Tertulia del Pombo
Este café tiene algo de talanquera
y de vagón de tercera.
No hay mucho tabaco y se hace mucho humo.
Yo -el noveno poeta español- presumo
delante de Alcaide de Zafra, que enluta sus canas
(once piastras de tinta todas las semanas).
Ventilador. Portugueses.
Acento de Sevilla, ¡dorada ciudad!
Y de mi Bilbao fogonero.
¡Camarero!
Café con leche, mitad y mitad.
Grita Llovet. Calla Bacarisse.
Solana consagra.
Si habla Peñalver, parece que se abre una bisagra.
León Felipe, ¡duelo!
No tiene
ni
Patria
ni
silla
ni abuelo.
¡Duelo! ¡Duelo! ¡Duelo!
Yo le doy un consuelo,
un pañuelo
y
otro pañuelo.
Llega monsieur Lasso de la Vega,
il vient de dîner à l'hôtel Ritz,
il sait bien son rôleet il porte sa fleur.
Parole
d'honneur.
En los rincones, algunas parejas
de seguridad y de señoras amarillas.
Miran a Torre y se estremecen
los guardias y las viejas;
él las cita a banderillas
con las orejas.
Discusión sin fin
sobre si es ultraísta Valle-Inclán,
que si patatín,
que si patatán.
En el mostrador suena un timbre: trin...
trin... trin... triiiiin.
Unos pocos pagan y todos se van.
Silencio, sombra, cucarachas bajo el diván.
Soneto
Vuelvo a ti, soledad, arrepentido.
Firme en la contrición de mi pecado.
En ti, dentro de ti, más que a tu lado,
quiero hallar el consuelo en el olvido.
Ya no seré quien soy, ni quien he sido,
por tus tinieblas desiluminado.
La duda ya resuelta: ¿Puente o vado?
Tú serás campo y cielo, rama y nido.
Refugio y paz: te buscan las inquietas
almas -orates, místicos, poetas-.
Quien dijo «cárcel negra, estepa helada,
pozo de agua salobre, peña dura»,
no supo verte, compañía pura.
Milagro del silencio y de la nada.
El tranvía
En rosario, en letanía.
Sugerencias del tranvía.
Paralelepipédico,
acelerado:
mézclese y agítese
tiempo y espacio.
¡Qué cosas diría
un einsteiniano!
En los carriles de la vía
se lava los pies el tranvía.
Tejiendo su red, trabaja
como un arácnido.
Equilibrista de alambre
cabeza abajo.
Globo cautivo del cable,
siempre tirando.
Pidiendo va un avemaría
la campanilla del tranvía.
Trole al hombro:
¡Buen soldado!
Ligero navío
de un solo palo.
Pescador de caña
en el río urbano.
En el telar del día
la lanzadera es el tranvía.
Francisco Vighi
Versos viejos, 1959
Francisco Vighi
en Biblioteca Virtual Miguel Cervantes
Tomado de:
http://barricadaletrahispanic.blogspot.com/2011/12/versos-viejos-francisco-vighi.html
***
Cuando se murió el canario,
puse en la jaula un limón.
¡Soy un caso extraordinario
de imaginación!
CONVALECENCIA
Rompe mis cartas y mis versos.
En la ventana hay un sol nuevo.
Bésame y calla. Ya estoy bueno.
Tomado de:
http://compostela.blogspot.com/2007/10/francisco-vighi.html
Alameda-Palo, Núm. 1
A Mercedes Formica
El tranvía va lleno. Yo, vacío
de esperanza y de fe: callado y triste,
lo mismo que canario sin alpiste,
jinete sin corcel: puente sin río.
En la Caleta esperas. Hace frío.
El conductor te mira y se resiste
a detener el coche. Ordeno; insiste.
Por fin, triunfo: él protesta; yo sonrío.
Suena un meridional: ¡Ole con ole!
Vibran cable y carril. Se sale el trole.
La Alameda, final del recorrido.
¡Todo cambia! El tranvía se vacía.
Se llena de amoroso contenido
la sonora oquedad del alma mía.
Tomado de:
http://lunadehipnos.blogspot.com/2015/08/alameda-palo-num-1-poema-de-francisco.html
Para ti frutos y flores
Para ti frutos, flores, hojas verdes y ramas
y para ti
también
mi corazón, dulce mujer, que amas
en tu
romanticismo parisién
a todos los poetas, leyendo a Paul Verlaine.
Mientras soñaba en verso tu cabecita rubia
leyendo al mago
Paul
yo caminaba en sombras, contra el viento y la lluvia.
Poeta y español
en el pecho llevaba la alegría del sol.
He caminado mucho: hambre, cansancio, frío
y desmayo
cordial.
Todo lo he padecido. Hoy llego cubierto de rocío
metafórico,
matinal.
Traigo la ofrenda humilde de una rama otoñal.
Amanecida en Madrid
Del Puente de Vallecas
el carro del trapero trae la aurora.
La alcantarilla -frío, sueño y hambre-
desmesuradamente abre la boca.
La estatua está en la plaza
-petrificado guardia de la porra-
como un mojón mojado
señalando los barrios y las horas.
Serenos fugitivos,
pastores de silencios y de sombras,
buscando van su cuervo de altamira
en húmedas tabernas cochambrosas.
Legañosos tranvías,
troles adormecidos. Luz lechosa
de aguardiente en el agua. Mil manubrios
tuestan café en el ritmo de la polka.
Triunfo de barrenderos, de beatas,
guardias y perros, carros, templo, lonjas.
Todo el suburbio asalta
la ciudad dormilona.
Una voz viene de Guadalajara
¡Oriente! ¡Stock de mitos y de auroras!
De todos los balcones
saluda al día un agitar de alfombras.
Seminario
¡Seminario!
Mugre, disciplina, teología,
placer solitario;
levantarse con el día.
Sotanas sebosas.
Frías losas;
catres oxidados;
cocineros cebados;
marmitones invertidos.
Blasfemias ahogadas
entre las almohadas;
Humedad.
Misticismo.
Presbiteral hedor.
Sobre el patio pasa un biplano.
Peregrinan las almas seminaristas
por los senderos ultraístas.
Y la ventana
de la vecina
se abre caritativamente.
En las almas florece el disparate;
cómodamente
toma el rector su chocolate.
Como diminutos tejados los bonetes.
Gatos, claraboyas, chimeneas.
Seráficos latines en la fea
pared de los retretes.
[Nuevos versos viejos]
Tomado de:
https://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/poetas-del-novecientos-entre-el-modernismo-y-la-vanguardia-antologia-tomo-i-de-fernando-fortun-a-rafael-porlan--0/html/000de114-82b2-11df-acc7-002185ce6064_6.html
Romance de la vida y la muerte del río Carrión
Enorme cuna este valle
para mecer este río,
tan llorón y tan pequeño;
llanto de recién nacido.
Cobertor de lana suave
la nieve del valle frío.
En Guardo, el carbón
minero
tiznó la cara del niño.
Cuando pasó por Saldaña
otra vez estaba limpio.
En Carrión le
bautizaron
- era hasta entonces morito -:
la ciudad le dio su nombre,
todo eufonía y prestigio.
De cantar tanto en
Villoldo,
ronco se quedó en Husillos.
Cuando atravesó Palencia
era ya mozo garrido.
Dieciocho puentes le
peinan,
anda lento y presumido.
Por verle, villas y aldeas
se ponen en su camino.
La torre de San
Miguel
quiere ser novia del río,
y asomándose a mirarle
tiembla de amor y de frío.
Es burgués en los
remansos;
laborioso en los molinos;
ladrón de frutas caídas
en las huertas del Obispo.
Sueña un viaje
largo: el mar.
Traiciona sueño y destino,
de Villamuriel el mosto
le hace perder el sentido:
lleva una vida turbia
y un derrotero torcido.
Por no ir a
Valladolid
-cosas del nacionalismo-,
se suicida junto a Dueñas
arrojándose en el río
Pisuerga, labrador manso,
competidor y enemigo.
Nace y muere en la
provincia;
no hay otro más palentino
Recen por él un responso
los frailes de San Isidro.
Tomado de:
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