domingo, 10 de agosto de 2025

POEMAS DE DON MEE CHOI -Desde Corea-USA -

 


FRAGMENTO 1

 

En diciembre de 2016, volví a Corea del Sur. Lo hice como traductora, es

decir: volví como extranjera. Y, como tal, era invisible para la mayoría.

Deambulé por el centro de Seúl en busca de mi yo infantil, que se había

quedado allí mucho tiempo atrás. Como extranjera, solo entendía el idioma

de las alas: las alas de los animales totémicos de los viejos palacios por

donde solía corretear y jugar. A los tejados tradicionales bajo los cuales crecí

les habían salido alas, igual que a las cumbres que hay detrás de la plaza

Gwanghwamun. Ya no me reconocían entre una multitud de otros extranjeros

(turistas, más bien). Aun así, continué buscando más alas, mi idioma

de regreso

 

 

FRAGMENTO 2

 

Entonces llegó el terror

Nos apretujaron unos con otros

El que tenías detrás se veía obligado a apoyarse contra la pared, luego tú

te apoyabas contra él y el que tenías delante no podía hacer otra cosa que

sentarse en tu regazo

Así es como dormíamos

como cucharas

como brotes de soja

Entonces llegó el terror

 

 

FRAGMENTO 3

 

Operadores de

cucharas

brotes de soja

paliza, paliza, paliza

entonces vinieron todos

entonces terror

entonces corea

 

 

FRAGMENTO 4

 

En realidad, éramos todos ángeles. Éramos ángeles de blusas blancas como

grullas cuelliblancas. ¿Dónde están nuestras madres? No echamos la culpa

a nuestros padres. Están heridos y enfermos. Nosotros también nacimos

durante la guerra, el año de la revuelta estudiantil, después del golpe,

siempre en plena ley marcial. Todos somos huérfanos, huérfanos que no son

huérfanos. Ángeles que no son ángeles. También nosotros lloramos.

También cantamos, oblongos oblongos

 

 

FRAGMENTO 5

 

Queridos ángeles, hoy os hablaré de la importancia de la nación, de una

nación que no es una nación. El ángel del genocidio con respaldo

estadounidense se ha marchado a Hawái. Hasta nunca. Ahora debemos dirigirnos

a nuestra eternidad. ¡Nuestra eternidad de óbelo! ¡Nuestra eternidad de

lo oblongo! ¡Nuestra eternidad de guerra! ¿Estamos huérfanos de belleza?

¿Somos ángeles de eternidad? ¿Quiénes somos, en realidad?

Tomado de:

https://www.zendalibros.com/5-poemas-de-colonia-dmz-de-don-mee-choi/

 

 

La huérfana Yu Gi-myo
(13 años)

 

 

 

Salí cojeando del arrozal para buscar a mi familia. Mi madre estaba muerta, pero en su espalda mi hermano pequeño todavía estaba vivo. Se había cagado. Lo desaté y lo puse sobre mi propia espalda. No me acuerdo si lloraba o no. Mis oídos se entumecieron después de los disparos de ametralladora. Los soldados regresaron para revisar. Me hice la muerta. Estaba encima del vientre de mi madre. De su boca abierta yo todavía podía oler la sopa de fideos que había almorzado. Un fideo alrededor de su cuello parecía un collar. Alguien se quejó y dijo: Acaba conmigo. Así que los soldados volvieron a disparar. Cuando salí de la trinchera, la gente de la aldea dijo: ¡Mira los pies de tu hermano! Miré por encima del hombro. No tenía pies. Solo vi sus pantalones sucios y harapientos. Cuando llegué a casa, la gente de la aldea estaba adentro apiñada pues sus casas habían sido quemadas. Dijeron: Mira ese bulto de carne que tienes en la espalda. Me hice la sorda. Fin.

 

 

La huérfana Yi Jeong-seon
(7 años)

 

 

 

Tenía ganas de ir al excusado mientras el discurso seguía, pero mi madre me dijo que me quedara con ella. Me abrió un pequeño hueco y me dijo que me acostara. Entonces, ¡bum! me desmayé. Cuando abrí los ojos en el hueco estaba oscuro. Toqué cuerpos sin brazos, sin piernas, sin cabezas, buscando a mi madre. Mi cabeza dio un sinfín de vueltas. Vi a mi madre vestida de blanco con el pelo suelto alejándose de nuestra casa. La seguí. Y la Osa Mayor me siguió a mí. Hasta atravesé la Vía Láctea. Lo que vi fue un fantasma, entonces me di vuelta y caminé de regreso. Ya mi hermana estaba en casa. Lloraba todos los días. No pude ir a la escuela. No pude comer. Sobreviví un año solo comiendo avena de sésamo.

 

 

La huérfana Kim Seong-rye
(15 años)

 

 

 

Vi un sinfín de cuerpos calcinados. Vi filas y filas de cadáveres.

 

Un año más tarde, un día lluvioso de verano sentí llantos que venía del hoyo. Oblongo oblongo.

 

Vi fantasmas flotar en el bosque. Volaban en círculos alrededor de mí.

 

 

La huérfana nueve

 

 

Hice un tur en la Escuela No. 6 de Ilya Kabakov. Es una escuela imaginaria, abandonada en el desierto, igual que un huérfano. Un crítico famoso dijo que la escuela y los niños representan el futuro, ¡una utopía! No, esto no es un discurso. A lo mejor soy la única que piensa así, pero la representación puede ser mágica. La crueldad y la belleza —¿cómo conviven? Quisiera que las ocho huérfanas asistieran a esa escuela. Podrían haberles enseñado a los niños rusos cómo hacer fideos verdes con hojas de camelia. Y los niños rusos podrían haberles leído su cuento de hadas preferido: “Blancanieves”. El guía nos contó que una enorme serpiente vivía sola en el patio de la escuela, entre la hierba descuidada y unos árboles secos donde ningún pájaro se posa. ¡Qué vacío! Pero el salón de música era encantador. Había muchos cuentos escritos por los niños. Escribían de los sucesos en su aula, de cómo repararon la escuela, de cómo se portaron en un viaje a un museo, y así. Sus cuadernos tirados por el piso de madera cubierto de polvo no eran muy diferentes de los míos: “cuadernos abandonados que nadie necesita”, según el artista. Quisiera que las huérfanas escribieran sus cuentos de la escuela también. Pensaba que al piso le hacía falta una buena limpieza con aceite de sésamo, la manera en que los niños le sacaban brillo al tablado en mi vieja escuela, cuando me fijé en una tarjeta postal descolorida con una mariposa. Otra tarjeta junto a ella tenía unas rosas de color rosa. ¡Qué perfección! El artista lo había pensado todo, como lo hace un niño. Las rosas parecían unas flores de camelia, así que se las dibujé rápido a mi madre. Mi madre siempre buscaba las flores de camelia en nuestra huida. Quisiera que las huérfanas también pudieran dibujarles rosas a sus madres. No sabía que Blancanieves también volara con los ánsares nivales. Pero, es lo que pintó el artista, como si fuera uno de los niños: Ilustración para el cuento de hadas de Ostrovsky “Blancanieves”. De hecho, finge ser todos los niños de la escuela imaginaria mientras me hago la sorda. A lo mejor soy la única que piensa así, pero su traducción de “La doncella de nieve” en “Blancanieves” es sublime. Como dije, la representación puede ser mágica. De todos modos, se expone a Blancanieves en la vitrina junto al mural para anuncios. Quisiera que también se expusieran los retratos de las huérfanas, detrás del cristal. Entonces ¡vivirían para siempre en una utopía! ¡Ojalá! Parece que Blancanieves puede tocar la Vía Láctea. ¡Ojalá!

 

 

¿Quién soy yo?

 

Tú eres Halo

¿Quién soy yo?

Tú eres Oblongo

 

¿Quién soy yo?

Tú eres Nieve

¿Quién soy yo?

Tú eres Rosanieves

Tomado de:

https://www.vallejoandcompany.com/2021/04/15/huerfanas-11-poemas-don-mee-choi/

 

 

Desfile de suicidio

Padre–cianuro=

Observemos más detenidamente el arma más temida usada por los Estados Unidos en la guerra de Corea, un polvo gelatinoso compuesto por naftalina y palmitato

(por consecuencia, napalm)

65% de ácido oleico + 30% de ácidos grasos de coco + 5% de ácido nafténico

requiere el muy discutiblemente necesario abrazo abrasador

requiere gasolina y mezclado (por consecuencia, gasmez)

es decir que los obreros surcoreanos meten napalm en polvo en tanques de gasolina

La humedad es el mayor problema para mezclar el napalm

Rojos muertos sin una sola marca sobre su cuerpo (por consecuencia, apenas)

Los almacenes hechos de madera y pueblos de techos de paja, tan comunes en Corea, venían como anillo

al dedo para los bombardeos, como también las ciudades de madera de Japón

(por consecuencia napalm) + (por consecuencia gasmez)

doble consecuencia

Hija–cianuro=

 

 

 

Una pequeña confesión

Solía pensar que mi padre era un extranjero

Quería crecer para ser una extranjera como mi padre

Finalmente me convertí en una extranjera

Ya no me hago la que escribo en inglés

porque el inglés es un extranjero como yo

pero sigo haciéndome la extranjera… ¡qué tontería!

porque eso soy en inglés

Ahora me hago la flor

¡una flor garabateada!

Porque no soy Eterna

Garabateo

Porque no soy Ovario

Garabateo

Porque no soy Antera

Garabateo

Porque no soy Pétalo

Garabateo

Porque no soy Belleza

Garabateo

Soy una extranjera que escribe en inglés

porque el inglés es un extranjero como yo

Prescribo recetas para los heridos y los enfermos

¡República Garabato!

¡Qué tontería!

¡Sin duda no es una margarita!

Clozapina

 

Doble consecuencia

Clozapina… clozapina, genérico a disposición en plaza, sí, de disolución oral, de uso restringido a pacientes que no han respondido a medicamentos comunes o de riesgo por conductas suicidas recurrentes, con receta, sí, mantener a menos de 86 grados Fahrenheit, la administración… la administración se va aumentando lentamente hasta que se encuentra la dosis óptima, estudios en animales sugieren que no tiene mayores efectos secundarios en el feto. Oh, feto… feto, lentifica la función intestinal, los músculos del ojo y la vejiga, es mareos, es aumento de la salivación, es ritmo cardíaco, es dolor de cabeza, es temblor, es riesgo… riesgo, puede usarse durante el embarazo si el médico lo considera necesario, efectos… efectos, de disolución oral, se secreta por la leche materna, además… además, él mismo, ella misma, no obstantemente necesario, si el médico lo considera necesario. Oh, temblor… temblor, de una posición acostado o sentado a la posición de pie, es necesariamente necesario. Oh, leche… leche, entonces estaba lista para salir volando por la única ventana en mi altillo, donde me escondía sola, con una bolsita de cianuro en el bolsillo, después prácticamente volé por el techo de tejas de los vecinos, casi escapando de la captura del controlador de la democracia comunista procolonial para la vida, después casi minuciosamente le conté a mi hija, un vaso de agua, una cuchara, trabé su puerta en silencio. Oh, casi… casi, efectos necesarios de disolución oral, los músculos del ojo y la vejiga. Oh, vejiga… vejiga, una afección por la que el intestino deja de funcionar, luego casi minuciosamente le conté a mi hija, hortensias audaces salivando, saludando el jardín en construcción de las señoras. Oh, belleza de la publicidad, luego un riesgo creciente de muerte en circunstancias no aclaradas, un vaso de agua, una cuchara, trabé su puerta en silencio, de una posición acostada o sentada a la posición de pie, casi necesariamente

Tomado de:

https://opcitpoesia.com/don-mee-choi-apenas-guerra-hardly-war-version-de-florencia-ferre/

 

 

Berlín: 28.6.2019

El viento del oeste sopla sobre una franja de desierto frente a la ventana de mi apartamento, orientada al norte: la radio Deutschland, el círculo incesante de Mercedes Benz y las vallas metálicas instaladas para la construcción de nuevas viviendas. Solo las vallas me recuerdan mi hogar: el interminable alambre de púas que cruza la cintura de una nación. Se esperaba una temperatura más fresca esta mañana antes de que llegara la ola de calor en un día. El 28 de junio de 1950, en Seúl, tres días después del comienzo de la guerra, mi padre se lavó la cara y miró las estrellas en una noche despejada, luego decidió dirigirse al centro de la ciudad. Las fotos de la guerra aún no habían aparecido en los periódicos nacionales. No había nadie en la carretera. La Puerta Este seguía en pie, pero la comisaría estaba vacía. Las vías brillaban bajo las estrellas, pero no se veían tranvías. Simplemente me lavé la cara alegremente y miré el círculo de Benz iluminado al amanecer, y finalmente capté una señal remota de mi padre. V6. La V a menudo representa violencia y virtud. Un eufemismo, quizás. No sabía qué pensar del 6, salvo que el 6 persiste como junio y que viene después del número cinco, que se ha establecido discretamente como 5=0 en un glosario de juegos de palabras translingüísticos. Como mi padre hizo hace setenta años con su hija no nacida, canalicé mi voz hacia los cañones más remotos del desierto: «¿Estás bien, República de Corea?». No tengo hijos, así que no me queda más remedio que canalizar hacia el desierto de la memoria.

 

En mi futura ciudad de las dos Coreas, comencé a revivir las intensas sensaciones de separación de mi hogar. Me las quitaba a media mañana, paseando por mi espacioso apartamento, y volvían al día siguiente. El incesante canto de los gorriones posados en los altos abedules frente a mi balcón no hacía más que acentuar mi dolor. Esta inexplicable dolencia, que comenzó en Hong Kong cuando salimos de Corea del Sur durante la dictadura, se había agravado con los años y luego había remitido un poco a medida que me asentaba, a menudo adormeciéndome con un trabajo que implicaba traducción tras traducción. El inesperado regreso del dolor de mi infancia me impulsó a buscar las ondas remotas de mi padre, mi otro universo. El anillo de Benz era una especie de radar. Como una brújula, funcionaba magnéticamente y, como era de esperar, también tenía una enorme capacidad de sensibilidad sónica. No tardé mucho en localizar la ubicación exacta. Volví a ver a mi padre en un puente. Esta vez estaba en el Glienicker Brücke, entre Berlín y Potsdam. El destino de la cintura de Corea se decidió en la Convención de Potsdam de 1945, por Churchill, Stalin y Truman. Desde donde estoy, mirando al norte, la geopolítica de la división ha sido erosionada por el viento incesante, desvanecida o sepultada bajo la arena. La cintura de Corea sigue siendo fatalmente intrascendente. Mi padre me saludó desde la distancia, desde su dimensión actual: ¡Seguimos sin estar bien!

Tomado de:

https://poets.org/poet/don-mee-choi

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