miércoles, 13 de agosto de 2025

POEMAS DE KAKINOMOTO NO HITOMARO

 

"Elegía a la muerte de su esposa"

Cuando pensaba que viviría eterna,

yo la quería con la misma firmeza

que en primavera se renuevan las hojas

de las mil ramas, ora acá, ora allá,

de los zelkovas que crecen en los diques

perexaltados que veíamos juntos:

¡mujer que amaba, niña en que confiaba!

¿Pero quién vence a la ley de la vida?

Oculta en blanca túnica angelical

dejó la casa cual ave mañanera

voló al erial donde arde la calina,

y se ocultó cual sol crepuscular.

Y cuando llora la tierna criatura

que me dejó ella como recuerdo,

no tengo nada que pueda apaciguarlo;

y aunque soy hombre, lo aprieto contra el pecho.

Y entro en la alcoba donde dormimos juntos,

donde están puestas nuestras dos almohadas,

y me anochece tras días de hundimiento,

y me amanece tras noches de suspiros;

con lamentarme no sé qué debo hacer;

con anhelarla no habrá forma de verla.

Dicen que allá en el monte Jagai

de grandes aves, está mi compañera,

la que yo anhelo; y hollando roquedales

me afané y vine, pero fue infructuoso

porque mi amada, la que creía eterna,

no aparecía ni en la más vaga sombra

donde brillan las gemas.

 

 

“Soy como el enebro que fuerte arraigó...”

Soy como el enebro que fuerte arraigó

frente a la mar. ¿Por qué empezaría

a querer tan hondo?

 

 

"Al volver a casa y entrar en el cuarto..."

Al volver a casa y entrar en el cuarto,

vi que en el lecho su almohada estaba

mirando a otro lado.

 

 

"Si no tengo a nadie que exprima mi traje"

Si no tengo a nadie que exprima mi traje,

¿por qué mi amada me manda la lluvia?

¿Es como mensaje?

Tomado de:

https://franciscocenamor.blogspot.com/2015/12/poema-del-dia-elegia-la-muerte-de-su.html

 

 

XVII

 

En las montañas vacías

las hojas de bambú

le susurran al viento.

Pienso en una mujer

que no está aquí.

 

 

XXI

 

Tus cabellos se han vuelto blancos

mientras tu corazón estaba atado a mí.

Ya no lo aflojaré jamás.

 

 

XXII

 

Un extraño viejo me detiene,

mirando fuera de mi profundo espejo.

 

 

XXV

 

En casa, me siento

en nuestro cuarto,

junto a nuestra cama,

a mirar tu almohada.

 

 

XXVI

Para Mariana

 

Ojalá que aquellos que me sucedan

nunca recorran estos caminos del amor.

Tomado de:

https://medium.com/@diegoliva/poemas-japoneses-al-espa%C3%B1ol-1-b769c762226d

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