viernes, 12 de septiembre de 2025

POEMAS DE ERICA JONG


Mejores amigos

Los hicimos

con la imagen de nuestros miedos

para llorar en las puertas, en las despedidas-

aún las más breves.

A rogar por comida en la mesa

y para mirarnos con esos ojos

enormes dolorosos,

y para quedarse a nuestro lado

cuando nuestros hijos nos huyen,

y para dormir en nuestras camas

en las noches más oscuras,

y temblar cuando truena

como nosotros en nuestros

miedos infantiles.

Los hemos hecho de ojos tristes,

amorosos, leales, miedosos

de la vida sin nosotros.

Hemos cultivado su dependencia

y pena.

Los mantenemos como recordatorios de nuestro miedo.

Los amamos

como los anfitriones sin reconocimiento

de nuestro propio terror

de la tumba-y del abandono.

Sostén mi pata

que me estoy muriendo.

Duerme sobre mi ataúd,

espérame,

con ojos tristes

en medio del camino

que hace curva más allá de la pared del cementerio.

Te oigo ladrar,

yo escucho tu aullido luctuoso-

oh, que todos los perros que yo he amado

lleven mi ataúd,

aúllen al cielo sin luna,

y se acuesten conmigo durmiendo

cuando me haya muerto.

 

 

El fin del mundo

“Te escribo desde el fin del mundo”

HENRI MICHAUX

 

Aquí, en el fin del mundo,

las flores sangran

como si fueran corazones;

los corazones exudan una oscuridad

parecida a la tinta china

donde los poetas mojan sus plumas

y escriben.

“Aquí, en el fin del mundo”,

escriben,

sin saber lo que significa.

“Aquí, donde el cielo mama leche negra,

donde las chimeneas alimentan el cielo,

donde los árboles tiemblan aterrorizados

y la gente llega a parecérseles…”

Aquí, en el fin del mundo,

los poetas sangran.

Se supone que sangrar y escribir

son la misma cosa;

se supone que cantar y sangrar

son la misma cosa.

¡Escríbenos una carta!

¡Envíanos un paquete de comida!

Confórtanos con proverbios o fruta azucarada,

háblanos de un Dios.

Distráenos con teorías del arte

que nadie puede probar.

Aquí, en el fin del mundo,

tenemos las cabezas vacías,

y el viento las atraviesa

como fantasmas

en una casa encantada.

 


Autorretrato

No se trata de una mujer esbelta,

pero su piel era leche

mezclada con mermelada de fresa,

y entre sus piernas había nacido la palabra púrpura,

y su cabello era del color del trigo y la mantequilla.

Sus ojos eran oscuros como el Atlántico Norte.

Aprendió las intraducibles palabras del alba.

Estudió sus propios miedos y escribió sus versos.

Utilizó el hueco de su corazón para hacer música de viento.

Edificó casas de libros sobre su sótano vacío.

Primero se alimentó de su musa,

luego se transformó en su propia madre.

Tomado de:

https://www.isliada.org/poetas/erica-jong/

 

 

Los mandamientos

 

No querrás de veras ser poet(is)a. Primero,

si eres mujer, tienes que ser tres veces mejor

que cualquiera de los hombres. Segundo, tienes

que acostarte con todo el mundo. Y tercero,

tienes que haberte muerto.

Poeta masculino, en conversación.

 

Si una mujer quiere ser poeta,

    debe dormir cerca de la luna a cara abierta;

    debe caminar a través de sí misma estudiando el paisaje;

    no debe escribir sus poemas con sangre menstrual.

 

Si una mujer quiere ser poeta,

    debe correr hacia atrás en torno al volcán;

    debe palpar el movimiento a lo largo de sus grietas;

    no debe conseguir un doctorado en sismografía.

 

Si una mujer quiere ser poeta,

    no debe acostarse con manuscritos incircuncisos;

    no debe escribir odas a sus abortos;

    no debe hacer caldos de vieja carne de unicornio.

 

Si una mujer quiere ser poeta,

    debe leer libros de cocina francesa y legumbres chinas;

    debe chupar poetas franceses para refrescar su aliento;

    no debe masturbarse en talleres de poesía.

 

Si una mujer quiere ser poeta,

    debe pelar los vellos de sus pupilas;

    debe escuchar la respiración de hombres durmientes;

    debe escuchar los espacios entre esa respiración.

 

Si una mujer quiere ser poeta,

    no debe escribir sus poemas con pene artificial;

    debe rezar para que sus hijos sean mujeres;

    debe perdonar a su padre su esperma más valiente.

 

 

Envidia del pene

 

Envidio a los hombres que pueden anhelar

con infinita vaciedad

el cuerpo de una mujer,

que esperan que su anhelo

haga un niño,

que su oquedad misma

fertilice lo oscuro.

 

Las mujeres no se hacen ilusiones sobre esto,

ya que son a la vez

casas y túneles,

copas y las que escancian el vino,

ya que conocen el vacío como estado temporal

entre dos plenitudes,

y no ven en ello ningún romance.

 

Si yo fuera hombre,

condenado a esa infinita vaciedad,

y no teniendo alternativa,

encontraría, como los otros, sin duda,

una mujer

para bautizarla Vientre de Luna,

Madona, Diosa del Cabello de Oro

y hacerla tienda de mi deseo,

paracaídas de seda de mi lujuria,

icono ojiazul de mi sagrada comezón sexual,

madre de mi hambre.

 

Pero ya que soy mujer,

debo no sólo inspirar el poema

sino también escribirlo a máquina,

no sólo concebir al niño

sino también darlo a luz,

no sólo dar a luz al niño

sino también bañarlo,

no sólo bañar al niño

sino también alimentarlo,

no sólo alimentar al niño

sino también llevarlo

a todas partes, a todas partes...

 

mientras que los hombres escriben poemas

sobre los misterios de la maternidad.

 

Envidio a los hombres que pueden anhelar

con infinita vaciedad.

Tomado de:

https://materialdelectura.unam.mx/poesia-moderna/16-poesia-moderna-cat/46-016-siete-poetas?start=2

 

 

Parábola de cuatro columnas

 

Porque ella quiere tocarlo

ella se separa.

Porque ella quiere hablarle

ella se calla.

Porque ella quiere besarlo

ella se aleja

y besa a un hombre que ella no quiere besar.

 

 

Él observa

pensando que ella no lo quiere.

Él escucha

escuchando su silencio.

Él se aleja

pensando que ella es distante

y besa a una mujer que él no quiere besar.

 

Ellos se casaron­:

un error de cuatro formas.

Él va a la cama con su esposa

pensando en ella.

Ella va a la cama con su esposo

pensando en él.

Y todo esto sucede en una vieja cama de cuatro columnas.

 

¿Ellos vivieron su final triste?

Por supuesto.

¿Ellos resolvieron sus errores?

Nunca.

¿Quién es la victima aquí?

El amor es la víctima.

¿Quién es el villano?

El amor que nunca muere.

Tomado de:

https://circulodepoesia.com/2021/03/poesia-norteamericana-erica-jong/

 

 

POEMA 6

 

Un poeta en un mundo sin cebollas,

en un mundo sin manzanas

mira la tierra como un fruto grande.

 

Muy lejos, las galaxias resplandecen como grosellas.

Todo el universo comestible cae

en su boca jugosa…

 

Piensa en las generaciones de místicos que babean por la fruta de dios,

en los poetas que suspiran por habitar las manzanas,

en el mar, esa fruta oscura,

que cicatriza más rápida que una herida, en las innumerables galaxias de

astrónomos,

a la espera de la madurez del universo

y de que sus ojos se transformen en lenguas…

Tomado de:

https://libroemmagunst.blogspot.com/2012/09/erica-jong-poema-6.html

 

 

El Epitalamio de la Berenjena 

1

 

Hay más de cien poemas turcos

sobre la berenjena.

Me gustaría dártelos todos.

Si sacas todas las semillas,

puedes leerme al revés

como un libro árabe.

Mira.

 

2

 

(Lamento en Berenjena)

Oh berenjena,

con forma de huevo

y tan brillante como si recién puesta estuviera-

Eres una fruta melancólica.

Solanum Melongena.

Todos los animales están tristes

después de la berenjena.

 

3

 

(Fábula Bizantina de la Berenjena)

Érase una vez en la costa de Turquía

una mujer que podía cocinar berenjena de 99 maneras.

Podía cortar la berenjena fina como el papel.

Podía escribir poemas en ella y freírla en masa.

Podía hornear berenjena y asarla.

Incluso podía enrollar las semillas en papel de cigarrillos con sabor a plátano

y drogar a su marido con berenjena.

Pero él no estaba contento.

Fue a su padre y le exigió que le devolviera el precio de la novia.

Dijo que había sido engañado.

Quería dos cabras, doce gallinas

y un camello como reparación.

Su esposa lloró y lloró.

Su padre se enfureció.

Al día siguiente dio a luz a una berenjena.

Era prematura y verde

y tuvo que sentarse sobre ella durante días

antes de que naciera.

“¡Esta es mi receta número cien de berenjena!”, gritó.

“¡Espero que estés satisfecho!”

(Gracias a Alá que la berenjena fue un niño.)

 

4

 

(Amor y la Berenjena)

En la cálida costa de Turquía, la señorita Amor

come berenjena

“al menos una vez al día.”

Qué apropiado que el amor coma berenjena,

esa fruta más afrodisíaca.

Fruto del vientre

de Asia Menor,

que recuerda a los huevos,

a las profundas noches púrpuras de Estambul

y a los ojos bizantinos de Cristo.

Recuerdo los bordes de huevo y dardo

que nos separaban de las flores y frutas

de la antigüedad.

Recuerdo el huevo y la lengua

sondeando los pergaminos perdidos del amor.

Recuerdo los rostros antiguos

de Afrodita

ocultos por el polvo

en el laberinto bajo

el Museo Británico

para ser finalmente encontrados por la señorita Amor

justo allí

cerca de Great Russell Square.

Pienso en los cientos de poemas de la berenjena

y en mis amigos que se han enamorado

por una berenjena,

que han abierto la berenjena juntos,

que han nadado en sus semillas,

que se han aferrado al huevo de la berenjena

y se han mecido hasta dormir

en la oscura barca púrpura del amor.

Tomado de:

https://www.reddit.com/r/Poetry/comments/13bkhxm/poem_the_eggplant_epithalamion_by_erica_jong/?tl=es-es

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