domingo, 31 de agosto de 2025

POEMAS DE LUIS BENÍTEZ

haute couture

 

no hay profesión peor

que la de los diseñadores de moda.

esos que dictaminan convencidos

si para esta prolongada temporada

el largo de los versos

debe llegar hasta la rodilla

o bajar hasta los tobillos.

sus agrias mannequins desfilan luego

por todas las pasarelas disponibles

semejantes a enormes frutillas

—un gran salmón encarnado

trastabillando sobre altísimos zapatos—

o parecidas a ridículas cacerolas vueltas abajo

listas para el prometido aplauso

de la repetida

tediosa novedad.

si el “cómo” debe estar medio desnudo

si corresponde que se vea el “qué”.

sus creadores aseguran que de haber sido invitados

homero y t.s. eliot dirían “está bien”

y casi ninguno vacilará en aceptarlo.

en todo asunto el dictado de la moda

es la peor cosa de este mundo.

 

 

Procrastinación

 

desde mi ventana veo el árbol

colgando empecinadamente del abismo.

él creció como pudo

entre las ruinas del edificio de enfrente

porque cierta noche su semilla confundió

a esta ciudad con una cordillera.

como nuestros deseos

el débil árbol paga las consecuencias.

él siempre temerá la furia

de una tormenta imprevista

el sadismo de la lluvia antojadiza

la ferocidad del viento que no avisa

previamente de su llegada.

sus ya viejas raíces se aferran

sin embargo a la pared vertical

con la potencia de un remordimiento

aunque por prudencia tampoco este año

dará un solo fruto.

ningún pájaro es tan tonto

como para anidar en él:

desde lejos se sabe cuál es el destino

de todos los cabezaduras

que insisten en no caer ni darse por vencidos.

él    casi seco    se alimenta de su propio orgullo

y lo posterga todo para seguir viviendo.

 

 

sobre la necedad de los cuentos de hadas

 

los buenos casi nunca ganan.

el amor es más débil.

por lo habitual ni tarde ni temprano

se hace justicia y el tiempo

no es capaz de curar

ni la más mínima herida.

¿pero qué sería de nosotros

-comprende, estima y valora-

sin los cuentos de hadas?

 

 

un pez en el acuario

 

su crimen fue la curiosidad o el hambre

tal vez sus padres ya eran esclavos

de esos enormes rostros que, de tanto en tanto,

se asoman entre la niebla del límite

a ver al detenido o golpean el vidrio sin respuesta.

¿a dónde se fue el océano    el océano

sin paredes traslúcidas y sin luces lejanas?

el misterio es un inmenso afuera

que lo rodea todo y que le está prohibido.

lo sustituyó este mar minúsculo

donde cada tarde un dios avaro

deja caer comida de los cielos:

hojuelas que el cautivo atrapa escupe y luego traga

antes de que se pudran entre las algas de plástico.

siempre activo como un pensamiento

dando vueltas y vueltas y vueltas

en una cabeza que no lo deja partir

mirando permanentemente

lo que no puede entender.

la única certeza una vianda que no se quiere admitir.

Tomado de:

https://www.laraizinvertida.com/detalle-3149-luis-benitez

 

 

Primer Piso: Elianne McGohan

 

Ella estuvo en Miami

Aquella noche inolvidable

En que Jim Morrison cerró las puertas

Y se subió desnuda al escenario

“The old sacred spirit is alive!”

“The ancient holy ghost is alive!”

Gritaba en brazos de la policía

Y se golpeaba el pecho hermoso y bamboleante

“Santa, santa, santa” aullaba

En vez de “miserere”

El borracho panzón desde el micrófono

Le arrojó aquel beso

Antes de que se la ocultara

La Vía Láctea que había bajado hasta el escenario

Ella hoy tiene su Ph.D.

Y él su Pére Lachaise

Ambos enseñan poco pero bueno

Tres días a la semana

Ella en el salón correctamente iluminado

El en el más oscuro rincón del baño público

Apenas los separa un muro

Y unas pequeñas, eficientes puertas:

Es una suerte para todos

–ella incluida– que conozcan

Tan bien este trabajo

Y tengan tantos años en su oficio

 

 

Segundo Piso: Eliot Di Nucci

 

Nadie estuvo en el pasado

Y ninguno habitará el futuro.

Sólo existe este departamento,

La ventana que da a Central Park,

El tedio infinito de mis piernas inválidas,

El reloj que indica que dentro de dos horas

Vendrá la enfermera profesional

No sabe todavía lo que dice.

Mi vida no importa:

Una sola cosa late entre estas desiertas paredes

Y hace mucho que no es mi corazón.

En alguna parte, en algún cajón, una Beretta 40

Recuerda que vengué a mis piernas con ella,

Un día improbable, indefinido, de 1964,

Desde esta misma silla de ruedas,

Vaciándole el cargador a Moe “Ametralladora” Carrick,

No lejos de aquí, en una esquina que he olvidado.

Debajo de la pistola un viejo diario amarillento

Da todos los detalles de mi asunto.

 

 

Tercer Piso: Fiona Lara Fredericksen

 

Las tapas de la mitad de las revistas de la Tierra

Ofrecen mi retrato y buena parte de ellas

Se apilan hasta el techo en este piso

Y en esta vida donde sonrío a solas.

 

 

Cuarto Piso: Maurice y Miriam Podolski

 

Las antigüedades no tienen lugar

En nuestro piso, son sólo para vender,

De 8 AM a 8 PM ocupan nuestras vidas

Y luego, al abordar el metro tomados de la mano,

Como lo hacemos desde hace 45 años,

Las olvidamos en el negocio cerrado.

En la casa postales de nuestros hijos,

Venidas de Israel, de Missouri y de Idaho,

De Venezuela, de Salt Lake City y de Baviera,

Desplazan a las lámparas firmadas,

Los camafeos, las espadas y los jarrones.

Todas las noches, después de cenar,

Solos en la sala, contemplamos

Esas cartulinas resquebrajadas,

donde la tinta ya se desdibuja,

donde las palabras se transforman,

como lo hicimos la primera vez,

Cuando todavía alguna de ellas

Era echada por debajo de la puerta.

La vida es algo que siempre

Hay que cuidar de las polillas.

 

 

Quinto Piso: Mohamed, Zacharias, Richard, Aldous “Crazy Horse”, Buzzy y, ocasionalmente, algunas chicas sin nombre de la B Avenue

 

Qué cuidado ponemos a pesar de las tantas veces que alguien se ha dado cuenta & han entrado en este piso los cerdos una vez derribaron la puerta & el asunto hasta salió en los diarios aunque buzzy dice que nadie ya lo recuerda de todos modos ¿qué estoy diciendo? & quién es nadie para saber de nosotros si tienes cautela hombre & si depositas cada mes cien dólares en la corte el desgraciado del dueño no logrará echarte a la calle con todos tus amigos es una ley de 1953 la que nos protege además somos veteranos

 

Recuerdo que richard que ahora no puede mover el brazo derecho por la heroína era el más alto del grupo & el más loco & el primero que dijo “metamos a la perra en la tina” esa vez que interrogábamos fuera de las reglas en ¿dónde? ¿a quién le importa? Algo sucedió en 1965 éramos tan jóvenes & metimos a la mujer en la tina & trajimos los bidones de napalm & un fósforo éramos tan jóvenes & estaba tan lejos la vergüenza de hanoi

 

Tiño mis canas como todos los demás, como hace aldous crazy horse aunque ya era calvo al entrar al servicio & le da miedo asomarse al espejo

 

¿Alguien se enteró? soy un negro desmemoriado pero estos cuatro blancos son todo lo que queda del pelotón & desde entonces estuvimos siempre juntos y no recuerdo si era buzzy o zacharias quien tenía el alquiler del piso ellos tampoco lo recuerdan nadie recuerda nada eso es lo bueno de este país & si tenés tacto amigo nadie te tocará el hombro & dirá ves esta placa & te leerá tus derechos

 

Son mi familia & regulamos el paso cada viernes sólo cada martes & viernes usamos las hipodérmicas o cuando creemos que es viernes & uno solo de nosotros sale cada tanto a buscar comida tenemos las pensiones & tenemos cuidado al andar por los pasillos o al tomar el ascensor como si el viejo charlie estuviera a las nueve & aquí ya no podemos usar los fusiles de asalto las granadas los morteros aunque cada tanto oímos los helicópteros y nos arrojamos todos cuerpo a tierra por las ráfagas en el gran salón donde no queda ya un solo mueble aunque yo guardo en alguna parte “la browing” ah zacharías que fue a la universidad la llama el poeta lakista dice estupideces dice que “la browing” es la reencarnación de un poeta inglés

 

Hace 27 años que nadie se da por enterado de que seguimos aquí y eso es bueno

 

Traemos putas para fotografiar

Tomado de:

https://www.vallejoandcompany.com/2015/05/09/el-futuro-sin-freno-10-poemas-de-luis-b/

 

 

UN INSECTO EN ENERO

 

mínima en la ventana una presencia activa

apenas diferente del aire en su elemental dibujo

más seis patas y dos alas que el cuerpo verde

apenas una línea que atravesó

millones de años en su aleteo

desde los ollares de los dinosaurios

hasta el sobrio y frío presente en mi ventana

nunca fue más grande y jamás abundó:

cuando plantas que hoy son la hierba

alcanzaban alturas y redondeaban formas colosales

unos pocos como él se elevaban

hacia las lejanas copas con no poco esfuerzo

de esas mismas delicadas membranas

que frente a mí apenas mueve o que reposan

allí donde refleja el todo otro vasto mundo

que también le pertenece

su victoria hecha de un silencio seguro

como todas las cosas

 

 

EN EL BALNEARIO

 

Demoré cuarenta años en llegar al Pacífico.

Durante esa travesía hacia el poniente,

hacia estas aguas que eligen

como espuma llegar hasta el planeta,

abrí puertas que daban a insólitas escenas,

donde a veces alguien gritaba y otras

todo el teatro se quedaba en silencio.

Fueron centenares de habitaciones las que crucé

antes de llegar ante el Pacífico.

Conocí el pánico de vivir

y la fobia de morir,

dos hermanos gemelos.

Aprecié millones de gestos, muecas, rictus.

Oí en los vecindarios amalgamas de risas,

sollozos y lamentaciones, y muchas más

quedaron en ese cielo ajeno

al que se le da la espalda.

Estoy ante el sitio que dio nombre al azul,

frente al lugar donde el pesado color

se mece entre dos tierras.

Estoy inmóvil al borde mismo

como la piedra que una mano arroja

para que otra mano, invisible, la detenga.

Como aquel que sale a las euforias del sol

de las complejidades de un mundo subterráneo,

sombra sólo él bajo el extenso mediodía.

Porque también soy ese hombre.

El que, en un paisaje de espejos,

es devuelto a su única imagen

por el reflejo de las olas,

para vivir -entonces y nunca antes-

el instante donde todo acaba y se termina:

es el rompecabezas, que se arma.

El sol, el poco pasto, el aire que también es azul

y las exactas manchas del negro de las rocas

están finalmente en su lugar.

Este es el sitio donde se sabe

que levantar un puñado del volátil suelo

es arañar el vaso del reloj de arena.

Donde se interpreta que esas rápidas

construcciones de agua,

esos vertiginosos lazos de plata que suben

y pronto en lo muy hondo se sumergen,

son el mar que piensa

y que esas oscuras aves -que repentinamente allá se elevan-

son sus mejores ideas,

esas que se marchan para siempre.

Estoy ante el Pacífico

como el hombre ante el fuego.

 

 

LA RENGA

 

Tan quemada en este mundo,

como el Amor Real en una sola

canción de las radios populares.

Tan odiada la esclava,

la negra, la fregona,

que sus patrones la desfloran

cada noche y ella, pendiente

de aflorar en una sílaba casual,

ella, la pobre, que arde -ahora- sólo en sombras.

Desnudo en la cocina

él jura, después de los whiskies,

que una sola cuestión de fe

todavía hay por la Tierra.

Tan indefensa en sus manos de beodo

brilla ética, por sobre todo ética,

la inútil fragua de imágenes,

la renga.

 

 

EL COTILLÓN DE LAS TINIEBLAS

 

Las llaves rotas, las monedas sin valor,

esos teléfonos anónimos recobrados de un bolsillo,

el polvo de las paredes, de los muebles, las ventanas.

El polvo que cubre toda la tierra

como un segundo mar, en seco.

Una mancha en la ropa que continúa en la carne,

un grito y después un susurro y después el silencio

que a duras penas se disfraza de resto de la tarde.

Un llamado sin voz, despertarse buscando

un algo indefinido que a nuestro lado se desangra

y difumina y que olvidamos por grados.

Lo que nos amenaza desde una mosca

chillando furiosa en la cortina.

Una misma situación, las idénticas palabras,

que cada cuatro exactos años se repiten

con la morosa precisión con la que baja,

de nuevo, un ascensor.

Las cosas que nos miran fijamente,

desde las vidrieras cerradas,

cada vez que pasamos haciendo

la penosa pantomima de ignorarlas.

Alguien que nos observa desde un lejano edificio,

exactamente cuando vemos sin oírlo

que nos está diciendo algo.

El compacto horror de la tortuga

que nos devuelve al jurásico.

 

 

LA PREGUNTA

 

¿Y el ocaso rompiéndose en oro rojo,

inmutable, más allá de la historia de la poesía

de Oriente y de Occidente,

el ocaso de oro rojo,

inalcanzable, el rojo de un astro roto

fracturado contra el borde del mundo,

eso que es lo único y lo primero, en lo que veo?

Cuando, auténtico y entero,

acá, aunque se haya vuelto casi la noche,

acá en los versos lo requiero.

 

 

UNA GARZA EN BUENOS AIRES

 

Algún pincel trazó una rápida letra S

delgada y blanca

sobre el agua castaña y allí estaba

de improviso la garza,

los turistas no la vieron

y ella sí vio todo y a todos, rápida

e inmóvil sobre el milagro del agua.

Un espejo en medio de la ciudad

negligente, pintado de transparente,

un ojal abierto que abrochó en un solo momento

toda la ropa vestida por el invierno.

Ella seguía en la orilla fatal de su propio Amazonas,

la pata desdeñosa replegada contra el cuerpo,

en un decir mi equilibrio está hecho

de una perenne silueta

y de una manera perenne que no los reconoce.

Era un arpón paciente atento sólo al cálculo

entre el berrido juguetón de los patos domésticos,

solamente ella precisa como una diminuta guadaña

en el Jardín Japonés que afable exponía sus gracias,

con esa serenidad oriental que nada sabe

de los bruscos asesinatos de una garza con hambre.

Todos se fueron pero de modo igual yo no vi nada:

faltó un segundo entre las cosas, creí;

un instante en el instante siguiente

fue sanguinariamente salteado,

pero cuando la garza voló

otra vida que la suya en el estanque faltaba.

Tomado de:

https://circulodepoesia.com/2011/07/foja-de-poesia-no-306-luis-benitez/

 

 

CON OTRO OJO

 

La verdadera poesía está desnuda:

por eso estas palabras van dejando sus ropas.

La poesía debe ser la lengua

de la boca que dice la verdad,

la verdad que se agita y desprende

de ese núcleo vivo, no-vivo,

esa primera cosa que dejó

la huella que llamamos cosa

al llegar aquí.

Vivir, escribir poesía como quien talla madera,

buscando el eje viviente, que está en todo

en todos y es el mismo.

 

 

DESPUÉS DE LAS PALABRAS

 

Y ahora te devuelvo, te exhalo:

entre mundos contrarios siempre estarás perdido.

Doblemente exiliada, criatura del sueño,

entre aquí y allí, donde estás parada.

Serás mi huérfano en un mundo de emblemas

y te perseguirán la espada, el gancho y la fría risotada:

solo tú sabrás dónde queda Ítaca.

Serás mi huérfano en un mundo de emblemas

pero sabrás qué mástiles sostienen esas lágrimas:

conversaciones, teléfonos y rostros serán tu escarnio,

dos días tus verdugos, pero a ti te hará llorar una palabra.

No volveremos a vernos nunca y nos veremos siempre:

esta sola ironía hará que todo exista y se contemple.

Pero serás sagrado. Ítaca no se olvida de lo que arroja al mar.

Sabrás que en cada cosa y hombre hay una porción de tu isla.

Te asomarás a ella para verte desnudo, solitario, repleto de tu alma, intacto.

Tu isla será cualquier cosa: un fragmento de pan peculiar,

la insólita confirmación de esta noticia grave.

Tu isla será cualquier hombre. Pero será casi siempre

una puerta cerrada. Ítaca no se olvida de lo que arroja al mar.

Y así sabrás que Ítaca no existe y que no existe el mar.

Las dos caras de una moneda caerán sobre tu mano.

Serás sagrado y algún día (solo yo tengo tu Palabra)

Algún día todo será plenitud.

 

Ítaca inundará el mar.

 

 

CÉSAR VALLEJO

 

Por los corredores de la imaginación ir caminando,

libre y solo para siempre, como cuando era

y no sabía que era un niño,

hasta olvidar que estoy imaginando.

Que esta carne pesada, que orina y suda,

en una o dos ideas se resuma

o vuelva bien atrás, a esa casi nada

que casi nada ve en su cielo nublado.

Devuélveme al chimpancé o hazme solo literatura,

mas no me dejes la condición de hombre

Esto que todo lo pesa en mí

afuera no pesa nada.

Tomado de:

https://alpialdelapalabra.blogspot.com/2024/04/luis-benitez-poemas.html

 

 

DEJA QUE HABLE EZRA POUND

 

Si no tienes nada que decir cállate

deja que hable Ezra Pound

desde las sombras el espléndido anciano

desde la fina línea de agua

el magnífico anciano

te muestra los genuinos billetes de su fortuna

y todos brillan legítimos peces

de un río infinito que sí

ése nunca se detiene.

Si no tienes nada que decir cállate

los altos caballeros las damas abigarradas

que vivieron y murieron y nacieron por esta sola causa

no pueden tener al lado

el tartamudeo de un enano

la cojera de un monedero falso

que delata que el oro de sus verbos

carece de aquella delgada línea de agua

esa finesse salvaje la impecable mancha

que no adorna la cabeza del animal escrito

que cruza sólo un instante por el papel- sino

que sale de adentro del animal desfondado

de las vísceras vivas donde corre la sangre real

ésa de donde proviene el color del colorado

y palpita afuera como un monstruo de luz

como una imagen sin otra capilla que cada cosa

de cada universo posible e imposible

la que podría muy bien ser adorada

de pie y sin velos sin altares ni nada

ni siquiera acólitos bajo

el nombre de nuestra señora de los verbos

nimbada de estiércoles y nervios

de eclipses y novas oh tú

alta y baja sublime maliciosa

poesía que reinas sobre la amplia noche

y el delgado día

 

 

LAO-TSÉ PREPARA UNA SENTENCIA

 

Nada de lo que diga

Puede desviar la caída de una hoja.

Una palabra no

Frenará la otra.

Es inútil que a éstos

Que me escuchan dedique

Una verdad: la harán pedazos.

De sus pedazos nacerá Lao-Tsé.

 

 

DE LO QUE HUYE

 

Pensar que Spinoza murió puliendo lentes.

Que Blake se fatigaba en una imprenta

esperando la conversación de ese día con los ángeles.

Que por vivir Baudelaire se humillaba ante su madre.

Que Rimbaud fue silenciado por Rimbaud,

para que este ingenuo me hable de la literatura.

Como si posible fuera otra cosa que inventar

ante otros la forma de lo informe

y cobrar un salario. Qué persuadido está

de lo improbable. Esas palabras

han erigido congresos y simposios

y prestigios y famas quizá más perdurables.

Y en el centro, el errante, de esta cosa mundana,

ese brillo salvaje que por disfraz,

por burlarse o por escapar aún más

del terco intento, ha inventado

también estas criaturas, seguro

ríe en alguno desde el fondo de la sala.

O mira con piedad su simulacro.

Tomado de:

https://vuelapalabra.com/deja-que-hable-ezra-pound-y-otros-poemas-luis-benitez/

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