lunes, 11 de agosto de 2025

POEMAS DE ÁNGEL GAZTELU -ESPAÑA-CUBA-


ELEGÍA

 

Niños blancos de palomas

abrían proras de anhelos.

Iban flechas derecheras

en ansia de lo perfecto

Apuró su último instante

en la copa de su aliento;

luego quebró su cristal

con suave suspiro trémulo.

Por él (escala de plata)

ascendía el alma al cielo:

iba apoyada de ángeles,

blancas, glorias presidiendo.

La viva ansia de partir

(llama que le ardió en el pecho)

le limo la ligadura

y le hizo absoluto el vuelo.

Se internó pura en lo raudo,

en la estación de lo pleno,

entre las nubes gloriosas

que nimban altos misterios.

Sólo su cuerpo quedaba

recodado en el silencio,

de flores frías surcado,

cortado el hiel su gesto.

En bloques de nieve y mármol

lo igual con lo igual pusieron

con un manojo de nardos

hasta el final de los tiempos.

Nimbos blancos de palomas,

su alma ascendió a los cielos:

iba apoyada en los ángeles

con ansia de lo perfecto.

 

 

MARCHAN EN FRÍA FUGA

 

Marchan en fría fuga

— río roto de estatuas y lamentos

golpeándome el sueño con oscuras

manos de nubes y aguas de tormento,

 

Tormento, sí, ceniza que asegura

verdad de polvo y heno el fundamento

y entre olvidos de mármol la hermosura,

lapidada pasión, función del viento.

 

Un día fuiste mantenida historia,

ofrecida en la espiga armonizada,

torre de música, frutada gloria

 

de memorables ángeles sesgada.

más fuiste, oh forma, forma transitoria,

y hoy sólo eres nieve serenada.

Timado de:

https://www.antoniomiranda.com.br/Iberoamerica/cuba/ANGEL%20GAZTELU.html

 

 

EL ROSTRO DEL MAGNIFICAT DE BOTICELLI.

Tu frente de alumbrarnos nunca cesa,

absorta el alba en tu candor reposa:

nieve y espejo la azucena ilesa

copia tu hechizo y agua melodiosa.

 

Como la luz que en el trigal se espesa

granándose en la espiga rumorosa:

como el ala del día y su promesa

mansamente doblándose en la rosa.

 

Vuelcas la plenitud de tu rocío

al aire de tu clara primavera.

Gracias por el celeste señorío

 

de tu rostro invadiendo la ribera

de nuestra sombra, como el áureo río

de la luz invadiendo la vidriera.

 

 

SONETO

Campo claro de luna gobernado

gana y extiende mi secreto empeño,

gozo de nieve ya por siempre amado,

nadando la honda agua de mi sueño.

 

 

Que dichoso así el cielo convocado,

dulce emigrando por su dócil ceño,

por donde va mi río abandonado,

de tanta claridad, seguro dueño.

 

Oh fuente, flor de luna, sensitiva

hija del alba y su estelar sosiego

guíame por tu cielo a la deriva,

 

Mientras el labio te suspira y nombra,

por tu clara provincia y flor de fuego

suéñame al amor de tu eterna sombra.

 

 

DE CÓMO EL SILENCIO FUE SONORO LA NOCHE DEL NACIMIENTO

Era el silencio por la noche plena

al filo del feliz alumbramiento,

como rabel que de afinado suena

al menor y sutil tacto del viento.

 

Velaba su Rocío la Azucena

pesando en su cogollo el firmamento;

y a su peso la nieve, ya serena,

doblaba su candor y cielo atento.

 

 

Destellando extremadamente bella,

asombrando la esfera en manso vuelo

caía al suelo la mejor estrella.

 

Resuelto en lenguas de alta plata el hielo,

era rabel de amor por la Doncella,

que adormecía en su regazo cielo.

 

 

PAISAJE

Ventana, a la luz lanzas

tus brazos, abres tus hojas,

como un pájaro sus alas

y haces la estancia sonora.

 

Traes las voces de la calle,

los ruidos de los pasos,

los perfumes vegetales:

 

ese cotidiano río

de los cabeceantes carros

y los salomónicos gritos

de los pregones frutales.

 

 

Te entregas también ventana

a las verónicas del aire,

con las familiares telas

tendidas en las solanas,

-oh polícromo oleaje-.

 

Allá, a lo lejos, un árbol

derrama su alzada copa

sobre los rojos tejados:

flechando su fresca fronda

llegan azorados pájaros.

 

Allá una aérea espadaña

fija su aguja de piedra,

donde tenue luz morada

quiebra el perfil de la tarde.

Desde la esquila lejana

llueve -sombra y sueño- el ángel.

Tomado de:

https://www.isliada.org/poetas/angel-gaztelu/

 

 

VOZ EN EL DESIERTO

 

Hay un camino de luz

que guía a todo hombre que va por el mundo:

el camino hacia la casa del Padre.

Un camino real trazado por el dedo de Dios,

el dedo de Dios que rasga las tinieblas de toda noche

y abre el camino del agua hacia el Espíritu.

Tal la escala por donde asciende toda pura forma,

desde el rumor del agua batida por el ángel,

hasta el esplendor de la alígera gloria del Espíritu:

escala florida y fragante de la palabra,

desde el río en la forma bautismal de la Paloma,

hasta el arrobo pentecostal de las lenguas de fuego.

 

Hay un solo camino desde el principio,

es el del Espíritu flotando sobre las aguas,

hasta el fin y corona de los signos

por la fuerza y gracia de la palabra.

 

Y se oyó en el medio del camino

la voz de Juan a orillas del Jordán,

el río del perdón, testigo de las voces y signos

de Juan el Bautista, el hombre enviado de Dios,

heraldo de la luz y su atalaya divino.

 

Y su voz sonó poderosa por el desierto:

¿Qué es lo que saliste a ver en estas soledades?

¿Alguna caña batida por el viento?

Tal era Juan, como una caña

no en debilidad, sino en docilidad,

siguiendo el sesgo y forma del Espíritu,

vibrante al rumor de la Paloma.

Tal su voz, como sonar de muchas cañas secas,

batidas por el viento del desierto,

voz de muchas cañas secas

arrasadas por el fuego del espíritu.

 

Y desde remotas tierras acudían las gentes,

atraídas por el fuego de sus palabras.

Y era de verlas en temor y temblor

bajar al Jordán, lustral y misterioso.

 

Era el inicio del nuevo rito,

el estreno del rito lustral del agua

cobrando su real y gracioso sentido.

La voz de Juan sonaba sobre el rumor del río:

—Ya estáis limpios: dejad las aguas,

como ellas limpian vuestros cuerpos,

limpiad con las de la penitencia nuestras mentes y sentidos.

Levantad vuestros ojos y mirad:

que el que ha de venir, está ya en la puerta y llama,

trayendo el real bautismo de la gracia

y el triple testimonio del agua, de la sangre y el Espíritu.

Mirad clamaba Juan,

que yo para eso nací,

para dar testimonio de la luz;

yo, que vi el espíritu descender como paloma

y reposar con sus siete rayos sobre su frente.

Alzad vuestros ojos y ved al que pasa.

Ese es el Cordero de Dios,

el que quita los pecados del mundo.

 

Y algunos de los discípulos del Profeta

limpios ya por el agua de la penitencia,

como empujados por las palabras ardientes del Profeta,

fueron hacia el Cordero, suspirándole:

¿Dónde moras, Rabí? Desde ahora y para siempre

permite te sigamos donde vayas:

Tus caminos serán nuestros caminos,

y tu casa será nuestra casa.

—Venid y ved. Yo soy el camino

que lleva a la casa—.

Y le siguieron absortos y hechizados

como quienes avanzan por caminos de sueños.

Avanzaban con el día.

Un tropel de pájaros hacia la tarde

rompió por el sendero.

 

 

ROMANCE Y ELEGÍA

—la poca flor de mi vida…

José Martí.

 

La niña subió a la torre

—palma de su pensamiento—,

toda encendida y resuelta

en viva pasión de vuelo.

 

A sus solas con las olas

por el mar de su deseo,

piensa que es proa la torre

enfilada a los luceros.

 

Por toda su frente cruzan

raudos pájaros de fuego

y secretas lenguas de oro

minan la flor de su pecho.

 

Cómo viaja con la torre

su flor alta por el cielo…

Más que la flor y la torre,

más vivo y agudo el sueño.

 

Una vehemente espina

le buscó la flor del pecho.

—Nadie vio cómo apartarla:

todo el pueblo estaba ciego—.

 

Peces de plata circulan,

golpeando sus pechos trémulos:

mil pájaros por la torre

de sus altos pensamientos.

 

Sus cabellos que relumbran

encandilan los vencejos;

los vencejos que en la tarde

apresuran los luceros.

 

A las siete de la tarde,

cuando el mar agranda el cielo,

cuando entreabren los crepúsculos

ventanas de espuma al sueño,

 

cuando en los parques los niños

fijan sus últimos ecos,

de la torre una paloma

salía nevando el viento.

 

Cómo relumbró la torre

con los halos de aquel vuelo,

que le llevaba la vida

con la mucha flor del sueño.

 

Las campanas se quebraron,

se pararon los vencejos;

una bandada de grullas

su nombre hilaba en los cielos.

 

La niña murió de amor.

Hilos de plata sus dedos,

se hundieron como raíces,

buscando su flor de fuego.

 

Aires tejieron cendales,

lirios sus rasos tejieron,

tiernas coronas de nardos

trenzaron por sus cabellos.

 

La luna que aparecía

por los vecinos oteros

le puso un cojín de plata

para su frente y su sueño.

 

Una caja de cristal

le bajaron de los cielos:

cuatro ángeles la llevaban

a enterrarla en un lucero.

 

La torre se hundió en la noche,

cerró el crepúsculo el cielo,

brillaron más las estrellas…

Nada de esto supo el pueblo.

Tomado de:

https://www.elcopoylarueca.com/angel-gaztelu-poemas/

 

 

Tiempos del jardín

 

 

 

I

 

 

Tibios oros de siesta estremecidos

al marino rumor de la palmera.

Sueña oculto laúd por los sentidos

y en la flauta la sombra jardinera.

 

iOh qué ritmo ritual por los floridos

árboles! iQué pintada y ligera

isla de pájaros enardecidos

regracia de frescor la enredadera!

 

Su viva lluvia de oro, cuánto aroma.

Cuánto, por el jardín, placer concreto.

Nieva el aire el fulgor de la paloma

 

y lenguas de agua dicen su secreto.

Las flores me descifran su alto idioma

que organiza en su llama lo perfecto.

 

II

 

 

Rosa ofrecida en su serena llama

que broquelas mi sueño con tu fina

forma de dardos, que conquista y clama

campos de claridad tras de la espina.

 

Por ti perdura del laurel la rama

y la alta frente a tu pasión se inclina,

isla hechizada al cielo, que derrama

y sueños de navíos ilumina.

 

Su navegar sin tu lucero fuera

perdido rumbo y noche despiadada.

Ahora, qué seguro tu ribera

 

toco, tras de la espina desolada,

qué pía la señal de tu bandera,

qué abrigado el fulgor de tu mirada.

Tomado de:

http://www.ellugareno.com/2021/06/tiempos-del-jardin-un-poema-del-p-angel.html

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