ROSAS
Todo el mundo se hace de vez en cuando
esas preguntas para las que no existe
respuesta: el origen del mundo, la existencia de Dios,
qué sucede cuando se baja el telón
y nada lo detiene, ya no habrá besos,
ni Súper Bowl, ni visitas al centro comercial.
“Rosas salvajes”, les dije una mañana.
“¿Tenéis las respuestas? Y si las tenéis,
¿me las daríais?”
Las rosas sonrieron dulcemente. “Perdónanos”,
respondieron. “Pero como puedes ver,
justo ahora estamos totalmente
ocupadas siendo rosas”.
MOMENTOS
Hay momentos que exigen ser cumplidos.
Como decirle a alguien que le amas.
O regalar tu dinero, todo.
Tu corazón palpita, ¿verdad?
No estás encadenado, ¿verdad?
No hay nada más patético que la prudencia
cuando lanzarse podría salvar una vida,
incluso, posiblemente, la tuya.
¿HABLAN LOS ÁRBOLES?
¿Le responden los árboles al viento
cuando el viento les hace alguna invitación?
Como algunos de nosotros, ¿hablan también con el sol?
Pienso que sí, y si tal creencia requiere de una
prueba,
déjame añadir que a veces
se quejan mucho.
Pero hay más.
Si puedes escuchar a los árboles en sus horas
tranquilas
seguro que también podrás hacerlo después,
gritando en el aserradero.
ME COMPLACE DECIRLE
Señor Muerte, me complace decirle, que hay
fisuras en su largo abrigo negro. Hoy
Rumi (muerto en 1273) vino a visitarme, y no por
primera vez. Es cierto que no habló con
su lengua sino desde la memoria, y si
era alto o bajo, lo desconozco.
Pero era tan real como el árbol bajo el que
me encontraba. Sólo porque algo sea físico
no significa que sea lo mejor. Él
me ofreció un poema o dos, y empezó a pasear.
Me senté un rato sintiéndome satisfecha
y sintiendo también la satisfacción en el árbol. ¿No
se comparte todo en el mundo? Y uno
de los poemas contenía un árbol, así que
por supuesto el árbol se sintió incluido. Así es
Rumi, capaz de zafarse sin dificultad
de su largo abrigo negro, oh Señor Muerte.
ME DESPIERTO POR LA MAÑANA
¿Por qué la gente sigue pidiendo ver
el documento de identidad de Dios
cuando la oscuridad abriéndose a la mañana
es más que suficiente?
Sin duda cualquier dios podría apartarse asqueado.
Piensa en la reina de Saba acercándose
al reino de Salomón.
¿Crees que ella preguntaría:
“Es este el lugar”?
Tomado de:
https://www.revistaaltazor.cl/mary-oliver-2/
AGOSTO
Nuestra vecina, alta y
rubia y vigorosa, la madre de tantos hijos, está enferma. No sabíamos que
estaba enferma, pero viene hacia la cerca caminando como una mujer que balancea
una espada en el interior de su cuerpo.
Además de que su largo cabello ha desaparecido y es corto,
repentinamente, es gris. No la reconozco. Incluso se me ocurre que no es ella
sino su madre. Pero es su voz al borde de la risa, la misma voz que hemos
escuchado durante años sobre los matorrales.
Cada verano lo hijos,
ahora crecidos y algunos con hijos propios, vienen a visitar. Nadan, dan largas
caminatas por el puerto, preparan cenas para doce, para quince, para veinte.
Temprano por la mañana dos hijas salen al jardín y con lentitud se adentran en
los precisos y silenciosos movimientos del T’ai Chi.
Todos sonríen. También el
padre sonríe y construye castillos en la arena con los niños y maneja de vuelta
a la ciudad y maneja de vuelta al campo. Se contrata a un carpintero: se repara
un techo, se reconstruye un pórtico. Todo lo que pueda ser arreglado.
Junio, julio, agosto. Cada
día escuchamos sus risas. Yo solo pienso en la pintura de Van Gogh, el hombre
en la silla. Todo mal, ningún lugar al que ir. Las manos sobre sus ojos.
Tomado de:
https://circulodepoesia.com/2023/09/poesia-norteamericana-mary-oliver/
Una o dos cosas
1.
No me molesten.
Acabo
de nacer.
2.
El vuelo rítmico de la
mariposa
la lleva por el país de
las hojas
con delicadeza, y le
permite ir
donde quiere ir, donde
quiera que eso sea, se detiene
aquí y allá para
embriagarse con las húmedas copas
de las flores y con el
barro negro; hacia arriba
y hacia abajo se columpia,
con frenesí y sin rumbo, y a veces
durante largos, deliciosos
momentos se está perfectamente
perezosa, y cabalga
inmóvil en la brisa sobre el tallo suave
de alguna flor común.
3.
El dios de la tierra
vino a mí muchas veces y
dijo
tantas cosas sabias y
deleitables, yo estaba tirada
en el pasto escuchando
su voz de perro
voz de cuervo
voz de rana: ahora
dijo, y también ahora,
y ni una sola vez mencionó
siempre,
4.
pese a haber eternamente
existido
como una herradura
punzante
en el centro de mi mente.
5.
Una o dos cosas son todo
lo que necesitas
para recorrer la laguna
azul, la honda
hojarasca de los árboles y
las rígidas
flores del relámpago —un
profundo
recuerdo del placer, un
filoso
conocimiento del dolor—.
6.
¡Pero para soltar la
herradura!
Para eso necesitas
una idea.
7.
Durante años y años luché
solo para amar mi vida. Y
después
la mariposa
se elevó, ingrávida, en el
viento.
“No ames tu vida
demasiado”, dijo,
y se esfumó
entre el mundo.
Tomado de:
https://www.otroparamo.com/web/articulo.php?ed=66&ar=544
Poema de la mañana
Cada mañana
el mundo
vuelve a crearse.
Bajo los rayos
naranjas del sol
las amontonadas
cenizas de la noche
otra vez se transforman en hojas
y regresan a lo alto de sus ramas —
y las lagunas parecen
telas negras
con islas pintadas
hechas de flores de verano.
Si tu naturaleza
es ser feliz
vas a nadar a lo largo de suaves senderos
horas y horas, y tu imaginación
iluminará cada lugar.
Y si tu espíritu
lleva en su interior
la espina
más pesada que el plomo —
si todo lo que podés hacer es
arrastrarte por el camino —
hay todavía un lugar adentro tuyo
una bestia gritando que el mundo
es exactamente lo que quería ser—
cada laguna con sus lirios encendidos
es una plegaria, escuchada y respondida
generosamente
cada mañana
te hayas atrevido, o no
a ser feliz
te hayas atrevido, o no
a rezar.
Gansos salvajes
No tenés por qué ser buena.
No tenés por qué caminar de rodillas
cientos de kilómetros a través del desierto,
arrepintiéndote.
Solamente tenés que dejar que el suave animal de tu
cuerpo
ame lo que ama.
Contame del dolor, tu dolor, y yo te contaré del mío.
Mientras tanto, el mundo sigue girando.
Mientras tanto, el sol y los nítidos cristales de la
lluvia,
atraviesan los paisajes,
las llanuras y los bosques profundos,
las montañas y los ríos.
Mientras tanto, los gansos salvajes, en lo alto del
cielo, puro y azul
vuelven a casa otra vez.
Quienquiera que seas, no importa cuán sola estés,
el mundo se ofrece a tu imaginación,
te llama como los gansos salvajes, áspero y apasionado,
anunciando una y otra vez tu lugar
en la familia de las cosas.
El viaje
Un día por fin supiste
lo que tenías que hacer, y empezaste
a pesar de las voces
y los malos consejos
a tu alrededor —
a pesar de que toda la casa
empezó a temblar y sentiste
aquel antiguo tirón
en los tobillos.
“¡Arreglá mi vida!”
gritaba cada una de las voces.
Pero no te detuviste.
Sabías lo que tenías que hacer
aunque el viento hurgara
con sus dedos rígidos
en tus cimientos —
aunque su melancolía
fuera terrible.
Ya era bastante tarde
una noche salvaje
y el camino estaba lleno de ramas
caídas, y de piedras.
Pero de a poco
mientras dejabas atrás las voces
las estrellas empezaron a arder
a través de la tela de las nubes
y una nueva voz apareció
y lentamente
la reconociste como propia
y te hizo compañía
mientras caminabas con pasos largos
más y más adentro
del mundo
decidida a hacer
lo único que podías hacer —
decidida a salvar
la única vida que podías.
Tomado de:
https://www.jardinlac.org/post/el-trabajo-del-sue%C3%B1o-4-poemas-de-mary-oliver
Rabia
Eres la canción oscura
de la mañana;
serio y despacio,
te afeitas, te vistes,
bajas las escaleras
en tu ropa de salir a la calle
te vas en coche, y te conviertes
en el sabio y poderoso
que hace todos los días
posibles en el mundo.
Pero eres también la canción roja
por la noche,
tropezando a través de la casa
hasta la cama de la niña,
hasta la rosa húmeda de su cuerpo,
dejando tu sabor amargo.
Y para siempre esas noches gruñen
la delicada maquinaria de los días.
Cuando la madre de la niña sonríe
ves en sus pómulos
una verdad que nunca vas a confesar;
y ves cómo la niña crece—
tímidamente, agachándose por las esquinas.
A veces en la noche amplia
oyes el grito más lastimero,
un momento sobrecogedor y terrible.
En tus sueños ella es un árbol
que nunca va a brotar—
en tus sueños ella es un reloj
que dejaste caer en las piedras oscuras
hasta que nadie pudiese unir las piezas—
en tus sueños has mancillado y asesinado
y los sueños no mienten.
Tomado de:
https://latribu.info/poesia/las-paredes-contiguas-iv-mary-oliver/
ME PREOCUPABA
Me preocupaba mucho. ¿Crecerá el jardín? ¿Los ríos
fluyen en la dirección correcta? ¿La Tierra gira
tal y como se nos enseñó? Y si no es así,
¿cómo lo corregiré?
¿Habré hecho bien? ¿Me equivoqué? ¿Me perdonarán?
¿Lo podré hacer mejor?
¿Algún día podré cantar? Incluso los gorriones
pueden y yo, bueno,
parece que no tengo remedio.
¿Me está fallando la vista o me lo estoy inventando?
¿Me volveré reumática?
¿Tendré tétanos? ¿Demencia?
Pero un día me di cuenta de que toda esa preocupación
no llevó a nada.
Y me rendí. Y tomé este viejo cuerpo mío
y salí a la mañana
y canté.
Tomado de:

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