martes, 11 de abril de 2023

POEMAS DE FERNANDO MOLANO VARGAS

 



Esta hora de los moteles

Sigue por su cintura

                            mi pierna

y está para mi mano

                            su espalda

—arriba      mirón      el techo

para mi corazón

                            su silencio

 

Pero suenan

                            como alarmas terribles

                            en su dulce ensueño

los cuatro golpes firmes

tras la puerta

—¿hemos ya gastado nuestro rato?

 

                            si sobre el piso

                            al pie de esta cama sucia

                            todavía nuestro deseo

                                       permanece tibio

                            entre su pantaloncillo

                                                    y el mío

 

En un bar mirar parejas, solo

Porque uno los ve bailar

y es como si en otro lugar

estuviesen quieto

                                           porque

giran hermosamente sus cuerpos

sobre sus pechos lentos

y entonces es como si la alegría

 

En algún giro

distraídos te miran

                           sinceramente parada

y en el siguiente de ti se olvidan

                           —pero tu mirada persiste

                           en ellos

 

En la jovial frescura de un trago

sientes perfectamente

toda alegría como una traición

                                          ahora

y no entiendes esta sonrisa en tus labios

tu amigo muerto

esa cerveza fría en tu mano

 

 

V.I.H.

Soy joven y estoy aún,

                               digamos,

en ese tiempo inverosímil

que para mis mayores ha huido

                               tan de prisa.

En mí el deseo

se encabrita a cada instante

de cada noche y de cada día,

y bien podría ser recomenzado

sin dar, por otra parte, mucho.

Así, no tengo por qué pedir la fuerza

y el coraje: yo no los tengo simplemente

y sigo —sin proponérmelo siquiera

echando cosas en el talego de mis sueños.

 

Aún conservo —no sé explicar cómo

una pizca de esperanza

                               suficiente

para creer que serán mejores las cosas

—no las mías: las cosas llanamente

e intento,

aunque no puedo evitarlo a veces,

no ser cruel.

 

Pero hacia mí la muerte se apresura.

En verdad, hace años la tengo

pegada a mis talones,

soplándome su vaho en los carrillos.

Manos arriba contra la pared,

apretados los muslos y los ojos,

                               ella me tiene;

y aguardo, solo, a que por fin me aseste

                               su triste golpe.

 

¿Qué espera, pues, la muerte?

¿Qué pretende conmigo esa señora

sólo rozando mi cuerpo

                                         sus tiernos velos

sin abrazarme?,

 

mientras a mi espalda bulle

                                        y me excita

la vida,

y el amor,

y el deseo:

 

                                        los muchachos,

                                        el fresco aroma

                                        en sus axilas...

 

Me gustaría quedar atrapado en ti

Querido Diego,

 

bien sé yo que no me escuchas, tan muerto como estás;

pero, ¿no podríamos, en esta noche, juntos soñar que

Eres un bello espíritu sentado a mi lado sobre el piso,

a orillas de la cama; charlando ingenuamente, como

solíamos, los simples asuntos de la vida?

 

   Porque aún me rompen la cabeza ciertas preguntas

y, ahora mismo, no tengo con quien conversar de

mis asuntos. A veces no entiendo nada. Pero aún sigo

creyendo que cada cosa, cada temblor, guarda dentro

de sí un sentido. Tan sólo no dura mucho. Igual que

tú; igual que Luis Jorge, a su modo.

 

   Aquí el mundo sigue dando vueltas —sin ti: a mí

todavía me resulta extraño—. Los ríos siguen corriendo

y no se cansan; florecen las flores y los muchachos;

los amigos vienen a visitarme; aún hay problemas en

casa. Y a mí todavía el amor me excita: como el de este

hermoso chico —sinceramente lo amaba— en cuya

despedida he venido a soñar contigo en este tonto

escrito de un libro dedicado a ti. Si pudiera ya cerrar

la página. Permanecer aquí a tu lado, amor.

 

   Al menos déjame darte un beso. Vamos,

apresuremos los labios: podría amenazar de nuevo el día...

Tomado de:

https://www.semana.com/libros/articulo/todas-mis-cosas-en-tus-bolsillos-7-poemas-de-fernando-molano-vargas/79565/

 

 

Sentado a la puerta de mi casa

 

 

 

Sentado a la puerta de mi casa

 

           sin mirarme

 

frente a mí pasan

 

me ofrecen sus espaldas

 

 

 

sobre el mugre de sus bluyines

 

yo pienso ¡Dios!

 

y mi tarde se hechiza entre sus pliegues

 

             con sus pasos...

 

Señor:

 

             ¿qué llevan en sus bolsillos

 

              traseros

 

              los muchachos?

 

 

Dulce hermano de los aríetes

 

 

 

De niño, papá despeinaba mi copete para que yo

 

me enojara como un hombre.

 

 

 

 En los pesados trabajos de su taller de hierros forjó

 

rudamente mi cuerpo. A los quince años mis piernas

 

sostenían  sin dificultad una nevera, y en mi pecho

 

hubiesen podido llorar dos o tres muchachas.

 

 

 

Allí mismo, en los sucios almanaques Texaco que

 

envejecían sobre las paredes, él me enseñó el amor

 

por las mujeres desnudas; y asomado a la puerta de

 

las cantinas donde a veces bebía, aprendí la manera

 

de aprovecharme de ellas. "Pero llegado el día en

 

que tu madre enferme de muerte -me decía ebrio

 

mientras los llevaba a casa-, será justo que prefieras

 

cuidar de tu esposa".

 

 

 

 Sin preguntar nada, un día celebró las heridas de

 

mi primera riña y, sonriendo, descargo un puño

 

sobre mi pecho. De alguna manera él supo entonces

 

sobreponerse al miedo, y hoy, a mis diecisiete, presumo

 

de poder llegar tarde a casa.

 

 

 

 Oh, Diego, en largas jornadas papá hizo de mí una

 

fortaleza. Y es una maravilla cómo sostienen sus

 

muros ahora que entras en mí como un duende, y

 

podemos a solas jugar y amarnos como dos niños.

  

Al borde de un abismo, mirando este paisaje

 

 

 

Antes de que acabe el amor

¿no podría resbalar -como sin querer

                  hacia la muerte?

 

Mira

es bello el sol en este ocaso

y es mas tierno el verde en las montañas

              poco antes de que lo apague la noche.

Ahora que tu corazón palpita alegre

              como un niño recién raptado

¿no sería hermoso morir antes de que el raptor

              se harte de ti

              y te devuelva a la triste casa?

 

Es bastante

hondo

el precipicio.

 

Vamos: da un paso al frente.

Es la hora propicia:

                             avanza...

 

 

A trois

 

 

 

"Mientras ellos me quitaban la camisa

-aún no busco algún botón sobre la alfombra-

yo pensaba: tus manos por mi pecho

                                   querido amigo que

                                   de prisa

                                   me has dejado.

 

Sin embargo, me decía yo:

tus dedos enredados en mi pelo

y tu voz sobre mí

                                  desnuda

                                  y lenta:

tu ternura.

                                  Pero ellos

babeaban mi cuerpo como orugas

y al oído me gritaban suave:

                                                 ¡voltéate

                                                 mariquita!

 

Hasta el alba tu cuerpo junto al mio

                                                 imaginaba

cuando ellos se habían marchado con el goce.

 

Recogía                     pues

                                 mi cuerpo

                                 recostado

y no recordaba -en verdad no me dijeron-

                                                 sus nombres.

 

Dura cosa es la venganza."

 

¿Así me justificaré de nuevo

cuando ya sea la mañana

en el espejo?                             me digo

mientras rondamos esta calle oscura

y entramos por fin en el motel.

Tomado de:

http://www.antoniomiranda.com.br/iberoamerica/colombia/fernando_molano_vargas.html

 

 

Sentado a la puerta de mi casa

Sentado a la puerta de mi casa

           sin mirarme

frente a mí pasan

me ofrecen sus espaldas

 

sobre el mugre de sus bluyines

yo pienso ¡Dios!

y mi tarde se hechiza entre sus pliegues

             con sus pasos...

Señor:

             ¿qué llevan en sus bolsillos

              traseros

              los muchachos?

 

 

En la madrugada

En la madrugada

a unas cuadras del bar

es el parque

 

Parado frente a un árbol

el muchacho que no bailó conmigo

le ofrece el don de sus orines:

                                       a una luna que destella

                                       sobre su tronco viejo

 

Muy cerca de ese árbol

como diciéndole un secreto

que no me incluye.

 

 

Hace tres semanas no como nada en mis recreos,
y le he robado algún dinero a mi padre

 

 Sólo he bebido unos tragos para darme valor, y he

ido al mercado de muchachos para comprarte:

eras el más bello.

 

Hubiera podido contarte lo hermoso que fue pensar

en ti todos estos días, pero no me ha salido hacerlo

-parecías tan apresurado por amarme-, y no he

sabido de qué puede hablarse mientras se desnuda

uno.

 

 Hubiera podido, incluso, darte un beso antes de

preguntarte dónde te habías metido todo este tiempo

en que anduve solo.

 

 Ahora, no entiendo por qué sonríes de esa manera.

Y te pones mi reloj. Y sacas esa navaja.

 

(Creo que no vale la pena decirte que no lucías tan

cínico en los sueños que tuve anoche).

 

 

Cómo llenará el jovencito amante

Cómo llenará el jovencito amante

al amado

de su amor

si sólo con un beso

en su alcoba

en la única noche

y la puerta entreabierta

y el padre oscuro que mira

 

 

Caminando con un amigo

Entre dos esquinas

me distraigo de su prisa

            voy

            detrás

a cada paso suyo

 

                           caen

            despreocupados

            sin

            mala

            gana

mis pudores

y me permito

           en fin

embriagarme

           un

           poco

en su calcañar

           desnudo:

 

él tiene un zapato

que se le traga la media

 

 

En las duchas

Porque es un muchacho muy bello

y entonces cuesta creer

 

Él riega talco sobre sus pies

y quedan huellas en el piso

 

Y sus huellas se desdibujan

si uno las roza con los dedos

 

Pero el talco no sabe a nada

cuando uno se lleva los dedos a la lengua

 

De verdad

es como un acto de fe



Él que se sienta al lado de mi pupitre

Lo miras

tan cerca de su hermosura

              que es tanta

              tan desmedida

que casi te atreves

a nombrársela en la cara

 

                         Pero

 

una vez más te dices

              ¡Espera al menos

              a que termine la clase!

 

                                       Aunque

 

livianos los ojos

en la pelusa de su mejilla

piensas de nuevo:

                ¿Y al fin

                         poniendo mis pies sobre la tierra

                         - justo al lado de mi bastón

                yo le declarase mi amor

                y él

                         por ventura

                me concediese el suyo

                no tuviera ya la fuerza

                para dar

                           al menos

                un brinco de alegría...?

                                

                                                      Y aún así

 

pillados tus ojos

cuando su frente vuelve

una vez más le dices:

                            ¿Me prestas tu esfero rojo?

 

 

Cambiándonos para jugar un partido

Para esa piel suave

                       y ya madura como bellas

                       frutas de los paraísos

mis labios no dicen

                       ellos no conocen

su justo nombre

 

pues no han de serlo

                       las palabras frías

                       con que nombran nuestro cuerpo

                       los maestros

ni los tontos eufemismos

                      cuando mamá te bañaba

 

quizás las bellas

                       arrogantes palabras

                       con que me enseñas tu fuerza

                       enfundando en tu mano la bragueta...

 

Más bien

estos rumores de mi aliento

- o

mi corazón perplejo

frente a tu pantalón caído

Tomado de:

http://todasmiscosasentusbolsillos.blogspot.com/

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