sábado, 23 de agosto de 2025

POEMAS DE EDGAR LEE MASTERS RECORDAMOS SU NATALICIO


Ollie McGee

 

¿Han visto caminando por el pueblo

a un hombre cariacontecido y ojeroso?

Ese es mi esposo quien, por una oculta crueldad

nunca confesada, robó mi juventud y mi belleza;

hasta que, al fin, arrugada y con los dientes amarillos,

y con el orgullo roto y humildad vergonzosa,

me hundí en la sepultura.

¿Pero que creen ustedes que roe el corazón de mi esposo?

¡El rostro de lo que yo era, el rostro de lo que él hizo de mí!

Esto lo está arrastrando al lugar donde yazgo.

 

En la muerte, por tanto, estoy vengada.

 

 

Fletcher McGee

 

Ella tomó mi fuerza minuto por minuto,

ella tomó mi vida hora por hora,

ella me exprimió como una luna afiebrada

que socava al mundo girante.

Los días pasaron como sombras,

los minutos rotaron como estrellas.

Ella tomó la piedad de mi corazón,

y la convirtió en sonrisas.

Ella era un pedazo de arcilla de escultor,

mis secretos pensamientos eran dedos:

volaban más allá de su frente melancólica

y la arrugaban en lo profundo con dolor.

Ellos fijaron los labios, hundieron las mejillas,

y abatieron los ojos con la pena.

Mi alma había entrado en la arcilla,

luchando como siete demonios.

No era mía, no era suya;

ella la retenía, pero estas pugnas

modelaban un rostro que ella odiaba,

un rostro que yo temía ver.

Golpeé las ventanas, sacudí los cerrojos.

Me oculte en un rincón —

Y entonces ella murió y me persiguió,

y me ha cazado por toda la vida.

 

 

Serepta Mason

 

La flor de mi vida hubiera florecido por todas partes

salvo por un viento amargo que marchitó mis pétalos

en el lado de mí que ustedes en el pueblo podían ver.

Desde el polvo elevo una voz de protesta:

! mi lado floreciente no lo vieron jamás!

Ustedes, vivos, ustedes son en verdad tontos

que no conocen los caminos del viento

y las fuerzas invisibles

que gobiernan los procesos de la vida.

 

 

Amanda Barker

 

Henry me dejó embarazada,

sabiendo que yo no podría dar a luz vida

sin perder la mía.

En mi juventud, por lo tanto, entre en los portales del

polvo.

Viajero, se cree en el pueblo donde viví

que Henry me amó con amor de esposo,

pero yo desde el polvo proclamo

que él me mató para gratificar su odio.

Tomado de:

https://www.vallejoandcompany.com/2021/03/25/antologia-de-spoon-river-de-edgar-lee-masters-5-poemas/

 

 

La colina

 

¿Dónde están Elmer, Herman, Bert, Tom y Charley,

El débil de voluntad, el de brazos fuertes, el payaso, el borracho, el peleador?

Todos duermen en la colina.

 

Uno murió de fiebre,

Uno ardió en una mina,

Uno fue asesinado en una pelea,

Uno murió en prisión,

Uno cayó desde un puente, cuando trabajaba para su mujer y sus hijos-

Todos, todos duermen, duermen, duermen en la colina.

 

¿Dónde están Ella, Kate, Mag, Lizzie y Edith,

La de corazón tierno, la de alma simple, la bulliciosa, la orgullosa, la feliz?

Todas, todas duermen en la colina.

 

Una murió en un parto vergonzoso,

Una a causa de un amor frustrado,

Una en un prostíbulo a manos de un bruto,

Una con su orgullo roto, persiguiendo el deseo de su corazón;

Una, después de una vida alejada en Londres y en París,

Fue traída a este pequeño espacio junto a Ella y Kate y Mag-

Todas, todas duermen, duermen, duermen en la colina.

 

¿Dónde están el tío Isaac y la tía Emily,

Y el viejo Towny Kincaid y Sevigne Houghton,

Y el mayor Walker que había hablado

¿Con los venerables hombres de la revolución? -

Todos, todos duermen en la colina.

 

Trajeron a sus hijos muertos en la guerra,

Y a sus hijas aplastadas por la vida,

Y a los huérfanos, llorando-

Todos, todos duermen, duermen, duermen en la colina.

 

¿Dónde está Jones, el viejo violinista,

Qué jugó su vida durante noventa años,

Afrontando las nevadas a pecho descubierto,

Bebiendo, alborotando, sin pensar en esposa ni en familia,

Ni en el oro, ni en el amor, ¿ni en el cielo?

Acá lo tienen, aun balbuceando sobre el pescado frito de hace mucho tiempo,

Sobre las carreras de caballos en Clary’s Grove de hace mucho tiempo,

Sobre lo que Abe Lincoln

Dijo una vez en Springfield.

 

 

El ateo del pueblo

 

Bien, jóvenes polemistas de la doctrina

de la inmortalidad del alma;

yo, que reposo aquí, fui el ateo del pueblo,

locuaz, beligerante, versado en los argumentos

de los incrédulos. Pero durante una larga enfermedad,

con una tos mortal, leí

los Upanishads y la poesía de Jesús.

Eso encendió una antorcha de esperanza, intuición

y deseo que la Sombra,

llevándome veloz a través de las cavernas de la oscuridad,

no consiguió extinguir.

Escúchenme aquellos que viven en los sentidos

y piensan únicamente desde ellos:

la inmortalidad no es un regalo,

la inmortalidad es una conquista;

y solamente los que se esfuercen sin descanso

la obtendrán.

 

 

Walter Simmons

 

Mis padres creían que yo iba a ser

Tan grande como Edison o más grande:

Es que de niño hacía globos

Barriletes notables, juguetes con relojes,

Pequeñas locomotoras que corrían sobre rieles

Y teléfonos con hilos y latas.

Tocaba la corneta y pintaba cuadros,

Modelaba en arcilla e interpreté

Al villano en Octoroon.

Hasta que, a los veintiuno, me casé

Y tuve que vivir, y así, para vivir

Aprendí el oficio de relojero

Y puse mi tienda en la plaza,

Pensaba, pensaba, pensaba, pensaba, -

No en los negocios, sino en la máquina

Para cuya fabricación había estudia Cálculo.

Todo Spoon River observaba y esperaba

Verla funcionar, pero nunca funcionó.

Unas pocas almas amables consideraban que mi genio

Estaba de algún modo bloqueado por la tienda.

No era verdad.

La verdad era esta:

No me daban los sesos.

 

 

Amelia Garrick

 

Sí, aquí reposo junto a un rosal atrofiado,

en un lugar perdido cercano a la verja

donde los abrojos del bosque de Siever

fueron ganando terreno.

Vos, en cambio, sos líder en New York,

la esposa de un reputado millonario,

un nombre entre los pilares de la sociedad,

hermosa, admirada, magnificada tal vez

por la perspectiva distante.

Tuviste éxito,

yo fracasé ante la mirada del mundo.

Vos estás viva y yo estoy muerta.

No obstante, sé que derroté a tu espíritu;

y sé también que, yaciendo aquí lejos de vos,

ignorada entre las grandes amistades

de tu mundo brillante,

soy realmente la fuerza inconquistable que domina tu vida,

que la despoja de un completo triunfo.

 

 

Reuben Pantier

 

Bien, Emily Sparks, tus plegarias no fueron inútiles,

Ni tu amor fue del todo en vano.

Lo que sea que haya sido en la vida lo debo

A tu esperanza en que no me rendiría,

Lo debo a tu amor, que siempre me vió bueno.

Querida Emily, déjame contarte la historia.

Pasando por alto la influencia de mis padres,

La hija de la sombrerera me trajo problemas

Entonces me fui y me perdí por el mundo,

Donde padecí todos los peligros conocidos

Del vino, de las mujeres y del goce de la vida.

Una noche, en un cuarto de la Rue de Rivoli,

Tomaba vino con una cocotte de ojos negros,

Cuando las lágrimas inundaron mis ojos.

Ella creyó que eran lágrimas de amor y sonreía,

Pensando que me había conquistado.

Pero mi alma estaba a tres mil millas de allí,

En los días en que me enseñabas, en Spoon River.

Y porque ya nunca más podrías amarme,

Ni rezar por mí, ni escribirme cartas,

Tu eterno silencio hablaba por ti.

Y la cocotte de ojos negros creyó que las lágrimas eran para ella,

Como los falsos besos que le di.

Y de algún modo, desde ese momento, tuve una visión nueva.

¡Querida Emily Sparks!

Tomado de:

https://www.revistaaltazor.cl/edgar-lee-masters-2/

 

 

“BUTCH” WELDY

DESPUÉS que yo me metí en la religión y me estabilicé

Ellos me dieron un empleo en los trabajos de conservas alimenticias;

Y cada mañana yo tenía que llenar

El tanque en el patio con gasolina,

Que alimentaba los hornos en los sotechados

Para calentar los soldadores.

Y yo me montaba a una desvencijada escalera de mano a hacerlo,

Cargando cubos llenos del material.

Una mañana, mientras yo estaba parado allí vertiendo,

El aire creció sin cesar y parecía alzarse,

Y yo fui disparado como si el tanque hubiese explotado,

Y caí y salí con ambas piernas quebradas.

Y mis ojos se quemaron como un par de huevos.

Por alguien salí del fuego,

Y algo chupó la llamarada en el tanque.

El Juez de Circuito dijo que cualquiera que lo hubiese hecho

Era un compañero sirviente mío, y así

El hijo del viejo Rhodes no debía pagarme.

Y yo me senté en el estrado de los testigos tan ciego

Como necesita el violinista, diciendo una y otra vez,

“Yo no lo conozco a él de ningún modo”.

 

 

LYDIA PUCKETT

KNOWLT HOHEIMER huyó a la guerra

El día antes que Curl Trenary

Incoara una orden de arresto a través de Justicia Arnett

Por el hurto de puercos.

Pero esa no es la razón que lo convirtió en soldado.

Él me atrapó corriendo con Lucius Atherton.

Nosotros peleamos y yo le dije que nunca de nuevo

Cruzara mi senda.

Entonces él hurtó los puercos y se fue a la guerra-

Detrás de cada soldado está una mujer.

 

 

CHASE HENRY

EN vida yo era el borrachín del pueblo;

Cuando morí el sacerdote rehusó enterrarme

En suelo sagrado.

Lo cual redundó en mi buena fortuna.

Para los Protestantes vendieron este lote,

Y enterraron mi cuerpo aquí,

Cerca de la tumba del banquero Nicholas,

Y de su esposa Priscila.

Tomen nota, prudentes y pías almas,

De la contracorriente en la vida

Que brinda honor al muerto, quien vivió en la vergüenza.

 

 

JUEZ SOMERS

¿Cómo sucede, dime,

Que yo quien era el más erudito de los abogados,

Quien conocía Blackstone y Coke

Casi por corazón, quien hizo el más grande discurso

Que en el tribunal alguna vez se oyó, y escribió

Un compendio que ganó el premio Justice Breese

Cómo sucede, dime,

Que yo yazga aquí sin marca, olvidado,

Mientras Chase Henry, el borrachín del pueblo,

Tiene un bloque de mármol, coronado por una urna

En donde la Naturaleza, de un modo irónico,

Ha sembrado un floreciente hierbajo?

Tomado de:

https://www.isliada.org/poetas/edgar-lee-masters/

 

 

NÉLLIE CLARK

Sólo tenía ocho años;

y antes de crecer y saber lo que era,

no encontraba las palabras para decirlo, sólo sabía

que tenía miedo y se lo fui a contar a mamá;

y mi padre consiguió una pistola

y habría matado a Charlie, un muchacho ya grande

de quince años, si por su padre no hubiera sido.

De todas maneras se me quedó la historia.

Pero el hombre que se casó conmigo, viudo de treinta

y cinco años,

era nuevo en el pueblo y no supo del incidente

hasta dos años después de la boda.

Luego dijo que lo habían engañado,

y el pueblo acordó que en realidad no era virgen.

Total, me abandonó, y morí

en invierno, unos meses después.

 

 

GEORGE GRAY

Muchas veces he estudiado

el mármol que me cincelaron:

un barco con vela aferrada, en bahía, descansando.

En verdad es el retrato no de mi destino,

sino de mi vida.

Pues me ofrecieron amor y huí de su desilusión;

la tristeza tocó a mi puerta, pero me dio miedo;

me llamó la ambición, pero temía las consecuencias.

Y aún así

todos los días ansiaba que mi vida significara algo.

Ahora comprendo que hay que desplegar la vela

y aprovechar los vientos del destino,

no importa a dónde lleven el barco.

Hallar el significado de la vida puede terminar en locura,

pero la vida sin significado es la tortura

del insomnio y vagos deseos...

Es un barco que anhela el mar, siempre temeroso.

 

 

WENDELL P. BLOYD

Primero me acusaron de faltas a la moral,

ya que no hubo ley contra la blasfemia.

Después me encerraron por loco,

y un guardia católico me mató a golpes.

Mi ofensa fue ésta:

dije que Dios le mintió a Adán, y lo destinó

a vivir la vida de un idiota,

sin saber que en el mundo hay mal, lo mismo que bien.

Y cuando Adán se mostró más listo que Dios, comiéndose

la manzana,

la mentira se hizo patente.

Y Dios lo arrojó del Edén para evitar

que tomara el fruto de la vida eterna.

¡Por Cristo! Ustedes son gente sensata.

Escuchen lo que Dios mismo dice de esto en el Génesis:

“He aquí el hombre es como

uno de nosotros” (un poco de envidia, ¿verdad?),

“sabiendo el bien y el mal” (se descubre la mentira

 de que todo es bueno):

“Ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también

del árbol de la vida, y coma y viva para siempre”.

Y lo sacó Jehová del huerto del Edén.

(La razón, creo, por la cual Dios

crucificó a Su Propio Hijo

para salir de esta miserable maraña,

es que de Él no se esperaba menos)

 

 

REVERENDO LEMUEL WILEY

Prediqué cuatro mil sermones,

dirigí cuarenta misas de resurrección

y bauticé a no pocos conversos.

Pero ninguno de mis actos

brilla más en la memoria del mundo,

que el haber salvado a los Bliss del divorcio,

y ninguno le es más caro a mi persona

y el haber librado a sus hijos de esa desgracia

para que se hicieran hombres y mujeres decentes,

felices ellos, beneméritos del pueblo.

 

 

ALBERT SCHIRDING

Jonas Keene creyó su destino cruel

porque sus hijos fueron todos fracasos.

Pero yo sé de una suerte aún más atroz:

ser un fracaso mientras los hijos triunfan.

Pues crie una raza de águilas

que volaron, por fin, dejándome a mí

como cuervo en la rama abandonada.

Entonces fui en busca del título “Honorable”,

y para ganarme el respeto de mis hijos,

me lancé como candidato a la Superintendencia de

 Escuelas,

gastando todos mis ahorros para ganar... y perdí.

Ese otoño, a mi hija, le dieron primer lugar

en el concurso de pintura de París.

Ganó con su cuadro “El viejo molino” ...

(El molino de agua antes de que Henry Wilkins

instalara la máquina de vapor.)

Sentir que no fui digno de ella terminó conmigo.

 

 

JONAS KEENE

¿Por qué se mató Albert Schirding

en un esfuerzo por ser Superintendente de Escuelas,

dotado como estaba de lo mejor de la vida,

hijos maravillosos que lo colmaron de orgullo

antes de que cumpliera sesenta años?

Si tan sólo uno de mis hijos pudiera haber cuidado

un puesto de periódicos,

o si una de mis hijas se hubiera casado

con algún hombre decente,

no habría caminado debajo de la lluvia

ni me habría metido a la cama después

con mi ropa toda empapada,

rechazando a médico y medicinas.

 

 

YEE BOW

Me hicieron asistir a las clases de catecismo

en Spoon River,

y quisieron que negara a Confucio por Jesús.

No me pudo haber ido peor

si hubiera pretendido que negaran ellos

a Jesús por Confucio.

Pues, un día, sin siquiera avisar,

como si fuera una broma,

se me acercó por detrás, silenciosamente, Harry Wiley,

el hijo del ministro, y me perforó los pulmones

con mis propias costillas bajo el golpe de su puño.

Ahora nunca dormiré con mis ancestros en Pekín,

y ningún niño rezará sobre mi tumba.

Tomado de:

https://materialdelectura.unam.mx/images/stories/pdf5/edgar-lee-masters-79.pdf

 

 

"Indignación" Jones

 

¿No me creerían, verdad, si les dijera

que era yo de buen abolengo gales,

que tenía la sangre más pura

que la basura blanca de aquí,

que mi linaje era más directo que el de los neoingleses

y los virginianos de Spoon River?

No creerían que fui a la escuela

y que había leído libros.

Sólo me vieron como un hombre gastado

de pelo y barba enredados,

un hombre de ropa deshilachada.

A veces la vida se vuelve un cáncer

de tantos golpes, tanto golpe sin tregua,

y se convierte en una masa purpúrea

como plaga que ataca al maíz.

Yo fui carpintero, atascado en el fango de la vida

en que anduve, pensándola una pradera,

mi mujer, una perdida, y la pobre Minerva, mi hija,

la que ustedes atormentaron y arrojaron a su muerte.

Por eso me arrastré como caracol por los días

de mi vida.

Nunca más oirán mis pasos en la mañana

retumbar sobre el hueco de la acera,

caminando a la tienda por una pizca de maíz

y cinco centavos de tocino.

 

 

Elsa Wertman

 

Era yo una campesina alemana

de ojos azules, chapeada, fuerte y feliz,

y el primer lugar donde trabajé

fue en casa de Thomas Greene.

Un día de verano cuando ella no estaba,

entró en la cocina, silenciosamente.

Me tomó en sus brazos y me besó el cuello,

y yo volví la cabeza. Entonces,

ninguno de los dos parecía saber

qué era lo que estaba pasando,

y lloré por lo que sería de mí.

Y lloré y lloré por mi secreto que se hacía

cada vez más evidente.

Un día la señora de Greene me dijo

que entendía

y que no me haría la vida difícil;

ella, sin hijos, adoptaría al niño.

(Él le dio una granja para hacerla callar.)

Se escondió en la casa e hizo correr la voz

como si fuera a pasarle a ella.

Salí con bien, nació el infante; me trataron

con tanto cariño.

Después me casé con Gus Wertman

y pasaron así los años.

Pero en las convenciones políticas

cuando todos pensaban que mi llanto

se debía a la elocuencia de Hamilton Greene,

no era por eso,

¡No! Quería decir:

¡Ése es mi hijo! ¡Ése es mi hijo!

 

 

Hamilton Greene

 

Fui el único hijo de Francés Harris, virginiana,

y Thomas Greene, de Kentucky,

ambos de sangre valiente y honrada.

A ellos les debo todo lo que soy:

juez, congresista, importante senador.

De mi madre heredé

viveza, imaginación y lenguaje.

De mi padre, voluntad, juicio y lógica.

¡El honor es de ellos

por cuanto sirviera al pueblo!

 

 

Searcy Foote

 

Quería ir a la universidad,

lejos de aquí.

Pero mi tía, Persis, la rica,

no me quiso ayudar.

Entonces fui jardinero,

y con lo que gané

compré los libros de John Alden

y luché por la supervivencia.

Quería casarme con Delia Prickett,

pero ¿cómo con lo que yo ganaba?

Y ahí estaba mi tía, Persis, septuagenaria,

instalada en su silla de ruedas,

medio muerta,

su garganta tan paralizada que cuando comía

se le escurría la sopa como a un pato...

Y todavía no satisfecha, invertía sus ingresos

en hipotecas, nerviosa en todo momento

por sus acciones, rentas y papeles.

Ese día le estaba cortando leña

y leyendo a Proudhon en mis descansos.

Fui a la casa por un poco de agua,

y allí estaba, dormida en su sillón,

y Proudhon sobre la mesa,

y un frasco de cloroformo sobre el libro,

¡lo usaba a veces para dolor de muelas!

Vertí el cloroformo en un pañuelo

y se lo apliqué a la nariz

hasta que murió...

Oh Delia, Delia, tú y Proudhon

firme mantuvieron mi mano, y el forense

dijo que fue su corazón.

Me casé con Delia y me dieron el dinero...

¿Verdad que te burlé, Spoon River?

 

 

Archibald Higbee

 

Te odié, Spoon River. Traté de dejarte atrás,

me dabas vergüenza. Te aborrecí por ser

el lugar de mi nacimiento.

Y allá en Roma, entre los artistas,

hablando italiano, hablando francés,

a veces parecía estar libre

de toda huella de mi origen.

Parecía alcanzar las cumbres del arte

respirando el aire que los maestros respiraban,

contemplando el mundo con sus ojos.

Sin embargo, mi obra, la criticaban diciendo:

"¿Qué pretendes, amigo mío?

A veces la cara parece de Apolo,

y a veces se ve una sombra de Lincoln".

Saben que en Spoon River no había cultura,

me abrasaba del bochorno y callaba.

¿Y qué podía hacer, del todo cubierto

por el peso de suelo americano?

sino aspirar a otro nacimiento en el mundo

y rezar porque de mi alma se extirpase Spoon River.

 

 

Elmer Karr

 

Sólo el amor de Dios pudo hacer

que el pueblo de Spoon River se enterneciera

y me perdonara a mí,

que ofendí la cama de Thomas Merrit,

además de asesinarlo.

¡Oh, corazones benévolos que me aceptaron

al regresar de la prisión después de catorce años!

¡Oh, almas caritativas, que en la iglesia me recibieron

y escucharon llorando mi confesión penitente

comulgando con el pan y el vino!

Arrepentíos, vosotros los vivos, y descansad en Jesús.

 

 

Harry Wilmans

 

Acaba de cumplir veintiún años,

y Henry Phipps, el director de la escuela religiosa,

leyó un discurso en el teatro.

"Hay que defender el honor de la bandera", había dicho.

"No importa que la ataquen salvajes tagalos

o la más grande potencia de Europa."

Y aplaudimos, y aplaudimos su discurso y la bandera

que hacía ondear.

Y fui a la guerra a pesar de mis padres,

y seguí la bandera hasta verla izada

junto a nuestro campamento

en un arrozal no lejos de Manila.

Y todos lanzamos ¡vivas! y la vitoreamos.

Pero había moscas y cosas venenosas;

y había esa agua que era fatal,

y el calor cruel,

y la comida pestilente, putrefacta;

y el olor de la zanja detrás del campamento

donde los soldados iban a vaciarse;

y había esas putas que siempre nos seguían

infestadas todas de sífilis;

y los actos bestiales entre nosotros o a solas.

con intimidaciones y odio, la degradación común

y los días de repugnancia y las noches de miedo

que llevaron a la hora de la embestida por la ciénega

infernal,

detrás de la bandera,

hasta que caí con un grito, de entrañas vaciado a balazos.

¡Ahora, en Spoon River, me cubre una bandera!

¡Una bandera! ¡Una bandera!

 

 

John Wasson

 

¡Oh! pasto cubierto de rocío, pasto de las praderas

carolinenses,

pasto por el cual me siguió Rebecca, llorando, lloraba

el niño en sus brazos, lloraban los tres que la seguían,

todos lloraban,

alargando el adiós. Me fui a la guerra contra los ingleses,

y vinieron años largos y duros hasta el día de Yorktown

y la búsqueda de Rebecca.

La encontré, por fin, en el estado de Virginia,

dos hijos habían muerto.

Viajamos en buey hasta Tennessee,

al cabo de unos años llegamos a Illinois

y finalmente aquí a Spoon River.

Cortamos el pasto búfalo,

abrimos los bosques,

construimos las escuelas, los puentes,

hicimos los caminos y cultivamos la tierra,

solos con nuestra pobreza, las plagas, la muerte...

Si Harry Wilmans, quien contra los filipinos peleó,

ha de tener en su tumba una bandera,

¡yo le doy la mía!

Tomado de:

https://materialdelectura.unam.mx/poesia-moderna/16-poesia-moderna-cat/164-079-edgar-lee-masters?start=16

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