jueves, 14 de agosto de 2025

POEMAS DE BERTOLT BRECH -EN CONMEMORACIÓN DE SU PARTIDA-



La cuerda cortada

 

La cuerda cortada puede volver a anudarse,

vuelve a aguantar, pero

está cortada.

 

Quizá volvamos a tropezar, pero allí

donde me abandonaste no

volverás a encontrarme.

 

Versión de Jesús Munárriz y Jenaro Talens

 

 

La infanticida Marie Farrar

 

1

Marie Farrar, nacida en abril,

menor, sin señas particulares, raquítica, huérfana,

hasta el presente no fichada, dice haber

asesinado a un niño de la siguiente manera:

 

Que ya en el segundo mes intentó

en lo de una mujer que vivía en un sótano

abortarlo con dos inyecciones, que declara

fueron dolorosas. Pero no quiso salir.

Y a ustedes, les ruego, se abstengan de juzgar

Pues toda criatura necesita ayuda de todas las demás.

 

2

A pesar de ello dice haber pagado en el acto

lo convenido y desde entonces haber usado faja,

también bebió kerosen con pimienta molida;

pero que todo eso no hizo sino provocarle diarrea.

Que su cuerpo se hinchó a ojos vistas y que tuvo

dolores agudos, mientras lavaba los platos, muchas veces.

Ella misma, dice, aún no había dejado de crecer.

Que le rezó a la virgen, con mucha esperanza.

En cuanto a ustedes, les ruego, se abstengan de juzgar,

Pues toda criatura necesita ayuda de todas las demás.

 

3

Al parecer, las oraciones no dieron resultado.

También, era mucho pedir. Cuando se puso más gruesa

le daban mareos durante la misa. Sentía el cuerpo húmedo

de miedo, cuando se arrodillaba al pie del altar.

Sin embargo, mantuvo en secreto su estado,

hasta que finalmente la sorprendió el parto.

Pudo ocultarlo todo, seguramente porque nadie creía que ella

tan sin gracia, hubiera caído en la tentación.

Y a ustedes, les ruego, se abstengan de juzgar

Puesto toda criatura necesita ayuda de todas las demás.

 

4

Que ese día, según ella, muy de madrugada

al lavar la escalera sintió que le clavaban

uñas en el vientre. El dolor la estremecía.

Y, sin embargo, logró disimularlo.

Todo el día. Mientras cuelga la ropa

la cabeza le estalla: de repente se da cuenta

que va a parir y siente un gran peso

sobre el corazón. Solo muy tarde sube al cuarto.

Pero a ustedes, les ruego, se abstengan de juzgar

Pues toda criatura necesita ayuda de todas las demás.

 

5

La llamaron de nuevo cuando ya se había acostado,

había nevado y tuvo que barrer.

Así hasta las once. Aquel fue un largo día.

Solo entrada la noche pudo parir en paz.

Y dio a luz, así declara, a un niño varón,

a un hijo que era igual a otros hijos,

pero ella no era igual que otras madres, eso

quiero aclararlo sin ironía y sin mayor motivo.

En cuanto a ustedes, les ruego, se abstengan de juzgar

Pues toda criatura necesita ayuda de todas las demás.

 

6

Dejémosla que siga relatando

lo que con ese hijo pasó

(dijo que no pensaba guardarse una palabra)

para que todos lo sepan y se ubiquen.

Dice que a poco de acostarse sintió intenso malestar,

sin saber qué podría ocurrir,

pues estaba sola, y que se forzó a no gritar.

Y yo a ustedes, les ruego, se abstengan de juzgar

Pues toda criatura necesita ayuda de todas las demás.

 

7

Con sus últimas fuerzas, dice que luego,

como su cuarto estaba helado, se arrastró

hasta el retrete y allí (no recuerda exactamente

en qué momento), sin más vueltas, parió

hacia el amanecer. Dice que entonces se sintió

muy confusa, y luego, ya medio congelada,

porque en el baño de servicio entra la nieve,

apenas tuvo fuerzas para alzar al niño.

En cuanto a ustedes, les ruego, se abstengan de juzgar

Pues toda criatura necesita ayuda de todas las demás.

 

8

Luego, entre el baño y la pieza -dice que hasta entonces

no había pasado nada-, la criatura

comenzó a gritar, eso la alteró de tal manera,

que la golpeó con ambos puños y con fuerza,

ciegamente, dice, hasta que se calló.

Luego de ello se llevó el cuerpito consigo

a la cama por el resto de la noche

y de mañana lo escondió en el lavadero.

Pero a ustedes, les ruego, se abstengan de juzgar

Pues toda criatura necesita ayuda de todas las demás.

 

9

Marie Farrar, nacida en abril,

muerta en la prisión de Meissen

madre soltera, sentenciada, quiere

mostrarles los sufrimientos de todas las criaturas.

Ustedes que dan a luz en limpias

camas de maternidad y llaman

"benditos" a sus vientres preñados quieran

no condenar a los débiles perdidos

pues sus pecados fueron duros y su dolor fue grande.

Por eso, les ruego, se abstengan de juzgar

Pues toda criatura necesita ayuda de todas las demás.

 

 

Lección de amor

 

Pero chiquilla, te recomiendo

algo de seducción en los grititos:

carnal me gusta el alma

y con alma la carne.

 

La castidad no puede rebajar la lujuria;

si estuviese hambriento me gustaría saciarme.

Me apetece que la virtud tenga trasero

y que el trasero tenga sus virtudes.

 

Desde que el dios aquel cabalgó al cisne

a más de una chica le da miedo,

aunque también sufra con gusto

que él se aferre al canto del cisne.

 

Versión de Jesús Munárriz y Jenaro Talens

 

 

Loa del estudio

 

¡Estudia lo elemental! Para aquellos

cuya hora ha llegado

no es nunca demasiado tarde.

¡Estudia el "abc”! No basta, pero

Estúdialo. ¡No te canses!

¡Empieza! ¡Tú tienes que saberlo todo!

Estás llamado a ser un dirigente.

 

¡Estudia, hombre en el asilo!

¡Estudia, hombre en la cárcel!

¡Estudia, mujer en la cocina!

¡Estudia, sexagenario!

Estás llamado a ser un dirigente.

 

¡Asiste a la escuela, desamparado!

¡Persigue el saber, muerto de frío!

¡Empuña el libro, hambriento! ¡Es un arma!

Estás llamado a ser un dirigente.

 

¡No temas preguntar, compañero!

¡No te dejes convencer!

¡Compruébalo tú mismo!

Lo que no sabes por ti,

no lo sabes.

Repasa la cuenta,

tú tienes que pagarla.

Apunta con tu dedo a cada cosa

y pregunta: "Y esto, ¿de qué?"

Estás llamado a ser un dirigente.

1933

Versión de Jesús López Pacheco

Sobre la traducción del alemán por Vicente Romero

 

 

Pero en la fría noche

 

Pero ya sólo el hielo, en la fría noche, agrupaba

los cuerpos blanquecinos en el bosque de alisos.

Semidespiertos, escuchaban de noche, no susurros de amor

sino, aislados y pálidos, el aullar de los perros helados.

 

Ella se apartó por la noche el pelo de la frente, y se esforzó

por sonreír,

él miró, respirando hondo, mudo, hacia el deslucido cielo.

Y por las noches miraban al suelo cuando sobre ellos

infinitos pájaros de gran tamaño en bandadas procedentes

del Sur se arremolinaban, excitado bullicio.

 

Sobre ellos cayó una lluvia negra.

 

Versión de Jesús Munárriz y Jenaro Talens

 

 

Preguntas

 

¡Escríbeme qué llevas puesto! ¿Es cálido?

¡Escríbeme en qué duermes! ¿Es también blando?

¡Escríbeme qué aspecto tienes! ¿Sigue siendo el mismo?

¡Escríbeme qué echas de menos! ¿Mi brazo?

¡Escríbeme cómo te va! ¿Te respetan?

¡Escríbeme qué andan haciendo! ¿Tienes bastante valor?

¡Escríbeme qué haces tú! ¿Sigue siendo bueno?

¡Escríbeme en qué piensas! ¿En mí?

¡La verdad es que sólo tengo preguntas para ti!

¡Y espero con ansiedad la respuesta!

Cuando tú estás cansada, nada puedo llevarte.

Si pasas hambre, no puedo darte de comer.

Así que estoy como fuera del mundo,

perdido, como si te hubiese olvidado.

 

 

Quiero ir con aquel a quien amo...

 

Quiero ir con aquel a quien amo.

No quiero calcular lo que cuesta.

No quiero averiguar si es bueno.

No quiero saber si me ama.

Quiero ir con aquél a quien amo.

 

Versión de Jesús Munárriz y Jenaro Talens

 

 

Recuerdo de Marie A.

 

1

En aquel día de luna azul de septiembre

en silencio bajo un joven ciruelo

estreché a mi pálido amor callado

entre mis brazos como un sueño bendito.

Y por encima de nosotros en el hermoso cielo estival

había una nube, que contemplé mucho tiempo;

era muy blanca y tremendamente alta

y cuando volví a mirar hacia arriba, ya no estaba.

 

2

Desde aquel día muchas, muchas lunas

se han zambullido en silencio y han pasado.

Los ciruelos habrán sido arrancados

y si me preguntas ¿qué fue de aquel amor?

entonces te contesto: no consigo acordarme,

pero aun así, es cierto, sé a qué te refieres.

Aunque su rostro, de verdad, no lo recuerdo,

ahora sé tan sólo que entonces la besé.

 

3

Y también el beso lo habría olvidado hace tiempo

de no haber estado allí aquella nube;

a ella sí la recuerdo y siempre la recordaré,

era muy blanca y venía de arriba.

Puede que los ciruelos todavía florezcan

y que aquella mujer tenga ya siete hijos,

pero aquella nube floreció sólo algunos minutos

y cuando miré a lo alto se estaba desvaneciendo en el viento.

 

Versión de Jesús Munárriz y Jenaro Talens

 

 

Canción del comerciante

 

Río abajo hay arroz,

río arriba la gente necesita el arroz.

Si lo guardamos en los silos,

más caro les saldrá luego el arroz.

Los que arrastran las barcas recibirán aún menos.

Y tanto más barato será para mí.

Pero ¿qué es el arroz realmente?

 

¡Yo qué sé lo que es el arroz!

¡Yo qué sé quién lo sabrá!

Yo no sé lo que es el arroz.

No sé más que su precio.

 

Se acerca el invierno, la gente necesita ropa.

Es preciso, pues, comprar algodón

y no darle salida.

Cuando el frío llegue, encarecerán los vestidos.

Las hilanderías pagan jornales excesivos.

En fin, que hay demasiado algodón.

Pero ¿qué es realmente el algodón?

 

¡Yo qué sé lo que es el algodón!

¡Yo qué sé quién lo sabrá!

Yo no sé lo que es el algodón.

No sé más que su precio.

 

El hombre necesita abundante comida

y ello hace que el hombre salga más caro.

Para hacer alimentos se necesitan hombres.

Los cocineros abaratan la comida,

pero la ponen cara los mismos que la comen.

En fin, son demasiado escasos los hombres.

Pero ¿qué es realmente un hombre?

 

¡Yo qué sé lo que es un hombre!

¡Yo qué sé quién lo sabrá!

Yo no sé lo que es un hombre.

No sé más que su precio.

 

 

La lista de lo necesario

 

Conozco muchos que andan por ahí con la lista

de lo que necesitan.

Aquel a quien la lista es presentada, dice: es mucho.

Mas aquel que la ha escrito dice: esto es lo mínimo.

Pero hay quien orgullosamente muestra

su breve lista.

 

 


 Preguntas de un obrero ante un libro

Tebas, la de las Siete Puertas, ¿quién la construyó?

En los libros figuran los nombres de los reyes.

¿Arrastraron los reyes los grandes bloques de piedra?

Y Babilonia, destruida tantas veces,

¿quién la volvió a construir otras tantas? ¿En qué casas

de la dorada Lima vivían los obreros que la construyeron?

La noche en que fue terminada la Muralla china,

¿adónde fueron los albañiles? Roma la Grande

está llena de arcos de triunfo. ¿Quién los erigió?

¿Sobre quiénes triunfaron los Césares? Bizancio, tan cantada,

¿tenía sólo palacios para sus habitantes? Hasta en la fabulosa Atlántida,

la noche en que el mar se la tragaba, los habitantes clamaban

pidiendo ayuda a sus esclavos.

El joven Alejandro conquistó la India.

¿Él solo?

César venció a los galos.

¿No llevaba consigo ni siquiera un cocinero?

Felipe II lloró al hundirse

su flota. ¿No lloró nadie más?

Federico II venció la Guerra de los Siete Años.

¿Quién la venció, además?

Una victoria en cada página.

¿Quién cocinaba los banquetes de la victoria?

Un gran hombre cada diez años.

¿Quién pagaba sus gastos?

 

Una pregunta para cada historia.

 

 

Loa del estudio

 

¡Estudia lo elemental! Para aquellos

cuya hora ha llegado

no es nunca demasiado tarde.

¡Estudia el «abc»! No basta, pero

estúdialo, ¡No te canses!

¡Empieza! ¡Tú tienes que saberlo todo!

Estás llamado a ser un dirigente.

 

¡Estudia, hombre en el asilo!

¡Estudia, hombre en la cárcel!

¡Estudia, mujer en la cocina!

¡Estudia, sexagenario!

Estás llamado a ser un dirigente.

 

¡Asiste a la escuela, desamparado!

¡Persigue el saber, muerto de frío!

empuña el libro, hambriento! ¡Es un arma!

Estás llamado a ser un dirigente.

 

¡No temas preguntar, compañero!

¡No te dejes convencer!

¡Compruébalo tú mismo!

Lo no sabes por ti,

No lo sabes

Repasa la cuenta,

Tú tienes que pagarla.

Apunta con tu dedo a cada cosa

Y pregunta: «Y esto, ¿de qué?»

Estás llamado a ser un dirigente.

 

 

1940

 

Mi hijo pequeño me pregunta: ¿Tengo que aprender

matemáticas?

¿Para qué?, quisiera contestarle. De que dos pedazos de pan

son más que uno

ya te darás cuenta.

Mi hijo pequeño me pregunta: ¿Tengo que aprender francés?

¿Para qué?, quisiera contestarle. Esa nación se hunde.

Señálate la boca y la tripa con la mano,

que ya te entenderán.

Mi hijo pequeño me pregunta: ¿Tengo que aprender

historia?

¿Para qué?, quisiera contestarle. Aprende a esconder la

cabeza en la tierra

y acaso te salves.

 

¡Sí, aprende matemáticas, le digo,

aprende francés, aprende historia!

 

 

Lectura del periódico mientras hierve el té

 

Muy de mañana leo en el periódico los planes sensacionales

del Papa y de los reyes, de los banqueros y de los reyes del

petróleo.

Con el otro ojo miro

el puchero con el agua del té,

cómo se enturbia y empieza a hervir y de nuevo se aclara,

hasta que, rebosando del puchero, apaga el fuego.

 

 

No aceptes

 

No.

No aceptes lo habitual como cosa natural.

Porque en tiempos de desorden,

de confusión organizada,

de humanidad deshumanizada,

nada debe parecer natural.

Nada debe parecer imposible de cambiar.

 

 


 O todos o ninguno

Esclavo, ¿quién te liberará?

Los que están en la sima más honda

te verán, compañero,

tus gritos oirán.

Los esclavos te liberarán.

 

O todos o ninguno. O todo o nada.

Uno sólo no puede salvarse.

O los fusiles o las cadenas.

O todos o ninguno. O todo o nada.

 

Hambriento, ¿quién te alimentará?

Si tú quieres pan, ven con nosotros,

los que no lo tenemos.

Déjanos enseñarte el camino.

Los hambrientos te alimentarán.

 

O todos o ninguno. O todo o nada.

Uno sólo no puede salvarse.

O los fusiles o las cadenas.

O todos o ninguno. O todo o nada.

 

Vencido, ¿quién te puede vengar?

Tú que padeces heridas,

únete a los heridos.

Nosotros, compañero, aunque débiles,

nosotros te podemos vengar.

 

O todos o ninguno. O todo o nada.

Uno sólo no puede salvarse.

O los fusiles o las cadenas.

O todos o ninguno. O todo o nada.

 

Hombre perdido, ¿quién se arriesgará?

Aquel que ya no pueda soportar

su miseria, que se una a los que luchan

porque su día sea el de hoy

y no algún día que ha de llegar.

 

O todos o ninguno. O todo o nada.

Uno sólo no puede salvarse.

O los fusiles o las cadenas.

O todos o ninguno. O todo o nada.

Tomado de:

https://ddooss.org/textos/poesia/poemas-bertolt-brecht

 

 

Balada del guardabosques y la condesa

 

En tierras de Suecia vivía una condesa

que era tan pálida y tan bella.

«¡Señor guarda, señor guarda, mi liga se soltó,

se soltó, se soltó!

¡Guarda, arrodíllate, pronto, y átamela!»

 

«Señora condesa, señora condesa, no me miréis así,

yo os sirvo por mi pan.

¡Vuestros pechos son blancos pero el hacha es fría,

es fría, es fría!

Dulce es el amor, pero amarga la muerte.»

 

El guarda escapó aquella misma noche.

Cabalgó monte abajo hasta que llegó al mar.

«¡Señor barquero, señor barquero, acógeme en tu barca,

en tu barca, en tu barca!

Barquero, tengo que ir hasta el fin del mar.»

Entre el gallo y la zorra brotó el amor.

«Oh, dorado, ¿me amas de verdad?»

y fina fue la noche, pero el alba llegó,

llegó, llegó:

todas sus plumas cuelgan del zarzal.

 

Versión de Jesús Munárriz y Jenaro Talens

 

 

Canción de la mujer

 

1. De noche junto al río en el oscuro corazón de los arbustos

a veces vuelvo a ver su rostro, el de la mujer que amé: mi

mujer, que murió.

 

2. Hace ya muchos años, y a ratos ya no sé nada de ella, la

que antes lo fue todo, pero todo se marchita.

 

3. Y ella era en mí como un pequeño enebro en las estepas de

Mongolia, cóncavas, con el cielo amarillo pálido y de gran tristeza.

 

4. Vivíamos en una cabaña negra junto al río, Los mosquitos

solían perforar su blanco cuerpo, y yo leía el periódico

siete veces o decía: tu pelo tiene un color sucio. O: no tienes corazón.

 

5. Pero un día, cuando estaba yo lavando mi camisa en la

cabaña, ella se acercó a la puerta y me miró y quería salir.

 

6. Y quien le había pegado hasta cansarse, dijo: ángel mío.

 

7. Y quien le había dicho te quiero la condujo fuera y

riendo miró al aire y alabó el buen tiempo y le dio la mano.

 

8. Como ya estaban afuera, al aire libre, y la cabaña estaba

desierta, cerró la puerta y se sentó tras el periódico.

 

9. Desde entonces no la he vuelto a ver, y de ella sólo quedó

el gritito que dio cuando por la mañana volvió a la puerta que

ya estaba cerrada.

 

10. Ahora la cabaña se ha podrido y mi pecho está relleno de

papel de periódico y por las noches tumbado junto al río en

el oscuro corazón de los arbustos me acuerdo de ella.

 

11. El viento lleva olor a hierba en el pelo y el agua grita sin

fin pidiendo calma a Dios, y en mi lengua tengo un sabor amargo.

 

Versión de Jesús Munárriz y Jenaro Talens

 

 

Canción de la prostituta

 

1

Señores míos, con diecisiete años

llegué al mercado del amor

y mucho he aprendido.

Malo hubo mucho,

pero ése era el juego.

Aunque hubo Cosas que sí me molestaron

(al fin y al cabo también yo soy persona).

Gracias a Dios todo pasa deprisa,

la pena incluso; también el amor.

¿Dónde están las lágrimas de anoche?

¿Dónde la nieve del año pasado?

 

2

Claro que con los años una va

más ligera al mercado del amor

y los abraza por rebaños.

Pero los sentimientos

se vuelven sorprendentemente fríos

si se escatiman tanto

(al fin y al cabo no hay provisión que no se acabe).

Gracias a Dios todo pasa deprisa,

la pena incluso; también el amor.

¿Dónde están las lágrimas de anoche?

¿Dónde la nieve del año pasado?

 

3

Y aunque aprendas bien el trato

en la feria del amor,

transformar el placer en calderilla

nunca resulta fácil.

Pero, bien, se consigue.

Aunque también envejeces mientras tanto

(al fin y al cabo no siempre se tienen diecisiete.)

Gracias a Dios todo pasa deprisa,

la pena incluso; también el amor.

¿Dónde están las lágrimas de anoche?

¿Dónde la nieve del año pasado?

 

Versión de Jesús Munárriz y Jenaro Talens

 

 

Canción de la viuda enamorada

 

Ay, ya sé, no deberla reconocer

que tiemblo cuando su mano me toca.

Ay, qué me ha sucedido

que rezo para que me seduzca.

¡Ay, ni cien caballos me arrastrarían al pecado!

¡Si al menos no me apeteciese tanto!

 

Si me resisto tanto al amor

sólo me he resistido realmente en el fondo

porque sé que si estuviera ante él en camisón

me dejaría hasta sin camisa.

¡Como que le van a importar a él mis reproches!

¡Si al menos no me apeteciese tanto!

 

Dudo que valga tanto como yo

y que para él sea amor de verdad.

Cuando todos mis ahorros se hayan gastado,

¿tirará el cacharro a la basura?

¡Ay, ya sé por qué le opuse tanta resistencia!

¡Si al menos no me apeteciese tanto!

 

Si tuviera dos dedos de sentido

nunca le habría concedido lo que por desgracia me pidió,

sino que le habría pegado una paliza

en cuanto se me acercó demasiado, como hizo.

¡Ay, ojalá se fuera al infierno!

(¡Si al menos no me apeteciese tanto!)

 

Versión de Jesús Munárriz y Jenaro Talens

 

 

Canción de una amada

 

1. Lo sé, amada: ahora se me cae el pelo por mi vida salvaje,

y me tumbo en las piedras. Me veis beber el aguardiente más

barato, y camino desnudo al viento.

 

2. Pero hubo un tiempo, amada, en que fui puro.

 

3. Tuve una mujer que era más fuerte que yo, como la hierba

es más fuerte que el toro: se vuelve a erguir.

 

4. Ella vio que yo era malo, y me amó.

 

5. No preguntó a dónde conducía el camino, que era su camino,

y quizás iba hacia abajo. Cuando me dio su cuerpo, dijo:

esto es todo. Y fue mi cuerpo.

 

6. Ahora ya no está en ningún lado, desapareció como una

nube cuando ha llovido, la abandoné y cayó, pues ése era su camino.

 

7. Pero de noche, a veces, cuando me veis beber, veo su cara,

pálida en el viento, fuerte y vuelta hacia mí, y me inclino ante

el viento.

 

Versión de Jesús Munárriz y Jenaro Talens

 

 

Canción desde el acuario

 

Salmo 5

 

He apurado la copia hasta el fondo. Es decir, he sido seducido.

Era un niño, y me amaron.

El mundo se desesperaba, pues yo me mantenía puro. Ella

     se revolcó por el suelo ante mí, con miembros tiernos

     y atrayente trasero. Me mantuve firme.

Para calmarla, cuando se excitó demasiado, yací con ella

     y me volví impuro.

El pecado me satisfizo. La filosofía me ayudaba al amanecer,

     cuando velaba. Me convertí en lo que querían.

Miré largo tiempo hacia arriba y pensé que el cielo estaba

     triste sobre mí. Pero veía que le era indiferente.

Él se amaba a sí mismo.

Ahora hace tiempo que me ahogué. Yazgo hinchado sobre

     el fondo.

Los peces viven dentro de mí. El mar se está agotando.

 

Versión de Vicente Forés

 

 

Como era II

 

Tus penas eran mis penas,

las mías, tuyas.

Si no estabas tú contenta,

yo no lo estaba.

 

Versión de Jesús Munárriz y Jenaro Talens

Tomado de:

http://amediavoz.com/brecht.htm

 

 

De todas las obras

 

De todas las obras humanas, mis preferidas

Son las usadas.

Las vasijas de cobre con abolladuras y los bordes aplastados

Los cuchillos y tenedores, cuyo mango de madera

Ha sido manoseado por muchas manos: tales formas

Me parecen las más nobles. Así también las baldosas de piedra

En torno a casas viejas, que han sido pisadas por muchos pies, pulidas

Y entre las cuales crecen matojos de hierba, son

Obras dichosas.

 

Introducidas en el uso de muchos

A menudo cambiadas, mejoran su forma y se vuelven exquisitas

Porque se probaron con frecuencia.

Incluso los pedazos de las estatuas

Con sus manos arrancadas me encantan. También ellas

Vivieron para mí. Aunque abandonadas, se las usó, no obstante.

Aunque derribadas, no se irguieron, con todo, demasiado alto.

Los edificios a medio derrumbar

Tienen de nuevo el aspecto de lo todavía no acabado

De lo planeado a lo grande: sus hermosas proporciones

Ya pueden presentirse; pero ellas precisan

Aún de nuestra comprensión. Por otro lado

Ya han prestado servicio, ya han pasado de moda. Todo esto

Me complace.

 

 

La quema de libros

 

Cuando el régimen ordenó quemar públicamente

Libros con saber perjudicial y por todas partes

Hubo bueyes forzados a arrastrar hasta las hogueras

Carros con libros, un poeta expulsado

Uno de los mejores, estudiando con indignación

La lista de los que ardieron, descubrió que sus libros

Habían sido olvidados. Se apresuró hasta el escritorio

Lleno de ira, y escribió una carta a los poderosos.

¡Quemadme!, escribió con pluma voladora, ¡quemadme!

¡No me hagáis esto! ¡No me dejéis de lado! ¿No he informado

Siempre de la verdad en mis libros? Y ahora

¡Me tratáis como a un mentiroso! Os ordeno:

¡Quemadme!

 

 

El regreso

 

Mi ciudad natal, ¿cómo la encontraré?

Siguiendo los enjambres de bombarderos

Volveré a casa.

¿Dónde se encuentra? Donde haya

Enormes montañas de humo.

Ahí en el fuego

Está.

 

La ciudad natal, ¿cómo me recibirá?

Delante de mí van los bombarderos. Anuncian

Letales enjambres mi regreso. Los incendios

Preceden al hijo.

Tomado de:

https://www.zendalibros.com/5-poemas-de-no-pudimos-ser-amables-de-bertolt-brecht/

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