Tarántulas en el salvavidas
Por algún motivo semitropical
cuando llueve
implacablemente caen
en las piscinas, estos por otra parte
brillantes y terroríficos
arácnidos. Pueden nadar
un poco, no por mucho tiempo
y no pueden subir por la escalera para escapar.
Por lo general se ahogan, pero
si quieres su favor,
si crees que existe la justicia,
una recompensa por no querer
la muerte de desagradables
y aun peligrosas (anguilas, serpientes nariz de cerdo,
ratas) criaturas, si
crees estas cosas, entonces
tendrías que dejar un salvavidas
o dos en tu piscina por la noche.
Y por la mañana
arrastrarías fuera
las acurrucadas, peludas supervivientes
y las acompañarías
de nuevo al matorral y, ¿sabes?,
te asegurarías de que al menos las que se han salvado,
como individuos, no aparecerán
de nuevo un día
en tu sombrero, un cajón
o el enmarañado inframundo
de tus calcetines, y que incluso—
cuando tu confianza en la justicia
se une a tu confianza en los sueños—
pueden comunicar a las otras
mediante un lenguaje de signos
cuatro veces más ingenioso
y complejo que el del hombre
que eres bueno,
que las amas
que las salvarías de nuevo.
Tomado de:
http://campodemaniobras.blogspot.com/2020/10/thomas-lux-dos-poemas.html
EL SEXO EN LA HISTORIA
Da la impresión, al leer las revisiones, de que sólo el Papa,
los cardenales, los sacerdotes, los monjes
y las monjas participaban. Cómo pudo el campesinado
reproducirse a pesar de las prohibiciones
sigue siendo un misterio: nada de sexo
el jueves, el día en que Cristo fue arrestado,
el viernes había que honrar Su muerte,
el sábado había que honrar a Su Mamá,
el domingo fue cuando resucitó,
el lunes había que honrar a los que no habían resucitado...
Parece ser, si se toman en cuenta los festivales y ayunos
alrededor de la Pascua, Pentecostés, Navidad,
que si acaso quedaban dos o tres días al año para el sexo
siempre y cuando:
1) No lo disfrutaras.
2) Fuera conceptual, heterosexual, hombre y mujer, el hombre
arriba. La crónica
escasez de comida se hacía llevadera
gracias al ayuno penitencial (pan
y agua) que se imponía a los infractores: 7 días
por sueños húmedos, 20 días
por masturbarse, 2 años
por conexión interfemoral (el pene
entre los muslos de una acompañante pasiva) ...
Y a pesar de la endogamia
a la que daba lugar el esnobismo, tampoco la nobleza
les hacía mucho caso a los sacerdotes
y esa es la razón por la que hoy tenemos tantos humanos estériles,
tontos, educados y adorablemente distraídos
que se la pasan sentados en cafés al aire libre
a lo largo de famosos bulevares con tiendas.
El sexo era sexo: carne
sobre carne, por años y años, decir una cosa
y hacer la otra - rápido, furtivo, con miedo
y Dios
siempre observando,
con Sus enormes ojos abiertos,
mirando lo que había hecho.
(Traducción de G. A. Chaves.)
Tomado de:
http://cafeverlaine.blogspot.com/2008/11/el-sexo-en-la-historia-thomas-lux.html
Víctimas de la plaga lanzadas por encima
de los muros de la ciudad sitiada
Primera guerra
biológica.
La muerte
así lanzada semeja ruedas
en el cielo.
Mira: ahí va
Larry el Zapatero, descalzo, por encima del muro,
y Mary la Salchichera, mira cómo vuela,
y los mellizos Sombrerero, los dos a la vez, sobrevolando
el parapeto, el codo del pequeño Tommy doblado
como si saludara,
y su hermana, Mathilda, detrás de él,
con los brazos extendidos, a través del aire,
igual que hacía
en la tierra.
Tomado de:
https://campodemaniobras.blogspot.com/2020/10/thomas-lux-dos-poemas.html
Un diente pequeño
A tu hijita le sale un diente, luego dos,
y cuatro, y cinco, después quiere algo de carne
directamente del hueso. Todo
ha terminado: aprenderá ciertas palabras, se enamorará
de cretinos, imbéciles, de un charlatán
seductor camino de la cárcel. Y tú,
tu esposa, envejecidos, cubiertos de manchas
y sin arrepentiros de nada. Hiciste, amaste, los pies
te duelen. Anochece. Tu hija ha crecido.
Tomado de:
https://campodemaniobras.blogspot.com/2016/10/thomas-lux-un-diente-pequeno.html
EL LECHERO Y SU HIJO
Durante un año recogió
las botellas de leche, las rajadas,
rotas, o con la etiqueta azul
con el dibujo de una granja
desteñido. En invierno
cargaban las cajas en un trineo
y las arrastraban hasta el basural
que entonces era precioso: una sábana blanca
tendida, como una broma, sobre
la cara de alguien que dormía.
Mientras arrojaban las botellas
el hijo hacía travesuras
y el lechero se las festejaba: lanzaba
una botella a gran altura
y la hacía añicos al vuelo
con otra. Mil asombrados
trozos de vidrio
caían… Otra vez
y otra, y maldito
si ese lechero,
ese alegre lanzador
en el borde del basural (mientras los voladores
desechos salpicaban de nieve
sus sombreros)
Tomado de:
https://santarabiapoetry.com/thomas-lux-el-lechero-y-su-hijo/
Y todavía viene
como un tren de carga con los frenos quemados en bajada
lleno de lingotes de arrabio, lleno de plomo
Estatuas de tamaño natural de Richard Nixon,
como una avalancha de humo y niebla negra
atado con alfileres doblados, las puntas rotas
de navajas automáticas, polvo de despojos secos,
Sin remordimientos, llega, más rápido cuando le das la espalda,
Más rápido cuando te giras para mirarlo de frente,
Como una fina lluvia, luego lluvias más frías,
Luego un diluvio que se convirtió en aguanieve afilada, luego
granizo del tamaño de un huevo,
Del tamaño de un puño, luego dentado
láser, granizo de metralla
retumbando y desgarrando como pisadas
de dioses o padres borrachos; viene
educado, patán, seguro, afable,
Respirando por la boca
(que es un agujero comido por una cueva),
Viene como un elefante molesto,
Como una mamba negra aterrorizada, se desliza
Por el valle, grasa sobre grasa,
como el fuego que devora los nidos de los pájaros,
como el fuego derritiendo la pelusa
del cráneo de un bebé, todavía sale: mudo
y atiborrarse, nunca
cesar, insaciable, atiborrarse
y mudo.
Oda a los peces eléctricos que sólo comen las colas de otros peces eléctricos,
que regeneran sus colas
y también comen sólo las colas de otras anguilas eléctricas,
presumiblemente más pequeños, quienes, a su vez, comen...
Sin consultar a un ictiólogo — anguilas
son peces —Me remito a la genialidad de la biología.
Sé poco de sus números.
y hábitat, aparte de que son habitantes de los ríos.
Adivina qué río. Solo tengo una nota.
una nota tomada en la lectura
o fiebre —no puedo decir, por mi letra, cuál. Todo
Lo sé, lo parece.
sensato, sostenible: ningún pez muere,
Nadie tiene tanta hambre que muerda más de lo que debería
que una cola; el aguijón, el trauma
Mantiene al pez mordido delgado y alerta.
La necesidad de esconderse mientras nos vuelve a crecer la cola
enseña astucia.
Comerán colas más pequeñas por un tiempo.
¡Estas anguilas, estas anguilas en sí mismas son odas!
Peatonal
Tambaleante y elástico, segundo nombre de Gemido,
Deprimido después de una noche dura
En la planta de pulido de cadáveres, pendiente-
al hombro, medio pan
de pan, hasta su cabello cansado, hambriento,
Tocando los frijoles disminuidos
En su bolsillo, te encuentras con él.
En mil esquinas lo encuentras,
saliendo del metro, saliendo
Desde tu propio pecho—esta vista es estridente,
Los vapores metálicos pasan a tu interior.
Su miedo es que lo rompan,
de volverse demasiado diestro al desnudarse
Los últimos cordones de carne
De un cadáver de pollo, de no ser movido por nada
A falta de la Caída de Roma, de estar encorvado
En el cráneo por alguna pérdida que ha olvidado.
el aniversario de.... lo conoces,
conoce su derrota, aunque sea apropiada
e inevitable, no es tuyo, aunque tuyo también
Es propio e inevitable: tantas derrotas
raro e insignificante (a modo de ilustración:
La primera vez que te quedas despierto toda la noche
esperando el amanecer y quedamos decepcionados), tantos
agotamiento sin esperanza oculto,
Su mirada se volvió hacia el interior, vidriosa y opaca. —Y, sin
embargo, todos
Fijemos nuestros binoculares en los cúmulos de miedo y neblina del
horizonte.
y navegar hacia ellos, con velas gruesas
Adelante.... Lo encuentras en las esquinas,
En las estaciones de autobuses, en las avenidas sin salida.
no liderando ni en
Ni fuera del infierno, te encuentras con él.
y con él caminas.
Horcas vacías
“Había pobreza antes del
dinero”.
Antes de los presos había una prisión de deudores,
Había hambre prefósil,
Había dolor antes de un sistema nervioso.
Para transmitirlo al cerebro, existía
La pobreza antes que la inteligencia, o los contables,
Antes de la narración, había una bancarrota como un remolino.
En ninguna parte, era palpable
donde nada era palpable, había recuperación
en los gases que forman tantos miles de millones...;
Había pobreza—tenía lengua—en el enfriamiento
ceniza, en marga y marga que se acerca,
Sed en las pocas hebras de heno que se deslizan
entre las anchas púas de una horca,
en el reptil y las primeras aves,
Pobreza distante y sin misterio como Dios
su creador; seguramente hubo falta
En una cebolla cocida al vapor y flácida,
Había pobreza en el pedazo de pan
Empapado en la última gota de salsa
arrebataste de la boca de tu hermano.
Tomado de:
https://www.poetryfoundation.org/poets/thomas-lux#tab-poems
Oda al niño gordo que pisó primero el hielo fino
para probarlo para tres de nosotros a unos doce pies
detrás. Era un chico grande
y podría habernos roto
a cada uno de nosotros, si hubiera querido.
En cambio, era un buen chico grande,
cuya madre lo amaba y lo llamaba Calabaza.
Estaba en un estanque, antaño una fuente local
para el comercio de agua congelada, y, en esta parte,
Ice House Beach, la más espesa, la última en aclararse,
decían todos. Principios de primavera de un duro invierno.
En la orilla opuesta, había unos bosques en los
que queríamos entrar, un atajo a casa.
Desdeñó una cuerda que habíamos traído.
Avanzó unos diez pies.
Retrocedimos unos diez pies.
En medio del estanque dijo: Vamos,
uno a la vez, es suficiente ...
Ya nos habíamos retirado diez pies más por la playa.
Cruzó al otro lado
y volvió a llamar, pero mientras estaba de espaldas,
tomamos el camino más largo, el dócil, a casa.
Tomado de:
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