

Presentía la llegada del gran Cristo rojo de la revolución rusa…

Y el sol era una inmensa herida que se abría como un brasero.

En aquel tiempo yo era un adolescente
Apenas tenía dieciséis años y ya no recordaba mi nacimiento
Estaba en Moscú, donde quería alimentarme de llamas
y no me bastaban las torres y las estaciones que cubrían mi ojos de estrella
En Siberia rugía el cañón, había guerra
Hambre frío peste cólera
y las aguas fangosas del Amor arrastraban millones de carroñas

En todas las estaciones veía partir todos los últimos trenes
Ya nadie podía salir porque no se vendían más boletos
Y los soldados que se iban hubieran preferido quedarse...
Un viejo monje me cantaba la leyenda de Novgorode.
Yo, el mal poeta que no quería ir a ninguna parte, podía ir a todos lados
Y también los comerciantes todavía tenían dinero suficiente
Para ir a intentar hacer fortuna.
Su tren salía todos los viernes de mañana.
Se decía que había muchos muertos.

Uno llevaba cien cajas de despertadores y cucús de la Selva Negra
Otros cajas de sombreros, cilindros y un surtido de tirabuzones de Sheffield 
Otros ataúdes de Malmoe llenos de latas de conservas y sardinas en aceite
También había muchas mujeres
Mujeres entrepiernas en alquiler que también podían usarse
Ataúdes
Todas pagaban impuestos

Se decía que había muchos muertos allí
Ellas viajaban con tarifa reducida
Y todas tenían una cuenta corriente en el banco.

Pues bien, un viernes de mañana me llegó la hora por fin
Estábamos en diciembre
y también yo partí para acompañar al viajante joyero que iba a Jarbín
Teníamos dos asientos en el expreso y 34 cofres de joyería de Pforzheim
Pacotilla alemana «Made in Germany»
Me había vestido de punta en blanco, y al subir al tren se me perdió un botón
-Lo recuerdo, lo recuerdo, a menudo pienso en ello desde entonces-

Yo dormía sobre los cofres y me sentía muy contento
de poder jugar con la browning Niquelada que también me había dado
Me sentía muy feliz despreocupado
Creía jugar a los bandoleros
Habíamos robado el tesoro de Golconda
Y, gracias al transiberiano, íbamos a ocultarlo del otro lado del mundo

Yo tenía que defenderlo contra los ladrones del Ural
que habían atacado a los saltimbanquis de Julio Veme
Contra los Junguzes, los boxers de la China
Y los rabiosos pequeños mongoles del Gran Lama
Alibabá y los cuarenta ladrones
Y los fieles del terrible Viejo de la montaña
Y sobre todo, contra los más modernos
Los rateros de hotel
Y los especialistas de los expresos internacionales

Y sin embargo, y sin embargo
Estaba triste como un niño
Los ritmos del tren
La «médula ferrocarrilera» de los psiquiatras americanos
El ruido de las puertas de las voces de los ejes rechinando sobre los rieles congelados
El ferlín de oro de mi futuro
Mi browning el piano y los juramentos de los jugadores
de cartas en el compartimento de al lado
La deslumbrante presencia de Juana
El hombre de anteojos azules que se paseaba nerviosamente
por el corredor y me miraba al pasar

Murmullos de mujeres
Y el silbido del vapor
Y el eterno ruido de las ruedas locas en los carriles celestes
Los vidrios están escarchados
¡La naturaleza no existe!
Y detrás, las llanuras siberianas el cielo bajo y las grandes sombras de los
Taciturnos que suben y bajan
Estoy acostado sobre una manta de viaje
Colorida
Como mi vida
Y mi vida no me abriga más que esa manta
Escocesa
Y toda Europa entre/vista por el parabrisas de un expreso a toda máquina

No es más rica que mi vida
Mi pobre vida
Esta manta
Deshilachada sobre cofres llenos de oro
Con los que viajo
Sueño
Fumo
y la única llama del universo
Es un pobre pensamiento...

Desde el fondo de mi corazón me brotan lágrimas
Si pienso, Amor, en mi querida;
Ella no es más que una niña, a quien encontré así
Pálida, inmaculada, en el fondo de un burdel.

No es más que una niña, rubia, risueña y triste,
No sonríe y nunca llora;
Pero en el fondo de sus ojos, cuando te deja beber en ellos,
Tiembla un dulce lis de plata, la flor del poeta.
Es dulce y muda, sin ningún reproche,
Con un largo estremecimiento cuando tú te aproximas;
Pero cuando yo voy hacia ella, por aquí, por allá, festivo,
Ella da un paso, luego cierra los ojos, y da un paso.
Porque es mi amor, y las otras mujeres
Sólo tienen vestidos de oro sobre grandes cuerpos llameantes,
Mi pobre amiga está tan desamparada,
Está toda desnuda, no tiene cuerpo, es demasiado pobre.
No es más que una flor cándida, endeble,
La flor del poeta, un pobre lis de plata,
Muy frío, muy solo, y ya tan mustio
Que me brotan las lágrimas si pienso en su corazón.

Y esta noche es similar a otras cien mil cuando un tren rasga la noche

-Caen los cometas-

Y el hombre y la mujer, aún jóvenes, se divierten haciendo el amor.
El cielo es como la carpa desgarrada de un circo pobre
en un pueblito de pescadores
En Flandres
El sol es un quinqué humoso
Y en lo más alto de un trapecio una mujer representa la luna.
El clarinete la corneta una agria flauta y un mal tambor

Y aquí está mi cuna
Mi cuna
Siempre estaba cerca del piano cuando mi madre
como Madame Bovary
tocaba las sonatas de Beethoven
Yo pasé mi infancia en los jardines suspendidos de Babilonia
y la rabona, en las estaciones frente a los trenes a punto de salir

Ahora hago correr todos los trenes detrás de mí
Bale-Timbuctú
También jugué a las carreras en Auteuil y Longchamp París-Nueva York
Ahora hago correr todos los trenes a todo lo largo de mi vida Madrid-Estocolmo
Y perdí todas mis apuestas
Sólo queda la Patagonia,la Patagonia, que convenga a mi inmensa tristeza,
la Patagonia, y un viaje por los mares del Sur

Estoy en camino
Siempre estuve en camino
Estoy en el camino con la pequeña Juana de Francia
El tren pega un peligroso salto y vuelve a caer sobre todas sus ruedas

El tren vuelve a caer sobre sus ruedas
El tren siempre vuelve a caer sobre todas sus ruedas
«Dime, Blaise, ¿estamos muy lejos de Montmartre?»
Estamos lejos, Juana, viajas desde hace siete días
Estás lejos de Montmartre, de la Butte que te alimentó del
Sagrado Corazón contra el cual te acurrucaste
París desapareció y su enorme fogata
No quedan más que las cenizas constantes

La lluvia que cae
La turba que se hincha
La Siberiaque gira
Los pesados manteles de nieve que ascienden
Y el cascabel de la locura que tintinea como un último deseo en el aire azulado
El tren palpita en el corazón de los horizontes plomizos
Y tu pena ríe burlona...

«Dime, Blaise, ¿estamos muy lejos de Montmartre?»
Las preocupaciones
Olvida las preocupaciones
Todas las estaciones agrietadas oblicuas sobre la ruta
Los hilos telegráficos de los que cuelgan
Los postes grotescos que gesticulan y los estrangulan
El mundo se estira se alarga y se retira como un acordeón
atormentado por una mano sádica
En las resquebraduras del cielo, las furiosas locomotoras
Huyen y en los agujeros,
las vertiginosas ruedas las bocas las voces
y los perros de la desdicha que ladran a nuestras espaldas
Los demonios están desencadenados
Chatarras
Todo es un acorde falso
El «brun-run-run» de las ruedas
Choques
Rebotes
Somos una tormenta bajo el cráneo de un sordo...

«Dime, Blaise, ¿estamos muy lejos de Montmartre?»
Pero sí, me pones nervioso, bien lo sabes, estamos muy lejos
La locura recalentada ruge en la locomotora
La peste el cólera se alzan como brasas ardientes en nuestro camino
Desaparecemos en la guerra totalmente en un túnel
El hambre Pluto se aferra a las nubes en desbandada
y estiércol de las batallas en montones apestosos de muertos
Haz como él, haz tu oficio...

«Dime, Blaise, ¿estamos muy lejos de Montmartre?»
Sí, estamos muy lejos, estamos muy lejos
Todos los chivos emisarios reventaron en este desierto
Oye los cencerros de ese rebaño sarnoso Tomsk
Tcheliabinsk Kainsk Obi Taichet Verkné Udinsk Kurgán Samara Pensa-Tulún

La muerte en Manchuria
Es nuestro desembarcadero y nuestra última guarida
Este viaje es terrible
Ayer por la mañana
Iván Ulitch tenía los cabellos blancos
Kolia Nicolai Ivanovitch se roe los dedos desde hace quince días...

Haz como ellos la Muerte el Hambre haz tu oficio
Cuesta cinco francos, en transiberiano, cuesta cien rublos
Afiebra los bancos y enrojece bajo la mesa
El diablo está en el piano
Sus nudosos dedos excitan a todas las mujeres
La Naturaleza
Las Busconas
Haz tu oficio
Hasta Jarbín...

«Dime, Blaise, ¿estamos muy lejos de Montmartre?»
Pero... vete al diablo... déjame tranquilo
Tienes caderas angulares
Tu vientre es agrio y tienes blenorragia
Eso es todo lo que París puso en tu regazo
También un poco de alma... porque eres desdichada
Tengo piedad tengo piedad ven hacia mí sobre mi corazón
Las ruedas son los molinos de viento de Jauja
Y los molinos de viento son las muletas que hace girar un mendigo
Somos los lisiados del espacio
Rodamos sobre nuestras cuatro heridas
Nos cortan las alas
Las alas de nuestros siete pecados
y todos los trenes son los baleros del diablo
Corral
El mundo moderno
La velocidad no tiene la culpa
El mundo moderno
Las lejanías están demasiado lejos
y al final del viaje es terrible ser un hombre con una mujer...

«Dime, Blaise, ¿estamos muy lejos de Montmartre?»
Tengo piedad tengo piedad ven a mí te contaré una historia
Ven a mi cama
Ven a mi corazón
Te contaré una historia...

¡Oh ven! ¡ven!
En Fidji reina la primavera eterna
La pereza
El amor extasía a las parejas en la hierba alta
y la sífilis ronda bajo los bananeros

¡ Ven a la islas perdidas del Pacífico!
Se llaman FénixMarquesas
Borneo y Java
Célibes con forma de gato.
No podemos ir al Japón

¡Ven a México!
En sus altiplanicies florecen los tulipaneros
Las lianas tentaculares son la cabellera del sol
Se hablaría de la paleta y los pinceles de un pintor
Colores fragorosos como gongs,
Allí estuvo Rousseau
Allí deslumbró su vida
Es el país de los pájaros
El pájaro del paraíso, el ave lira
El tucán, el sinsonte
Y el colibrí anida en el corazón de los lirios negros

¡Ven!
Nos amaremos en las majestuosas ruinas de un templo azteca
Tú serás mi ídolo
Un ídolo abigarrado infantil un poco feo y extrañamente raro
¡Oh ven!
Si quieres iremos en aeroplano y volaremos sobre el país de los mil lagos,
Allí las noches son desmesuradamente largas
el antepasado prehistórico tendrá miedo de mi motor
aterrizaré
Y construiré un hangar para mi avión con los huesos fósiles de mamut
El fuego primitivo recalentará nuestro pobre amor
Samovar
Y nos amaremos muy burguesmente cerca del polo
¡Oh ven!

Juana Juanita Ninita nita tetita ninón
Mi chiquita mi cosita mi tesoro mi Perú
Arroró gurrumina
Pompón mi bombón
Mi preferida corazoncito
Nenita
Querida gatita
Mi lindo pecadito
Chuchita
Cucú
Se durmió

Se durmió
Y no se engulló ni una sola de todas las horas del mundo
Todos los rostros vislumbrados en las estaciones
Todos los relojes
La hora de París la hora de Berlín la hora de San Petesburgo
y la hora de todas las estaciones
Y en Ufa, el rostro ensangrentado del artillero
Y la esfera tontamente luminosa de Grodno
Y el eterno avance del tren
Todas las mañanas se ponen en hora los relojes
El tren adelanta el sol atrasa
No le hace, oigo las sonoras campanas
La enorme campana de Notre-Dame
La campaneta agridulce del Louvre que convocó la San Bartolomé
Los carillones enmohecidos de Brujas la Muerta
Las campanillas eléctricas de la biblioteca de Nueva York
Las campanas de Venecia 
Y las de Moscú, el reloj de la Puerta Roja
que me contaba las horas cuando estaba en una oficina
Y mis recuerdos
El tren retumba en las placas giratorias
El tren rueda
Un gramófono gutural iza una marcha gitana
y el mundo, como el reloj del barrio judío de Praga, gira locamente al revés

Deshoja la rosa de los vientos
Ya zumban las tormentas desencadenadas
Los trenes ruedan en torbellino sobre las redes enmarañadas
Baleros diabólicos
Hay trenes que nunca se encuentran
Otros se pierden en el camino

Los jefes de estación juegan al ajedrez
Chaquete
Billar
Carambolas
Parábolas
la vía férrea es una nueva geometría
Siracusa
Arquímedes
y los soldados que lo degollaron
y las galeras
y las naves
y los prodigiosos artefactos que inventó
y todas las matanzas
La historia antigua
La historia moderna
Los torbellinos
Los naufragios
Hasta el del Titanic que leí en el diario
Otras tantas imágenes-asociaciones que no puedo desarrollar en mis versos
Porque todavía soy un poeta muy malo

Porque el universo me desborda
Porque no me preocupé por asegurarme contra los accidentes de tren
Porque no sé ir hasta el fondo de las cosas
y tengo miedo.

Tengo miedo
No sé ir hasta el fondo de las cosas
Como mi amigo Chagall podría hacer una serie de cuadros dementes
Pero no tomé notas de viaje
«Perdónenme la ignorancia
Perdónenme no conocer ya el antiguo juego de los versos»
Como dice Guillaume Apollinaire
Todo lo que se refiere a la guerra puede leerse en las Memorias de Kuropatkin 

O en los diarios japoneses que están tan cruelmente ilustrados
Para qué documentarme
Me abandono
A los sobresaltos de mi memoria...

A partir de lrkutsk el viaje se hizo demasiado lento
Demasiado largo
Nosotros estábamos en el primer tren que rodeaba el lago Baikal

Habían adornado la locomotora con banderas y farolitos
Y dejamos la estación con los tristes acentos del himno al Zar
Si yo fuera pintor vertería mucho rojo,
mucho amarillo en el final de este viaje
Pues en verdad creo que todos estábamos un poco locos
Y que un inmenso delirio ensangrentaba
las nerviosas caras de mis compañeros de viaje
Cuando nos acercábamos a Mongolia
Que retumbaba como un incendio.

El tren había disminuido su marcha
Y en el perpetuo rechinamiento de las ruedas percibía
Los acentos locos y los sollozos
De una liturgia eterna.

He visto
He visto los trenes silenciosos los trenes negros que volvían
del Lejano Oriente y que pasaban como fantasmas
y mi ojo, como el fanal de popa, aún corre tras esos trenes
En Talga agonizaban 100.000 heridos por falta de cuidados
Visité los hospitales de Krasnoiarsk
y en Jilok nos cruzamos con un largo convoy de soldados locos

En los lazaretos vi llagas abiertas heridas que sangraban a rabiar
los miembros amputados danzaban en derredor
o alzaban el vuelo en el aire ronco
El incendio se hallaba en todas las caras en todos los corazones
Dedos idiotas tamborileaban sobre todos los vidrios
y bajo la presión del miedo todas las miradas
reventaban como abscesos
En todas las estaciones quemaban todos los vagones
y he visto
He visto trenes de 60 locomotoras que huían a todo vapor
perseguidas por los horizontes en celo y bandadas de cuervos
que alzaban el vuelo desesperadamente tras ellos
Desaparecer
En dirección de Port-Arthur.
En Tchita tuvimos algunos días de respiro
Detención de cinco días debido a la obstrucción de la vía
Los pasamos en casa del Señor Yankelevitch
que quería darme a su hija única en matrimonio
Luego volvió a partir el tren.

Ahora me había instalado yo en el piano y me dolían los dientes
Cuando quiero vuelvo a ver ese interior tan tranquilo
el negocio del padre y los ojos de la hija que de noche venía a mi cama
Mussorgsky
Y los lieder de Hugo Wolf
Y las arenas del Gobi 
Y en Jailar una caravana de sombreros blancos
Realmente creo que estaba ebrio durante más de 500 kilómetros
Pero estaba en el piano y eso es todo lo que vi

Cuando se viaja habría que cerrar los ojos
Dormir
Hubiera deseado tanto dormir
Reconozco todos los países con los ojos cerrados por su olor
y reconozco todos los trenes por el ruido que hacen
Los trenes de Europa son de cuatro tiempos mientras que los
de Asia son de cinco o siete tiempos
Otros van en sordina son canciones de cuna
Hay algunos que por el ruido monótono de las ruedas
me recuerdan la pesada prosa de Maeterlinck 
He descifrado todos los textos confusos de las ruedas y
reunido los elementos dispersos de una violenta belleza
Que poseo
y que me acosa.

Tsitsikar y Jarbín
No voy más lejos
Es la última estación
Me apeé en Jarbín cuando acababan de prender fuego a las
oficinas de la Cruz Roja

Oh París 
Gran hogar cálido con los tizones entrecruzados de tus calles
y tus viejas casas que se inclinan sobre ellas
y se recalientan
Como abuelas
y aquí hay anuncios, rojo verde multicolores como mi pasado en suma amarillo

Amarillo el arrogante color de las novelas de Francia en el extranjero
Me gusta frotarme con los ómnibus en marcha en las grandes ciudades
Los de la línea Saint-Germain-Montmartre
me llevan al asalto de la Butte
Los motores mugen como los toros de oro
Las vacas del crepúsculo pastan en el Sagrado Corazón

Oh París
Estación central andén de las voluntades encrucijada de las inquietudes
Unicamente los droguistas aún tienen un poco de luz sobre su puerta

La Compañía Internacional de Wagons-Lits y de los
Grandes Expresos Europeos me envió su prospecto
Es la iglesia más hermosa del mundo
Tengo amigos que me rodean como pretiles
Cuando parto tienen miedo de que no vuelva más
Todas las mujeres que conocí se alzan en los horizontes
Con los gestos lastimosos y las miradas tristes de los semáforos bajo la lluvia

Bella, Inés, Catalina y la madre de mi hijo en Italia
y aquélla, la madre de mi amor en América
Hay gritos de sirena que me parten el alma
Allá lejos en Manchuria un vientre se estremece todavía como en un parto

Querría
Querría no haber hecho nunca mis viajes
Esta noche me atormenta un gran amor
Y a pesar mío pienso en la pequeña Juana de Francia.

Fue en una noche de tristeza cuando escribí este poema en honor a
Juana
La pequeña prostituta
Estoy triste estoy triste
Iré al «Conejo ágil» a recordar mi juventud perdida
y tomar unas copitas
Luego volveré solo
París
Ciudad de la Torre única del gran Patíbulo y de la Rueda.

París, 1913

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