viernes, 4 de marzo de 2016

Poemas de Rutger Kopland



(Holanda, 1934 - 2012)

XI

Todos los años que estuve mirando
en la terraza del río
pensé yo: así como aquí, como debe ser

nada falta, nada sobra
es fácil comprenderlo
es demasiado obvio para describirlo
pues allí está

el paisaje con el río
que nunca habré de conocer

Rutger Kopland
Traducción de Carlos Ciro

***

XI

Al die jaren dat ik zat te kijken
op het terras aan de rivier
dacht ik: zoals hier, zo moet het zijn

niets ontbreekt, niets is overbodig
het is te eenvoudig om te begrijpen
te vanzelfsprekend om te beschrijven
zo ligt het daar

het landschap met de rivier
ik zal het nooit kennen

Rutger Kopland



FRENTE LA PUERTA QUE CRUJE


Y así nos detuvimos frente a la puerta que cruje,
tan fuera de este mundo como lo están los caballos.

Una vez más era la tierra, estiércol en la soir
de parís, una noche de cuándo y dónde.

Versos olvidados resurgieron en mí,
suaves prados en tierras que riman con noche,

pero susurraste: aquí, aquí está
mejor, dónde estás, dónde estás ahora

con tus manos. Y así yacimos apretados
contra la tierra y uno contra el otro, mientras la puerta

crujió con los caballos que irrumpían.

Rutger Kopland
Traducción de Carlos Ciro

***

TEGEN HET KRAKENDE HEK
Zo stonden wij tegen het krakende hek, 
zo buiten de wereld als paarden. 

Het was weer aarde, gier en soir de
paris, een avond van waar en wanneer. 

In mij kwamen vergeten regels omhoog, 
zachte op nacht rijmende landerijen, 

maar jij fluisterde: hier, hier is het
het fijnste, waar je nu bent, waar je nu

bent met je handen. Zo lagen we tegen
de aarde en tegen elkaar, terwijl het hek

kraakte tegen de opdringende paarden.




SERBALES


Practicar el arte de la poésía es
establecer con el mayor cuidado posible
que, por ejemplo,
en la temprana mañana
los serbales sostienen miles de lágrimas
como un dibujo de la infancia,
tan rojas y tan numerosas.

[*Serbal: árbol de frutos rojos, parecidos a bayas]

UN SALMO


Los pastizales verdes las aguas quietas
en el empapelado de mi cuarto-
como un niño asustado yo creía
en el empapelado

cuando mi madre hubo dicho sus plegarias por mí
y yo había sido perdonado un día más
se me dejaba solo
entre inmensos caballos y ganado,
un niño expósito acostado sobre un mundo
de pasto

ahora que una vez más tengo que irme
a través de los pastizales de dios no encuentro sendero
que me lleve de vuelta, sólo una pequeña mano
aferrada a la mía que aprieta
cuando los enormes cuerpos
del ganado gruñen y resoplan
en paz.

[Kopland se basó durante varios años en el paisaje del
Salmo 23 ("Jehová es mi pastor, nada ha de faltarme...") 
o Salmo de David, para crear una atmósfera que mezcla
la celebración de la naturaleza con la melancolía del inex-
orable paso del tiempo]

LA SEÑORITA A.


El 19 de setiembre, un neblinoso
diecinueve, la Srta A se bajó
del lado equivocado de su casa-barco
el Complacida Dulzura
a las aguas de 'El Profundo'

El frío había llegado, ella no había
logrado encender la estufa,
su anciana madre había muerto,
todo estaba rechinando, herrumbándose,
desde su cocina-de-barco Dios y el
DHSS parecían fuera de alcance

Desembarcó.

[* DHSS: Departamento de Salud y de Seguro Social] 

¿CUÁNDO, DÓNDE?


Es otoño y los perros están otra vez en el asunto.
No hay ternura entre los perros.

Decime algo, dice ella. Sólo un chico podría saber
lo que siento. Ya no soy un chico.

Ternura, eso es, le digo, mientras tomo
sus pechos firmes en mis manos,

esa es la respuesta a la pregunta que
no se ha formulado. El olor de cada otoño,

quiero decir, la pregunta cuándo, dónde
estaba y la respuesta a eso

Puedo oler tu pelo de nuevo, estamos sentados
uno contra el otro en un banco en los jardines.

Siento lo que siente un chico cuando ve
lo que estamos haciendo. Lo que decimos es puro desatino.

BAJO EL MANZANO


Vine a casa, eran cerca de las
ocho y notablemente
cercano para esta época del año,
el asiento del jardín permanecía esperando
bajo el manzano

Tomé mi lugar y me senté
mirando cómo el vecino
estaba todavía cavando en su jardín,
la noche brotó del suelo
una luz creciendo cada vez más azul colgaba 
del manzano

entonces lentamente de nuevo se volvió
demasiado hermoso para ser cierto, las alarmas
del día desaparecieron en el aroma
del heno, los juguetes otra vez yacen
en el pasto y desde lejos en la casa
vinieron las risas de los chicos bañándose
hasta dónde estaba sentado, hasta
debajo del árbol de manzanas

y luego oí las alas
de gansos salvajes en el cielo
oí qué quieto y vacío
se estaba volviendo

afortunadamente alguien vino y se sentó
a mi lado, para ser preciso eras
vos que viniste a mi lado
bajo el árbol de manzanas,
notablemente cerca
para nuestro tiempo de vida.


POR LA MAÑANA


Debe haber algo cuando caemos en el sueño
nos acostamos y nos quedamos dormidos
¿qué fue aquello?
–mientras las últimas palabras para el mundo
se hacían más y  más enrarecidas:
la luz de la luna, perro lejano, leve respiración,
olores de un hombre, una mujer,
noche, noche, otra  noche
¿qué fue lo que dijo?
mientras se apagaba también la última palabra
noche: estos son nuestros propios brazos todavía
en los que nos desintegramos en este agujero negro
¿este es todavía nuestro propio cuerpo?
que dijo algo, cuando ya no quedaban más palabras
debe haber algo ahora que la palabra mañana
está surgiendo lentamente y la mañana
es lo que nos mantuvo juntos
y  nos suelta así como estamos aquí tendidos.

EL DIOS EN MI CEREBRO


Cuando casi estaba despierto recordé
que esa noche había vivido en el pasado
y sin el menor asombro había vuelto
a creer que Dios existía

quería por fin hablar con él
es un hombre muy amable me dijeron
le puedes llamar por teléfono

llamé y escuché una voz, una voz muy dulce
así que me imaginé una dulce mujer alada
como las que se ven en las tarjetas de felicitación

si quiere hablar con dios, dijo, pulse uno
si no lo quiere no pulse
pulsé uno

y la misma mujer alada dijo: todavía hay
una persona a la espera y esa persona es usted

recordé que tuve que meditar sobre esto
infinitamente hasta que desperté y Dios había vuelto
a desaparecer, por ahí en mi cerebro

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