ELEGÍA
Niños blancos de palomas
abrían proras de anhelos.
Iban flechas derecheras
en ansia de lo perfecto
Apuró su último instante
en la copa de su aliento;
luego quebró su cristal
con suave suspiro trémulo.
Por él (escala de plata)
ascendía el alma al cielo:
iba apoyada de ángeles,
blancas, glorias presidiendo.
La viva ansia de partir
(llama que le ardió en el pecho)
le limo la ligadura
y le hizo absoluto el vuelo.
Se internó pura en lo raudo,
en la estación de lo pleno,
entre las nubes gloriosas
que nimban altos misterios.
Sólo su cuerpo quedaba
recodado en el silencio,
de flores frías surcado,
cortado el hiel su gesto.
En bloques de nieve y mármol
lo igual con lo igual pusieron
con un manojo de nardos
hasta el final de los tiempos.
Nimbos blancos de palomas,
su alma ascendió a los cielos:
iba apoyada en los ángeles
con ansia de lo perfecto.
MARCHAN EN FRÍA FUGA
Marchan en fría fuga
— río roto de estatuas y lamentos
golpeándome el sueño con oscuras
manos de nubes y aguas de tormento,
Tormento, sí, ceniza que asegura
verdad de polvo y heno el fundamento
y entre olvidos de mármol la hermosura,
lapidada pasión, función del viento.
Un día fuiste mantenida historia,
ofrecida en la espiga armonizada,
torre de música, frutada gloria
de memorables ángeles sesgada.
más fuiste, oh forma, forma transitoria,
y hoy sólo eres nieve serenada.
Timado de:
https://www.antoniomiranda.com.br/Iberoamerica/cuba/ANGEL%20GAZTELU.html
EL ROSTRO DEL MAGNIFICAT DE BOTICELLI.
Tu frente de alumbrarnos nunca cesa,
absorta el alba en tu candor reposa:
nieve y espejo la azucena ilesa
copia tu hechizo y agua melodiosa.
Como la luz que en el trigal se espesa
granándose en la espiga rumorosa:
como el ala del día y su promesa
mansamente doblándose en la rosa.
Vuelcas la plenitud de tu rocío
al aire de tu clara primavera.
Gracias por el celeste señorío
de tu rostro invadiendo la ribera
de nuestra sombra, como el áureo río
de la luz invadiendo la vidriera.
SONETO
Campo claro de luna gobernado
gana y extiende mi secreto empeño,
gozo de nieve ya por siempre amado,
nadando la honda agua de mi sueño.
Que dichoso así el cielo convocado,
dulce emigrando por su dócil ceño,
por donde va mi río abandonado,
de tanta claridad, seguro dueño.
Oh fuente, flor de luna, sensitiva
hija del alba y su estelar sosiego
guíame por tu cielo a la deriva,
Mientras el labio te suspira y nombra,
por tu clara provincia y flor de fuego
suéñame al amor de tu eterna sombra.
DE CÓMO EL SILENCIO FUE SONORO LA NOCHE DEL NACIMIENTO
Era el silencio por la noche plena
al filo del feliz alumbramiento,
como rabel que de afinado suena
al menor y sutil tacto del viento.
Velaba su Rocío la Azucena
pesando en su cogollo el firmamento;
y a su peso la nieve, ya serena,
doblaba su candor y cielo atento.
Destellando extremadamente bella,
asombrando la esfera en manso vuelo
caía al suelo la mejor estrella.
Resuelto en lenguas de alta plata el hielo,
era rabel de amor por la Doncella,
que adormecía en su regazo cielo.
PAISAJE
Ventana, a la luz lanzas
tus brazos, abres tus hojas,
como un pájaro sus alas
y haces la estancia sonora.
Traes las voces de la calle,
los ruidos de los pasos,
los perfumes vegetales:
ese cotidiano río
de los cabeceantes carros
y los salomónicos gritos
de los pregones frutales.
Te entregas también ventana
a las verónicas del aire,
con las familiares telas
tendidas en las solanas,
-oh polícromo oleaje-.
Allá, a lo lejos, un árbol
derrama su alzada copa
sobre los rojos tejados:
flechando su fresca fronda
llegan azorados pájaros.
Allá una aérea espadaña
fija su aguja de piedra,
donde tenue luz morada
quiebra el perfil de la tarde.
Desde la esquila lejana
llueve -sombra y sueño- el ángel.
Tomado de:
https://www.isliada.org/poetas/angel-gaztelu/
VOZ EN EL DESIERTO
Hay un camino de luz
que guía a todo hombre que va por el mundo:
el camino hacia la casa del Padre.
Un camino real trazado por el dedo de Dios,
el dedo de Dios que rasga las tinieblas de toda noche
y abre el camino del agua hacia el Espíritu.
Tal la escala por donde asciende toda pura forma,
desde el rumor del agua batida por el ángel,
hasta el esplendor de la alígera gloria del Espíritu:
escala florida y fragante de la palabra,
desde el río en la forma bautismal de la Paloma,
hasta el arrobo pentecostal de las lenguas de fuego.
Hay un solo camino desde el principio,
es el del Espíritu flotando sobre las aguas,
hasta el fin y corona de los signos
por la fuerza y gracia de la palabra.
Y se oyó en el medio del camino
la voz de Juan a orillas del Jordán,
el río del perdón, testigo de las voces y signos
de Juan el Bautista, el hombre enviado de Dios,
heraldo de la luz y su atalaya divino.
Y su voz sonó poderosa por el desierto:
¿Qué es lo que saliste a ver en estas soledades?
¿Alguna caña batida por el viento?
Tal era Juan, como una caña
no en debilidad, sino en docilidad,
siguiendo el sesgo y forma del Espíritu,
vibrante al rumor de la Paloma.
Tal su voz, como sonar de muchas cañas secas,
batidas por el viento del desierto,
voz de muchas cañas secas
arrasadas por el fuego del espíritu.
Y desde remotas tierras acudían las gentes,
atraídas por el fuego de sus palabras.
Y era de verlas en temor y temblor
bajar al Jordán, lustral y misterioso.
Era el inicio del nuevo rito,
el estreno del rito lustral del agua
cobrando su real y gracioso sentido.
La voz de Juan sonaba sobre el rumor del río:
—Ya estáis limpios: dejad las aguas,
como ellas limpian vuestros cuerpos,
limpiad con las de la penitencia nuestras mentes y
sentidos.
Levantad vuestros ojos y mirad:
que el que ha de venir, está ya en la puerta y llama,
trayendo el real bautismo de la gracia
y el triple testimonio del agua, de la sangre y el
Espíritu.
Mirad clamaba Juan,
que yo para eso nací,
para dar testimonio de la luz;
yo, que vi el espíritu descender como paloma
y reposar con sus siete rayos sobre su frente.
Alzad vuestros ojos y ved al que pasa.
Ese es el Cordero de Dios,
el que quita los pecados del mundo.
Y algunos de los discípulos del Profeta
limpios ya por el agua de la penitencia,
como empujados por las palabras ardientes del Profeta,
fueron hacia el Cordero, suspirándole:
¿Dónde moras, Rabí? Desde ahora y para siempre
permite te sigamos donde vayas:
Tus caminos serán nuestros caminos,
y tu casa será nuestra casa.
—Venid y ved. Yo soy el camino
que lleva a la casa—.
Y le siguieron absortos y hechizados
como quienes avanzan por caminos de sueños.
Avanzaban con el día.
Un tropel de pájaros hacia la tarde
rompió por el sendero.
ROMANCE Y ELEGÍA
—la poca flor de mi vida…
José Martí.
La niña subió a la torre
—palma de su pensamiento—,
toda encendida y resuelta
en viva pasión de vuelo.
A sus solas con las olas
por el mar de su deseo,
piensa que es proa la torre
enfilada a los luceros.
Por toda su frente cruzan
raudos pájaros de fuego
y secretas lenguas de oro
minan la flor de su pecho.
Cómo viaja con la torre
su flor alta por el cielo…
Más que la flor y la torre,
más vivo y agudo el sueño.
Una vehemente espina
le buscó la flor del pecho.
—Nadie vio cómo apartarla:
todo el pueblo estaba ciego—.
Peces de plata circulan,
golpeando sus pechos trémulos:
mil pájaros por la torre
de sus altos pensamientos.
Sus cabellos que relumbran
encandilan los vencejos;
los vencejos que en la tarde
apresuran los luceros.
A las siete de la tarde,
cuando el mar agranda el cielo,
cuando entreabren los crepúsculos
ventanas de espuma al sueño,
cuando en los parques los niños
fijan sus últimos ecos,
de la torre una paloma
salía nevando el viento.
Cómo relumbró la torre
con los halos de aquel vuelo,
que le llevaba la vida
con la mucha flor del sueño.
Las campanas se quebraron,
se pararon los vencejos;
una bandada de grullas
su nombre hilaba en los cielos.
La niña murió de amor.
Hilos de plata sus dedos,
se hundieron como raíces,
buscando su flor de fuego.
Aires tejieron cendales,
lirios sus rasos tejieron,
tiernas coronas de nardos
trenzaron por sus cabellos.
La luna que aparecía
por los vecinos oteros
le puso un cojín de plata
para su frente y su sueño.
Una caja de cristal
le bajaron de los cielos:
cuatro ángeles la llevaban
a enterrarla en un lucero.
La torre se hundió en la noche,
cerró el crepúsculo el cielo,
brillaron más las estrellas…
Nada de esto supo el pueblo.
Tomado de:
https://www.elcopoylarueca.com/angel-gaztelu-poemas/
Tiempos del jardín
I
Tibios oros de siesta estremecidos
al marino rumor de la palmera.
Sueña oculto laúd por los sentidos
y en la flauta la sombra jardinera.
iOh qué ritmo ritual por los floridos
árboles! iQué pintada y ligera
isla de pájaros enardecidos
regracia de frescor la enredadera!
Su viva lluvia de oro, cuánto aroma.
Cuánto, por el jardín, placer concreto.
Nieva el aire el fulgor de la paloma
y lenguas de agua dicen su secreto.
Las flores me descifran su alto idioma
que organiza en su llama lo perfecto.
II
Rosa ofrecida en su serena llama
que broquelas mi sueño con tu fina
forma de dardos, que conquista y clama
campos de claridad tras de la espina.
Por ti perdura del laurel la rama
y la alta frente a tu pasión se inclina,
isla hechizada al cielo, que derrama
y sueños de navíos ilumina.
Su navegar sin tu lucero fuera
perdido rumbo y noche despiadada.
Ahora, qué seguro tu ribera
toco, tras de la espina desolada,
qué pía la señal de tu bandera,
qué abrigado el fulgor de tu mirada.
Tomado de:
http://www.ellugareno.com/2021/06/tiempos-del-jardin-un-poema-del-p-angel.html

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