- (Estados Unidos, 1874 - 1925)
Plantas marinas
Fría cae la luna sobre la arena de las dunas
y las algas ondean y fulguran;
el tenue ritmo de mi reloj dice
que son ya las doce y cuarto;
y no oigo nada todavía
salvo los golpes del viento sobre el mar.
La mujer del pescador
Cuando estoy sola
el viento en los pinos
es como el rasgueo de las olas
en los costados de madera de una barca.
Tarde helada
No es la brillante luz en tu ventana
lo que deslumbra mis ojos;
es el oscuro contorno de tu sombra
moviéndose en el shôji.
Resplandor
Peonías.
El extraño color rosa de las porcelanas chinas;
maravilloso, su brillo.
Pero, Querido, es el azul pálido de la espuela de
caballero
el que se balancea con fuerza sobre mi corazón.
Otros veranos.
Y un brillo chirriando en la hierba.
El jardín del emperador
Una vez, en el sofocante calor de pleno verano,
un Emperador hizo que las montañas e n miniatura de
su jardín
fueran cubiertas con seda blanca,
así coronadas,
parecían refrescar sus ojos
con el resplandor de la nieve.
In excelsis
Tú, tú,
Tu sombra es un rayo de Sol sobre la vajilla de plata,
Tus huellas el lugar donde se siembran las lilas,
Tus manos en movimiento un repiqueteo de campanas
A través del viento.
El movimiento de tus manos es la larga y dorada ruta de la luz amaneciendo,
Es el salto del pájaro en los senderos del jardín.
Como el perfume del junquillo, tú llegas antes que ninguno en la mañana,
Los potros no son más rápidos que tus pensamientos,
Tus palabras son abejas alrededor de un peral,
Tus caprichos son como avispas zumbando en derredor
De las rojas manzanas.
Bebo de tus labios
Me como la blancura de tus manos y de tus pies
Mi boca está abierta
Como un cántaro vacío y abierto
Igual que transparente agua eres tú, llenando la copa de mi boca
Como un arroyuelo atestado de lilas.
Tú eres fresca como las nubes
Tú estás ahí, lejos y dulce, como las inalcanzables nubes;
Me atrevo a alcanzarte
Me atrevo a tocar el canto de tu resplandor,
Yo salto mas allá del viento
Y lloro y grito
Porque mi garganta es como una aguzada espada
Afilada en una piedra de marfil,
Mi garganta canta la alegría de mis ojos,
La impetuosa alegría de mi amor.
¿Cómo es que cayó el arco-iris sobre mi corazón?
¿Cómo es que he engañado los mares para que se tiendan sobre mis dedos
Y atrapado al cielo para cobijar mi cabeza?
¿Cómo es que has llegado para vivir en mí,
Cercándome por los cuatro círculos de tu mística levedad?
Entonces yo digo "gloria, gloria" y me inclino hacia ti como si fueras sagrada.
¿Y si aquel amanecer es esta mañana y un día posterior?
Pienso acaso que tu aire es de condescendencia,
La tierra una cortesía,
El cielo una dicha merecedora de gracia,
Entonces tú, aire, tierra, cielo
Yo no te agradezco;
Te tomo
Y vivo.
Y todas esas cosas que digo en consecuencia
Son rubíes ensamblados en un camino de piedra.
Jardín a la luz de la luna
Un gato negro entre las rosas
Flox, lila cobre entre la niebla bajo la luz de una Luna en su cuarto creciente
El dulce aroma del heliotropo y la misteriosa esencia de los troncos
El jardín está muy quieto
Está hipnotizado por la luz de la Luna
Colmado por las fragancias
Delirando el sueño de opio de sus cubiertas amapolas
Las luces de las luciérnagas se encienden y se esfuman
Altas como pimpollos de la dorada luz
Bajas como las dulces flores de alisón a mis pies
La Luna titila entre las hojas y la reja
La Luna cual dardo enciende los arbustos
Sólo los pequeños rostros de las orquídeas hechizadas están alerta y contemplando
Sólo el gato acechando entre las rosas
Sacude una rama y rompe este variado boceto
Tal como el agua se sacude por la caída de una hoja;
Entonces tú llegas,
Y eres silenciosa como el jardín,
Blanca como las flores de los alisones,
Y hermosa como el silencioso destello de las luciérnagas.
Oh amada, puedes ver las anaranjadas lilas,
Ellas conocieron a mi madre
Y ellas, que me pertenecen,
Sabrán cuándo me habré ido.
Madonna de las flores del crepúsculo
He estado trabajando todo el día,
Ahora estoy cansada
Llamo: "¿Dónde estás tú?"
Pero sólo se escucha el murmullo de las hojas de un roble;
La casa está muy silenciosa,
El sol brilla sobre tus libros,
Sobre tus tijeras y el dedal
Pero tú no estás ahí,
De repente estoy sola.
Entonces te veo
Parada bajo una corona de consólidas reales
Con una canasta de rosas en tu brazo;
Tú eres fresca como la plata
Y me sonríes;
Entonces siento que las campanas de Canterbury están tañendo
Pequeñas melodías.
Tú me dices que las peonías necesitan agua,
Que las aguileñas pajarillas han traspasado sus límites,
Que la papónica debería ser recortada;
Tú me dices todas esas cosas
Y yo te miro, corazón de plata;
Flama blanca tu corazón de tersa plata
Encendiéndose debajo de las ramas azules de la consólida real
Deseo arrodillarme a tus pies
Al instante,
Mientras alrededor de nosotras repiquetean los suaves Te-Deums
De las campanas de Canterbury.
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