jueves, 23 de febrero de 2023

POEMAS DE FRANCISCO VIGHI


Tertulia del Pombo

 

 

 

Este café tiene algo de talanquera

y de vagón de tercera.

No hay mucho tabaco y se hace mucho humo.

Yo -el noveno poeta español- presumo

delante de Alcaide de Zafra, que enluta sus canas

(once piastras de tinta todas las semanas).

Ventilador. Portugueses.

Acento de Sevilla, ¡dorada ciudad!

Y de mi Bilbao fogonero.

¡Camarero!

Café con leche, mitad y mitad.

Grita Llovet. Calla Bacarisse.

Solana consagra.

Si habla Peñalver, parece que se abre una bisagra.

León Felipe, ¡duelo!

No tiene

ni

Patria

ni

silla

ni abuelo.

¡Duelo! ¡Duelo! ¡Duelo!

Yo le doy un consuelo,

un pañuelo

y

otro pañuelo.

 

 

Llega monsieur Lasso de la Vega,

il vient de dîner à l'hôtel Ritz,

il sait bien son rôleet il porte sa fleur.

Parole

d'honneur.

 

 

En los rincones, algunas parejas

de seguridad y de señoras amarillas.

Miran a Torre y se estremecen

los guardias y las viejas;

 

él las cita a banderillas

con las orejas.

 

Discusión sin fin

sobre si es ultraísta Valle-Inclán,

que si patatín,

que si patatán.

En el mostrador suena un timbre: trin...

trin... trin... triiiiin.

Unos pocos pagan y todos se van.

Silencio, sombra, cucarachas bajo el diván.

 

 

Soneto

 

Vuelvo a ti, soledad, arrepentido.

Firme en la contrición de mi pecado.

En ti, dentro de ti, más que a tu lado,

quiero hallar el consuelo en el olvido.

 

 

Ya no seré quien soy, ni quien he sido,

por tus tinieblas desiluminado.

La duda ya resuelta: ¿Puente o vado?

Tú serás campo y cielo, rama y nido.

 

 

Refugio y paz: te buscan las inquietas

almas -orates, místicos, poetas-.

Quien dijo «cárcel negra, estepa helada,

 

 

pozo de agua salobre, peña dura»,

no supo verte, compañía pura.

Milagro del silencio y de la nada.

 

 

 

El tranvía

 

 

En rosario, en letanía.

Sugerencias del tranvía.

Paralelepipédico,

acelerado:

mézclese y agítese

tiempo y espacio.

¡Qué cosas diría

un einsteiniano!

En los carriles de la vía

se lava los pies el tranvía.

Tejiendo su red, trabaja

como un arácnido.

Equilibrista de alambre

cabeza abajo.

Globo cautivo del cable,

siempre tirando.

Pidiendo va un avemaría

la campanilla del tranvía.

Trole al hombro:

¡Buen soldado!

Ligero navío

de un solo palo.

Pescador de caña

en el río urbano.

En el telar del día

la lanzadera es el tranvía.

 

Francisco Vighi

Versos viejos, 1959

 

 

 

Francisco Vighi

en Biblioteca Virtual Miguel Cervantes

Tomado de:

http://barricadaletrahispanic.blogspot.com/2011/12/versos-viejos-francisco-vighi.html

 

***

Cuando se murió el canario,

puse en la jaula un limón.

¡Soy un caso extraordinario

de imaginación!

 

 

CONVALECENCIA

Rompe mis cartas y mis versos.

En la ventana hay un sol nuevo.

Bésame y calla. Ya estoy bueno.

Tomado de:

http://compostela.blogspot.com/2007/10/francisco-vighi.html

 

 

Alameda-Palo, Núm. 1

 

A Mercedes Formica

 

El tranvía va lleno. Yo, vacío

de esperanza y de fe: callado y triste,

lo mismo que canario sin alpiste,

jinete sin corcel: puente sin río.

 

En la Caleta esperas. Hace frío.

El conductor te mira y se resiste

a detener el coche. Ordeno; insiste.

Por fin, triunfo: él protesta; yo sonrío.

 

Suena un meridional: ¡Ole con ole!

Vibran cable y carril. Se sale el trole.

La Alameda, final del recorrido.

 

¡Todo cambia! El tranvía se vacía.

Se llena de amoroso contenido

la sonora oquedad del alma mía.

Tomado de:

http://lunadehipnos.blogspot.com/2015/08/alameda-palo-num-1-poema-de-francisco.html

 

 

Para ti frutos y flores

 

Para ti frutos, flores, hojas verdes y ramas      

      y para ti también      

mi corazón, dulce mujer, que amas          

      en tu romanticismo parisién         

a todos los poetas, leyendo a Paul Verlaine.          

 

Mientras soñaba en verso tu cabecita rubia           

      leyendo al mago Paul            

yo caminaba en sombras, contra el viento y la lluvia.         

      Poeta y español         

en el pecho llevaba la alegría del sol.        

 

He caminado mucho: hambre, cansancio, frío      

      y desmayo cordial.         

Todo lo he padecido. Hoy llego cubierto de rocío       

      metafórico, matinal.       

Traigo la ofrenda humilde de una rama otoñal.           

 

 

Amanecida en Madrid

 

Del Puente de Vallecas         

el carro del trapero trae la aurora.            

 

La alcantarilla -frío, sueño y hambre-      

desmesuradamente abre la boca.       

 

La estatua está en la plaza           

-petrificado guardia de la porra-         

como un mojón mojado       

señalando los barrios y las horas.      

 

Serenos fugitivos,           

pastores de silencios y de sombras,          

buscando van su cuervo de altamira         

en húmedas tabernas cochambrosas.       

 

Legañosos tranvías,       

troles adormecidos. Luz lechosa        

de aguardiente en el agua. Mil manubrios      

tuestan café en el ritmo de la polka.         

 

Triunfo de barrenderos, de beatas,           

guardias y perros, carros, templo, lonjas.        

Todo el suburbio asalta         

la ciudad dormilona.      

 

Una voz viene de Guadalajara          

¡Oriente! ¡Stock de mitos y de auroras!           

 

De todos los balcones           

saluda al día un agitar de alfombras.        

 

Seminario

¡Seminario!       

Mugre, disciplina, teología,         

placer solitario;       

levantarse con el día.            

Sotanas sebosas.      

Frías losas;        

catres oxidados;      

cocineros cebados;         

marmitones invertidos.        

Blasfemias ahogadas      

entre las almohadas;      

Humedad.        

Misticismo.

Presbiteral hedor.

Sobre el patio pasa un biplano.          

Peregrinan las almas seminaristas            

por los senderos ultraístas.          

Y la ventana            

de la vecina

se abre caritativamente.        

En las almas florece el disparate;       

      cómodamente          

toma el rector su chocolate.        

Como diminutos tejados los bonetes.       

Gatos, claraboyas, chimeneas.           

Seráficos latines en la fea      

pared de los retretes.      

 

[Nuevos versos viejos]

Tomado de:

https://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/poetas-del-novecientos-entre-el-modernismo-y-la-vanguardia-antologia-tomo-i-de-fernando-fortun-a-rafael-porlan--0/html/000de114-82b2-11df-acc7-002185ce6064_6.html

 

 

Romance de la vida y la muerte del río Carrión

Enorme cuna este valle

para mecer este río,

tan llorón y tan pequeño;

llanto de recién nacido.

Cobertor de lana suave

la nieve del valle frío.

 

 En Guardo, el carbón minero

tiznó la cara del niño.

Cuando pasó por Saldaña

otra vez estaba limpio.

 

 En Carrión le bautizaron

- era hasta entonces morito -:

la ciudad le dio su nombre,

todo eufonía y prestigio.

 

 De cantar tanto en Villoldo,

ronco se quedó en Husillos.

Cuando atravesó Palencia

era ya mozo garrido.

 

 Dieciocho puentes le peinan,

anda lento y presumido.

Por verle, villas y aldeas

se ponen en su camino.

 

 La torre de San Miguel

quiere ser novia del río,

y asomándose a mirarle

tiembla de amor y de frío.

 

 Es burgués en los remansos;

laborioso en los molinos;

ladrón de frutas caídas

en las huertas del Obispo.

 

 Sueña un viaje largo: el mar.

Traiciona sueño y destino,

de Villamuriel el mosto

le hace perder el sentido:

lleva una vida turbia

y un derrotero torcido.

 

 Por no ir a Valladolid

-cosas del nacionalismo-,

se suicida junto a Dueñas

arrojándose en el río

Pisuerga, labrador manso,

competidor y enemigo.

 

 Nace y muere en la provincia;

no hay otro más palentino

Recen por él un responso

los frailes de San Isidro.

Tomado de:

http://foroscastilla.org/foros/index.php?topic=19253.0

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