martes, 22 de marzo de 2016

POEMAS DE JOSE MANUEL ARANGO


                            (Colombia, 1937 - 2002)

HAY GENTES QUE LLEGAN PISANDO DURO

 

Hay gentes que llegan pisando duro
que gritan y ordenan
que se sienten en este mundo como en su casa
 
Gentes que todo lo consideran suyo
que quiebran y arrancan
que ni siquiera agradecen el aire
 
Y no les duele un hueso no dudan
ni sienten un temor van erguidos
y hasta se tutean con la muerte
Yo no sé francamente cómo hacen
cómo no entienden
 
 

       PRESENCIA

     
Cien pasos doy de para atrás
pero la muerte los advierte.

ROGELIO ECHAVARRÍA
I
Si estoy, está conmigo.
Si me atareo en mis asuntos,
me sigue.
Ojea por sobre mi hombro si leo,
atisba por sobre mi hombro si hago.
2
Con un sobresalto,
de un salto,
me pongo de pies.
¿Quién era?
Miro en torno mío.
Nadie, nada.

3
Acaso, cuando giro
sobre mi calcañar,
gira también
con una pirueta,
con un esguince silencioso.
4
Y si voy va detrás,
si vengo viene,
si me detengo se detiene.
Siento sus artejos en mi nuca,
su acezo en mi oreja.
 
5
Hago, pues, que voy y vengo,
hago que estoy,
hago que hago,
que me atareo en mis asuntos.
 
6
Y si también esto que digo,
este verso que hago
fuera tan sólo,
y de nuevo, la vieja
mentira del lobo?

VIENDO DORMIR AL HIJO

1
Qué bello cuando duerme:
de costado, una rodilla recogida,
indefenso.

La mano palma arriba
abierta,
el pelo enmarañado.

2
Pero ahora comienza a agitarse.
La respiración se le ataranta.
Es que sueña.

3
Y esa queja en el sueño,
desconsolada:
¿en qué sueña?
¿de qué se duele?

Yo que soy su padre,
no sé de qué se duele.

4
Es sobre todo, hermosa
su mano palma arriba:
abierta,
vacía.
 



CANTIGA DE AMIGO

 
Y tras la incertidumbre de un instante
frente al desconocido
que luego por virtud del gesto recordado
vuelve a ser el amigo que después de la lluvia
llama a la puerta
lo ayudamos a desnudarse
colgamos sus ropas a secar junto al fuego

y oímos el relato de su viaje
reconociéndonos en sus maneras
de náufrago

VISIÓN

Tiene algo de felino
cuando está así, sentada
medio desnuda
en su cama revuelta.

Recogidas las piernas,
se abraza las rodillas.

Y va pintándose
–una por una–
las uñas de los pies
con esmero de gata.

Sí, tiene algo
de gata o tigrilla
que se lame la garra.

Y en tanto canturrea
como ronroneando
y mueve la cabeza
marcando un ritmo suyo.

Los pechos aplastados
contra los muslos.

Y ahora acaba de pintarse
morosamente
las uñas de las manos.

Y para que se sequen
las menea en el aire
como indicando un paso
de danza.


COMO DONCELLA que se adentra en el bosque en busca de miel silvestre
y regresa trayendo en el pelo un extraño perfume de parásitas
Así fuiste aquel año en que tu carne entraba en sazón
Cuando en tu vieja ciudad
levantada entre un río y una colina
vi tu cabeza oscura contra el muro de cal
cuando la inminencia del amor apuntaba en tu risa
muchacha amarga
y tus senos latían
maduros casi para ser acariciados


IX
vagó toda la noche por calles desiertas
maldiciendo

alguien lo llamó por un nombre que no era el suyo
pero sabía que era a él a quien llamaban

XI

en la mansa
familiaridad de las calles

la sombra de un árbol cuelga
inmóvil sobre el muro blanco

y
de pronto
sin raiz, el deseo
de quedarse en este día, siempre


XVII

FÁBULA


para que mi deseo la siga
con la fúria de um verano tardío
y la devaste

una muchacha viva pasa

ah tejer una fábula maravillosa
delante de sus ojos abiertos


XVIII

ahora que las niñas se desvisten
co um secreto temor
y en el fuego bailan duendecillos azules

por calles que tienen nombres de batallas
voy, solitario y vano

y pienso en la dulce saliva de la doncella
que en algún lecho madura y gime
y visita otro duro laberinto

como de una ahogada
veo su frente a través del água
del sueño

de noche, en este parque donde tengo cuatro
                                                                  sombras
bajo el antiguo insomnio de las estatuas


XX

en el mercado, entre sus jaulas
el vendedor de pájaros
você la lengua de los vencedores

pero trás su habla sibilante
y las cópulas sorpresivas
de palabras

se recata la antigua lengua armoniosa
más clara, más
cercana de las tortugas y el fuego

que piensa en él
y le da otro orden al mundo

y cuando en la Plaza
real por un instante en el mediodía
coge los pájaros em su dedo
y les habla

tal acto encubre otros actos
de más viejo sentido
ya su mágico gesto de encantador
los pájaros mueven los ojos dorados


XXI

IRONÍA


ante el obstinado embate del pájaro
contra el cielo falso de la vidriera

no cabe
ironia


XXV


NEGRURA AMENAZANTE


DETRÁS DE LOS PÁRPADOS


entre
el cerrar
y el abrir los ojos
la nada

de nuevo
este desolado estupor


XXXIII


PRESENCIAS


sigues morosamente
la curva orilla del lago

el silencio está en torno tuyo
y dentro de ti, em tus huesos

los pájaros te lanzan a los ojos
sus figuras sucesivas

sobre la hierba nueva
cae la luz como una espada


XXIV


PARAÍSO


infancia
vuelta a encontrar, al morder uma fruta
en su sabor olvidado


XXXVI


a veces
veo en mis manos las manos
de mi padre y mi voz
es la suya

un oscuro terror
me toca

quizá en la noche
sueño sus sueños

y la fria furia
y el recuerdo de lugares no vistos

son él, repitiéndose
soy él, que vuelve

cara detenida de mi padre
bajo la piel, sobre los huesos de mi cara



Holderlin




Quizá la locura
es el castigo

para el que viola un recinto secreto

y mira los ojos de un animal
terrible


Escritura




la noche, como animal
dejó su vaho en mi ventana

por entre las agujas del frío
miro los árboles

y en el empañado cristal
con el índice, escribo
esta efímera palabra


El poseído

A veces
siento en mis manos las manos
de mi padre y mi voz
es la suya
un oscuro terror
me toca
quizá en la noche
sueño sus sueños
y la fría furia
y el recuerdo de lugares no vistos
son él repitiéndose
soy el que vuelve
cara detenida de mi padre
bajo la piel sobre los huesos de mi cara.

EN CAMINO.

Para Gustavo Zuluaga.
1
Y, a lado y lado del camino,
ralos matojos
de helechos,
en este mes del año requemados,
resecos.
.2
Un alud, en invierno,
en el lomo del monte
dejó algo así como una dentellada
de barro rojo..
Ahí queda por meses,
tal vez por años.
Es una cicatriz
bermeja..
3
O manchones
—aquí y allá—
de un pardo rojizo.
Allí donde la pobre
vegetación de zarzas
y malezas se agosta,.
como si un terco mal
de la tierra, un matiz
del rojo de la tierra
subiera por sus tallos
y se mezclaran al bruno
de la maleza ardida..
4
Un ronroneo de colmena:
lo oye el caminante..
Más allá,
entre musgos,
hay un nacimiento..
5
Que el caminante baje
hasta aquella hondonada donde el verde
se hace más oscuro..
Encontrará, entre piedras,
un hilo de agua fría,
podrá beber un puño de agua fría
para la sed..
6
Y después el camino
se pierde en un paraje
arbolado de búcaros
y más allá reaparece
para trepar por un costillar mondo..
Sólo un camino: una delgada
incisión en el lomo
de la montaña: un arañazo
o la huella de un arañazo..
7
Ese huevo sonrosado entre la maleza.
El caminante lo alza para
remirarlo contra la luz..
8
y, por fin, una redondez.
Pero de ningún modo la redondez de un seno..
Más bien
algo como un muñón,
como el esbozo
de un cráneo..
Quizá una giba,
sí: una giba rocosa..
9
Y otra cumbre.
Otra hermosa perspectiva
de despeñaderos..


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