miércoles, 26 de abril de 2023

POEMAS DE SULPICIA

 


***

Por fin llegó el amor; y tan grande

que más vergüenza me daría ocultarlo

que la fama de haberlo desvelado.

Vencida por los ruegos de las Musas

lo trajo Citerea, y lo depositó en mi seno.

Cumplió sus promesas Venus: y mis alegrías

que las cuente quien no las tenga propias.

Confiar algo a mis tablillas

y que alguno me lea antes que mi amado, no lo quisiera;

pero me encanta haber pecado,

me da vergüenza poner cara de santa por el miedo a la fama.

Que lo cuenten: yo una mujer digna

he estado con un hombre digno.

                                                                     (Corpus Tibullianum III 13)

Traducción: Rosario Cortés Tovar

Tomado de:

https://tironiana.wordpress.com/2017/10/30/sulpicia-poetisa-romana/

 

***

Para ti no sea yo, luz mía, un ansia tan ardiente

como parece que fui, hace algunos días;

si alguna falta cometí, tonta en mi exceso de juventud,

de la que confieso que me arrepiento más,

es haberte dejado solo ayer por la noche

deseando disimular su ardiente pasión

(Sulpicia, Elegía III, 18)

 

***

El día que te trajo a mí, Cerinthus, ése será para mí sagrado

y habrá de contarse siempre entre los festivos.

Al nacer tú, las Parcas vaticinaron una nueva esclavitud

para las muchachas y te entregaron altivos reinos.

Me abraso yo antes que otras; me agrada abrasarme, Cerinthus,

si una mutua pasión te asiste debido a mí.

Que haya un amor correspondido, lo pido por tus dulcísimos hurtos,

por tus ojos y por tu Genio.

Quédate, Genio, recibe de buen grado los inciensos y favorece mis votos

si alguna vez aquel se abrasa cuando piensa en mí.

Pero si por casualidad ahora suspira ya por otros amores,

entonces te pido, venerable, que abandones tus infieles altares.

Y tú no seas injusta, Venus: o que uno y otro, encadenados,

te sirvamos por igual o afloja mis cadenas, o mejor,

que uno y otro estemos atados por sólida cadena

y que ningún día después de éste pueda desatarla.

(Autor desconocido, Elegía, III, 11)

 

 

Resulta curioso que te creas, tan seguro ya de mí,

que no voy a caer de repente como una tonta.

Sea tuya la preocupación por la toga y la pelleja que la lleva,

cargada con su cesto, antes que Sulpicia, la hija de Servio.

Por mí se preocupan quienes tienen motivo máximo de desvelo

que no vaya a acostarme con un cualquiera.

 

***

 

¿Tienes, Cerinto, una devota preocupación por tu chica,

porque ahora la fiebre maltrata su cuerpo cansado?

¡Ay! yo no desearía librarme de la penosa enfermedad,

si no creyera que tú también lo quieres.

Pero, ¿de qué me valdría librarme de la enfermedad, si tú

     puedes sobrellevar mis males con corazón indiferente?

Aborrecible se acerca el cumpleaños, que en el fastidioso campo

triste tendré que pasar, y sin Cerinto.

¿Hay algo más grato que la ciudad? ¿Es apropiado para una chica

una casa de campo y el frío río del lugar de Arezzo?

Descansa de una vez, Mesala, preocupado por mí en demasía;

a veces, pariente, no son oportunos los viajes.

Me llevas, pero aquí dejo alma y sentidos

por mi propia decisión, aunque tú no lo permitas.

 

***

 

¿Sabes que el inoportuno viaje ya no preocupa a tu chica?

Ya no puedo estar en Roma en tu cumpleaños.

Celebremos los dos juntos el día de tu aniversario

que te viene por casualidad, cuando no lo esperabas

Tomado de:

http://losfuegosdevesta.blogspot.com/2015/11/sulpicia-la-poetisa-olvidada.html

 

III 15 Peligro evitado

Sabes que el triste viaje se evita

para tu chica? Puede pasar su cumpleaños en Roma.

Celebremos todos este día,

que ahora, quizás, te llega inesperadamente.

 

Sulpicia teme la traición de su amado con una prostituta. “Cuida el vestido de una puta ”, dice. En la antigua Roma, solo los hombres, las prostitutas y los esclavos vestían la toga. Las otras mujeres usaban estolas.

 

III 16 Traición

Me gusta todo lo que te permites sin cuidarme

así evitaré caer de repente en la trampa como un tonto.

Tener un vestido de puta en el corazón,

con su pesada cesta,

más que Sulpicia, hija de Servio.

Pero hay quienes se preocupan por mí, sobre todo duele

que a la cama de un hombre innoble concédeme.

 

La joven está enferma y teme que   él no la padezca. Le gustaría   curarse, pero no está segura del amor de Cerinto.

 

III 17 ¿Qué importa la curación?

¿De verdad te importa, Cerinto, la niña amada ,

ahora que la fiebre atormenta mi cuerpo enfermo?

Ah, si no creyera que tú también lo quieres

No pude vencer mi maldad.

Que me importa sanar si tu puedes

soportar mis males con un corazón indiferente?

Tomado de:

http://sognaparole.blogspot.com/2019/11/sulpicia-la-prima-poetessa-latina.html

 

 

 

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