Lago amarillo
puedes pescar aquí
peces deliciosos
y ponerlos en tu mesa
pero el lago es amarillo
para ocultar su profundidad
los indios que viven cerca del lago
también ocultan su fondo
quizás los peces vivan en sus ojos
o deliciosos espíritus canten al hervir con odio
las profundidades de sus ojos oscuros nadie puede ver algo vive
en el lago amarillo sin mostrar su forma sobre la mesa
Jugador de fútbol
Un jugador de fútbol
patea una bola,
todos los días, patea una bola.
Un día pateó al amor tan alto
que éste quedó en el cielo
y jamás regresó.
La gente piensa que debe ser el sol,
que debe ser la luna
o alguna nueva estrella.
En mi interior
también pende una bola,
suspendida en el cielo,
que nunca regresó.
Ustedes pueden verla
convirtiéndose en llama,
en amor, en estrella.
Tomado de:
https://www.revistaelgolem.com/2020/05/10/poemas-de-kazuko-shiraishi/
Mi tribu de arena
En Riverside no hay río.
El río está seco en Riverside desde 1911.
En el verano de 1980 aparezco por primera vez en Riverside.
69 años después de haberse secado el río.
Allí descubro que Riverside es de hecho una entrada hacia el
desierto. Allí de pronto las criaturas de la tribu de arena empiezan a moverse
en mi interior y buscan la salida, de prisa, ¡ay! hacia el desierto. Toman la
salida mientras pronuncian la palabra mágica, -Riverside, Riverside-; salen
atropellándose, volando, hermosos espíritus construidos con granos de arena
seca, afuera, hacia el desierto.
Mis pensamientos tiran siempre hacia el desierto, hacia donde hay
arena, tierra seca, sin importar en qué lugar me encuentre, aire caliente y
seco donde hasta al mismo sol se le quema la garganta, y la tribu arenosa
anidada en mi interior adquiere vida de pronto, cuando descubre ausencia de
agua, ni una gota de agua en Riverside, y así se lanza cantando, descalza,
alegremente silbando, danzando hacia el desierto. Entonces poco a poco me hundo
hasta quedar sepultada en esta multitud de arena y mi memoria empieza a
remontarse, hacia atrás, centenares de miles de años atrás. ¿Es éste el arenal
de los indios yaquis de California o es el desierto del Sahara? ¿Estoy a
orillas de la sagrada Uluru o en las planicies de Australia? Entre más atrás se
remonta mi memoria, más ambiguos se tornan mis recuerdos... Quizá yo sea lo
arcaico, quizá me haya quedado dormida. El tam-tam de los tambores me despierta
a veces; mas ya convertida en arenosa tierra, adormecida, ¿cómo podría emerger
del todo de mi sueño?
En Riverside no hay río.
Seco Riverside, tierra enigmática, puerta al desierto en donde no
hay ni rastro de agua: ¿por qué eres una pura entrada sin salida, por qué está
el desierto plagado de entradas sin una sola puerta? El desierto es una entrada
Una entrada abierta a todos
Una entrada abierta a otra entrada
Cada vez más hacia adentro
Tribu de arena, intrépida hermandad, guerreros míos que al olor de
la arena corren hacia el desierto, sin saberse bien por qué, no por locura, ni
por ir a alguna parte, sólo por puro instinto, sólo el amor al regreso.
De adentro de mi cuerpo regresan hacia su nido, hacia la
madriguera original, como si fueran bestias, pájaros o peces. En la tarde
calurosa oigo sus aleteos.
Los ojos los ven y no los ven. Tribu de arena, más evidente que la
poesía, río seco, grande y ancho.
Poder fantasmagórico, ánimas de la arena que adoptan la forma del
río...
(1982)
Traducción del japonés por Atsuko Tanabe y Sergio Mondragón y del
inglés por Jesús Vega, con la participación de Haydé Zavala.
Ulises en estos tiempos
Al volverse, no encontró rostro alguno
ni siquiera uno nuevo que le perteneciese
el rostro es un país
y el suyo era invadido por la ideología roja.
Sin rostro,
sin labios que besar,
su propio rostro dejándolo atrás
se pone en marcha.
Su tierra natal yace bajo un extraño mapa.
Sólo la firma del vientre de su madre
es el pasaporte del país natal
busca a tientas un nombre
él dejó su país él es Ulises
no conoce el regreso.
Ulises, incapaz del retorno
Ulises, sin fecha posible de retorno.
Llevando a su mujer, niños y flores,
encendiendo la antorcha de un poema
Le grita al mar abierto:
¿hay alguien?
¿algún rostro que pruebe su existencia?
Mil, millones, billones de cambiantes criaturas
aman el mar nocturno
y las estrellas caen en las olas.
Él escucha su música en búsqueda infructuosa del país interior.
Se une a los ascetas del amor.
Aunque pueda crear miles,
cientos, miles de rostros
nunca podrá encontrar
ni siquiera palpar
el rostro del país recién nacido.
Así que hoy, otra vez
Ulises cruza el mar
y toca tierra
en un antiguo pueblo del Midwest, en América.
Penetra a un edificio
a las dos de la tarde,
nadie repara en él
porque no es asistente personal del Presidente,
ni gánster con revólver,
ni un músculo campeón mundial de boxeo.
Él es alto, y es bello, con una nariz recta
posee una escondida dignidad, y un fuego
pero no es propietario de otras características.
Así que, si no es violento,
ni exhibe sobre el pecho medallas honoríficas
la gente pasará por su lado, sin verlo,
porque la Filosofía es un ente invisible.
En estos tiempos nadie le tema a los fantasmas,
y si están vivos, menos,
por lo que pasa inadvertido durante miles de años.
No muere nunca.
No le está permitido.
Él es Ulises, un invisible mito.
Muy borracho me dice:
“¡hoy me siento tan bien!”
Porque realmente puede llegar a estar borracho,
¿es que puede embriagarse en el mar de licor
oyendo las sirenas?
¿Conocerá en verdad a la Sirena?
La voz de la Sirena cambia a Elvis.
¿Es Presley una Sirena?
¿Puede un disco de la era rock and roll
llevarlo hacia Penélope?
Me habla sobre un hombre que visitó la India
nombrado Snyder, ávido de realizarse
me habla del arte de vivir libremente
pensando que es igual a devorar el arco iris,
o a hacer el amor con el mismo arco iris.
Él espera alcanzar esas nubes lejanas
mientras que la Sirena
se duerme sin que le hagan el amor
oyendo un disco de Elvis.
Ulises se despierta,
regresa del almuerzo
y casi a la hora de acostarse descubre
que no hay rostros que pueblen el espejo
ni el cuarto donde habita,
de pronto se da cuenta que es Ulises
a quien le es imposible regresar.
No puede regresar carece de país a donde ir.
Desplazándose siempre.
Oigo un blues
del país solitario de ese hombre sin nombre
más allá de ese jazz de Dixieland
retrocedo en el tiempo miles de años
hasta llegar al baño primigenio
del primer nacimiento de este mundo.
(1975)
Traducción de
Ayako Saitou
Tomado de:
https://www.festivaldepoesiademedellin.org/es/Revista/ultimas_ediciones/54_55/kasuko.html
LEÑA
en el interior del planeta se apila la leña
allí viven montañeses
el hermano menor medio sordo
la carne de la hermana mayor sensible
el padre vuelto eternidad
la madre arrostra los descendientes
en el interior de ese planeta se apila la leña
la entraña ardiente de la hermana aguarda
la creciente la nívea parte de su hermano
en una historia escalofriante
sólo el fuego es esperanza o melancolía
hermano y hermana apilan la leña
en el interior que arde
en la cabaña en la cima de la colina
dentro de la sangre de la carne
se sigue consumiendo y apilando la leña de un tiempo invisible
SER
hubo algo parecido en una cuesta amazónica
y en las selvas indonesas
voló ligeramente sobre sus alas
desvaneciéndose como vértigo después del segundo viaje separados
pero existió realmente
como luz y sombra en cópula súbita
estremecido levemente el aire silencioso.
Tomado de:
https://bitacoraparalugaresreencontrados.blogspot.com/2011/01/poemas-de-kazuko-shiraishi.html
Meditación ardiente
Soy una meditación que quema.
Dentro guardo una isla acuosa,
pájaros marinos y la luna llena.
Alquilo un hogar a los cocodrilos del Nilo.
Mi meditación no es agua azulada
sino rojo deseo.
Creciendo en sus ojos
alimento los cocodrilos con un sol deleitable
y los dejo dormir.
Vivo en una meditación que quema
oyendo la isla acuosa golpeada por las olas
callada silenciosamente.
Pájaro carpintero
Aparece un pájaro carpintero que industrioso
perfora un hueco en la cabaña.
Un hombre vuela y lo amenaza.
Durante 8 años el hombre
construyó la casa
para su esposa y dos hijos,
entonces,
antes que el pájaro perforara el hueco,
otro invisible
llegó y picoteó a la esposa.
De ahí la mujer
voló hacia alguna parte
y no regresó más.
Aparece un pájaro carpintero que industrioso
picotea la cabaña de un hombre.
Tomado de:
https://sienteloconoido.es/kazuko-shiraishi-y-toshiko-hirata-voces-del-japon-actual/
El hombre de ojos encendidos
hay fuego en sus ojos
arden cuando se fijan en mí
hasta las mentes frías y los estómagos helados
se calientan
pues guarda el sol africano en sus ojos
orgullo de la familia Zulú
durante la revolución
la carne que asó en el horno
era tan sápida
en la sala sus gemelos de un año Ra y Re
se turnan los chillidos
sus ojos encendidos suavemente juegan con ellos
cantándoles mientras
la tierra crece ardiente y satisfecha
de momento en la sala
del hombre de ojos encendidos
Tomado de:
https://poesiauniversalblog.com/2024/06/17/el-hombre-de-ojos-encendidos-kazuko-shiraishi/
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