De “Puerto Trakl”
“Y si vienes a morir a Puerto Trakl,
no bebas de mi vino”, dijo el tabernero.
Este bar no es la morgue de los ángeles
ni el cementerio de los fantasiosos.
Muchos hombres han cruzado el océano
por un jarro de cerveza, por una copa
de ginebra caliente.
Nadie aquí tiene patria ahora y navegar
cansa más que la nostalgia y el amor.
Escucha, solo escucha el estruendo del oleaje,
mientras el mirlo clama
entre las ramas y el viento.
Como una manera triste de predecir
miro el paso de las nubes sobre el puerto.
Sé que mi suerte no está
en ninguno de esos nimbos que regresan al mar
movidos apenas por el viento de la literatura.
“Profetizar me asquea”, podría decir
y, sin embargo, allá va mi vida,
sobrepasada por pájaros que llevan
todo el tiempo del mundo entre sus alas.
Una mujer escrita en la arena,
soñada por torvos marineros desaparecidos.
La longitud de su pelo alcanza
los oscuros ojos de los peces yacentes.
El musgo de su sombra cubre
las roídas murallas de los astilleros.
“La felicidad es una sombra”, dice
mientras la tormenta imaginaria inunda
los quebrados ventanales del puerto.
De “Fanon city meu”
Vivir en Ciudad Fanon no era más
que vaciarnos de sudor y de memoria.
Era ir los viernes por la noche
a los tambos cuzqueños olvidados
y mercar allí, sin dios ni ley,
los poderes infinitos de la coca.
Con los chasquis bebíamos cachaza
de favelas sitiadas por la DEA.
Escribíamos después en las murallas:
“Your name is puta$, your name is okaso”.
Seguimos el Sendero Luminoso
convocados por los apus
de los cerros de Ayacucho.
Nos armamos con los rifles de Guzmán
y huaracas que tejimos
con pulido cuero andino.
En la sierra se unieron a nosotros
tribus campas, gente quechua
y unos vagos morenos amazónicos
que debían varias cuentas a la ley.
Nos barrieron en El Yuro sin piedad,
y dejaron nuestros cuerpos
al arbitrio de las moscas,
al regalo de los buitres.
Desde entonces caminamos sin destino
por los guetos y las ferias
de los zambos cimarrones.
Y en las noches robamos las monedas
a la sucia y fea fuente
de las viejas utopías.
El Señor de los Cielos trajo el agua,
la comida de los niños, medicinas.
Su empleado Moctezuma diligente
repartía las cajitas con regalos.
Al final nos entregó cuarenta rifles
con un sello grabado en las culatas.
“Sean justos y disparen en mi nombre
cada vez que mi gente se los pida”.
Ahora somos su rebaño predilecto,
una grey que no le falla ni le miente.
Ahora somos una tropa fiera y santa,
los guardianes bien templados de su honor.
Tomado de:
https://circulodepoesia.com/2016/07/poesia-chilena-jaime-huenun/
FOGÓN
Menos que el silencio pesa el fuego, papay, tu
gruesa sombra que arde
entre leños mojados;
menos que el silencio a la noche
y al sueño,
la luz que se desprende
de pájaros y ríos.
"Hermano sea el fuego", habla, alumbra
tu boca,
la historia de praderas y montañas
caídas,
la guerra entre dioses, serpientes
de plata,
el paso de los hombres
a relámpago y sangre.
Escuchas el galope de las generaciones,
los nombres enterrados
con cántaros y frutos,
la lágrima, el clamor de lentas caravanas
escapando a los montes de la muerte y la vida.
Escuchas el zarpazo del puma
al venado,
el salto de la trucha en los ríos
azules;
escuchas el canto de aves adivinas
ocultas tras helechos
y chilcos florecidos.
Respiras ahora el polvo de los nguillatunes,
la machi degollando el carnero
elegido;
respiras ahora el humo ante el rehue, la hoguera
donde arden los huesos del largo sacrificio.
"Hermano sea el fuego", dices retornando,
el sol ancho del día
reúna a los hermanos;
hermano sea el fuego, papay, la memoria
que abraza en silencio la sombra
y la luz.
Papay
es el nombre afectuoso que se da a las ancianas.
PURRÚN
Yo la miro
danza
canelo florecido lleva en sus manos
danza
sus pequeños pies llenos de tierra
danza
flores del ulmo y miel en su cabello
danza
ríe y danza
bebe su muday
Yo la miro
yo no danzo
y el polvo que levanta el baile
me oculta
ante sus ojos
Purrún:
baile colectivo usado en el "nguillatún" y otros ceremoniales.
HERMANA
Aquellos ojos del color del color,
a una altura gris, miran
copihues, hilos de agua.
¿Es por el viento de esta hora su silencio o
son abejas borrachas
trayendo miel y sangre
al panal de sus sienes?
Porque el agua es hermosa,
y el cielo es hermoso
y ambos son buenos amigos -dice.
Porque la luz es mi alma en la estrella,
y mis pechos son fuentes de luz.
Porque callados sabemos lo que somos:
el águila y el cisne,
el venado y el puma,
montañas, manantial y viento,
sementeras de la eternidad.
Los
versos en cursiva pertenecen al poeta Pablo de Rokha.
MARERA
Detén el mar, hermana oh,
detén el mar entre tus piernas.
Detén el sol, hermana ya,
detén el sol fijo en tus ojos.
El sol y el mar harán rulamas
que sacaremos de la roca.
Y jaibas grandes y rojizas,
y lunfo y luche y cochayuyo.
No mires mal, hermana no,
no mires mal hacia la Isla.
Huenteao habla en cada ola,
y con sus nubes tapa el sol.
Báilale bueno un cielito,
tócale banjo y mandolina.
Se reirá el Viejo en la Piedra,
y hará que el sol vuelva a salir.
Los viejos Huilliches de la provincia de Osorno aún
realizan el viaje
ritual y alimenticio hasta las playas de Pucatrihue.
Allí, después de
hacer rogativas a Huenteao, se convierten en mareros,
pescadores y
recolectores de orilla que trabajan el mar para vivir.
CEREMONIA DE LA MUERTE
Uno
(Forrahue)
"...alzaban sus manos
ensangrentadas al cielo..."
(Diario "El Progreso" de Osorno
21 de octubre de 1912)
No hablábamos chileno, mi paisano,
castellano que lo dicen.
Copihue sí, blanco y rojo,
flor de michay,
chilco nuevo.
No sabíamos de Virgen ni de Cristo, padrecito,
ni del Dios en las Alturas.
Jugábamos tirándonos estiércol de caballo en los
potreros;
robábamos panales a los ulmos y a los moscos,
y pinatras a los hualles de la pampa;
mirábamos desnudas bañarse a las hermanas
con manojos de quillay en el arroyo.
Malo era.
Sí.
Por eso vino envidia y litigio y carabina;
por eso se volvieron lobos los venados y los peces.
Malo era, paisanito, malo era.
Comíamos caliente el crudo corazón de un cordero
en el lepún;
rezábamos huilliche al ramo de laurel
junto a la machi;
matábamos con fuego al que mete huecuve
contra el cuerpo y contra el alma.
¡Brujo diablo, anda vete! decíamos escupiendo,
y el bosque más espeso
escondía a la lechuza.
Malo era, malo era.
No sabía vivir el natural antes amigo, no
sabía.
Las mujeres se preñaban en lo oscuro y en lo claro,
y los hijos se criaban a la buena
de los bosques y los ríos.
Así era, mamita, así fue:
las estrellas dejaron de alumbrarnos
la sangre de repente,
y tuvimos que ocultarnos como zorros
en montañas y barrancos.
Tomado de:
http://www.letras.mysite.com/huenun1.htm
EN LA CASA DE ZULEMA HUAIQUIPÁN
Junto al río de estos cielos
verdinegro hacia la costa,
levantamos la casa de Zulema Huaiquipán.
Hace ya tantas muertes los cimientos,
hace ya tantos hijos para el polvo
colorado del camino.
Frente al llano y el lomaje del oeste,
levantamos la mirada de mañío
de Zulema Huaiquipán.
Embrujados en sus ojos ya sin luz
construimos las paredes del sueño.
Cada tabla de pellín huele a la niebla
que levantan los campos de la noche.
Cada umbral que mira al río y los lancheros
guarda el vuelo de peces y de pájaros.
Bajo el ojo de agua en el declive
donde duermen animales de otro mundo
terminamos las ventanas.
Y en la arena hemos hincado nuestras sombras
como estacas que sostienen la techumbre
de la casa de Zulema Huaiquipán.
LIBRO
Sólo puedo leer tu cara, huenún jaime luis,
sietemesino feo, sólo
puedo leer tu mitad hijo,
tu mitad hueso y calavera encarnada,
tu débil número negativo
hecho de cuarteada eternidad y carne.
Sólo puedo leer tu mitad
padre, hermano, aquel
que diariamente sale a conseguir
una mísera ración de estrellas, exiguo alimento,
de palabras que no saben todavía ni
siquiera balbucear.
Sólo puedo leerte al lado de Otro,
sólo junto a los conjuntos rotos de tu madre,
sólo solitario pero nunca solo,
mal ladrón de la blancura de las Páginas.
Sólo puedo leerte juntando las letras
de tu vuelo de mosca reventado
al pie de un poema de Tu Fu.
Sólo puedo leer tu raíz falsa, huenún
jaime luis, hombre
o duende porfiado o malo de la cabeza,
sólo puedo leer la mitad
del aire que te hace viejo,
la otra mitad la ganas
con el sudor de tus ojos
y aquello
no tiene explicación en mi alfabeto.
Tomado de:
https://vuelapalabra.com/puerto-trakl-y-otros-poemas-de-jaime-luis-huenun/
Envío a Anahí
Era madrugada y yo
cortaba flores para ti en mis libros de poesía.
Llovió largo sobre el mundo y en mi sueño
se abrieron los primeros rojos brotes de poroto.
Hacia el bosque volaron los güairaos,
y el tue-tue cantó tres veces
sólo para confundirme.
Amanecí después: mariposa era el cielo,
liebre era la tierra corriendo tras el sol.
Te vi luego zumbando en las celdillas de la miel,
haciendo olas en la blanca
placenta de tu madre.
La muerte es lo que escribe
el agua sobre el agua, me dije contemplando
el rocío de las hojas.
Lloré, entonces lloré,
sólo por el delirio de respirar tu aire.
Cantos
Un notro es la mañana
donde habitan
los tordos.
Árboles fantasmas
en tu sombra
hay.
Honda vuela el agua
sobre el sol y el bosque.
Negra golondrina,
sales de mi sueño
y entras en la tierra
sin voltear.
Mariposas
en el cardo
que todos evitan.
Fuegos de montaña,
cenizas del sol.
Mediodía en mi
provincia.
Escribo mi poema
en las hospederías del bosque.
Los pájaros vuelan
y borran con sus cantos
lo que escribo.
Tomado de:
https://circulodepoesia.com/2009/11/foja-de-poesia-no-jaime-huenun/
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