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Por fin llegó el amor; y tan grande
que más vergüenza me daría ocultarlo
que la fama de haberlo desvelado.
Vencida por los ruegos de las Musas
lo trajo Citerea, y lo depositó en mi seno.
Cumplió sus promesas Venus: y mis alegrías
que las cuente quien no las tenga propias.
Confiar algo a mis tablillas
y que alguno me lea antes que mi amado, no lo quisiera;
pero me encanta haber pecado,
me da vergüenza poner cara de santa por el miedo a la
fama.
Que lo cuenten: yo una mujer digna
he estado con un hombre digno.
(Corpus Tibullianum III 13)
Traducción: Rosario Cortés Tovar
Tomado de:
https://tironiana.wordpress.com/2017/10/30/sulpicia-poetisa-romana/
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Para ti no sea yo, luz mía, un ansia tan ardiente
como parece que fui, hace algunos días;
si alguna falta cometí, tonta en mi exceso de juventud,
de la que confieso que me arrepiento más,
es haberte dejado solo ayer por la noche
deseando disimular su ardiente pasión
(Sulpicia, Elegía III, 18)
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El día que te trajo a mí, Cerinthus, ése será para mí
sagrado
y habrá de contarse siempre entre los festivos.
Al nacer tú, las Parcas vaticinaron una nueva
esclavitud
para las muchachas y te entregaron altivos reinos.
Me abraso yo antes que otras; me agrada abrasarme,
Cerinthus,
si una mutua pasión te asiste debido a mí.
Que haya un amor correspondido, lo pido por tus
dulcísimos hurtos,
por tus ojos y por tu Genio.
Quédate, Genio, recibe de buen grado los inciensos y
favorece mis votos
si alguna vez aquel se abrasa cuando piensa en mí.
Pero si por casualidad ahora suspira ya por otros
amores,
entonces te pido, venerable, que abandones tus infieles
altares.
Y tú no seas injusta, Venus: o que uno y otro, encadenados,
te sirvamos por igual o afloja mis cadenas, o mejor,
que uno y otro estemos atados por sólida cadena
y que ningún día después de éste pueda desatarla.
(Autor desconocido, Elegía, III, 11)
Resulta curioso que te creas, tan seguro ya de mí,
que no voy a caer de repente como una tonta.
Sea tuya la preocupación por la toga y la pelleja que
la lleva,
cargada con su cesto, antes que Sulpicia, la hija de
Servio.
Por mí se preocupan quienes tienen motivo máximo de
desvelo
que no vaya a acostarme con un cualquiera.
***
¿Tienes, Cerinto, una devota preocupación por tu chica,
porque ahora la fiebre maltrata su cuerpo cansado?
¡Ay! yo no desearía librarme de la penosa enfermedad,
si no creyera que tú también lo quieres.
Pero, ¿de qué me valdría librarme de la enfermedad, si
tú
puedes
sobrellevar mis males con corazón indiferente?
Aborrecible se acerca el cumpleaños, que en el
fastidioso campo
triste tendré que pasar, y sin Cerinto.
¿Hay algo más grato que la ciudad? ¿Es apropiado para
una chica
una casa de campo y el frío río del lugar de Arezzo?
Descansa de una vez, Mesala, preocupado por mí en
demasía;
a veces, pariente, no son oportunos los viajes.
Me llevas, pero aquí dejo alma y sentidos
por mi propia decisión, aunque tú no lo permitas.
***
¿Sabes que el inoportuno viaje ya no preocupa a tu
chica?
Ya no puedo estar en Roma en tu cumpleaños.
Celebremos los dos juntos el día de tu aniversario
que te viene por casualidad, cuando no lo esperabas
Tomado de:
http://losfuegosdevesta.blogspot.com/2015/11/sulpicia-la-poetisa-olvidada.html
III 15 Peligro evitado
Sabes
que el triste viaje se evita
para
tu chica? Puede pasar su cumpleaños en Roma.
Celebremos
todos este día,
que
ahora, quizás, te llega inesperadamente.
Sulpicia
teme la traición de su amado con una prostituta. “Cuida el vestido de una puta
”, dice. En la antigua Roma, solo los hombres, las prostitutas y los esclavos
vestían la toga. Las otras mujeres usaban estolas.
III 16 Traición
Me
gusta todo lo que te permites sin cuidarme
así
evitaré caer de repente en la trampa como un tonto.
Tener
un vestido de puta en el corazón,
con
su pesada cesta,
más
que Sulpicia, hija de Servio.
Pero
hay quienes se preocupan por mí, sobre todo duele
que
a la cama de un hombre innoble concédeme.
La
joven está enferma y teme que él no la
padezca. Le gustaría curarse, pero no
está segura del amor de Cerinto.
III 17 ¿Qué importa la curación?
¿De
verdad te importa, Cerinto, la niña amada ,
ahora
que la fiebre atormenta mi cuerpo enfermo?
Ah,
si no creyera que tú también lo quieres
No
pude vencer mi maldad.
Que
me importa sanar si tu puedes
soportar
mis males con un corazón indiferente?
Tomado
de:
http://sognaparole.blogspot.com/2019/11/sulpicia-la-prima-poetessa-latina.html
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