martes, 3 de mayo de 2016

POEMAS DE YUYUTSO RD SHARMA


(Punjab, India - 1960)


RAJASTÁN

A la sombra
frágil del arbusto

dos camellos
se sientan, rumiando,

echando
espumarajos

mientras observan
el blanco abrasador del cielo

ni un grano
de los Monzones.


LA DEMOCRACIA


La lucha del sol por deslumbrar
a través de cielos turbios de destinos fracasados.
Los callejones de niebla
de la ciudad de los escorpiones parecen resbaladizos,
oscuros por el apagón
de una pesadilla de treinta años,
llenos de luz
por el resplandor trémulo de heridas recientes.
Muchachas a la moda con ojos en forma de pez
se asoman a angustiosas ventanas de madera.
En la tienda local de alcohol
un poeta se sienta febril al fresco
en un chirriante banco de acero,
su rostro enterrado en la democracia de sus pálidas manos.
Sus piernas frágiles tiemblan
por el horror de obscenos eslóganes de gastados Hitlers.
En las carnicerías con techado de hojalata
sordas carniceras limpian los intestinos
de los búfalos del pasado,
un vago ritual de las espinas resucitadas de la memoria.
En los callejones resbaladizos de Asan
o Bhotahitee la fetidez de verduras podridas
asfixia a las deidades atascadas
en los nichos de santuarios desmoronados.
Las vacas qu deambulan mueven
sus colas infestadas de boñigas
para bendecir
a los expertos en derechos humanos llegados de Occidente.
Las palomas arrojan suciedad
en sus brillantes cabelleras para condenar sus alms piadosas,
un equilibrio de las escalas de la justicia.
Sólo estos mantras
poeta de los helados callejones, de la ciudad
del exaltado dragón del hambre
sordo a los gritos indefensos
de un recién nacido
al que están troceando
los extraños magos
de una ciega aristocracia: la democracia.




MULAS


En la gran Ruta tibetana de la sal
me encuentran de nuevo

viejas amigas olvidadas…

En sus rostros
la fatiga de un sueño ebrio

sus vidas gastadas,
sus patas torcidas, temblando

de transportar
ilustres banderas de escaladas malditas.

Aferradas a viejas campanas
como heridas abrasantes

notas marcando el compás
de una esclavitud que trae el modernismo:

cartones de Iceberg, botellas de agua mineral,
estufas, azulejos chinos, latas, tablas

sacos de arroz
y sal yodada de las llanuras del Terai nepalí.

Las mariposas de los bancales
conocen sus nombres.

Los arroyos cantores son tempestades
en sus escaladas sofocantes.

Suben atentas al tráfico
y a prueba de tiempo

transportando
sueños de elegantes pavos reales

panfletos
de una secreta guerra religiosa

mugre
del semen estéril de un ecologista

una cocina entera
para hacer un cocktail en el campamento base

desarrollo inexistente
agenda de culpables donantes

las extrañas visiones de Occidente
codiciando una purga instantánea.

Hay escalones de piedra
de las montañas en relieve

en sus drogados cerebros
como líneas de amor suspendido

rayadas
en las piedras históricas de las cascadas.

Cielos estrellados
de los valles adormecidos conocen

el dolor
de su sudor secreto.

Días soleados
por los ríos cristalinos

tienen el sabor
de sus ojos sangrantes.

Gran ficción
de las agobiantes bajas,

como auténticas mulas
repiqueteando sus pezuñas por las calzadas,

en círculos
la cruel grandiosidad
de senderos de mulas sedientos de sangre
alrededor del glacial de los Anapurnas.
 
                                       Traducción: Verónica Aranda


Los días de la pureza


En los ojos del caballo está la tormenta que sacudió el cielo de las primeras montañas.
En el vientre del fuego está el asombro del primer quemado.
En el sueño de una virgen están los nombres de todos sus hijos.
En el semen de un dios están la fiebre y el vértigo de todas las criaturas.
En un bazar secreto de un pueblo inaccesible, en una de las laderas de la cima más alta del cosmos, está el nombre exacto de Dios, pero es un pueblo de ciegos y la palabra dios está prohibida.
En la panza de una ballena está la mećanica celeste y el llanto de los bufones.
En la palma de la mano del hombre más pobre del mundo está el oro de las palabras y el oro de los besos.
En el aleteo de las mariposas de los bancales está el mapa del tiempo y el hondo dibujo de la luz pura.
En la memoria del poeta está la lluvia que azotó los patios de la antigüedad.

Los días cósmicos

Algo flota en el aire que no es en esencia lo que respiramos y lo que se ahonda y nos perfora y, cercándonos, nos alimenta y eleva. Algo en absoluto aprehensible, de lo que nada sabemos y de lo que casi nada se confía en que podamos saber porque el aire, en el aire al que los perros ladran, no hay piedad ni hay consuelo. Solo hay un centinela voraz. Un vigía milenario. Un dios rudimentario y caprichoso. Un hijo de la gran puta con una saco de metáforas y un libro de encantamientos y de prodigios. Pero los pobres oyen los ladridos en mitad de la noche y el azar conversa con la razón y le pisa el cuello hasta que sangra. El cielo ha ardido. Los milagros suceden siempre en el corazón. Un extravío de caballos bajo la tormenta sacude el cielo de las primeras palabras.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario