martes, 14 de febrero de 2023

POEMAS DE JOSÉ BARROETA


CANTO A MÍ MISMO

Yo era el poeta de mi tierra

y de toda la tierra.

Adentro de mí llovía y relampagueaba

y sentía siempre unas inmensas ganas

de llorar.

Yo me reía de las frutas que caen en los

tinglados y asustan el silencio

y hablaba con los muertos y con los animales

que pasan por la miseria vestidos de capitanes

largos.

Yo era un gran poeta de los muertos

como jamás hubo otro en la comarca

y me asustaba de ver subir las flores

hacia la cal ambigua de las tumbas.

Soñaba

cantaba por las noches una desgarrada melodía

y volvía a soñar entre muros y ciudades perdidas

persiguiendo sombras halladas entre el porfiado

frenesí de ausentes y de borrachos insondables.

Yo era un poeta

y me enamoraba de mí y de ti y de todas las miradas

que vienen desde lejanos pueblos a la imaginada mesa

del ecuador

a buscar estrellas y panes de cobre para maldecir

hombres

en el centro del mundo.

Comía sobras

robaba

leía el amanecer

bebía y fumaba hasta sentir un agradable

golpe en los pulmones.

Creía en la muerte y me aprestaba

a tomar el poder de mi país.

Confiaba en un grupo de poetas locos

que fueron apareciendo de puntos cardinales

distantes

incapaces de apagar sus deseos detrás de una

música rota por el olor de las botellas

y del encanto miserable.

Yo me cantaba y me celebraba a mí mismo

ganaba la vida sin hacer

buscaba que mi razón perdiera

y salía conmigo y contigo a buscar campos y ciudades

para soñar y matar a los padres de mis padres

quemar el mundo

y pagar algún día con mi cuerpo en la hoguera

el desenfreno de mi vaga ilusión.

Caía sobre mí mismo

y amaba mis fracasos.

Sentía el placer de ser otro

que escribe un poema sin principio ni fin

alerta por si viene la muerte y revienta

mi pobre y útil reino del cuerpo.

«Fuera de orden», en Culpas de juglar, 1996.

 


LÚDICO

Me cuesta bajar el poema del aire

allí donde me hundo con el plumaje vertical

de las palabras.

Rozando el infierno y el invierno

el poema es un dios de pies ligeros

apaleado por las estrellas.

«Vagancia City», en Elegías y olvidos, 2006.

Tomado de:

http://triunfo-arciniegas.blogspot.com/2015/05/jose-barroeta-ocho-poemas.html

 

 

COMPLICIDAD

Es mejor destruir el pasado

que no quede imagen

que no haya siluetas

y seamos tú o yo fuera de todo círculo.

Que exista solo una maniobra

una razón que nos parta

una multitud que nos reproche

sin sabernos los escogidos.

Que la pasión se borre girando

y no sepa de su derrota.

Que no exista una queja

o una bóveda acallando tu cuerpo.

 

***

 

TODOS HAN MUERTO

Todos han muerto.

La última vez que visité el pueblo

Eglé me consolaba

y estaba segura, como yo,

de que habían muerto todos.

 

Me acostumbré a la idea de saberlos callados

bajo la tierra.

Al comienzo me pareció duro entender

que mi abuela no trae canastos de higo

y se aburre debajo del mármol.

 

En el invierno

me tocaba visitar con los demás muchachos

el bosque ruinoso,

sacar pequeños peces del río

y tomar, escuchando, un buen trago.

 

No recuerdo con exactitud

cuándo empezaron a morir.

Asistía a las ceremonias y me gustaba

colocar flores en la tierra recién removida.

 

Todos han muerto.

La última vez que visité el pueblo

Eglé me esperaba

dijo que tenía ojeras de abandonado

y le sonreí con la beatitud de quien asiste

a un pueblo donde la muerte va llevándose todo.

 

Hace ya mucho tiempo que no voy al poblado.

No sé si Eglé siguió la tradición de morir

o aún espera.

 

***

 

ELEGÍA

Mientras haya muerte viviré cantando,

errando en una onda de música desesperada. En los inviernos,

en cualquier estación, son muchos los que han muerto por mí.

 

Siempre deseo dejar la vida sin amargura,

dejarla como yo la he visto. La esperanza que me da la noche,

quizá la obsesión de estar muerto, han impedido que me sepulte,

que vuele sobre el hilo de mi alma solar.

 

Me gustaría vestirme con el color de la muerte,

llevar en mí la rigurosa fantasía. Querer a una mujer pálida que tenga

las alas como nunca.

 

Mi deseo no es huir de la vida sino fijarla en lo que

arrebata. Esta luz de hoy nada cubre y sólo el sueño del cadáver invita a viajar.

 

Yo vivo sigiloso

esperando que se abra la tierra para cubrirla con mi melancolía

Mi melancolía debe ser mi cuerpo muerto con sus ojos verdes

cerrados.

Mi melancolía es culpa de los muertos

y de sus grandes magias. Padres míos, magos que vinieron y

se

esfumaron. Que vagan como relámpagos de polvo debajo

de la tierra.

 

***

 

De Cartas a la extraña (1972)

 

 

 

De Cartas a la extraña (1972)

 

VI

Escucha, recuerda la profecía: Mira tu país, quémalo, arrásalo como sólo tú sabes hacerlo. Pon tus ojos a la disposición de la muerte; no olvides que la herida es lo único real. No olvides mis palabras que por ti se marchan del mundo de los desmesurados, del territorio de los grandes hacedores del fuego y que retornarán envanecidas y desgastadas por la molicie. Escucha siempre el ruido que dejó mi locura sobre las calles; atiende a esos silbos que brotaban de un hombre cuyo espíritu había crecido a punto de volcán.

 

Vive de forma que los muertos de infancia te sobrecojan. Vive, pero mira tu país, quémalo, arrásalo con los ojos.

 

***

 

De Arte de anochecer (1975)

 

ARTE DE ANOCHECER

Hay un arte de anochecer.

De la entrada del cuerpo al alma,

de la niebla a la redondez

y del círculo al cielo;

hay un arte de luz,

un campo donde anochecer

es mirar la vida

con el cuerpo cerrado.

Hay un arte de anochecer,

un descenso en la entrada del día

a la completa oscuridad.

Un intermedio donde es necesario

recibir y saber todo sin estremecimiento.

Hay un arte,

un paisaje a veces amable,

a veces torvo,

donde ascenso y descenso son accesorios

de la materia limpia.

Hay un arte de anochecer.

Quien haya vivido o soñado con bosques,

luces y demonios,

lo sabe.

 

***

 

RITA VALDIVIA

Has debido quedarte en el aire.

A los veinte años tus formas eran las

del fin.

Nuestros calores

de poetas conocidos seis años atrás,

míseros y ebrios,

triunfantes solo porque nos eras viva

no podían salvar.

Era,

tú lo sabes desde la tierra muerta,

la época del gran miedo

donde todo fue alcohol de infancia.

Y huimos sin saber de ti ni de nosotros,

asombrados,

sin melancolía porque queríamos algo de la vida.

Tú sabías entonces cómo se debía hacer,

reñías el entusiasmo de mi oficio inútil,

el fasto de los otros,

las pobres ojeras de nuestra bohemia.

Tú sabías entonces cómo se debía hacer,

llorabas muy adentro de las rosas que Camilo

nos compraba en enero;

nos amabas demasiado vivos como para no haberte hallado

con la muerte.

Tú sí que estabas con los miserables, alpaca,

bebiendo agua de lluvia bajo cualquier monte

o en las ciudades, sentada, como solías para encantarnos,

arriba de todo lo que fuera basura.

 

***

 

De Fuerza del día (1985)

 

DE FLUIR Y DE UTOPÍA

Cómo volverá la palabra ignorada

al pecho de la noche.

Un día marcho con mis vestigios,

ato piedras en el amanecer.

Confiado en la utopía me harto como

relámpago,

me hago dueño de nervios incesantes

que no prometen quietud al porvenir.

Me convierto en vasallo de lo oscuro

de fluir que baña dos veces mi cielo

y que perturba la tarde en que te quiero

tanto.

 

***

 

De Culpas de juglar (1996)

Tomado de:

https://digopalabratxt.com/2017/06/08/20-trece-poemas-de-jose-pepe-barroeta-trujillo-1942-merida-2006/

 

OSAMENTAS DE FÁBULA

 

Yo vuelvo a la tierra de antes

recojo cielos de maíz

atardecer de muertos.

Pregunto quién es el desterrado

quién el dueño de esta casa vacía

testigo y guía.

Recuerdo solo vida

pisadas plumajes

osamentas de fábula.

Yo no soy patria ni país

persigo sombras

escribo desesperados epitafios.

Mi fábula de encuentros

seca la tarde.

 

CANTIGA

 

Mi maldito orgullo

de nacer

de insultar

de tener hijos

Mi maldito orgullo

de andar errante

para que las cosas

se oculten

y mis culpas

parezcan colinas.

 


HUESOS DEL REINO

 

Agradezco el descenso.

Resucito una tarde entre maderas

al pie de una casa de cáncer

de muerte accidental de vejez

Me sirvo de clavos y vinagre.

Agradezco ofensas

incomprensión ajados balbuceos

de mi lengua.

Agradezco el día de ayer el de hoy

mi indefensión

mi tierra.

Agradezco mi depresión

la luz vacía mis pedazos en el

olvido.

Agradezco mi cara

mi muerte continua donde no falta nada

los huesos del reino

mi oro de la sequía.

 


CUERPO PRESENTE

 

A Manuel Caballero.

 

Que Dios y los hombres

celebren el trago de la belleza.

Que Dios ame las cenizas

de

 

HANNI OSSOTT.

 

Que los pájaros aten y dispersen

y una gran tarde llueva.

Roguemos por el lugar antiguo

de sus hojas y de sus ojos

por las espigas

por las rosas góticas de Hanni

por el insomnio de sus poemas

por el vivo oráculo del ataúd.

 

 

LÚDICO

 

Me cuesta bajar el poema del aire

allí donde me hundo con el plumaje vertical

de las palabras.

Rozando el infierno y el invierno

el poema es un dios de pies ligeros

apaleado por las estrellas.

 


CASA DE TÍTERES

 

Hay un pedazo tuyo a cuestas

que nunca descubres

golpes y cicatrices que has dejado

en otros.

Vives ufano.

Habitas una desolada casa de títeres

jugando al azar

sin comprender que la vida

nunca gana

ni pierde.

 

 

SALTO AL VACÍO

 

Amo

a quienes jugaron la vida

en una soga

en un disparo

en un salto al vacío

en la profundidad de un oleaje

invencible.

Amo y me contradigo frente a esos dioses

de la nada.

Amo.

Corto mis ataduras.

 

 

GOLPE DE TRISTEZA

 

Transitamos un júbilo extraño

de festejo agónico

golpe de tristeza que invade los huesos

color rabioso de la noche

arreciando sobre el insomnio.

Palabras y sonrisas

padecen de un tumor de infancia

de hombres y casas abatidas.

El tiempo mi tiempo

parece llamarada lienzo de escombros

donde el pájaro esconde belleza

y el mundo gira

en la tos de mi madre.

 


VIAJE

 

No pierdas sol

ve solo.

Pon una mano

un ojo contra otro

vive de pedazos.

 


CERCANÍAS DE ITACA

 

En el patio muere Razón.

Nada queda de mi cuerpo orgulloso

de mi mano de leche

contra el universo.

Bebo el placer del cielo enfermo

atado a una migaja de amor

disuelta por el agua.

Sé que puedo llegar a Itaca

desde toda intemperie.

Me importa la lluvia

la razón sola de la lluvia.

Itaca queda en mis zapatos.

Odio el camino.

Sirenas y ocio flotan

sobre el poema.

 


CON EL POEMA

 

Es posible que el título del poema

nada tenga que ver con el poema.

Es posible que fracase

y me convierta

en agua

que el agua transformada

reviente el ojo de los cadáveres.

Es posible

que todo exista

que seamos una terca

breve vigilia.

 


RUIDOS

 

A veces oímos la voz

de un muerto.

A veces la palabra da vueltas

castiga.

A veces la voz somos nosotros

con sombrero

pateando un girasol.

 


POÉTICA DEL CAMINO

 

A Carlos Vitale.

 

Construir el poema

de mi casa a tu casa

cuesta pavor.

 


HUÉSPED DEL AZAR

 

Quien busca belleza encuentra belleza.

Nada tan parecido al ser

como un número.

Gira seca de abismo

defiende el infierno.

En los ríos del cuerpo

donde no existe devenir

junta sombras.

El alba suma y resta

como los sueños.

 

 

BÉCQUER

 

Sobre las tejas

con ganas de morir

una golondrina recorre el mundo.

Tomado de:

https://vomiteunconejito.wordpress.com/2020/03/19/poemas-de-jose-pepe-barroeta/

 

 

NÉSTOR

Si no me amas mato a mi padre.

Lo dejaré caer escaleras abajo y veré

cómo su cráneo añoso se descorre precipitado

entre pequeños hilos.

Miraré lo que siempre he deseado, su memoria. Los conductos

que llevaban a su cabeza la vida y hacían de él un títere,

una máscara. Máscara terrible que amaba y me sometía al yugo.

Su cuerpo ha de correr sin otro movimiento que no sea

el de mi impulso, mi fuerte impulso

que no ha de ser espiado por nadie.

Ese día, impecable, revestido de una sobriedad que no he usado

nunca,

observaré cuidadosamente los hábitos del hogar. Este mecanismo

borrará toda sospecha de mi ardid.

Mis hermanos dirán: «Se portó como nunca,

              presentía su muerte. Lo amaba, lo amaba mucho,

              deben ser terribles las horas en su corazón».

La desprendida cabeza de mi padre, diré, no debe ser enterrada,

debo regalarla a cualquier vagabundo para que sus ojos brillen

en las calles. Quizá yo mismo haga un viaje de mar y la deposite,

obsesionado, en el radiante césped de Wembley.

 

Cumplida mi hazaña,

lloraré contigo en un soleado campo de otoño;

serás mía a través de mi padre.

Un poco antes de emprender mi fuga

cambiaré los trajes de mi padre muerto por ginebra.

En el bar de los húngaros quedarán sus abrigos, sus zapatos

y un flux que pretendió lucir, al cual mi hermana, por burla,

le fue rellenando las mangas con los bagazos de las manzanas.

              Mi padre asesinado

              no podrá espiar mis borracheras,

              no podrá ver

              mi joven cadáver de treinta y ocho años.

              La noche de mi muerte

              nos reuniremos apenas un minuto en el cielo;

              yo pasaré a la inmensidad

              y habrá de comenzar la desdicha.

Huiré a Orión.

Mi padre redescubre una historia donde pasan las sombras

de una noche mágica.

Su frenesí ha de radicar en que me he separado

de los hombres:

no más Carlos Noguera,

nada en las tinieblas tendrá que ver con Luis Cornejo,

no habrá tampoco flores para mi hermano en Pensilvania.

Olvidaré las rutas,

la fragancia de las cervezas en el bar del Gato,

la piel de Sary que aparece dichosamente en mis ojos.

No añoraré nada. Los campos del sur, pienso,

fueron el estímulo de esta ebriedad que no tiene nombre.

Oh, padre,

no más el agua rosada de su vientre,

nada de Marina, nada de mi juventud, nada padre

viajará contigo a la muerte.

Tu cabeza ha de vivir

y la recordaremos en el otoño. Yo, ausente, en tus ojos

miraré la crueldad que proclama el cielo.

Oh, padre,

mi juventud no vendrá de nuevo al hogar,

seremos infelices olvidando aquella música que derrotó

nuestros corazones.

La tierra será prudente como tu nombre.

 

 

UNA RUSA

A Luis Camilo Guevara

y Víctor Valera Mora

 

Tania Voroshilov

es la rusa a quien hablo soñando.

El oso de sus pies me seduce y vuélvese nieve

todo el amor.

Todo ha sido soñar y recorrer con ella

la estepa,

todo ha sido echarme en las flautas

de su cabeza.

Todo el cuerpo de Tania Voroshilov lo he conseguido

soñando.

Al apagar la luz de mi cuarto ya la tengo,

cerca de mí, en Leningrado. Y en las aceras de la ciudad

que lleva el nombre del gran jefe,

Tania Voroshilov baila desnuda. Me entrega su iluminado sexo

en forma de alcohol.

Tania Voroshilov es como el nombre de mis lecturas

de los quince años. Allá en la mesa de aldea que humedece

la lluvia,

la foto del camarada Lenin se confundió entre libros

y yo esquié sobre su helada y calva cabeza, siempre tomado

de la mano de Tania Voroshilov.

 

 

AMAPOLA

Cuando me encuentre con el sucio otoño y el paño

primaveral.

Cuando estés tú desnuda sobre los cráneos que amaron

y los fervientes estemos muertos,

y las hojas sean mías sobre esa colina. Oh, amapola.

Cuando mi alma atraviese la Estigia y mi memoria teja ruidos

en el vacío.

Cuando tú y yo amapola

conozcamos a Vivaldi y a Enrique Ibsen. Y yo duerma sobre ti

y tú sobre mí. Oh, amapola,

Oh dulce y bella flor mía.

 

          [Ejercicios para un libro de amor]

Tomado de:

https://www.auroraboreal.net/actualidad/domingos-de-poesia/3065-jose-barroeta-domingos-de-poesia

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