Soneto CLIV (154)
El pequeño dios del amor, vencido por el sueño,
Posa a su lado la antorcha que inflama corazones
Mientras algunas ninfas que vida casta juraron
Pasaban allí cerca. En su virginal mano, entonces,
La más bella de entre ellas tomó aquel fuego
Que legiones de corazones leales había calentado.
Así el General del ardiente deseo, dormido,
Fue por una mano virgen desarmada.
El arma ahogó ella en una fresca fuente
Que del fuego del amor tomó perpetuo calor,
Naciendo un baño y saludable remedio
Para hombres enfermos. Yo, de mi amada esclavo,
Viajé allí por cura y esto por eso comprobé:
El amor calienta el agua, el agua no enfría el amor.
Soneto CLIII (153)
Cupido posa su antorcha y cae dormido,
Una doncella de Diana encuentra ventaja
Y rápido sumerge la amorosa llama
En una fría fuente de montaña de aquella comarca,
Que entonces tomó prestado de ese ardor sagrado
Un vivo calor sin fecha de fin, que todavía dura,
Y creó un baño termal que aún los hombres prueban,
Contra extrañas enfermedades una soberana cura.
Ante el ojo de mi amada la antorcha creó nuevo fuego,
El niño, a modo de prueba, decide tocar mi pecho,
Yo, ya enfermo, la ayuda de aquel baño deseo
Y aquí me hallo, invitado triste y destemplado.
Pero no curo, el baño que me salva, donde Cupido
Hace nueva llama, son los ojos de mi amada.
Soneto CLI (151)
Cupido es muy niño para saber lo que es la conciencia.
Pero, ¿Quién no sabe que la conciencia nace del amor?
Entonces tú, gentil tramposa, no apures mis errores,
No sea que de mis faltas culpable sea tu dulce ser:
Pues traicionándome, traiciono yo lo más noble
De mí a la sedición de mi grosero cuerpo.
Mi alma dice a mi cuerpo que puede triunfar
En el amor. La carne no atiende otra razón,
Sino que creciendo en tu nombre apunta hacia ti
Como su triunfante premio. Orgullosa de su orgullo
Se contenta con ser tu pobre esclava,
Apoyar tus asuntos, yacer a tu lado.
No por falta de conciencia llamo amor
A aquella por cuyo amor me levanto y derrumbo.
Tomado de:
https://los154sonetos.wordpress.com/
Soneto 43
Cuando cierro mis ojos es cuando mejor veo.
Todo el día mirando, cosas sin ningún mérito.
Pero al estar dormido, en mis sueños te miran,
y oscuramente brillan, guiando mis tinieblas.
Tú, cuya sombra
vuelve, brillante la penumbra. 5
¡Cómo tu sombra haría un feliz espectáculo,
para el brillante día al ser tu luz más clara,
cuándo para ojos ciegos así brilla tu sombra!
¡Cuánto podría,
digo, bendecir a mis ojos,
al poder contemplarte a plena luz del día, 10
cuándo en la noche muerta, tu incierta y bella sombra,
en el pesado sueño, te ven mis ojos ciegos!
Los días son cual
noches, para mí, hasta no verte,
y las noches son días, cuando en sueños te veo.
Soneto 44
Si el peso de mi
carne fuera el del pensamiento,
la inhumana distancia, jamás me detendría,
porque entonces iría, a despecho del cielo,
desde lo más remoto, hasta donde tú estás.
Nada me
importaría, que mi pie se asentase,
5
sobre el lugar del mundo, de ti más alejado,
que el ágil pensamiento, supera mar y tierra,
tan pronto como piensa en donde quiere estar...
¡Ah! La razón me mata, de no ser pensamiento,
para cruzar el mundo, cuando lejos estás, 10
ya que, estando formado sólo de tierra y agua,
debo esperar gimiendo, la lentitud del tiempo.
Sin tener otra
cosa, de tan pesadas partes,
que lágrimas cual prendas, de lo que estoy formado.
Soneto 47
Mi corazón ha hecho un pacto con mi ojo
y en buena lid, se prestan, recíprocas ayudas.
Si mi ojo está hambriento, por ver como le miras,
o el corazón prendido, se ahoga en mil suspiros.
Entonces goza el
ojo, la imagen de mi amor, 5
y al corazón invita al irreal banquete.
Otras es invitado, mi ojo del corazón
y en esos pensamientos, logra parte de amor.
Así, ya por tu
imagen o sea por mi amor,
aún estando tú lejos, estás presente en mí, 10
pues no puedes llegar, donde yo, si te nombro
y estoy siempre con ellos y ellos están conmigo.
O si duermen, tu
imagen, a mi vista despierta,
llamando al corazón, para que ambos se gocen.
Soneto 52
Aquí estoy, como el rico, cuya bendita llave,
le pone en la presencia, de su dulce tesoro,
cuyo caudal no quiere, continuamente ver,
por no ver de mellar el filo del placer.
De estas formas
las fiestas, tan solemnes y raras 5
se esparcen y aparecen en la rueda del año,
como piedras preciosas, con amor colocadas,
o la joya más bella del centro del collar.
El tiempo que os
retiene es igual que mi cofre
o tal como el armario, que esconde el bello manto, 10
volviendo venturoso el especial instante,
en que por fin revela su escondido esplendor.
Feliz de vos al
darme, estando poseído,
valor para triunfar esperando tu ausencia.
Soneto 55
¡Ni el mármol, ni dorados, monumentos de príncipes,
podrán sobrevivir al poder de estas rimas,
pues en ellas brilláis con más vivo esplendor,
que en las oscuras piedras, que ha ennegrecido el tiempo!
Cuando la infame
guerra derrumbe las estatuas 5
y caigan las murallas por obra de la plebe,
ni la espada de Marte ha de prender el fuego,
que guarda el monumento de tu viva memoria.
Contra la Muerte
y contra todo olvido enemigo,
vivirás y tus loas, encontrarán lugar, 10
entre los ojos nuevos de otras generaciones,
que ha de gastar el mundo hasta el juicio final.
Mientras llegue
tu juicio, surgiréis en persona,
en los ojos amantes, viviendo entre mis rimas.
Soneto 57
¿Siendo vuestro
sirviente, que otra cosa he de hacer,
que las horas y el tiempo de vuestro afán servir?
No tengo en absoluto, tiempo para gastar,
ni servicios que hacer, hasta que vos los pides.
Ni oso
impacientarme contra la hora sin fin,
5
en que dueño de mí, miro al reloj esperando;
ni considero amarga la acidez de la ausencia,
cuando a vuestro sirviente le decís vuestro adiós.
Ni oso preguntar
con mi celosa mente,
donde podéis estar, ni imaginar que hacéis, 10
tal como un triste esclavo, quedo y no pienso en nada,
excepto en cuan felices son los que están contigo.
El amor es un
tonto, tan leal en tus ansias,
que en todo lo que hagáis, no piensa en nada malo.
Soneto 64
Cuando vi deformado, por vil mano del Tiempo,
el caudal de otro tiempo, gastado y enterrado,
cuando veo caídas las torres más excelsas,
y el bronce eterno esclavo del más mortal furor,
cuando veo al
hambriento océano ganar, 5
ventaja en las arenas del reino de la playa,
y a la tierra robarle a la mar su extensión,
compensando ganancia, con pérdida entre ellos.
Al ver tan
semejantes, cambios en sus estados,
o al estado rodando hacia su decadencia, 10
la Ruina me enseñó, a bien reflexionar,
que el Tiempo ha de venir ha llevarse a mi amor.
Muerte es mi
pensamiento, que no puede elegir,
si no llorar amores, que más teme perder.
Soneto 66
De todo esto cansado, pido el mortal descanso,
al ver nacer mendigo aquel de mayor mérito,
y la enclenque torpeza, ornada alegremente,
y la fe más sincera, vilmente traicionada
y el honor
refulgente, donado innoblemente, 5
y la casta virtud, forzada a ser buscona,
y recta perfección, afrentada con saña,
y fuerza mutilada, por el poder corrupto
y el arte
amordazado, con toda autoridad,
y la docta locura, oprimir al talento, 10
y la honradez sencilla, mal llamada simpleza,
y al Bien que cautivado, sirve al Mal, su Señor.
Cansado de estas
cosas, quiero dejar el mundo,
salvo que, por morir, dejo solo a mi amor.
Soneto 68
En su mejilla el mapa de días ya remotos,
en que como las flores la belleza vivía,
aún antes que estos signos, bastardos de hermosura,
nacieran y hasta osaran, habitar faz viviente.
Antes que las
doradas, trenzas de los que mueren,
5
propiedad de las fosas, fueran cortadas, para
vivir segunda vida en segunda cabeza,
y los muertos despojos sirvieran de ornamento.
En él, esas
sagradas horas, aún no visibles,
sin nada que lo adorne, real y verdaderas, 10
sin hacer su verano con el verdor ajeno,
ni adornar con lo antiguo a su nueva hermosura.
Para servir de mapa,
Natura lo conserva,
mostrando al falso Arte como fue la Belleza.
Tomado de:
¿Cómo puede buscar temas mi Musa…
¿Cómo puede buscar temas mi Musa
mientras tú alientas, que a mi verso infundes
tu dulce inspiración, harto preciosa
para exponerla en un papel grosero?
Agradécete a ti, si algo de mi obra
digno de leerse encuentra tu mirada:
¿quién tan mudo será que no te escriba
cuando tu luz aclara lo que inventa?
Sé la décima Musa y sé diez veces
mejor que las antiguas invocadas,
y otorga a quien te invoque eternos versos
que sobrevivan a lejanos siglos.
Si al futuro censor mi Musa encanta,
mía será la pena y tuyo el lauro.
Como actor vacilante en el proscenio
Como actor vacilante en el proscenio
que temeroso su papel confunde,
o como el poseído por la ira
que desfallece por su propio exceso,
así yo, desconfiando de mí mismo,
callo en la ceremonia enamorada,
y se diría que mi amor decae
cuando lo agobia la amorosa fuerza.
Deja que la elocuencia de mis libros,
sin voz, transmita el habla de mi pecho
que pide amor y busca recompensa,
más que otra lengua de expresivo alcance.
Del mudo amor aprende a leer lo escrito,
que oír con ojos es amante astucia.
Cuando en las crónicas de tiempos idos
Cuando en las crónicas de tiempos idos
veo que a los hermosos se describe
y a la Belleza embellecer la rima
que elogia a damas y señores muertos,
observo que al pintar de sus dechados
la mano, el labio, el pie, la frente, el ojo,
trataba de expresar la pluma arcaica
una belleza como la que tienes.
Así, sus alabanzas son presagios
de nuestro tiempo, que te prefiguran,
y pues no hacían más que adivinarte,
no podían cantarte cual mereces.
En cuanto a aquellos que te contemplamos
con absorta mirada, estamos mudos.
Tomado de:
https://ciudadseva.com/autor/william-shakespeare/poemas/
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