martes, 19 de agosto de 2025

POEMAS DE CRISTIAN ALIAGA


Edificar sobre plumas

 

Edificamos sobre plumas el cisne

blanco que se ahogará. No es culpa del objeto,

somos animales de antes del diluvio.

Crímenes de toda especie

se consuman sin que lo admitamos.

Una lengua no es suficiente, una ética tampoco.

 

 

El sentimiento turbio

 

Una letra azul hasta que la hoja acabe en negro,

siempre, el final.

Ese color de fin de era se impone al rojo, alternan sangre los dos.

Querer condensar en un verso largo esa pálida voz perfecta.

Es turbio el sentimiento, tiene el poder

para anular la angustia por segundos;

de la inteligencia sacamos eso, angustia,

por estar al acecho. Pero el sentimiento es adictivo

aunque se pierda

en la dulce turbiedad

de un tren que pasa a velocidad constante en otra vida.

 

 

Mi madre hierática no fue,

 

el padre mío sí, cantaba tangos

en la oscura siembra.

Imaginaba París para cantar

como un uruguayo.

 

Ah, los señores

que lo ungieron al arado.

 

Hemos sido insensatos,

sedientos, santos de catedral destruida,

infancias pobres, gauchitos giles,

del amor aquél cruel que suscita

desastre,

pero no descarten el futuro en esos imbéciles de genealogía,

yo mismo el instrumento, los bueyes,

mi padre y yo.

 

 

La entrega

 

he entregado de mí el alma

a la negra de Baudelaire

 

en adelante me repliego en el hablar

hablo la carencia del poema

suscito emociones de abandono

en el barro más dulce de mente

 

soy una mujer no el poeta

ardida por el desprecio

trabajada por el amor

de Baudelaire

ya inmóvil, religioso en la isla

 

soy una negra como poeta

querida

 

para siempre

al sol del tiempo abandonada

 

 

Maltratado y plácido

 

pesa la mano sobre lo escrito

cargada la mano

resiste el peso

que el brazo le impone

el cuerpo entero

maltratado y plácido

viaja por la mano

hasta lo escrito

el aerolito inalcanzable

golpeó al cerebro

que hace los movimientos

del acróbata

sin dominar al cuerpo

que lo escribe

 

 

Estirar la mano

 

Estirar la mano como quien pide un don

y se arrepiente,

deja el gesto en el aire y pide menos que nada

para seguir.

Tomado de:

https://eldesaguaderorevista.blogspot.com/2024/04/8-poemas-de-cristian-aliaga.html

 

 

El lucero del alba, el refucilo

 

El lucero del Alba, el refucilo, los fuegos fatuos

detrás de los álamos, mi padre busca

los animales dispersos en la tormenta.

Los rayos iluminan en su rotación grupos de vacas,

caballos, ovejas, gallinas y otros animales

que no hallan hueco entre los tamariscos.

Los perros gimen por galpones y corredores oscuros.

Mi padre corre para salvar lo posible, se engancha

en un alambrado y la mordida de un cerdo atascado

lo marca para siempre. Su mano mala.

El amanecer, siempre, salda la destrucción. Cada objeto

destruido, cada animal muerto, deja congoja y trabajo

a repetir, tareas de esclavo.

Con ropa seca y la gorra hasta las orejas, mi padre no habla,

empieza la reconstrucción de lo ajeno.

Abomina de la queja y de los patrones. Silba en su tumba,

/ y me despierta

para jugar el juego del falso dormido.

Me ha legado la rabia, y una manera propia de mirar

el horizonte y los alambrados.

 

 

El dolor es dios

 

 

El dolor es dios, pero no sabe bailar.

La pequeña que juega con su globo

y lo hace rebotar entre los tubos y monitores

es dios, aunque no sepa sobrevivir.

La moribunda de ojos almendra

tiene la mirada atravesada por la luz

que ya no puede mirar. Es dios en su ceguera iluminada.

El dolor es un dios equivocado.

Tomado de:

https://circulodepoesia.com/2018/03/62-voces-de-la-poesia-argentina-actual-cristian-aliaga/

 

 

El precio espiritual

 

Para Artaud, en su memoria

 

Guardo un objeto, lo limpio con paciencia, ayudo a convertirlo en recuerdo, adquiere matices pardos, parece relevante en su materia avejentada, sube su precio espiritual, guardado entre objetos otros que también duran por pura constitución material. El tiempo va pasando, le asigno importancia, lo paso de una caja a un cofre, a veces lo extraigo con cuidado y me dedico a contemplarlo. Es bello ahora, cada vez más se parece a una pieza única de un pasado perfecto e irrepetible. Merece ser resguardado en una caja de seguridad, es una lucha contra el tiempo y se ha convertido en símbolo de una existencia, tiene esa consistencia. Me despierto, la mañana empieza como un dolor en el vientre, una enfermedad paranoica, y para conjurar la ilusión arrojo el hueso o la piedra tallada a la basura común de toda la vida.

 

 (Rodez)

 

 

El cuidador del oso

 

El Circo del Estado de Moscú tiene función en Inglaterra. La

comparsa dura más que el Estado de Stalin, su continuidad

ignora el derrumbe de cualquier muro. Es de otro material

o espíritu esta gente, no necesita lamentar gulags para

divertir a Occidente. Es precario este Estado, un remedo

que viaja lejos de su origen para mostrar lo que no tiene y

sugestionar un poco a los presentes con prestidigitación y

paraísos de cartón piedra al alcance del nuevo proletariado,

que aquí aún paga la entrada. Quedan equilibristas, damas

de a caballo y domadores de animales irreconocibles.

Al circo le cuesta regresar a Moscú, y se sospecha que el

viaje es un anuncio que se postergará para siempre. En

los camarines del antiguo presentador, viejos banderines

del Spartak; fotos de Gagarin y Trotsky. El público inglés

aplaude a los animales por compasión, y el payaso ruso les

resulta feroz. El cuidador del oso me dice que la vejez acosa

al animal. Es lo único auténtico de este circo, insiste. Todo

durará mientras viva ese animal de Siberia.

 

(Newcastle)

 

 

La oveja

 

¿Levantar la cabeza?

¿Dónde cree que estamos, en la Patagonia?

Samuel Beckett

 

Atrapada por el cuello al alambre de púas, un mal movimiento la degollaría. La oveja desliza milímetros su cabeza hasta quedar inmóvil a la espera de una solución que escapa a sus propios movimientos. Su cabeza no piensa, ni esboza cursos de acción, apenas percibe el suave ardor de los alambres puntiagudos, mientras a unos metros del alambrado los vehículos atraviesan la soledad. Pasan sin verla, o ven apenas la imagen fugaz de una oveja que permanece muy cerca de la ruta, en una inmovilidad sólo rota por gestos imperceptibles. Atrapada por el cuello al alambre de púas, oye la secuencia creciente y luego decreciente de los motores, quieta se queda y algo semejante al placer percibe cuando logra la quietud absoluta. Empieza a dolerle cuando se adormece, y así se despierta, y vuelven a nublarse sus ojos azules hasta que regresa el dolor que para ella no tiene nombre. No puede estimar la duración de la noche ni aspira al azar de alguien que atine a separar su cabeza del alambre.

 

 

Lonjas

 

manía por lo finísimo, esas

lonjas posibles a partir de

hojas filosas de velocidad

 

carnes quemadas por el verdugo

que las asa en busca de una terneza

que sólo él llama confesiones

 

cortes

exactos en las articulaciones

secciones de nervios

tendones abrumados por la hoja

trepanación del hueso

cartílagos, órganos que no ofrecen

resistencia

cuerpos al final son cuerpos helados

doloridos en la mesa del carnicero

apetitos despiertan

imaginación horror

sangre oscura que cae en forma de gotas

interminables

sobre otros

animales que lamen

Tomado de:

https://www.revistaaltazor.cl/cristian-aliaga-2/

 

 

UN DÍA VI VENIR EN FILA

 

Un día vi venir en fila a los jinetes del sufrir,

era yo su cabalgadura.

Procuré desordenarles el paso cerrado,

adivinar los accesos más directos al cuerpo,

tapar con trapos algunos agujeros que me hicieron

de inmediato, casi sin avanzar.

Llevo con ellos un tiempo largo, cabalgan y sólo a veces se detienen,

/ no necesitan agua ni resuello.

Uno no se acostumbra, siempre alguna creación tiene el dolor,

/ pero se viaja.

Todo lo que haga llevará el sonido latente de esos cascos.

 

 

INSERTO LA MONEDA Y SALE SANGRE

 

Inserto la moneda y sale sangre.

Aprieto las teclas y sale sangre.

Abro los grifos y sale sangre.

Cierro los ojos y sale sangre.

Leo los clásicos y sale sangre.

No es la enfermedad: es algo universal

para exhibir bajo el sol del mundo.

Su color es indistinto entre los naturales de todos los continentes,

y su aparición a borbotones o de a gotas

da cuenta de la simetría

de los finales que vienen, inhumanos.

 

 

EL RELATO REPETIDO

 

El relato repetido del dolor, los padecimientos se amontonan. No se

/ concede la gracia al sufrimiento.

Por un pabellón de luces blancas, los sobrevivientes caminan bajo

/ un ritmo que les dicta la precaución, asustado y frenético,

pero con la apariencia de un destino manifiesto,

un lugar al que llegar más allá de los ascensores.

Cubiertos de batas, trapos, lonjas de curaciones,

exhiben sin pensar fragmentos de cuerpo

que fuera de aquí serían signos de impudicia o provocación.

El erotismo de la muerte cercana, la desaparición del deseo,

las maneras baldadas del que duda todavía si el suyo volverá

a ser cuerpo que puede ser abrazado.

 

 

UNA VENTANA CERRADA

 

Una ventana cerrada al mundo,

hecha de vidrios invisibles.

Hay aquí marcas de quienes

 

ASPIRO EL AIRE QUE ME DAN

 

Aspiro el aire que me dan, bebo la gota

espesa donde reposa mi curación

restos de mí se anudan para resistir.

El mundo ha cambiado, el mundo es poco,

apenas queda un agujero donde sobrevivir,

aunque parece inhallable.

 

Debajo la luz fluye y no nos damos cuenta.

Mi ceguera viene de arriba, del sol inalcanzable.

Te llamo desde el último piso de la nada

y me contestas.

 

 

BABA SIN MÁCULA

 

Baba sin mácula, baba pura.

El alma está hecha de electricidad, es un hecho físico.

No podemos por consiguiente culpar

de nuestra mirada insuficiente a unos rayos

que desvelaron a tanta mente curtida en cosa filosófica.

Baba de ángeles dormidos, anclas en el sueño.

De un sitio menos etéreo que las musas

llegan los relámpagos artificiales,

la razón de tu dolor, el cuerpo.

 

Los relámpagos azules traen aire de otro cielo.

De la derrota sale un humo que nos convierte

en bestias a la sombra.

 

 

¿QUÉ HACE UN HOMBRE?

 

¿Qué hace un hombre en un día,

si sabe que al siguiente será torturado?

Si le anuncian un día de calma, de libertad para hoy,

con la previsión inalterable del dolor para mañana,

¿la mente lo alcanza?

¿O el cuerpo, como miembro separado o ave

descogotada, corre violentamente sin rumbo

hasta su nada, con fuerza sangrienta y centrífuga?

El plan de este día es infinito, y escaso.

El plan de un día es el de los desesperados.

Un día es la medida, la eternidad fingida.

La tortura, mañana, sin falta, universal.

Tomado de:

https://www.laotrarevista.com/2024/05/recordando-a-cristian-aliaga/

 

 

Los deseos irreprimibles

 

Cuando la mano ya inició

el movimiento

uno tiene la conciencia fugaz

del mal que está por cometer.

La ropa caerá,

el vino será derramado,

el corazón sangrará para siempre.

 

Pero uno no puede detener el movimiento.

 

 

 

Viaje II

 

Empecé mis viajes transoceánicos.

Viajo con una perra y un gramófono.

Los estribos están carcomidos por la sal

del Caribe y escupidos por quienes bajaron

maldiciéndome.

El canto se aplica sobre mi navío como una ley

que significa que no haya ley sino pasión.

Envuelto en dos frazadas,

preparo un golpe de otra realidad.

  Mientras tanto, procuro no caer.

 

 

No es el aura de Kant

 

El resultado es el silencio.

Ocultos en los ranchos,

emparejados con la hacienda,

los peones carcomen la filosofía.

 

No es el aura de Kant

ni el primer motor de Tomás de Aquino:

es una bola de lento fuego

que se revuelca en el alma.

El sueño es un largo cuchillo en el vientre

de los blancos dioses

y un incendio de alpataco

que todo lo destruya.

 

La luna amontonada en los galpones

y el regreso de un interminable viaje

a caballo por las estrellas.

 

Los perros huelen el alma de los peones

y encuentran seres desconocidos.

 

 

 

Fuegos que la noche apaga

 

Al que canta mientras

se queman sus criaturas,

porque no lo sabe, porque no

siente el olor;

 

al que barre con la lengua

la alfombra de los dueños,

porque no puede, porque no

sabe si hay una técnica mejor;

 

al que se estira sin palabras

a pedir lo que no van a darle,

porque no entiende, porque no

quiere saber que no habrá;

 

al que enciende los fuegos

que la noche apaga,

porque aprecia la luz, porque no

olvida el calor que extravió.

 

Para esos escribo, que no

se detendrán a leer.

 

 

 

Brilla lo que no existe

 

Nos guían en la ruta como espejos, estrellas que han existido; pero apenas son reflejos, astillas, vidrios, trozos de metales, ventanas esparcidas que el ojo no divisa. Son estrellas, entonces, aún guardan el brillo de lo que han sido antes de la destrucción. Pedazos de chapa que fueron techo para cobijar a quienes han muerto o huido, hierro retorcido que era una torre para medir, aspas de molinos que se destruyeron antes de que el agua apareciera. Fragmentos de botellas, de las que bebían con avidez en el desierto, vehículos descalabrados sobre caminos que taparon los arbustos. Brillan a nuestro costado, al frente y atrás de nuestra ruta, como si en el reflejo de cada objeto ya desahuciado viviera el ánima que siempre ha de precedernos. El ánima de lo que existe o no, es lo mismo.

Tomado de:

https://www.laotrarevista.com/2011/02/cristian-aliaga-argentina-1962-poemas/

 

 

ARTE, POÉTICA

 

Un poeta -un lobo sin cartel-

no muestra sus cartas, no baraja

de nuevo, no escancia vinos

que no es capaz de beber.

Es un animal procaz

que no ve detrás de las ventanas

sino más allá de las rejas,

un espectro sordo

que no domina su carga de ilusión

y se entrega a ella hasta ser destruido.

Un poeta -un punto azul sobre la mesa-

no mira para ver

sino para abrir los ojos.

 

 

MADRES QUE SACUDEN

 

La mano del destino no

es trágica, sino que

ataca las fuentes de la belleza,

y por eso nos aterra.

¿Qué es el terror,

sino una manera de resistir

la decadencia?

La belleza es la única

manera de sacudir el pecado

de la muerte, que no existe

salvo para recordar

que quedaremos en la oscuridad

un día,

y sin luz la belleza es una cuestión de fe.

 

Belleza, belleza, entera madre que sacudes.

Tomado de:

https://actaliteraria.blogspot.com/2011/11/cristian-aliaga.html

 

 

No hay afuera

 

Una caja metálica lanzada al camino construye un mundo. El alrededor pende de una cuerda mental. La lógica de los sonidos late con el motor que aúlla en el largo desierto humano. No hay afuera mientras se viaja, una charca de destellos es el futuro y una imagen distorsionada por los espejos lo que dejamos atrás sin remordernos. Aparte de lo que sucede en la jaula de vidrios, sólo el camino desconocido posee fuerza de encanto. La vida del universo tiene a este viaje como único sostén.

 

(La Pedrera)

 

 

 

Pequeñas patrias

 

Cada uno aprende a sufrir, se va perfeccionando, sueña maneras de desembarazarse de sí mismo aunque sabe que sólo es posible correr hacia delante, como posesos, hasta que no haya más camino. De eso hay, caminos. A su vera, los desesperados, los felices y los hambrientos manotean a quienes pasa ofreciendo el desaliento, la belleza oculta tras los andrajos, posadas en que paró el amor cuando el mundo no había sido creado. Allí, como un mito o una esperanza basada en la ignorancia, se levantan pequeñas patrias que nunca verán quienes viajan rectamente, sin mirar las señales que marcan aquellas sendas destinadas a perderse para siempre.

 

(Estrecho de Magallanes)

 

 

 

Pasión hereje

 

 

Chatarra del imperio americano. Tierras congeladas, autopistas que conducen a ciudades idénticas. Vagones abandonados a la quietud. Oldsmobiles, Fords, objetos de la industria que el tiempo oxida hasta volverlos aptos para el recuerdo. Aún no valen nada. Casas montadas por kilómetro, galpones escorados, restos de carteles que relucen idénticos en todos los rincones de este país-planeta que desconoce toda exterioridad. Camiones incontables detenidos bajo el invierno sin gente a la vista, moteles ruteros mojados e inmóviles, acumulaciones y desmesuras en serie, en trance bélico con la estética. Originales de metal que el planeta calca con pasión hereje para repetir en la lejanía.

 

(Waxahachie)

Tomado de:

https://intercuerpos.blogspot.com/2012/01/poemas-del-poeta-cristian-aliaga.html

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