viernes, 23 de agosto de 2024

POEMAS DE ANNA MARÍA MARTÍNEZ SAGI


EL DESEO

 

         Noche

de insomnio negro.

 

         Sobre mi talud de cardos

crispada me recuesto.

En cada pliegue blando

recóndito del lecho:

una espina de miel

un cuchillo de fuego.

 

         Incrustado

a mi cuerpo

tentáculo feroz

y agresivo: el deseo.

 

         Gritos broncos derriban

murallas de silencio.

Sofocante me absorbe,

la boca que no tengo.

Mordaza de mi mutismo.

Pantera de mi desierto.

Hoguera de mi penumbra.

Abismo de mi tormento.

En un rojo

revuelo

de combates

sin freno

abierta

desmembrada

me consumo y me pierdo.

En la noche demente

resucitada muero:

con la boca quemada

con tus costados ardiendo.

         Lívida madrugada

cortará el aire denso.

 

         Y el rostro que persigo

morirá en el espejo.

Tomado de:

http://www.antoniomiranda.com.br/iberoamerica/espanha/ana_maria_martinez_sagi.html

 

 "Venía tu cuerpo moreno


en el agua rosada del río.

Un viento, de pena callada,

retorcía los grises olivos.

Venía tu cuerpo moreno,

inmóvil y frío.

El agua, cantando, pasaba

por tus dedos rígidos.

¡Venías tan pálido,

soldado, en el río!

La boca cerrada, las manos heladas,

la piel como el lirio;

y una herida roja, en la frente blanca,

y una luz de aurora, en los ojos limpios…

¡Qué muerte la tuya, soldado del pueblo,

bravo miliciano, corazón amigo;

qué muerte más dulce, cien brazos de agua

ceñidos en torno de tu rostro lívido!

No venías muerto sobre el agua clara;

sobre el agua clara, venías dormido:

un clavel granate, en la sien nevada,

y en los ojos quietos, dos luceros vivos.

¡Qué pálido y frío,

venía tu cuerpo moreno

sobre el agua rosada del río!

 

 

TU ROSTRO

 

Pacientemente sí.

Porfiadamente sí.

En mármoles de olvido

en bronces de congoja

en granitos de ausencia

día tras día noche

tras noche con dulzura

he labrado tu rostro.

Tu rostro que inventé

hoy pervive en mis ojos

va siguiendo mis pasos

hasta borrar el tiempo

hasta velar mi nombre

hasta cubrir las islas

de luz de la memoria.

Amorosamente sí.

Angustiadamente sí:

he labrado tu rostro.

 

Traspuse pavorosas vorágines de gritos

derribé cordilleras

descendí por los anchos

océanos secretos

descorriendo el cerrojo de las noches hostiles

del ansia adormecida

de mi voz ahogada

en canteras de angustia.

Aurora tras aurora.

Ocaso tras ocaso.

Ni demente ni cuerda:

así labré tu rostro.

¡Y nadie lo descubre

vibrando entre mis manos!

¡Oh rostro conquistado!

Ardiente quemadura.

Grito tenso del sueño.

Fiel herida del alma.

¡Estatua de fulgor

que no podrás robarme!

Tomado de:

http://www.jesusfelipe.es/ana_maria_martinez.htm

 

 

Por el río suena

 

"Venía tu cuerpo moreno

En el agua rosada del río.

Un viento, de pena callada,

Retorcía los grises olivos.

Venía tu cuerpo moreno,

Inmóvil y frío.

El agua, cantando, pasaba

Por tus dedos rígidos.

¡Venías tan pálido,

soldado, en el río!

La boca cerrada, las manos heladas,

La piel como el lirio;

Y una herida roja, en la frente blanca,

Y una luz de aurora, en los ojos limpios…

¡Qué muerte la tuya, soldado del pueblo,

bravo miliciano, corazón amigo;

qué muerte más dulce, cien brazos de agua

ceñidos en torno de tu rostro lívido!

No venías muerto sobre el agua clara;

Sobre el agua clara, venías dormido:

Un clavel granate, en la sien nevada,

Y en los ojos quietos, dos luceros vivos.

¡Qué pálido y frío,

venía tu cuerpo moreno

sobre el agua rosada del río! "

Tomado de:

https://www.epdlp.com/texto.php?id2=8500

 

 

ÍBAMOS DE LA MANO

Íbamos de la mano

por el bosque aromado de espliegos y tomillos.

Íbamos de la mano:

era claro el camino.

Tarde de primavera.

Rosado el mar tranquilo.

Íbamos de la mano las bocas silenciosas.

No se oía más ruido

que el del mar y la brisa los últimos reflejos

del sol incendiaban las copas de los pinos.

Nuestras sombras unidas

pasaban con sigilo.

-El verde de tus ojos

era sereno y limpio-.

No sé si tú sentías el calor de mi mano,

la gracia milagrosa de aquel contacto íntimo.

Tu voz quebró el silencio: «¿En qué piensas, pequeña?»

-Cruzó una gaviota por el cielo encendido-.

Yo te miré los ojos que ya amé en otro mundo

y algo breve y muy dulce te murmuré al oído.

Besaste tú mi mano. Luego la noche vino.

 

El amor lésbico (y frustrado)

Es en mi sangre en mi cuerpo

donde me dueles España.

En mi pensar libre y limpio.

En mi alma.

Como una cruz

clavada.

(…)

¿Qué hiciste de Fray Luis

de Cervantes de Quintana

de Quevedo de Gracián

de la fabulosa hazaña

que Colón preso insultado

ofreciera a tus monarcas?

(…)

Destierras. Persigues. Odias.

Condenas. Calumnias. Matas

la flor de la inteligencia

de la entereza y la gracia.

Desagradecida tierra.

Intolerante. Iletrada.

La que desterró a Unamuno.

La que asesinó a mansalva

a aquel poeta inocente

que a los gitanos amaba.

Tomado de:

https://www.donacianobueno.com/tag/ana-maria-martinez-sagi/


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