La cuerda cortada
La cuerda cortada puede volver a anudarse,
vuelve a aguantar, pero
está cortada.
Quizá volvamos a tropezar, pero allí
donde me abandonaste no
volverás a encontrarme.
Versión de Jesús Munárriz y Jenaro Talens
La infanticida Marie Farrar
1
Marie Farrar, nacida en abril,
menor, sin señas particulares, raquítica, huérfana,
hasta el presente no fichada, dice haber
asesinado a un niño de la siguiente manera:
Que ya en el segundo mes intentó
en lo de una mujer que vivía en un sótano
abortarlo con dos inyecciones, que declara
fueron dolorosas. Pero no quiso salir.
Y a ustedes, les ruego, se abstengan de juzgar
Pues toda criatura necesita ayuda de todas las demás.
2
A pesar de ello dice haber pagado en el acto
lo convenido y desde entonces haber usado faja,
también bebió kerosen con pimienta molida;
pero que todo eso no hizo sino provocarle diarrea.
Que su cuerpo se hinchó a ojos vistas y que tuvo
dolores agudos, mientras lavaba los platos, muchas
veces.
Ella misma, dice, aún no había dejado de crecer.
Que le rezó a la virgen, con mucha esperanza.
En cuanto a ustedes, les ruego, se abstengan de juzgar,
Pues toda criatura necesita ayuda de todas las demás.
3
Al parecer, las oraciones no dieron resultado.
También, era mucho pedir. Cuando se puso más gruesa
le daban mareos durante la misa. Sentía el cuerpo
húmedo
de miedo, cuando se arrodillaba al pie del altar.
Sin embargo, mantuvo en secreto su estado,
hasta que finalmente la sorprendió el parto.
Pudo ocultarlo todo, seguramente porque nadie creía que
ella
tan sin gracia, hubiera caído en la tentación.
Y a ustedes, les ruego, se abstengan de juzgar
Puesto toda criatura necesita ayuda de todas las demás.
4
Que ese día, según ella, muy de madrugada
al lavar la escalera sintió que le clavaban
uñas en el vientre. El dolor la estremecía.
Y, sin embargo, logró disimularlo.
Todo el día. Mientras cuelga la ropa
la cabeza le estalla: de repente se da cuenta
que va a parir y siente un gran peso
sobre el corazón. Solo muy tarde sube al cuarto.
Pero a ustedes, les ruego, se abstengan de juzgar
Pues toda criatura necesita ayuda de todas las demás.
5
La llamaron de nuevo cuando ya se había acostado,
había nevado y tuvo que barrer.
Así hasta las once. Aquel fue un largo día.
Solo entrada la noche pudo parir en paz.
Y dio a luz, así declara, a un niño varón,
a un hijo que era igual a otros hijos,
pero ella no era igual que otras madres, eso
quiero aclararlo sin ironía y sin mayor motivo.
En cuanto a ustedes, les ruego, se abstengan de juzgar
Pues toda criatura necesita ayuda de todas las demás.
6
Dejémosla que siga relatando
lo que con ese hijo pasó
(dijo que no pensaba guardarse una palabra)
para que todos lo sepan y se ubiquen.
Dice que a poco de acostarse sintió intenso malestar,
sin saber qué podría ocurrir,
pues estaba sola, y que se forzó a no gritar.
Y yo a ustedes, les ruego, se abstengan de juzgar
Pues toda criatura necesita ayuda de todas las demás.
7
Con sus últimas fuerzas, dice que luego,
como su cuarto estaba helado, se arrastró
hasta el retrete y allí (no recuerda exactamente
en qué momento), sin más vueltas, parió
hacia el amanecer. Dice que entonces se sintió
muy confusa, y luego, ya medio congelada,
porque en el baño de servicio entra la nieve,
apenas tuvo fuerzas para alzar al niño.
En cuanto a ustedes, les ruego, se abstengan de juzgar
Pues toda criatura necesita ayuda de todas las demás.
8
Luego, entre el baño y la pieza -dice que hasta
entonces
no había pasado nada-, la criatura
comenzó a gritar, eso la alteró de tal manera,
que la golpeó con ambos puños y con fuerza,
ciegamente, dice, hasta que se calló.
Luego de ello se llevó el cuerpito consigo
a la cama por el resto de la noche
y de mañana lo escondió en el lavadero.
Pero a ustedes, les ruego, se abstengan de juzgar
Pues toda criatura necesita ayuda de todas las demás.
9
Marie Farrar, nacida en abril,
muerta en la prisión de Meissen
madre soltera, sentenciada, quiere
mostrarles los sufrimientos de todas las criaturas.
Ustedes que dan a luz en limpias
camas de maternidad y llaman
"benditos" a sus vientres preñados quieran
no condenar a los débiles perdidos
pues sus pecados fueron duros y su dolor fue grande.
Por eso, les ruego, se abstengan de juzgar
Pues toda criatura necesita ayuda de todas las demás.
Lección de amor
Pero chiquilla, te recomiendo
algo de seducción en los grititos:
carnal me gusta el alma
y con alma la carne.
La castidad no puede rebajar la lujuria;
si estuviese hambriento me gustaría saciarme.
Me apetece que la virtud tenga trasero
y que el trasero tenga sus virtudes.
Desde que el dios aquel cabalgó al cisne
a más de una chica le da miedo,
aunque también sufra con gusto
que él se aferre al canto del cisne.
Versión de Jesús Munárriz y Jenaro Talens
Loa del estudio
¡Estudia lo elemental! Para aquellos
cuya hora ha llegado
no es nunca demasiado tarde.
¡Estudia el "abc”! No basta, pero
Estúdialo. ¡No te canses!
¡Empieza! ¡Tú tienes que saberlo todo!
Estás llamado a ser un dirigente.
¡Estudia, hombre en el asilo!
¡Estudia, hombre en la cárcel!
¡Estudia, mujer en la cocina!
¡Estudia, sexagenario!
Estás llamado a ser un dirigente.
¡Asiste a la escuela, desamparado!
¡Persigue el saber, muerto de frío!
¡Empuña el libro, hambriento! ¡Es un arma!
Estás llamado a ser un dirigente.
¡No temas preguntar, compañero!
¡No te dejes convencer!
¡Compruébalo tú mismo!
Lo que no sabes por ti,
no lo sabes.
Repasa la cuenta,
tú tienes que pagarla.
Apunta con tu dedo a cada cosa
y pregunta: "Y esto, ¿de qué?"
Estás llamado a ser un dirigente.
1933
Versión
de Jesús López Pacheco
Sobre
la traducción del alemán por Vicente Romero
Pero en la fría noche
Pero ya sólo el hielo, en la fría noche, agrupaba
los cuerpos blanquecinos en el bosque de alisos.
Semidespiertos, escuchaban de noche, no susurros de
amor
sino, aislados y pálidos, el aullar de los perros
helados.
Ella se apartó por la noche el pelo de la frente, y se
esforzó
por sonreír,
él miró, respirando hondo, mudo, hacia el deslucido
cielo.
Y por las noches miraban al suelo cuando sobre ellos
infinitos pájaros de gran tamaño en bandadas
procedentes
del Sur se arremolinaban, excitado bullicio.
Sobre ellos cayó una lluvia negra.
Versión de Jesús Munárriz y Jenaro Talens
Preguntas
¡Escríbeme qué llevas puesto! ¿Es cálido?
¡Escríbeme en qué duermes! ¿Es también blando?
¡Escríbeme qué aspecto tienes! ¿Sigue siendo el mismo?
¡Escríbeme qué echas de menos! ¿Mi brazo?
¡Escríbeme cómo te va! ¿Te respetan?
¡Escríbeme qué andan haciendo! ¿Tienes bastante valor?
¡Escríbeme qué haces tú! ¿Sigue siendo bueno?
¡Escríbeme en qué piensas! ¿En mí?
¡La verdad es que sólo tengo preguntas para ti!
¡Y espero con ansiedad la respuesta!
Cuando tú estás cansada, nada puedo llevarte.
Si pasas hambre, no puedo darte de comer.
Así que estoy como fuera del mundo,
perdido, como si te hubiese olvidado.
Quiero ir con aquel a quien amo...
Quiero ir con aquel a quien amo.
No quiero calcular lo que cuesta.
No quiero averiguar si es bueno.
No quiero saber si me ama.
Quiero ir con aquél a quien amo.
Versión de Jesús Munárriz y Jenaro Talens
Recuerdo de Marie A.
1
En aquel día de luna azul de septiembre
en silencio bajo un joven ciruelo
estreché a mi pálido amor callado
entre mis brazos como un sueño bendito.
Y por encima de nosotros en el hermoso cielo estival
había una nube, que contemplé mucho tiempo;
era muy blanca y tremendamente alta
y cuando volví a mirar hacia arriba, ya no estaba.
2
Desde aquel día muchas, muchas lunas
se han zambullido en silencio y han pasado.
Los ciruelos habrán sido arrancados
y si me preguntas ¿qué fue de aquel amor?
entonces te contesto: no consigo acordarme,
pero aun así, es cierto, sé a qué te refieres.
Aunque su rostro, de verdad, no lo recuerdo,
ahora sé tan sólo que entonces la besé.
3
Y también el beso lo habría olvidado hace tiempo
de no haber estado allí aquella nube;
a ella sí la recuerdo y siempre la recordaré,
era muy blanca y venía de arriba.
Puede que los ciruelos todavía florezcan
y que aquella mujer tenga ya siete hijos,
pero aquella nube floreció sólo algunos minutos
y cuando miré a lo alto se estaba desvaneciendo en el
viento.
Versión de Jesús Munárriz y Jenaro Talens
Canción del comerciante
Río abajo hay arroz,
río arriba la gente necesita el arroz.
Si lo guardamos en los silos,
más caro les saldrá luego el arroz.
Los que arrastran las barcas recibirán aún menos.
Y tanto más barato será para mí.
Pero ¿qué es el arroz realmente?
¡Yo qué sé lo que es el arroz!
¡Yo qué sé quién lo sabrá!
Yo no sé lo que es el arroz.
No sé más que su precio.
Se acerca el invierno, la gente necesita ropa.
Es preciso, pues, comprar algodón
y no darle salida.
Cuando el frío llegue, encarecerán los vestidos.
Las hilanderías pagan jornales excesivos.
En fin, que hay demasiado algodón.
Pero ¿qué es realmente el algodón?
¡Yo qué sé lo que es el algodón!
¡Yo qué sé quién lo sabrá!
Yo no sé lo que es el algodón.
No sé más que su precio.
El hombre necesita abundante comida
y ello hace que el hombre salga más caro.
Para hacer alimentos se necesitan hombres.
Los cocineros abaratan la comida,
pero la ponen cara los mismos que la comen.
En fin, son demasiado escasos los hombres.
Pero ¿qué es realmente un hombre?
¡Yo qué sé lo que es un hombre!
¡Yo qué sé quién lo sabrá!
Yo no sé lo que es un hombre.
No sé más que su precio.
La lista de lo necesario
Conozco muchos que andan por ahí con la lista
de lo que necesitan.
Aquel a quien la lista es presentada, dice: es mucho.
Mas aquel que la ha escrito dice: esto es lo mínimo.
Pero hay quien orgullosamente muestra
su breve lista.
Preguntas de un obrero ante un libro
Tebas, la de las Siete Puertas, ¿quién la construyó?
En los libros figuran los nombres de los reyes.
¿Arrastraron los reyes los grandes bloques de piedra?
Y Babilonia, destruida tantas veces,
¿quién la volvió a construir otras tantas? ¿En qué
casas
de la dorada Lima vivían los obreros que la
construyeron?
La noche en que fue terminada la Muralla china,
¿adónde fueron los albañiles? Roma la Grande
está llena de arcos de triunfo. ¿Quién los erigió?
¿Sobre quiénes triunfaron los Césares? Bizancio, tan
cantada,
¿tenía sólo palacios para sus habitantes? Hasta en la
fabulosa Atlántida,
la noche en que el mar se la tragaba, los habitantes
clamaban
pidiendo ayuda a sus esclavos.
El joven Alejandro conquistó la India.
¿Él solo?
César venció a los galos.
¿No llevaba consigo ni siquiera un cocinero?
Felipe II lloró al hundirse
su flota. ¿No lloró nadie más?
Federico II venció la Guerra de los Siete Años.
¿Quién la venció, además?
Una victoria en cada página.
¿Quién cocinaba los banquetes de la victoria?
Un gran hombre cada diez años.
¿Quién pagaba sus gastos?
Una pregunta para cada historia.
Loa del estudio
¡Estudia lo elemental! Para aquellos
cuya hora ha llegado
no es nunca demasiado tarde.
¡Estudia el «abc»! No basta, pero
estúdialo, ¡No te canses!
¡Empieza! ¡Tú tienes que saberlo todo!
Estás llamado a ser un dirigente.
¡Estudia, hombre en el asilo!
¡Estudia, hombre en la cárcel!
¡Estudia, mujer en la cocina!
¡Estudia, sexagenario!
Estás llamado a ser un dirigente.
¡Asiste a la escuela, desamparado!
¡Persigue el saber, muerto de frío!
empuña el libro, hambriento! ¡Es un arma!
Estás llamado a ser un dirigente.
¡No temas preguntar, compañero!
¡No te dejes convencer!
¡Compruébalo tú mismo!
Lo no sabes por ti,
No lo sabes
Repasa la cuenta,
Tú tienes que pagarla.
Apunta con tu dedo a cada cosa
Y pregunta: «Y esto, ¿de qué?»
Estás llamado a ser un dirigente.
1940
Mi hijo pequeño me pregunta: ¿Tengo que aprender
matemáticas?
¿Para qué?, quisiera contestarle. De que dos pedazos de
pan
son más que uno
ya te darás cuenta.
Mi hijo pequeño me pregunta: ¿Tengo que aprender
francés?
¿Para qué?, quisiera contestarle. Esa nación se hunde.
Señálate la boca y la tripa con la mano,
que ya te entenderán.
Mi hijo pequeño me pregunta: ¿Tengo que aprender
historia?
¿Para qué?, quisiera contestarle. Aprende a esconder la
cabeza en la tierra
y acaso te salves.
¡Sí, aprende matemáticas, le digo,
aprende francés, aprende historia!
Lectura del periódico mientras hierve el té
Muy de mañana leo en el periódico los planes
sensacionales
del Papa y de los reyes, de los banqueros y de los
reyes del
petróleo.
Con el otro ojo miro
el puchero con el agua del té,
cómo se enturbia y empieza a hervir y de nuevo se
aclara,
hasta que, rebosando del puchero, apaga el fuego.
No aceptes
No.
No aceptes lo habitual como cosa natural.
Porque en tiempos de desorden,
de confusión organizada,
de humanidad deshumanizada,
nada debe parecer natural.
Nada debe parecer imposible de cambiar.
O todos o ninguno
Esclavo, ¿quién te liberará?
Los que están en la sima más honda
te verán, compañero,
tus gritos oirán.
Los esclavos te liberarán.
O todos o ninguno. O todo o nada.
Uno sólo no puede salvarse.
O los fusiles o las cadenas.
O todos o ninguno. O todo o nada.
Hambriento, ¿quién te alimentará?
Si tú quieres pan, ven con nosotros,
los que no lo tenemos.
Déjanos enseñarte el camino.
Los hambrientos te alimentarán.
O todos o ninguno. O todo o nada.
Uno sólo no puede salvarse.
O los fusiles o las cadenas.
O todos o ninguno. O todo o nada.
Vencido, ¿quién te puede vengar?
Tú que padeces heridas,
únete a los heridos.
Nosotros, compañero, aunque débiles,
nosotros te podemos vengar.
O todos o ninguno. O todo o nada.
Uno sólo no puede salvarse.
O los fusiles o las cadenas.
O todos o ninguno. O todo o nada.
Hombre perdido, ¿quién se arriesgará?
Aquel que ya no pueda soportar
su miseria, que se una a los que luchan
porque su día sea el de hoy
y no algún día que ha de llegar.
O todos o ninguno. O todo o nada.
Uno sólo no puede salvarse.
O los fusiles o las cadenas.
O todos o ninguno. O todo o nada.
Tomado de:
https://ddooss.org/textos/poesia/poemas-bertolt-brecht
Balada del guardabosques y la condesa
En tierras de Suecia vivía una condesa
que era tan pálida y tan bella.
«¡Señor guarda, señor guarda, mi liga se soltó,
se soltó, se soltó!
¡Guarda, arrodíllate, pronto, y átamela!»
«Señora condesa, señora condesa, no me miréis así,
yo os sirvo por mi pan.
¡Vuestros pechos son blancos pero el hacha es fría,
es fría, es fría!
Dulce es el amor, pero amarga la muerte.»
El guarda escapó aquella misma noche.
Cabalgó monte abajo hasta que llegó al mar.
«¡Señor barquero, señor barquero, acógeme en tu barca,
en tu barca, en tu barca!
Barquero, tengo que ir hasta el fin del mar.»
Entre el gallo y la zorra brotó el amor.
«Oh, dorado, ¿me amas de verdad?»
y fina fue la noche, pero el alba llegó,
llegó, llegó:
todas sus plumas cuelgan del zarzal.
Versión de Jesús Munárriz y Jenaro Talens
Canción de la mujer
1. De noche junto al río en
el oscuro corazón de los arbustos
a veces vuelvo a ver su rostro, el de la mujer que amé:
mi
mujer, que murió.
2. Hace ya muchos años, y a
ratos ya no sé nada de ella, la
que antes lo fue todo, pero todo se marchita.
3. Y ella era en mí como un
pequeño enebro en las estepas de
Mongolia, cóncavas, con el cielo amarillo pálido y de
gran tristeza.
4. Vivíamos en una cabaña
negra junto al río, Los mosquitos
solían perforar su blanco cuerpo, y yo leía el
periódico
siete veces o decía: tu pelo tiene un color sucio. O:
no tienes corazón.
5. Pero un día, cuando
estaba yo lavando mi camisa en la
cabaña, ella se acercó a la puerta y me miró y quería
salir.
6. Y quien le había pegado
hasta cansarse, dijo: ángel mío.
7. Y quien le había dicho
te quiero la condujo fuera y
riendo miró al aire y alabó el buen tiempo y le dio la
mano.
8. Como ya estaban afuera,
al aire libre, y la cabaña estaba
desierta, cerró la puerta y se sentó tras el periódico.
9. Desde entonces no la he
vuelto a ver, y de ella sólo quedó
el gritito que dio cuando por la mañana volvió a la
puerta que
ya estaba cerrada.
10. Ahora la cabaña se ha
podrido y mi pecho está relleno de
papel de periódico y por las noches tumbado junto al
río en
el oscuro corazón de los arbustos me acuerdo de ella.
11. El viento lleva olor a
hierba en el pelo y el agua grita sin
fin pidiendo calma a Dios, y en mi lengua tengo un
sabor amargo.
Versión de Jesús Munárriz y Jenaro Talens
Canción de la prostituta
1
Señores míos, con diecisiete años
llegué al mercado del amor
y mucho he aprendido.
Malo hubo mucho,
pero ése era el juego.
Aunque hubo Cosas que sí me molestaron
(al fin y al cabo también yo soy persona).
Gracias a Dios todo pasa deprisa,
la pena incluso; también el amor.
¿Dónde están las lágrimas de anoche?
¿Dónde la nieve del año pasado?
2
Claro que con los años una va
más ligera al mercado del amor
y los abraza por rebaños.
Pero los sentimientos
se vuelven sorprendentemente fríos
si se escatiman tanto
(al fin y al cabo no hay provisión que no se acabe).
Gracias a Dios todo pasa deprisa,
la pena incluso; también el amor.
¿Dónde están las lágrimas de anoche?
¿Dónde la nieve del año pasado?
3
Y aunque aprendas bien el trato
en la feria del amor,
transformar el placer en calderilla
nunca resulta fácil.
Pero, bien, se consigue.
Aunque también envejeces mientras tanto
(al fin y al cabo no siempre se tienen diecisiete.)
Gracias a Dios todo pasa deprisa,
la pena incluso; también el amor.
¿Dónde están las lágrimas de anoche?
¿Dónde la nieve del año pasado?
Versión de Jesús Munárriz y Jenaro Talens
Canción de la viuda enamorada
Ay, ya sé, no deberla reconocer
que tiemblo cuando su mano me toca.
Ay, qué me ha sucedido
que rezo para que me seduzca.
¡Ay, ni cien caballos me arrastrarían al pecado!
¡Si al menos no me apeteciese tanto!
Si me resisto tanto al amor
sólo me he resistido realmente en el fondo
porque sé que si estuviera ante él en camisón
me dejaría hasta sin camisa.
¡Como que le van a importar a él mis reproches!
¡Si al menos no me apeteciese tanto!
Dudo que valga tanto como yo
y que para él sea amor de verdad.
Cuando todos mis ahorros se hayan gastado,
¿tirará el cacharro a la basura?
¡Ay, ya sé por qué le opuse tanta resistencia!
¡Si al menos no me apeteciese tanto!
Si tuviera dos dedos de sentido
nunca le habría concedido lo que por desgracia me
pidió,
sino que le habría pegado una paliza
en cuanto se me acercó demasiado, como hizo.
¡Ay, ojalá se fuera al infierno!
(¡Si al menos no me apeteciese tanto!)
Versión de Jesús Munárriz y Jenaro Talens
Canción de una amada
1. Lo sé, amada: ahora se
me cae el pelo por mi vida salvaje,
y me tumbo en las piedras. Me veis beber el aguardiente
más
barato, y camino desnudo al viento.
2. Pero hubo un tiempo,
amada, en que fui puro.
3. Tuve una mujer que era
más fuerte que yo, como la hierba
es más fuerte que el toro: se vuelve a erguir.
4. Ella vio que yo era
malo, y me amó.
5. No preguntó a dónde
conducía el camino, que era su camino,
y quizás iba hacia abajo. Cuando me dio su cuerpo,
dijo:
esto es todo. Y fue mi cuerpo.
6. Ahora ya no está en
ningún lado, desapareció como una
nube cuando ha llovido, la abandoné y cayó, pues ése
era su camino.
7. Pero de noche, a veces,
cuando me veis beber, veo su cara,
pálida en el viento, fuerte y vuelta hacia mí, y me
inclino ante
el viento.
Versión de Jesús Munárriz y Jenaro Talens
Canción desde el acuario
Salmo 5
He apurado la copia hasta el fondo. Es decir, he sido
seducido.
Era un niño, y me amaron.
El mundo se desesperaba, pues yo me mantenía puro. Ella
se revolcó
por el suelo ante mí, con miembros tiernos
y atrayente
trasero. Me mantuve firme.
Para calmarla, cuando se excitó demasiado, yací con
ella
y me volví
impuro.
El pecado me satisfizo. La filosofía me ayudaba al
amanecer,
cuando
velaba. Me convertí en lo que querían.
Miré largo tiempo hacia arriba y pensé que el cielo
estaba
triste sobre
mí. Pero veía que le era indiferente.
Él se amaba a sí mismo.
Ahora hace tiempo que me ahogué. Yazgo hinchado sobre
el fondo.
Los peces viven dentro de mí. El mar se está agotando.
Versión de Vicente Forés
Como era II
Tus penas eran mis penas,
las mías, tuyas.
Si no estabas tú contenta,
yo no lo estaba.
Versión de Jesús Munárriz y Jenaro Talens
Tomado de:
http://amediavoz.com/brecht.htm
De todas las obras
De todas las obras humanas, mis preferidas
Son las usadas.
Las vasijas de cobre con abolladuras y los bordes
aplastados
Los cuchillos y tenedores, cuyo mango de madera
Ha sido manoseado por muchas manos: tales formas
Me parecen las más nobles. Así también las baldosas de
piedra
En torno a casas viejas, que han sido pisadas por
muchos pies, pulidas
Y entre las cuales crecen matojos de hierba, son
Obras dichosas.
Introducidas en el uso de muchos
A menudo cambiadas, mejoran su forma y se vuelven
exquisitas
Porque se probaron con frecuencia.
Incluso los pedazos de las estatuas
Con sus manos arrancadas me encantan. También ellas
Vivieron para mí. Aunque abandonadas, se las usó, no
obstante.
Aunque derribadas, no se irguieron, con todo, demasiado
alto.
Los edificios a medio derrumbar
Tienen de nuevo el aspecto de lo todavía no acabado
De lo planeado a lo grande: sus hermosas proporciones
Ya pueden presentirse; pero ellas precisan
Aún de nuestra comprensión. Por otro lado
Ya han prestado servicio, ya han pasado de moda. Todo
esto
Me complace.
La quema de libros
Cuando el régimen ordenó quemar públicamente
Libros con saber perjudicial y por todas partes
Hubo bueyes forzados a arrastrar hasta las hogueras
Carros con libros, un poeta expulsado
Uno de los mejores, estudiando con indignación
La lista de los que ardieron, descubrió que sus libros
Habían sido olvidados. Se apresuró hasta el escritorio
Lleno de ira, y escribió una carta a los poderosos.
¡Quemadme!, escribió con pluma voladora, ¡quemadme!
¡No me hagáis esto! ¡No me dejéis de lado! ¿No he
informado
Siempre de la verdad en mis libros? Y ahora
¡Me tratáis como a un mentiroso! Os ordeno:
¡Quemadme!
El regreso
Mi ciudad natal, ¿cómo la encontraré?
Siguiendo los enjambres de bombarderos
Volveré a casa.
¿Dónde se encuentra? Donde haya
Enormes montañas de humo.
Ahí en el fuego
Está.
La ciudad natal, ¿cómo me recibirá?
Delante de mí van los bombarderos. Anuncian
Letales enjambres mi regreso. Los incendios
Preceden al hijo.
Tomado de:
https://www.zendalibros.com/5-poemas-de-no-pudimos-ser-amables-de-bertolt-brecht/

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