martes, 11 de septiembre de 2018

POEMAS DE TONINO GUERRA

Resultado de imagen para tonino guerra
(16 de marzo de 1920, Santarcangelo di Romagna, Italia - 21 de marzo de 2012, Santarcangelo di Romagna, Italia)

LA MUERTE

Yo si pienso en la muerte
me muero de miedo
porque al morir se dejan demasiadas cosas
que después ya no vuelves a ver nunca más:
los amigos, los parientes, los árboles
del paseo que tienen ese olor
y toda la gente que has visto
aunque sea una sola vez.

Yo quisiera morirme en el invierno
mientras llueve
en uno de esos días que se hace de noche pronto
y por la calle los zapatos se te llenan de barro
y la gente se encierra en los cafés
alrededor de la estufa.

La mariposa



Contento, lo que se dice contento,
he estado muchas veces en la vida
pero más que ninguna cuando
me liberaron en Alemania
que me quedé mirando una mariposa
sin ganas de comérmela.

Yo no sé lo que es una casa.

¿Es un abrigo?
¿O un paraguas cuando llueve?
La he llenado de botellas, harapos,
patos de madera, cortinas,
abanicos.
Es como si no quisiera dejarla nunca.
Entonces es una jaula,
que encarcela a quien pase por ella,
incluso a un pájaro como tú,
embarrado por la nieve.
Pero lo que nos dijimos
es tan ligero que no puede quedarse.

LA CASA NUEVA

LLEGA siempre el momento en que todo el mundo piensa
en hacerse una casa
en el prado que se ve desde la ventana
y entonces le confiesan a la novia
que están ahorrando
una lira, dos liras, tres liras, cada día.
.
Después de cinco años rompen la hucha
y apenas hallan dinero suficiente para comprarse el anillo
y unos trapos para ponerse el día de la boda,
así que acaban durmiendo al fondo del pasillo
en una cama que chirría y todos los oyen.
.
A veces siguen hablando de hacerse la casa,
creen que ganarán la lotería porque han soñado
un caballo, un hombre que decía que sí con la cabeza
o una gallina muerta en el gallinero.

Los bueyes


Id ahora a decirle a los bueyes que se vayan,
que el pasado es pasado y no hay vuelta de hoja
que la faena que hacían se hace antes con el tractor.

Para después conmovámonos pensando
en las fatigas que han pasado durante siglos
mientras se van con la cabeza gacha
atados todos en fila camino del matadero.


Los molinos abandonados


Tengo que entrar un día
hasta el fondo de la cueva en la montaña
donde mana el agua que va al Marecchia
y mirarme en ella.

Tengo que ir a husmear
en los molinos abandonados
donde los carboneros con las manos negras
partían el pan caliente
y se lo comían con queso.

Allí estarán las ruedas quietas
y en las paredes las alcayatas blancas de harina,
pero el aire que mueven las mariposas
tendrá el olor del pan
y de la vida que no muere nunca.


Los gansos de la Pancha

Cuando aún me sacaba bolitas de la nariz
y le jalaba la cola a mi gato,
yo estaba chico, pero tan chico todavía
que a primera vista nadie me veía.
Y un día que me sentí ya grande
chequé el ambiente y ¡zas! crucé la puerta:
—Ahora sí me voy, me voy hacia mi suerte
me vale todo el mundo, y ¡basta con las órdenes!
Salido de mi casa, ¡los gansos me gustaron!
Me eché a correr tras ellos, con ganas de espantarlos;
y de repente ellos, aleteando fuerte, me vienen justo
[encima...
Y ¿qué podía yo hacer? Yo, pues, lloré.

Al final del pueblo

¡Qué cosa allá en los cielos!
Lluvia que cae con nieve.
El viento arrastra arriba
del mar un papel amarillo
pegado a un hueso de durazno.
La tempestad que viene
se va a llevar a todos.
Pero al final del pueblo
hay un hombre en una cama
quien sin abrir los ojos
toma en la oscuridad,
no quiere despertarse.

El fin del mundo

Las ruedas de las carretas
se pararon,
las pipas de terracota
se quemaron la tarde
que velábamos entre los pajares;
las paredes están viejas
las grietas bajan
como los rayos.
El clavo del reloj solar
precipitó.

El gato sobre el chabacano

Él era un loco
que pretendía ser un animal
entre las ramas del chabacano.
Su pobre padre era el hombre más bueno que hubiese
en la casa se abrazaba a los roperos
para cerrar los cajones con su rodilla.
Y le decía: —Anda, Luisito, bájate;
escucha a tu papito—
Pero el loco se agazapaba entre las ramas
y toda la noche maullaba como un gato.

La huerta

Ésta es nuestra huerta: un pedacito de tierra
cerrado por un muro
en donde están sepultados los huesos de los gatos
[muertos,
y el abuelo lo cuida
con sus tarros de semillas y de frijoles secos
y su palita con el mango largo
que repone detrás de la casa.
En el verano hay un poco de todo:
maduran también los chícharos
y berenjenas negras junto a la lechuga.
En el invierno hay sólo coliflores
con sus hojas plagadas de hoyos
y el abuelo se queda mirando en la ventana
porque disfruta el calor.

Los dos escarabajos

Dos escarabajos se encuentran
y se miden con la mirada;
se besan por delante,
se besan por detrás,
y se van.
Después se regresan
y se abrazan;
se dan una mano, dos, tres,
se miran la panza,
se la rascan,
se hacen cosquillas,
y se van.
Después se regresan,
se rompen un brazo, dos, tres,
se clavan las garritas en las orejas
se aturden,
se abren las panzas
y se las chupan, despacio y con los ojos cerrados.
Pasa por ahí un tercer bicho;
los besa por delante
los besa por detrás
y se los come.

Los ladrillos

Mi abuelo hacía los ladrillos
mi padre hacía los ladrillos
yo hago ladrillos también:
¡ay, los ladrillos! Pero no tengo mi casa.
Hice la nueva iglesia del Sufragio
hice las casas más bonitas del pueblo
hice las torres, los puentes y los balcones
y la gran villa del patrón, bien ubicada
pero no tengo mi casa.

Si ganamos nosotros

Si ganamos nosotros voy a ir a tu casa:
voy a hacerte recordar lo que me hiciste
te voy a morder la cabeza y por doquiera.
Pero si ganamos nosotros acabaré
teniendo mucho por hacer,
y ojalá tú no me andes jodiendo
con que te deje en paz en nombre de tus hijos;
y si me ves, por azar, detrás de tu casa
no te pongas a temblar ocultándote con las cortinas,
que sólo vinimos a medir la calle.

El agua

El agua en el vaso
el agua en el canal
el agua en el río
y la vez que también yo toqué en el hombro
el agua del mar.

Pregunta

No es que tenga ganas
de compararme a nadie,
pero cuando me caí de la bicicleta
me lastimé las costillas,
las manos y los pies.
Y ahí viene mi pregunta:
¿Quién soy yo?
Y mis heridas, ¿se parecen
a las del Señor?
O sea, ¿podría yo aprovechar
el don que me tocó?
¿Podría yo hacer milagros?
¿Podría vender virgencitas, por ahí?

Mi nombre

Si me garantizan que pondrán
mi nombre en mayúsculas en la portada del periódico
vaya si no me chingo hasta a mi madre.

La tos

Mi casa está tan arriba
que se escucha la tos de Dios.

El aire

El aire es esa cosa ligera
que queda alrededor de tu cabeza
y se torna más clara cuando tú te ríes.
Versiones del romañol de Stefano Strazzabosco

Los garabatos

Esta es la pared
Estos son los garabatos
que solía hacer con tiza de niño
cuando aprendí
a seguir el brazo
para hacer una larga fila y florecer.

Este es el muro,
estos son los garabatos.

Los sacrificios

Si pudiera estudiar, se
lo debo a mi madre
que firma con una cruz.

Si conozco todas las ciudades
que están en el fin del mundo
, fue para mi madre, que nunca ha viajado.
La llevé a un café
a dar un paseo,
porque ya casi no nos ve
. Siéntate aquí. Que quieres? ¿Una crema de hojaldre?

Amarcord

Lo sé, lo sé, sé
que un hombre, a los 50 años,
siempre tiene las manos limpias
y yo las lavo dos o tres veces al día,
pero es cuando veo mis manos sucias
que recuerdo cuando
era niño

La Belleza

La primera vez que me llevó
a ver el Bolscho,
parecía que todas las cajas
eran una montaña de oro
cayendo sobre mí.
Y yo estaba de espaldas;
pero me dijiste:
"eres recto y la belleza no pesa"

No hay comentarios.:

Publicar un comentario