haute couture
no hay profesión peor
que la de los diseñadores de moda.
esos que dictaminan convencidos
si para esta prolongada temporada
el largo de los versos
debe llegar hasta la rodilla
o bajar hasta los tobillos.
sus agrias mannequins desfilan luego
por todas las pasarelas disponibles
semejantes a enormes frutillas
—un gran salmón encarnado
trastabillando sobre altísimos zapatos—
o parecidas a ridículas cacerolas vueltas abajo
listas para el prometido aplauso
de la repetida
tediosa novedad.
si el “cómo” debe estar medio desnudo
si corresponde que se vea el “qué”.
sus creadores aseguran que de haber sido invitados
homero y t.s. eliot dirían “está bien”
y casi ninguno vacilará en aceptarlo.
en todo asunto el dictado de la moda
es la peor cosa de este mundo.
Procrastinación
desde mi ventana veo el árbol
colgando empecinadamente del abismo.
él creció como pudo
entre las ruinas del edificio de enfrente
porque cierta noche su semilla confundió
a esta ciudad con una cordillera.
como nuestros deseos
el débil árbol paga las consecuencias.
él siempre temerá la furia
de una tormenta imprevista
el sadismo de la lluvia antojadiza
la ferocidad del viento que no avisa
previamente de su llegada.
sus ya viejas raíces se aferran
sin embargo a la pared vertical
con la potencia de un remordimiento
aunque por prudencia tampoco este año
dará un solo fruto.
ningún pájaro es tan tonto
como para anidar en él:
desde lejos se sabe cuál es el destino
de todos los cabezaduras
que insisten en no caer ni darse por vencidos.
él casi
seco se alimenta de su propio orgullo
y lo posterga todo para seguir viviendo.
sobre la necedad de los cuentos de hadas
los buenos casi nunca ganan.
el amor es más débil.
por lo habitual ni tarde ni temprano
se hace justicia y el tiempo
no es capaz de curar
ni la más mínima herida.
¿pero qué sería de nosotros
-comprende, estima y valora-
sin los cuentos de hadas?
un pez en el acuario
su crimen fue la curiosidad o el hambre
tal vez sus padres ya eran esclavos
de esos enormes rostros que, de tanto en tanto,
se asoman entre la niebla del límite
a ver al detenido o golpean el vidrio sin respuesta.
¿a dónde se fue el océano el océano
sin paredes traslúcidas y sin luces lejanas?
el misterio es un inmenso afuera
que lo rodea todo y que le está prohibido.
lo sustituyó este mar minúsculo
donde cada tarde un dios avaro
deja caer comida de los cielos:
hojuelas que el cautivo atrapa escupe y luego traga
antes de que se pudran entre las algas de plástico.
siempre activo como un pensamiento
dando vueltas y vueltas y vueltas
en una cabeza que no lo deja partir
mirando permanentemente
lo que no puede entender.
la única certeza una vianda que no se quiere admitir.
Tomado de:
https://www.laraizinvertida.com/detalle-3149-luis-benitez
Primer Piso: Elianne McGohan
Ella estuvo en Miami
Aquella noche inolvidable
En que Jim Morrison cerró las puertas
Y se subió desnuda al escenario
“The old sacred
spirit is alive!”
“The ancient holy
ghost is alive!”
Gritaba en brazos de la policía
Y se golpeaba el pecho hermoso y bamboleante
“Santa, santa, santa” aullaba
En vez de “miserere”
El borracho panzón desde el micrófono
Le arrojó aquel beso
Antes de que se la ocultara
La Vía Láctea que había bajado hasta el escenario
Ella hoy tiene su Ph.D.
Y él su Pére Lachaise
Ambos enseñan poco pero bueno
Tres días a la semana
Ella en el salón correctamente iluminado
El en el más oscuro rincón del baño público
Apenas los separa un muro
Y unas pequeñas, eficientes puertas:
Es una suerte para todos
–ella incluida– que conozcan
Tan bien este trabajo
Y tengan tantos años en su oficio
Segundo Piso: Eliot Di Nucci
Nadie estuvo en el pasado
Y ninguno habitará el futuro.
Sólo existe este departamento,
La ventana que da a Central Park,
El tedio infinito de mis piernas inválidas,
El reloj que indica que dentro de dos horas
Vendrá la enfermera profesional
No sabe todavía lo que dice.
Mi vida no importa:
Una sola cosa late entre estas desiertas paredes
Y hace mucho que no es mi corazón.
En alguna parte, en algún cajón, una Beretta 40
Recuerda que vengué a mis piernas con ella,
Un día improbable, indefinido, de 1964,
Desde esta misma silla de ruedas,
Vaciándole el cargador a Moe “Ametralladora” Carrick,
No lejos de aquí, en una esquina que he olvidado.
Debajo de la pistola un viejo diario amarillento
Da todos los detalles de mi asunto.
Tercer Piso: Fiona Lara Fredericksen
Las tapas de la mitad de las revistas de la Tierra
Ofrecen mi retrato y buena parte de ellas
Se apilan hasta el techo en este piso
Y en esta vida donde sonrío a solas.
Cuarto Piso: Maurice y Miriam Podolski
Las antigüedades no tienen lugar
En nuestro piso, son sólo para vender,
De 8 AM a 8 PM ocupan nuestras vidas
Y luego, al abordar el metro tomados de la mano,
Como lo hacemos desde hace 45 años,
Las olvidamos en el negocio cerrado.
En la casa postales de nuestros hijos,
Venidas de Israel, de Missouri y de Idaho,
De Venezuela, de Salt Lake City y de Baviera,
Desplazan a las lámparas firmadas,
Los camafeos, las espadas y los jarrones.
Todas las noches, después de cenar,
Solos en la sala, contemplamos
Esas cartulinas resquebrajadas,
donde la tinta ya se desdibuja,
donde las palabras se transforman,
como lo hicimos la primera vez,
Cuando todavía alguna de ellas
Era echada por debajo de la puerta.
La vida es algo que siempre
Hay que cuidar de las polillas.
Quinto Piso: Mohamed, Zacharias, Richard, Aldous “Crazy Horse”, Buzzy y, ocasionalmente, algunas chicas sin nombre de la B Avenue
Qué cuidado ponemos a pesar de las tantas veces que
alguien se ha dado cuenta & han entrado en este piso los cerdos una vez
derribaron la puerta & el asunto hasta salió en los diarios aunque buzzy
dice que nadie ya lo recuerda de todos modos ¿qué estoy diciendo? & quién
es nadie para saber de nosotros si tienes cautela hombre & si depositas
cada mes cien dólares en la corte el desgraciado del dueño no logrará echarte a
la calle con todos tus amigos es una ley de 1953 la que nos protege además
somos veteranos
Recuerdo que richard que ahora no puede mover el brazo
derecho por la heroína era el más alto del grupo & el más loco & el
primero que dijo “metamos a la perra en la tina” esa vez que interrogábamos
fuera de las reglas en ¿dónde? ¿a quién le importa? Algo sucedió en 1965 éramos
tan jóvenes & metimos a la mujer en la tina & trajimos los bidones de
napalm & un fósforo éramos tan jóvenes & estaba tan lejos la vergüenza
de hanoi
Tiño mis canas como todos los demás, como hace aldous
crazy horse aunque ya era calvo al entrar al servicio & le da miedo
asomarse al espejo
¿Alguien se enteró? soy un negro desmemoriado pero estos
cuatro blancos son todo lo que queda del pelotón & desde entonces estuvimos
siempre juntos y no recuerdo si era buzzy o zacharias quien tenía el alquiler
del piso ellos tampoco lo recuerdan nadie recuerda nada eso es lo bueno de este
país & si tenés tacto amigo nadie te tocará el hombro & dirá ves esta
placa & te leerá tus derechos
Son mi familia & regulamos el paso cada viernes sólo
cada martes & viernes usamos las hipodérmicas o cuando creemos que es
viernes & uno solo de nosotros sale cada tanto a buscar comida tenemos las
pensiones & tenemos cuidado al andar por los pasillos o al tomar el
ascensor como si el viejo charlie estuviera a las nueve & aquí ya no
podemos usar los fusiles de asalto las granadas los morteros aunque cada tanto
oímos los helicópteros y nos arrojamos todos cuerpo a tierra por las ráfagas en
el gran salón donde no queda ya un solo mueble aunque yo guardo en alguna parte
“la browing” ah zacharías que fue a la universidad la llama el poeta lakista
dice estupideces dice que “la browing” es la reencarnación de un poeta inglés
Hace 27 años que nadie se da por enterado de que
seguimos aquí y eso es bueno
Traemos putas para fotografiar
Tomado de:
https://www.vallejoandcompany.com/2015/05/09/el-futuro-sin-freno-10-poemas-de-luis-b/
UN INSECTO EN ENERO
mínima en la ventana una presencia activa
apenas diferente del aire en su elemental dibujo
más seis patas y dos alas que el cuerpo verde
apenas una línea que atravesó
millones de años en su aleteo
desde los ollares de los dinosaurios
hasta el sobrio y frío presente en mi ventana
nunca fue más grande y jamás abundó:
cuando plantas que hoy son la hierba
alcanzaban alturas y redondeaban formas colosales
unos pocos como él se elevaban
hacia las lejanas copas con no poco esfuerzo
de esas mismas delicadas membranas
que frente a mí apenas mueve o que reposan
allí donde refleja el todo otro vasto mundo
que también le pertenece
su victoria hecha de un silencio seguro
como todas las cosas
EN EL BALNEARIO
Demoré cuarenta años en llegar al Pacífico.
Durante esa travesía hacia el poniente,
hacia estas aguas que eligen
como espuma llegar hasta el planeta,
abrí puertas que daban a insólitas escenas,
donde a veces alguien gritaba y otras
todo el teatro se quedaba en silencio.
Fueron centenares de habitaciones las que crucé
antes de llegar ante el Pacífico.
Conocí el pánico de vivir
y la fobia de morir,
dos hermanos gemelos.
Aprecié millones de gestos, muecas, rictus.
Oí en los vecindarios amalgamas de risas,
sollozos y lamentaciones, y muchas más
quedaron en ese cielo ajeno
al que se le da la espalda.
Estoy ante el sitio que dio nombre al azul,
frente al lugar donde el pesado color
se mece entre dos tierras.
Estoy inmóvil al borde mismo
como la piedra que una mano arroja
para que otra mano, invisible, la detenga.
Como aquel que sale a las euforias del sol
de las complejidades de un mundo subterráneo,
sombra sólo él bajo el extenso mediodía.
Porque también soy ese hombre.
El que, en un paisaje de espejos,
es devuelto a su única imagen
por el reflejo de las olas,
para vivir -entonces y nunca antes-
el instante donde todo acaba y se termina:
es el rompecabezas, que se arma.
El sol, el poco pasto, el aire que también es azul
y las exactas manchas del negro de las rocas
están finalmente en su lugar.
Este es el sitio donde se sabe
que levantar un puñado del volátil suelo
es arañar el vaso del reloj de arena.
Donde se interpreta que esas rápidas
construcciones de agua,
esos vertiginosos lazos de plata que suben
y pronto en lo muy hondo se sumergen,
son el mar que piensa
y que esas oscuras aves -que repentinamente allá se
elevan-
son sus mejores ideas,
esas que se marchan para siempre.
Estoy ante el Pacífico
como el hombre ante el fuego.
LA RENGA
Tan quemada en este mundo,
como el Amor Real en una sola
canción de las radios populares.
Tan odiada la esclava,
la negra, la fregona,
que sus patrones la desfloran
cada noche y ella, pendiente
de aflorar en una sílaba casual,
ella, la pobre, que arde -ahora- sólo en sombras.
Desnudo en la cocina
él jura, después de los whiskies,
que una sola cuestión de fe
todavía hay por la Tierra.
Tan indefensa en sus manos de beodo
brilla ética, por sobre todo ética,
la inútil fragua de imágenes,
la renga.
EL COTILLÓN DE LAS TINIEBLAS
Las llaves rotas, las monedas sin valor,
esos teléfonos anónimos recobrados de un bolsillo,
el polvo de las paredes, de los muebles, las ventanas.
El polvo que cubre toda la tierra
como un segundo mar, en seco.
Una mancha en la ropa que continúa en la carne,
un grito y después un susurro y después el silencio
que a duras penas se disfraza de resto de la tarde.
Un llamado sin voz, despertarse buscando
un algo indefinido que a nuestro lado se desangra
y difumina y que olvidamos por grados.
Lo que nos amenaza desde una mosca
chillando furiosa en la cortina.
Una misma situación, las idénticas palabras,
que cada cuatro exactos años se repiten
con la morosa precisión con la que baja,
de nuevo, un ascensor.
Las cosas que nos miran fijamente,
desde las vidrieras cerradas,
cada vez que pasamos haciendo
la penosa pantomima de ignorarlas.
Alguien que nos observa desde un lejano edificio,
exactamente cuando vemos sin oírlo
que nos está diciendo algo.
El compacto horror de la tortuga
que nos devuelve al jurásico.
LA PREGUNTA
¿Y el ocaso rompiéndose en oro rojo,
inmutable, más allá de la historia de la poesía
de Oriente y de Occidente,
el ocaso de oro rojo,
inalcanzable, el rojo de un astro roto
fracturado contra el borde del mundo,
eso que es lo único y lo primero, en lo que veo?
Cuando, auténtico y entero,
acá, aunque se haya vuelto casi la noche,
acá en los versos lo requiero.
UNA GARZA EN BUENOS AIRES
Algún pincel trazó una rápida letra S
delgada y blanca
sobre el agua castaña y allí estaba
de improviso la garza,
los turistas no la vieron
y ella sí vio todo y a todos, rápida
e inmóvil sobre el milagro del agua.
Un espejo en medio de la ciudad
negligente, pintado de transparente,
un ojal abierto que abrochó en un solo momento
toda la ropa vestida por el invierno.
Ella seguía en la orilla fatal de su propio Amazonas,
la pata desdeñosa replegada contra el cuerpo,
en un decir mi equilibrio está hecho
de una perenne silueta
y de una manera perenne que no los reconoce.
Era un arpón paciente atento sólo al cálculo
entre el berrido juguetón de los patos domésticos,
solamente ella precisa como una diminuta guadaña
en el Jardín Japonés que afable exponía sus gracias,
con esa serenidad oriental que nada sabe
de los bruscos asesinatos de una garza con hambre.
Todos se fueron pero de modo igual yo no vi nada:
faltó un segundo entre las cosas, creí;
un instante en el instante siguiente
fue sanguinariamente salteado,
pero cuando la garza voló
otra vida que la suya en el estanque faltaba.
Tomado de:
https://circulodepoesia.com/2011/07/foja-de-poesia-no-306-luis-benitez/
CON OTRO OJO
La verdadera poesía está desnuda:
por eso estas palabras van dejando sus ropas.
La poesía debe ser la lengua
de la boca que dice la verdad,
la verdad que se agita y desprende
de ese núcleo vivo, no-vivo,
esa primera cosa que dejó
la huella que llamamos cosa
al llegar aquí.
Vivir, escribir poesía como quien talla madera,
buscando el eje viviente, que está en todo
en todos y es el mismo.
DESPUÉS DE LAS PALABRAS
Y ahora te devuelvo, te exhalo:
entre mundos contrarios siempre estarás perdido.
Doblemente exiliada, criatura del sueño,
entre aquí y allí, donde estás parada.
Serás mi huérfano en un mundo de emblemas
y te perseguirán la espada, el gancho y la fría
risotada:
solo tú sabrás dónde queda Ítaca.
Serás mi huérfano en un mundo de emblemas
pero sabrás qué mástiles sostienen esas lágrimas:
conversaciones, teléfonos y rostros serán tu escarnio,
dos días tus verdugos, pero a ti te hará llorar una
palabra.
No volveremos a vernos nunca y nos veremos siempre:
esta sola ironía hará que todo exista y se contemple.
Pero serás sagrado. Ítaca no se olvida de lo que arroja
al mar.
Sabrás que en cada cosa y hombre hay una porción de tu
isla.
Te asomarás a ella para verte desnudo, solitario,
repleto de tu alma, intacto.
Tu isla será cualquier cosa: un fragmento de pan
peculiar,
la insólita confirmación de esta noticia grave.
Tu isla será cualquier hombre. Pero será casi siempre
una puerta cerrada. Ítaca no se olvida de lo que arroja
al mar.
Y así sabrás que Ítaca no existe y que no existe el mar.
Las dos caras de una moneda caerán sobre tu mano.
Serás sagrado y algún día (solo yo tengo tu Palabra)
Algún día todo será plenitud.
Ítaca inundará el mar.
CÉSAR VALLEJO
Por los corredores de la imaginación ir caminando,
libre y solo para siempre, como cuando era
y no sabía que era un niño,
hasta olvidar que estoy imaginando.
Que esta carne pesada, que orina y suda,
en una o dos ideas se resuma
o vuelva bien atrás, a esa casi nada
que casi nada ve en su cielo nublado.
Devuélveme al chimpancé o hazme solo literatura,
mas no me dejes la condición de hombre
Esto que todo lo pesa en mí
afuera no pesa nada.
Tomado de:
https://alpialdelapalabra.blogspot.com/2024/04/luis-benitez-poemas.html
DEJA QUE HABLE EZRA POUND
Si no tienes nada que decir cállate
deja que hable Ezra Pound
desde las sombras el espléndido anciano
desde la fina línea de agua
el magnífico anciano
te muestra los genuinos billetes de su fortuna
y todos brillan legítimos peces
de un río infinito que sí
ése nunca se detiene.
Si no tienes nada que decir cállate
los altos caballeros las damas abigarradas
que vivieron y murieron y nacieron por esta sola causa
no pueden tener al lado
el tartamudeo de un enano
la cojera de un monedero falso
que delata que el oro de sus verbos
carece de aquella delgada línea de agua
esa finesse salvaje la impecable mancha
que no adorna la cabeza del animal escrito
‑que
cruza sólo un instante por el papel- sino
que sale de adentro del animal desfondado
de las vísceras vivas donde corre la sangre real
‑ésa
de donde proviene el color del colorado‑
y palpita afuera como un monstruo de luz
como una imagen sin otra capilla que cada cosa
de cada universo posible e imposible
la que podría muy bien ser adorada
de pie y sin velos sin altares ni nada
‑ni
siquiera acólitos‑
bajo
el nombre de nuestra señora de los verbos
nimbada de estiércoles y nervios
de eclipses y novas oh tú
alta y baja sublime maliciosa
poesía que reinas sobre la amplia noche
y el delgado día
LAO-TSÉ PREPARA UNA SENTENCIA
Nada de lo que diga
Puede desviar la caída de una hoja.
Una palabra no
Frenará la otra.
Es inútil que a éstos
Que me escuchan dedique
Una verdad: la harán pedazos.
De sus pedazos nacerá Lao-Tsé.
DE LO QUE HUYE
Pensar que Spinoza murió puliendo lentes.
Que Blake se fatigaba en una imprenta
esperando la conversación de ese día con los ángeles.
Que por vivir Baudelaire se humillaba ante su madre.
Que Rimbaud fue silenciado por Rimbaud,
para que este ingenuo me hable de la literatura.
Como si posible fuera otra cosa que inventar
ante otros la forma de lo informe
y cobrar un salario. Qué persuadido está
de lo improbable. Esas palabras
han erigido congresos y simposios
y prestigios y famas quizá más perdurables.
Y en el centro, el errante, de esta cosa mundana,
ese brillo salvaje que por disfraz,
por burlarse o por escapar aún más
del terco intento, ha inventado
también estas criaturas, seguro
ríe en alguno desde el fondo de la sala.
O mira con piedad su simulacro.
Tomado de:
https://vuelapalabra.com/deja-que-hable-ezra-pound-y-otros-poemas-luis-benitez/

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