lunes, 17 de septiembre de 2018

POEMAS DE MARIA LUISA SPAZIANI

Resultado de imagen para MARIA LUISA SPAZIANI(7 de diciembre de 1922, Turín, Italia - 30 de junio de 2014, Roma, Italia)

MURADO COMO EN SUEÑOS

Las rosas se deshojan en el aire
que sabe a nieve y a pesebre. Vibran
Monforte y sus jardines ya desnudos
en un viento de inasible tarantela.

¡Otro año en tu signo! Encerrado
en mí como una piedra en el mar.
El silencio es tremendo, y está todo quieto,
murado como en sueños.

Pero arriba, tras calles y tejados,
los pájaros, las nubes, la esperanza,
suben y bajan réprobos y elegidos
por la infinita escala de Jacob.


Entre silencios y palomas alta volaba
nuestra Parma, un sueño de Chagall.
Nos salían al encuentro las palabras
nuestras, pero de otros mundos.

Apretar tus manos era besar
trenzas de manos tendidas desde siglos.
Confluían en ti, absorto embudo,

sombras, sardanas, gigas. Yo lo sé,
lo vi en ese instante: fue un relámpago.
Te fulminó un mensaje misterioso.
Todo es ilusión, un dibujo de Escher,
¿un laberinto? ¿o un misterio de gozo?


EL VÍA CRUCIS


La bronquitis esta noche me transforma
en una encina cubierta de nieve.
Crucificada en la tierra con raíces
de debilidad y estremecimientos,
siento los ramos cargados que se doblan
bajo el peso de mil cristales.

Conocí un día a un chiquillo, mucho
más enfermo que yo.
Respiraba con dificultad, y en su cama
se parecía a un velero encallado,
pero su pensamiento en lo alto era la oropéndola
en la cima del olmo fulminado.

Esta noche pienso en él, yo que sé de sobra
que pronto sanaré.
Y me siento igual que aquel fiel
que vi en Brujas con su capa de nutria.
Miraba a un vía crucis e intentaba
imaginar la hiel y cualquier tormento.

Y quizás oscuramente también sentía
que no sólo el Cristo de los iconos
cruza en nuestro nombre
el paso inmenso de las tinieblas.


ULTRASONIDO


El ruido sofoca el canto
pero el canto es un alfiler que atraviesa el pajar,
búscalo si puedes con antorchas e imán
él te pincha y traspasa cuando quiere.

Voz que clama en el desierto, gemido,
ultrasonido, año-luz, grito de tribu rescatada,
inconsútil cruzas los desiertos del tiempo,
las inútiles madejas del espacio.


A LOS LECTORES


Estrella-libre albedrío es endíadis de sueño,
anhelo patético que hoy puede hacer reír.
Teoría, utopía, hipótesis, locura.
Ni yo ni ninguna estrella hemos sido nunca libres.

Mi «estrella» es un mar que fabrica sus ritmos
reflejando cavernas del más profundo ayer.
La metáfora es un velo que oculta otros misterios.
Yo no veo su fondo. Vosotros me estáis dictando.


PARA UNA LUNA DE MACHADO


Como en Sevilla el Viernes Santo,
entre los siete arcos de los dos pórticos
la luna extiende su alfombra blanca.
Nosotros pasamos abrazados.

Un tiempo inmensurable se desmalla.
El tiempo no se conjuga en el presente.
La luna se ha deslizado por su arco,
y aquella alfombra está ausente.


Escribir, escribir, mientras el mundo enloquece,
descargas de trilita, hermanos que se matan.
Pobre y desnuda vas, palabra mía,
aliento en el huracán.

Pero hubo, en el mundo, palabras
más fuertes y victoriosas que los estragos.
En los milenios nos quedan: y enterrados
están los gritos de odio.


 
Espesas sábanas de hojas de plátanos.
Letargos nos devuelven al invierno.
Dejaré de absorber los colores.
Me abismaré en los libros.

O en profundas sábanas de hilo
soñaré con esas hojas en las ramas.
Tú ayúdame a subir para que encuentre
todo el verdor perdido.
 El estruendo el tiempo inventan palancas
con que volcar encinas, partenones.
Nos minan el corazón en los decenios,
nos obstruyen las venas y el pensamiento.

El nombre de mi dios es levedad,
es velero, libélula, es estrella.
Levantad estatuas a oradores y guerreros
sobre alfombras voladoras.


He aquí el espacio mágico donde nada se ha dicho
pero el sentido aflora de nieblas de prehistoria.
Dormimos en casas que separan kilómetros
mas nuestros sueños llegan a reunirse en lo alto.

Tan perfecta es la espera (o el entendimiento)
que será una lástima transformarla en palabras.
¿Sería preferible a la vida el silencio
aunque el silencio sea quintaesencia de vida?


He salido del feudo, mi vida
de delicadas fantasías. En el canto
polifonías irrumpen, y se muestran
las más impensadas perspectivas. Al siervo
de la gleba se le abren los océanos.

Pues solapada mecha es el amor.
Se incuba largamente, se conoce «de oídas»,
es una historia ajena, algo improbable.
Luego alcanza el castillo, y en mil trozos
la entera vida estalla.


A los veinte años yo no era feliz
y no querría que el tiempo pudiera desandarse.
Un sauce de plata me consolaba a veces,
otras lo conseguía con presagios, promesas.

Nadie declara nunca cuán difícil resulta
la juventud. Llegados al cabo del camino
tiernamente podemos contemplarla. Los dos,
quizás por vez primera.


Acojo la mañana entre los brazos
como la madre a su recién nacido.
Tu voz por teléfono, aleluya,
doy gracias a Dios que me ha creado.

Un puente de palabras es luz pura.
Hacia una nueva vida me encamino
como Él sobre las aguas. Resplandecen
las células de la sangre.


Existen los labios de aquel hombre,
y justifica el tiempo sus desastres.
Yo sólo soy aullante arteria viva,
llevo la sangre del mundo.

Punto perdido en la oscuridad inmensa,
sé las leyes del sol y de la muerte.
El logaritmo que la flor supone
es mi aliento.


Soy esclava del tiempo, las horas y los días
son cilicios con sus agudas puntas.
Quisiera ser el rayo que serpea
en un instante por los cuartos todos

un lazo incandescente que condense
el discurso esencial, sin mediaciones,
palabras ritmos músicas semánticas,
sólo labios de fuego.


Este amor, este oasis florecido
será pronto una ruina inmensa.
Los capullos se mustian, el follaje
no apunta ya hacia el sol.

Acoger, aceptar aquel destino
es aguda ruptura, quemadura, corte.
¿Coliseos, Partenones tendrán llanto
a la caída de la primera piedra?


En una historia que creía cerrada,
se abre de improviso una ventana.
Irrumpe aire de alturas, alegría,
copos de nieve de felices pascuas.

Entonces es vileza resignarse
si puede calentar una palabra al mundo.
Quien padezca, recuerde: el tiempo cambia
sus ritmos como el mar en el otoño.


El Egeo

Esta música ha durado desde que comenzó el mundo.
Una roca nació entre las aguas
mientras pequeñas olas charlaban en una suave lengua universal.
El caparazón de una tortuga
no hubiera predicho la guitarra.
Tu música siempre ha subido al cielo,
raíz primaria verde, el mar de la madre, en
primer lugar primicias. Nos envuelves,
nutriéndonos con la música: amenaza,
fábula, hipnosis, canción de cuna, rugido,
augurio, mito,
pequeñas partículas
de arena, de restos, de alegrías.

Un castaño fresco

sería, el mundo, un castaño fresco
si todo me mirara con los ojos.
Brown, estanques intensos y dorados
con rayos que disminuyen suavemente.
Así los ojos de los ángeles, las castañas
que han perdido el erizo. El cielo
es esa desnudez, cada secreto
está llegando al corazón.

Nadie dice nunca

En mis veinte años no estaba feliz
y no me gustaría tener tiempo para revertir.
Un sauce de plata a veces me consolaba, a
veces lo conseguía con augurios y promesas.
Nadie dice nunca cuán difícil es la 
juventud. En la parte superior del camino
, la miramos con ternura. En dos,
tal vez la primera vez.

El agarre del salto

El deseo se desliza en sí mismo,
es un ombligo interno que concentra
toda la energía, la presión rápida
sobre el rugiente peine de la presa.
Es la palabra infernal, la crisis puntual del
agua que se hunde en el tranquilo
allegretti del río. Pero
el agarre del salto se endurece cruelmente.

Las palabras no son suficientes hoy

No me hagas las palabras hoy, no son suficientes.
Están en los diccionarios: aunque son impredecibles
en sus articulaciones, las voces se consuman.
Siempre es un deja vu predecible.
Me gustaría hablar contigo, es lo mismo con Dios, a
través de los signos umbráticos de los nervios, los
mensajes eléctricos que la psique
extrae del corazón del universo.
Un temblor de antenas, un diseño de danza,
un parpadeo infinitesimal,
la música de ultrasonido que ni siquiera
Bach imaginó.

Nada en absoluto

Me arranca de la sospecha
de ser nada, nada más que nada.
Ni siquiera hay memoria.
No hay cielos
Ante los ojos, una meseta nevada,
días que no se pueden numerar, cristales
de una nieve que se desvanece en el horizonte
, y no hay horizonte.

Tus brazos

El espíritu necesita lo finito
para encarnar impulsos del infinito.
Hablo con el ángel, y tus brazos humanos
solo lo traducen en mis sentidos.
¿Dónde comienza el ala? ¿Dónde nacen
los tambores de tormenta?
Amarlo es hundirse, es un bosque que se
desvanece en los más altos cielos.

Vuelo sobre los Alpes

Vuelo sobre los Alpes, tu memoria cubre
la llanura del Po hasta las nieves del Etna.
Tú eres mi paisaje, mi patria,
mi emblema, mi aliento profundo.
Tú eres el árbol del que yo soy el cabello,
florezco alto en tus gruesas ramas.
Tus raíces envían la savia
que se eleva y canta y nutre mis células.
¿Quién los alimentó en esos años increíbles
cuando ignoré tus ojos y tu nombre?
Esa voz secreta que susurra
en los días jóvenes las sílabas: "¡Espera!".

París duerme en

París. Un enorme silencio
ha descendido para ocupar cada intersticio
de azulejos y paredes. Los gatos y los pájaros
están en silencio. Soy un centinela.

Agosto sin cuerno. Sobrevivo
solo, tal vez. Sostengo en mis brazos
como Sainte Genevieve, mi ciudad
emergiendo de la capa, en la parte inferior de la imagen.

Una rosa que florece en

Ibernati, inconsciente, inexistente,
venimos de desiertos interminables.
Pronto, otros infinitos nos abrirán
alas voraces para la eternidad.
Pero aquí ahora está el oasis, una cadena
de delicias y tormentos. Las estaciones
coloridas nos envuelven, nuestras
amadas manos nos acarician.
Un punto infinitesimal en el vórtice
que nos ciega. Hay música
(en otros lugares se desconoce), existe el milagro
de la rosa en flor, y está mi corazón.

No sé, el bote, sube el río

. No sé, el bote, sube el río.
Ningún viento contrasta el rápido.
Felicidad, inflaron mis velas.
Ahora caen en lamentos.
Pero
la energía esencial seguirían siendo las palabras . Ese silencio,
que siempre es el fértil limo del verso,
ahora es puro veneno.

Con el telón abajo

Cuando te amé, soñé con tus sueños.
Estaba viendo tus párpados durmiendo,
tus pestañas temblando ligeramente.
A veces
es con la cortina baja que se enrolla
con actores sin precedentes y enciende
la maravilla.

Como en una catedral,

entro en este amor como una catedral,
como una ballena oscura.
Absorbo un eco del mar, y de las grandes bóvedas
desciende y funde un coro antiguo en mi voz.
Tú, elegido por casualidad, ahora eres el único,
el padre, el hijo, el ángel y el diablo.
Me sumerjo profundamente en ti, el abrazo más esencial,
y tus labios permanecen sueños evanescentes.
Antes de entrar a la gran nave,
viví feliz, me alegré un poco.
Pero tu haz de luz, como una espada inmensa,
relega todo lo que no eres a la nada.

de El cruce del oasis

Hibernate, inconsciente, inexistente,
venimos de desiertos interminables.
Pronto, otros infinitos nos abrirán
alas voraces para la eternidad.
Pero aquí ahora está el oasis, una cadena
de delicias y tormentos. Las estaciones
coloridas nos envuelven, nuestras
amadas manos nos acarician.
Un punto infinitesimal en el vórtice
que nos ciega. Hay música
(en otros lugares se desconoce), existe el milagro
de la rosa en flor, y está mi corazón.
*
Aquí está el espacio mágico en el que nada se ha dicho,
pero el sentido emerge de las brumas de la prehistoria.
Dormimos en casas a kilómetros de distancia,
pero nuestros sueños se unen.
La espera (o la comprensión) es tan perfecta
que será una pena convertirla en palabras.
¿Deberíamos preferir el silencio a la vida
incluso si este silencio es la quintaesencia de la vida?
*
Entro en este amor como en una catedral,
como en un vientre oscuro de ballena.
Absorbo un eco del mar, y de las grandes bóvedas
desciende y funde un coro antiguo en mi voz.
Tú, elegido por casualidad, ahora eres el único,
el padre, el hijo, el ángel y el diablo.
Me sumerjo profundamente en ti, el abrazo más esencial,
y tus labios permanecen sueños evanescentes.
Antes de entrar a la gran nave,
viví feliz, me alegré un poco.
Pero tu haz de luz, como una espada inmensa,
relega todo lo que no eres a la nada.
*
Sería, el mundo, un castaño fresco
si todo me mirara con los ojos.
Brown, estanques intensos y dorados
con rayos que disminuyen suavemente.
Así los ojos de los ángeles, las castañas
que han perdido el erizo. El cielo
es esa desnudez, cada secreto
está llegando al corazón.
*
Ve a la derecha, a la izquierda. Baja y sube.
La dirección oblicua permanece, también decepcionante.
Tomaría otro espacio, otra dimensión.
¿Por qué el anhelo permanece si todo está prohibido?
La fórmula del lirio que conocería allí, y la fuerza
oscura que lo anima como mi alma.
Y sabría por qué existe la ilusión máxima, el
rayo de luz, el amor, del cual te estoy envolviendo hoy.
*
En mis veintes no estaba feliz
y no me gustaría tiempo para revertir.
Un sauce de plata a veces me consolaba, a
veces lo conseguía con augurios y promesas.
Nadie dice nunca cuán difícil es la
juventud. En la parte superior del camino
, la miramos con ternura. En dos,
tal vez la primera vez.
*
Inculpé el olor de mi madre
(desafortunadamente todavía es un sueño). ¿Nazco
o me acurruco en ella? Siempre me quedaría allí
(tal vez pensé), renunciando a nacer.
¿Y qué tienes que hacer? ¿Desafías a vivir
una vida? El recuerdo
de ti tiene alas largas y proyectos
codiciosos, más allá de las tierras del pasado.
*
El espíritu necesita lo finito
para encarnar impulsos del infinito.
Hablo con el ángel, y tus brazos humanos
solo lo traducen en mis sentidos.
¿Dónde comienza el ala? ¿Dónde nacen
los tambores de tormenta?
Amarlo es hundirse, es un bosque que se
desvanece en los más altos cielos.
*
Todos tendemos a estar en un grito
de deseo. Quiero la palabra
lancinante, absoluta, que borra las
heces de todos los tiempos.
Esa flecha que endereza el corazón
mientras sonríe al ángel,
quiero una palabra tremenda (
el ángel pronuncia , pero más allá de una ventana) -
¿Teresa lo escuchó? Cada palabra
en este lado de la flecha es una herejía.
Es absolutamente rosado si se funde
con la piel y las espinas del corazón.
*
No me preguntes palabras hoy no son suficientes.
Están en los diccionarios: aunque son impredecibles
en sus articulaciones, las voces se consuman.
Siempre es un deja vu predecible .
Me gustaría hablar contigo, es lo mismo con Dios, a
través de los signos umbráticos de los nervios, los
mensajes eléctricos que la psique
extrae del corazón del universo.
Un temblor de antenas, un diseño de danza,
un parpadeo infinitesimal,
la música de ultrasonido que ni siquiera
Bach imaginó.
*
Acuné la corola de la amapola,
mi sueño es muy largo. El camino
se ha agitado allí durante cuatro horas.
Solo uno de tus anillos podría despertarme.
Esta inercia no se parece a mí, lo he estado
desde que te amo, una persona completamente diferente.
Acuné durante mucho tiempo, acuné a la adormidera,
si será por mucho tiempo mi sueño de ti.
*
Si el cuero cabelludo traiciona, y
los bordes de hierro de los remos se aflojan ,
y los remos sueltos pierden la confianza
y el agarre de la mano se derrumba,
si estás lejos, si
me llegan sonidos pálidos de la tierra prometida,
ah, la vela está inflada, ganas impulso
, la palabra, mi único Dios -
*
El deseo se desliza sobre sí mismo,
es un ombligo interno que concentra
toda la energía, la presión rápida
sobre el rugiente peine de la presa.
Es la palabra infernal, la crisis puntual del
agua que se hunde hacia el tranquilo
allegretti del río. Pero
el agarre del salto se endurece cruelmente.
*
Líbrame de la sospecha
de ser nada, nada más que nada.
Ni siquiera hay memoria.
No hay cielos
Ante los ojos una meseta de nieve,
días que no se pueden numerar, cristales
de una nieve que se desvanece en el horizonte
- y no hay horizonte -
*
Tú, realidad y metáfora,
cuerpo luminoso con doble signo. Tu moneda
de cara inseparable, cisne blanco
que incorpora su reflejo.
Pienso en el abrazo, y de repente
mi recipiente borracho desciende a aguas oscuras.
Los océanos fluyen. La energía,
duradero arabesco del rayo.
cerrado
la
Luna jugosa para comer en trozos,
asprodocle de limón,
bola de nieve en la piel ardiente -
... ..
ningún hombre sabrá cómo besarse
II
No te amaré más, no te amaré menos,
hay una luna sin cuartos allá arriba.
La luz brilla intacta en el sereno,
no te amaré menos, no te amaré más
(Maria Luisa Spaziani, El cruce del oasis Poems of Love 1998-2001 , Mondadori)

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