Edificar sobre plumas
Edificamos sobre plumas el cisne
blanco que se ahogará. No es culpa del objeto,
somos animales de antes del diluvio.
Crímenes de toda especie
se consuman sin que lo admitamos.
Una lengua no es suficiente, una ética tampoco.
El sentimiento turbio
Una letra azul hasta que la hoja acabe en negro,
siempre, el final.
Ese color de fin de era se impone al rojo, alternan
sangre los dos.
Querer condensar en un verso largo esa pálida voz
perfecta.
Es turbio el sentimiento, tiene el poder
para anular la angustia por segundos;
de la inteligencia sacamos eso, angustia,
por estar al acecho. Pero el sentimiento es adictivo
aunque se pierda
en la dulce turbiedad
de un tren que pasa a velocidad constante en otra vida.
Mi madre hierática no fue,
el padre mío sí, cantaba tangos
en la oscura siembra.
Imaginaba París para cantar
como un uruguayo.
Ah, los señores
que lo ungieron al arado.
Hemos sido insensatos,
sedientos, santos de catedral destruida,
infancias pobres, gauchitos giles,
del amor aquél cruel que suscita
desastre,
pero no descarten el futuro en esos imbéciles de
genealogía,
yo mismo el instrumento, los bueyes,
mi padre y yo.
La entrega
he entregado de mí el alma
a la negra de Baudelaire
en adelante me repliego en el hablar
hablo la carencia del poema
suscito emociones de abandono
en el barro más dulce de mente
soy una mujer no el poeta
ardida por el desprecio
trabajada por el amor
de Baudelaire
ya inmóvil, religioso en la isla
soy una negra como poeta
querida
para siempre
al sol del tiempo abandonada
Maltratado y plácido
pesa la mano sobre lo escrito
cargada la mano
resiste el peso
que el brazo le impone
el cuerpo entero
maltratado y plácido
viaja por la mano
hasta lo escrito
el aerolito inalcanzable
golpeó al cerebro
que hace los movimientos
del acróbata
sin dominar al cuerpo
que lo escribe
Estirar la mano
Estirar la mano como quien pide un don
y se arrepiente,
deja el gesto en el aire y pide menos que nada
para seguir.
Tomado de:
https://eldesaguaderorevista.blogspot.com/2024/04/8-poemas-de-cristian-aliaga.html
El lucero del alba, el refucilo
El lucero del Alba, el refucilo, los fuegos fatuos
detrás de los álamos, mi padre busca
los animales dispersos en la tormenta.
Los rayos iluminan en su rotación grupos de vacas,
caballos, ovejas, gallinas y otros animales
que no hallan hueco entre los tamariscos.
Los perros gimen por galpones y corredores oscuros.
Mi padre corre para salvar lo posible, se engancha
en un alambrado y la mordida de un cerdo atascado
lo marca para siempre. Su mano mala.
El amanecer, siempre, salda la destrucción. Cada objeto
destruido, cada animal muerto, deja congoja y trabajo
a repetir, tareas de esclavo.
Con ropa seca y la gorra hasta las orejas, mi padre no
habla,
empieza la reconstrucción de lo ajeno.
Abomina de la queja y de los patrones. Silba en su
tumba,
/ y me despierta
para jugar el juego del falso dormido.
Me ha legado la rabia, y una manera propia de mirar
el horizonte y los alambrados.
El dolor es dios
El dolor es dios, pero no sabe bailar.
La pequeña que juega con su globo
y lo hace rebotar entre los tubos y monitores
es dios, aunque no sepa sobrevivir.
La moribunda de ojos almendra
tiene la mirada atravesada por la luz
que ya no puede mirar. Es dios en su ceguera iluminada.
El dolor es un dios equivocado.
Tomado de:
https://circulodepoesia.com/2018/03/62-voces-de-la-poesia-argentina-actual-cristian-aliaga/
El precio espiritual
Para Artaud, en su
memoria
Guardo un objeto, lo limpio con paciencia, ayudo a
convertirlo en recuerdo, adquiere matices pardos, parece relevante en su
materia avejentada, sube su precio espiritual, guardado entre objetos otros que
también duran por pura constitución material. El tiempo va pasando, le asigno
importancia, lo paso de una caja a un cofre, a veces lo extraigo con cuidado y
me dedico a contemplarlo. Es bello ahora, cada vez más se parece a una pieza
única de un pasado perfecto e irrepetible. Merece ser resguardado en una caja
de seguridad, es una lucha contra el tiempo y se ha convertido en símbolo de
una existencia, tiene esa consistencia. Me despierto, la mañana empieza como un
dolor en el vientre, una enfermedad paranoica, y para conjurar la ilusión
arrojo el hueso o la piedra tallada a la basura común de toda la vida.
(Rodez)
El cuidador del oso
El Circo del Estado de Moscú tiene función en
Inglaterra. La
comparsa dura más que el Estado de Stalin, su
continuidad
ignora el derrumbe de cualquier muro. Es de otro
material
o espíritu esta gente, no necesita lamentar gulags para
divertir a Occidente. Es precario este Estado, un
remedo
que viaja lejos de su origen para mostrar lo que no
tiene y
sugestionar un poco a los presentes con
prestidigitación y
paraísos de cartón piedra al alcance del nuevo
proletariado,
que aquí aún paga la entrada. Quedan equilibristas,
damas
de a caballo y domadores de animales irreconocibles.
Al circo le cuesta regresar a Moscú, y se sospecha que
el
viaje es un anuncio que se postergará para siempre. En
los camarines del antiguo presentador, viejos
banderines
del Spartak; fotos de Gagarin y Trotsky. El público
inglés
aplaude a los animales por compasión, y el payaso ruso
les
resulta feroz. El cuidador del oso me dice que la vejez
acosa
al animal. Es lo único auténtico de este circo,
insiste. Todo
durará mientras viva ese animal de Siberia.
(Newcastle)
La oveja
¿Levantar la cabeza?
¿Dónde cree que estamos, en la Patagonia?
Samuel Beckett
Atrapada por el cuello al alambre de púas, un mal
movimiento la degollaría. La oveja desliza milímetros su cabeza hasta quedar
inmóvil a la espera de una solución que escapa a sus propios movimientos. Su
cabeza no piensa, ni esboza cursos de acción, apenas percibe el suave ardor de
los alambres puntiagudos, mientras a unos metros del alambrado los vehículos
atraviesan la soledad. Pasan sin verla, o ven apenas la imagen fugaz de una
oveja que permanece muy cerca de la ruta, en una inmovilidad sólo rota por gestos
imperceptibles. Atrapada por el cuello al alambre de púas, oye la secuencia
creciente y luego decreciente de los motores, quieta se queda y algo semejante
al placer percibe cuando logra la quietud absoluta. Empieza a dolerle cuando se
adormece, y así se despierta, y vuelven a nublarse sus ojos azules hasta que
regresa el dolor que para ella no tiene nombre. No puede estimar la duración de
la noche ni aspira al azar de alguien que atine a separar su cabeza del
alambre.
Lonjas
manía por lo finísimo, esas
lonjas posibles a partir de
hojas filosas de velocidad
carnes quemadas por el verdugo
que las asa en busca de una terneza
que sólo él llama confesiones
cortes
exactos en las articulaciones
secciones de nervios
tendones abrumados por la hoja
trepanación del hueso
cartílagos, órganos que no ofrecen
resistencia
cuerpos al final son cuerpos helados
doloridos en la mesa del carnicero
apetitos despiertan
imaginación horror
sangre oscura que cae en forma de gotas
interminables
sobre otros
animales que lamen
Tomado de:
https://www.revistaaltazor.cl/cristian-aliaga-2/
UN DÍA VI VENIR EN FILA
Un día vi venir en fila a los jinetes del sufrir,
era yo su cabalgadura.
Procuré desordenarles el paso cerrado,
adivinar los accesos más directos al cuerpo,
tapar con trapos algunos agujeros que me hicieron
de inmediato, casi sin avanzar.
Llevo con ellos un tiempo largo, cabalgan y sólo a
veces se detienen,
/ no necesitan agua ni resuello.
Uno no se acostumbra, siempre alguna creación tiene el
dolor,
/ pero se viaja.
Todo lo que haga llevará el sonido latente de esos
cascos.
INSERTO LA MONEDA Y SALE SANGRE
Inserto la moneda y sale sangre.
Aprieto las teclas y sale sangre.
Abro los grifos y sale sangre.
Cierro los ojos y sale sangre.
Leo los clásicos y sale sangre.
No es la enfermedad: es algo universal
para exhibir bajo el sol del mundo.
Su color es indistinto entre los naturales de todos los
continentes,
y su aparición a borbotones o de a gotas
da cuenta de la simetría
de los finales que vienen, inhumanos.
EL RELATO REPETIDO
El relato repetido del dolor, los padecimientos se
amontonan. No se
/ concede la gracia al sufrimiento.
Por un pabellón de luces blancas, los sobrevivientes
caminan bajo
/ un ritmo que les dicta la precaución, asustado y
frenético,
pero con la apariencia de un destino manifiesto,
un lugar al que llegar más allá de los ascensores.
Cubiertos de batas, trapos, lonjas de curaciones,
exhiben sin pensar fragmentos de cuerpo
que fuera de aquí serían signos de impudicia o
provocación.
El erotismo de la muerte cercana, la desaparición del
deseo,
las maneras baldadas del que duda todavía si el suyo
volverá
a ser cuerpo que puede ser abrazado.
UNA VENTANA CERRADA
Una ventana cerrada al mundo,
hecha de vidrios invisibles.
Hay aquí marcas de quienes
ASPIRO EL AIRE QUE ME DAN
Aspiro el aire que me dan, bebo la gota
espesa donde reposa mi curación
restos de mí se anudan para resistir.
El mundo ha cambiado, el mundo es poco,
apenas queda un agujero donde sobrevivir,
aunque parece inhallable.
Debajo la luz fluye y no nos damos cuenta.
Mi ceguera viene de arriba, del sol inalcanzable.
Te llamo desde el último piso de la nada
y me contestas.
BABA SIN MÁCULA
Baba sin mácula, baba pura.
El alma está hecha de electricidad, es un hecho físico.
No podemos por consiguiente culpar
de nuestra mirada insuficiente a unos rayos
que desvelaron a tanta mente curtida en cosa
filosófica.
Baba de ángeles dormidos, anclas en el sueño.
De un sitio menos etéreo que las musas
llegan los relámpagos artificiales,
la razón de tu dolor, el cuerpo.
Los relámpagos azules traen aire de otro cielo.
De la derrota sale un humo que nos convierte
en bestias a la sombra.
¿QUÉ HACE UN HOMBRE?
¿Qué hace un hombre en un día,
si sabe que al siguiente será torturado?
Si le anuncian un día de calma, de libertad para hoy,
con la previsión inalterable del dolor para mañana,
¿la mente lo alcanza?
¿O el cuerpo, como miembro separado o ave
descogotada, corre violentamente sin rumbo
hasta su nada, con fuerza sangrienta y centrífuga?
El plan de este día es infinito, y escaso.
El plan de un día es el de los desesperados.
Un día es la medida, la eternidad fingida.
La tortura, mañana, sin falta, universal.
Tomado de:
https://www.laotrarevista.com/2024/05/recordando-a-cristian-aliaga/
Los deseos irreprimibles
Cuando la mano ya inició
el movimiento
uno tiene la conciencia fugaz
del mal que está por cometer.
La ropa caerá,
el vino será derramado,
el corazón sangrará para siempre.
Pero uno no puede detener el movimiento.
Viaje II
Empecé mis viajes transoceánicos.
Viajo con una perra y un gramófono.
Los estribos están carcomidos por la sal
del Caribe y escupidos por quienes bajaron
maldiciéndome.
El canto se aplica sobre mi navío como una ley
que significa que no haya ley sino pasión.
Envuelto en dos frazadas,
preparo un golpe de otra realidad.
Mientras tanto,
procuro no caer.
No es el aura de Kant
El resultado es el silencio.
Ocultos en los ranchos,
emparejados con la hacienda,
los peones carcomen la filosofía.
No es el aura de Kant
ni el primer motor de Tomás de Aquino:
es una bola de lento fuego
que se revuelca en el alma.
El sueño es un largo cuchillo en el vientre
de los blancos dioses
y un incendio de alpataco
que todo lo destruya.
La luna amontonada en los galpones
y el regreso de un interminable viaje
a caballo por las estrellas.
Los perros huelen el alma de los peones
y encuentran seres desconocidos.
Fuegos que la noche apaga
Al que canta mientras
se queman sus criaturas,
porque no lo sabe, porque no
siente el olor;
al que barre con la lengua
la alfombra de los dueños,
porque no puede, porque no
sabe si hay una técnica mejor;
al que se estira sin palabras
a pedir lo que no van a darle,
porque no entiende, porque no
quiere saber que no habrá;
al que enciende los fuegos
que la noche apaga,
porque aprecia la luz, porque no
olvida el calor que extravió.
Para esos escribo, que no
se detendrán a leer.
Brilla lo que no existe
Nos guían en la ruta como espejos, estrellas que han
existido; pero apenas son reflejos, astillas, vidrios, trozos de metales,
ventanas esparcidas que el ojo no divisa. Son estrellas, entonces, aún guardan
el brillo de lo que han sido antes de la destrucción. Pedazos de chapa que
fueron techo para cobijar a quienes han muerto o huido, hierro retorcido que
era una torre para medir, aspas de molinos que se destruyeron antes de que el
agua apareciera. Fragmentos de botellas, de las que bebían con avidez en el desierto,
vehículos descalabrados sobre caminos que taparon los arbustos. Brillan a
nuestro costado, al frente y atrás de nuestra ruta, como si en el reflejo de
cada objeto ya desahuciado viviera el ánima que siempre ha de precedernos. El
ánima de lo que existe o no, es lo mismo.
Tomado de:
https://www.laotrarevista.com/2011/02/cristian-aliaga-argentina-1962-poemas/
ARTE, POÉTICA
Un poeta -un lobo sin cartel-
no muestra sus cartas, no baraja
de nuevo, no escancia vinos
que no es capaz de beber.
Es un animal procaz
que no ve detrás de las ventanas
sino más allá de las rejas,
un espectro sordo
que no domina su carga de ilusión
y se entrega a ella hasta ser destruido.
Un poeta -un punto azul sobre la mesa-
no mira para ver
sino para abrir los ojos.
MADRES QUE SACUDEN
La mano del destino no
es trágica, sino que
ataca las fuentes de la belleza,
y por eso nos aterra.
¿Qué es el terror,
sino una manera de resistir
la decadencia?
La belleza es la única
manera de sacudir el pecado
de la muerte, que no existe
salvo para recordar
que quedaremos en la oscuridad
un día,
y sin luz la belleza es una cuestión de fe.
Belleza, belleza, entera madre que sacudes.
Tomado de:
https://actaliteraria.blogspot.com/2011/11/cristian-aliaga.html
No hay afuera
Una caja metálica lanzada al camino construye un mundo.
El alrededor pende de una cuerda mental. La lógica de los sonidos late con el
motor que aúlla en el largo desierto humano. No hay afuera mientras se viaja,
una charca de destellos es el futuro y una imagen distorsionada por los espejos
lo que dejamos atrás sin remordernos. Aparte de lo que sucede en la jaula de
vidrios, sólo el camino desconocido posee fuerza de encanto. La vida del
universo tiene a este viaje como único sostén.
(La Pedrera)
Pequeñas patrias
Cada uno aprende a sufrir, se va perfeccionando, sueña
maneras de desembarazarse de sí mismo aunque sabe que sólo es posible correr
hacia delante, como posesos, hasta que no haya más camino. De eso hay, caminos.
A su vera, los desesperados, los felices y los hambrientos manotean a quienes
pasa ofreciendo el desaliento, la belleza oculta tras los andrajos, posadas en
que paró el amor cuando el mundo no había sido creado. Allí, como un mito o una
esperanza basada en la ignorancia, se levantan pequeñas patrias que nunca verán
quienes viajan rectamente, sin mirar las señales que marcan aquellas sendas
destinadas a perderse para siempre.
(Estrecho de Magallanes)
Pasión hereje
Chatarra del imperio americano. Tierras congeladas,
autopistas que conducen a ciudades idénticas. Vagones abandonados a la quietud.
Oldsmobiles, Fords, objetos de la industria que el tiempo oxida hasta volverlos
aptos para el recuerdo. Aún no valen nada. Casas montadas por kilómetro,
galpones escorados, restos de carteles que relucen idénticos en todos los
rincones de este país-planeta que desconoce toda exterioridad. Camiones
incontables detenidos bajo el invierno sin gente a la vista, moteles ruteros mojados
e inmóviles, acumulaciones y desmesuras en serie, en trance bélico con la
estética. Originales de metal que el planeta calca con pasión hereje para
repetir en la lejanía.
(Waxahachie)
Tomado de:
https://intercuerpos.blogspot.com/2012/01/poemas-del-poeta-cristian-aliaga.html

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