Aquella vida
Voy a ver cómo murieron
yendo hacia los escombros
yendo para verlos ahí
tranquilos sobre la colina de la intervención
Querido Narciso de miércoles, qué hora es
qué muerte es esta
qué planeta en la mano de la viuda
¿cinco o tres?
Su vestido florecía
nosotros éramos
flores abandonadas sobre su vestido
Queridos umbrales de las mujeres, cuánto es una vida
qué tiempo es un río
cuántas dagas hay en la sangre
de la arremolinante tormenta
¿tres o cinco?
Dejamos que la ciudad jugara
y guardamos enrollados nuestros amplios velos
Voy a ver cómo murieron
yendo hacia los escombros
yendo para ver su muerte
colinas del norte
viento que se levanta del sur
voy a llamarlos por sus nombres
Tomado de:
https://circulodepoesia.com/2015/10/poesia-palestina-ghassan-zaqtan/
Adiciones al Pasado
Las cartas en la habitación de la viuda
En la canasta de paja
En la cama purgada del sueño
En la intención de ayunar que acecha
En el aire del pasillo.
Los vegetales, comprados normalmente en la mañana
Los tickets,
El bus del amanecer los martes
Las almohadas
Las velas
La indulgencia…, donde las frases sagradas están
Talladas ostentosamente
En los bajorrelieves
El borde del aparador desde la rajadura en la puerta
La puerta misma…donde los himnos reunidos
Revolotean como pañuelos en la oscuridad de la llanura.
La sombra del aire
La novela que ella no ha vuelto a poner en el estante,
¡No puede recordar!
Sus héroes caen muertos a tierra
Ella los va barriendo
Uno tras otro
Con su escoba, sus reproches, sus plegarias
Las cartas quedan sin abrir
Los muertos
Regresan a través de la grieta en la puerta
Para robar
La sabana naranja
Y las mantas
Un Enemigo Baja por las Colinas
Mientras desciende
Mientras lo vemos descender
Mientras nos deja entender que esta
A punto de descender
Cauto y silencioso
Su ilícita presencia
Cuando escucha cuidadoso entre los arbustos
Su miedo al descender
El silencio contenido
Que él no es nosotros
No es aquí
Comienza la muerte
Arranca una flor
Solo una flor
Sin mensaje alguno que proponer
Ni búcaro para ella
Desde la colina
Puede ver
El punto de control militar
Los paracaidistas
Puede ver la gente desesperada
Las laderas de las montañas
El único sendero
Donde sus pies dejaran huellas en las piedras
En lodo y agua
También puede ver
Las bajas desde las colinas
Dejadas atrás con premura
La equivocación de las sombras
Recuerda
Donde el bigotudo enemigo
Se asemeja a los árabes muertos aquí.
En las laderas de las montañas
Las cuevas parecerán todas apacibles
El camino siempre parecerá el mismo.
Mientras desciende
Las cuevas en las montañas
Siguen observando
Pestañean en el frío.
La Trinchera
Qué extraños son los días de la sal
Es como si fueran de otros
Y al igual que una tragedia bien tramada
Traída apenas a su fin
Comienzan a respirar cuando los recordamos
Las olvidadas colinas el tedio de las laderas
Las montañas que aspiran hacia el oeste
Las errantes caravanas de la muerte
La fe de los muertos, completa.
Las manos que emergen de la oscuridad
Para decirte todo
La profunda fraternidad que no conduce a la sabiduría
Las palabras no más apropiadas a los lugares elevados
Extraños son los días de la sal
Ahora solos en el abismo
Esparcidos como podridas semillas
Y mientras ascendemos,
Porque eso es todo lo que podemos hacer
Los días ruedan hacia la distancia a nuestras espaldas
Abandonados y nunca pueden regresar
Nuestra tez oscura
Nuestros intentos de dormir
Nombres, títulos interminables
Dialectos también
Proclamando una campiña
Que ya no es necesaria.
Qué extraños son los días de la sal
No son siquiera dignos de ser recordados.
La Prostituta del Campamento
Lo que se proponen aquellos que visitan su casa
Es palpable
Tan puros, tan altivos.
Los que se quedaron hasta tarde en los campos
La encontrarán colgando junto a los arbolitos
Los cinco peldaños musgosos
Luego la buganvilia junto a la puerta.
Sus brazaletes resuenan en su sueño como un caballo
fantasma
Sus ropas interiores colorean sus sueños
Sus senos bien trillados como el sendero hacia el
molino
Sus movimientos rituales entre la cama y la palangana
Cual canción popular toda la ira.
La naturaleza muerta en la pared
Las sábanas y las dos almohadas
El aroma de la colonia barata
Las uñas tras la pared
Donde el olor de sus ropas queda flotando
El jazmín más allá de la ventana
Los torpes retorcimientos de su cuerpo
La tensión que llena su silencio
Las intenciones de aquellos que pasan por su casa
El marchante y el huésped,
Los estudiantes, oficinistas y los pollos
Los directores, los guardias y los perros,
Los porteros, los gatos y los verduleros
Los padres y los hijos
Todos aquellos que han dejado su olor en su insomnio
Todos estaban allí
Detrás de los niños
El carromato
El ataúd
Tan puros, acompañándola a su destino.
La Canción del Durmiente
Subo los siete niveles
Del sueño
En el sueño eres
Una elegía a los que se fueron
Un icono de censura
Subo
Los siete niveles del sueño
Todos.
No pasa nada
Nada termina.
Enciendo la luz
Para que los muertos
Puedan ver lo que estoy soñando.
Traducido por May Jayyusi y Alan Brownjohn
For East-West
Nexus/PROTA*
Beirut, agosto 1982
Cómo me gustaría que no se hubiera muerto
en el último ataque aéreo del miércoles
mientras paseaba por Nazlat al-Bir –
mi amigo de pelo rubio
tan rubio como un nativo de las tierras bajas de Irak
Como una mujer hechizada por su telar,
la guerra estuvo todo el verano tejiendo su urdimbre y
su trama.
Y esa canción, oh Beirut!,
sonando en todas las radios
en la casa de mi padre en Al-Karama --
y probablemente en nuestra vieja casa en Beit Jala
(la cual, siempre que intento encontrarla en el amasijo
del campo,
se niega a ser encontrada).
Esa canción cantaba lo que conocíamos –
cantaba nuestras calles, estrechas y olvidadas,
nuestra gente famélica en los suburbios creados por la
guerra.
Pero la canción no cantaba acerca de ese verano en
Beirut,
no nos dijo
nada de lo que venía—
aviones, bombardeos, aniquilación…
La canción se escuchaba mientras mi amigo de Irak—
quien pensó que yo era de la campiña marroquí—
tropezó sangrando hacia su muerte…
Su pelo rubio nunca desaparecerá,
un rayo de luz
se cauterizó en memoria.
Un Joven de Al-Jaheer Expresa Sus Pesares…
(Bir Zeit, 1997)
Debo abandonar esta ciudad:
una ciudad donde el sol nunca me ilumina,
donde nunca hay sombra,
una ciudad sin bar donde ahogar todas mis penas,
un lugar donde nadie sabe que existo!
debo seguir adelante subrepticiamente
sin remordimientos ni amarguras…
no tengo sitio en las celebraciones oficiales
ni un puesto para mí en los jardines
Esos pájaros me han mostrado el camino
puede que no tenga un caballo
pero no tengo nada que temer
no hay muros a mi alrededor…
Pero debo irme ahora mismo…
debo lanzar sus viejas leyes a los perros,
y restregar sus tradiciones en el polvo,
entonces escabullirme, al abrigo de la oscuridad…
Era de noche la primera vez que llegué aquí
los días antes de que mi cabello se volviera gris –
vine a dar aquí y me mezclé,
desenraizado cual planta doméstica en una bañera.
En aquellos días mi paso era firme,
y mi voz nunca vacilaba,
En aquellos días nunca estaba en silencio…
Ahora estoy exhausto de los chismes de este lugar,
Estoy agotado por la corrupción,
por esas mujeres obtusas, extremistas
por los desfiles ebrios, ilusos de todas las noches,
por los viejos balbuceantes, los fanáticos llorosos y
arrepentidos…
debo irme!
Debo sacudir de mis pies el polvo de esta ciudad…
Así que mientras los pastores vuelven del pozo,
mientras los ancianos indolentes vuelven reptando de
sus madrigueras,
mientras los predicadores brotan de la oscuridad,
y las ventanas se cierran de golpe en la tormenta de
arena,
para cuando se estén revolcando en sus sueños,
y se hagan borrosas las líneas
entre lo sagrado y lo profano,
allí donde el día se hace noche…
--estaré lejos del otro lado del valle,
junto al borde de los bosques de cedro, encima a la
colina.
Guía
Nos señaló…
este camino.
Y desapareció
en el derrumbe de las casas
después de la explosión
sus dedos en la grieta en la pared
todavía señalando:
por aquí…
por aquí.
Almohada
Habrá tiempo todavía
para decirle,
Madre,
buenas noches,
regresé
con una bala en la cabeza
he ahí mi almohada
quiero echarme
y descansar.
Si la guerra
alguna vez toca la puerta,
diles: está
descansando.
*Cuatro hermanas de Zakaria
Cuatro hermanas
suben solas la colina
vestidas de negro.
Cuatro hermanas suspiran
de frente a la espesura.
Cuatro hermanas en la oscuridad
leen húmedas letras.
Un tren que venía
desde Artouf* pasó
por detrás del cartel.
Un caballo que lleva
a una muchacha de Zakaria*
relincha por la llanura.
En el desfiladero
las nubes pasan lentas.
Cuatro hermanas
de Zakaria, solas
vestidas de negro
en la colina.
* Zakaria and Artouf son dos aldeas palestinas en el
área de Khalil (Hebrón) cuyos ocupantes fueron obligados a retirarse en 1948.
Los poemas anteriores fueron traducidos por Sargon Bouln, tomados de los poemas
escogidos del autor, ´Tarteeb al-wasf´ (¨Poniendo en orden la descripción),
Ramallah, 1998. Reeditados aquí según lo publicado en Banipal 12.
*Recordando a Fátima
Qué claro era el cantar de los marroquíes que nadaban
en la corriente del río antes del crepúsculo, las
mujeres recostadas al puente
entre sus niños y las canastas de verduras y tumbas de
santos…
La lejana Rabat con sus gentes donde al-Andalus se
esconde,
Rabat, siempre que digo que abandonaré sus salones,
despliego ante mi voluntad
una manta y ella despliega una manta
Oh Fátima
si sólo te inclinaras hacia mí
o me recordaras,
esa era la canción del río,
temblaría mi corazón
y me harías feliz
y la gacela en las colinas
hallaría el camino…
pero Fátima era sólo una canción
echada al viento por los botes
y las mujeres muertas sobre el puente
en las noches de Rabat.
Los Pájaros me siguen
En el año dos mil o un poco antes, hubo quizás
un preludio que me habitó, se parecía al verano
en los cuartos de los solteros,
yo solía hacerlo girar en mis conversaciones…
Como un paso agradable sobre un borde de mármol o el
polvillo
que dejan atrás los cascos de las mulas
cuando por suben la quebrada…
“…en mi casa
las mujeres dan a luz anillos
y desaparecen del mundo por detrás de la puerta,
he aquí el paraíso de quien amo
y la travesía
de quien vió…”
Un preludio igual a otros preludios
que no pude rescatar del balbuceo
Como un pájaro de paja
me persigue…
Los Constructores de Cavafy
Tengo una tonada en la melodía
a la que nunca llegué
pero es mi único tesoro
e instrumento
Tiene la probabilidad de la improvisación
la ternura de los verbos
y la solidez de la narración
Como si secretos constructores que Cavafy hubiera
despertado
estuvieran horadando las colinas
y empezaran a cavar junto a mi almohada!
Tallando en Madera
1
En la casa del cactus
concluyo lo que empecé
2
una novela para la muerte y los muertos
y un capítulo sobre cuestiones de pájaros
3
mi casa es mi viaje y el viento es mi puerta
ventanas son aquello que vi
4
perdí mi fortuna
mas conservé mi cacumen
5
un ciego con vision junto al nido del halcón esculpe
mi soledad para que yo sea amado por una variedad de
selecciones
6
lisonjée a las hienas y aparte de mí mismo
no confié en nadie
7
no dejé tierra adonde regresar
ni dejé camino para llegar
8
en la casa del cactus cuando llegué
tuve un nombre completo
y manos doradas
“y desligado de la memoria
estuve”
El extraño en su icono
La naturaleza que me ha dejado desesperado
se hizo árida en los campos
mis hogares abandonados en los recuerdos y las hazañas
de otros
las muchachas en el muelle
con malas intenciones al esperar por mí
el sueño del lobo en su páramo
la hiena que me desea a mí y a su vecino
el ciprés que tarjé
los caminos que envolví
se hacen distantes y símiles
mientras olvido y recuerdo
yo, que exageraba todo,
voy tan solo como mi madre me parió
y me siento en mi icono.
Antiguos Callejones
Aparte de sus dedos, no pudo dormir
ella estaba ahí suspendida en el recuerdo
remendando sus sueños en la luz mortecina
mientras
una campana encrespaba el sendero hacia su casa
una campana paciente subiendo la cuesta
de basurero y convento
Una campana cojeaba tras la cerca
y el cementerio musulmán
penetrando en la privacidad de los genios y los muertos
silentes
junto a las fuentes en los boulevards de los pájaros
Una campana para las mujeres extrañas
para los pocos deseos y el verano
para los viejos vestidos y libros escolares
y niños muertos a la puerta de los áticos
Una campana sube la colina detrás del tiempo antiguo
detrás de los matorrales al pie de la ladera
donde los perros viejos son remangados a la historia
y las casas son congregadas en el aire paciente
Una campana la llamaba por su nombre mientras subía
quizás para ver su letra cursiva
sobre el bosque de pinos
Una Foto de la Casa en Beit Jala
Tiene que volver para cerrar esa ventana
no está del todo claro
si es esto lo que debe hacer,
las cosas no están claras
dado que las perdió,
y parece que un hueco en algún lugar dentro de él
se ha abierto
Cerrar las grietas lo ha dejado exhausto
reparar las cercas
pulir los cristales
limpiar los bordes
y observar el polvo que, al parecer, desde que perdió
las cosas,
atrae sus recuerdos hacia el engaño y la astucia.
¡Y desde aquí su infancia aparece como un truco!
inspeccionar las puertas lo ha dejado totalmente
exhausto
los picaportes de las ventanas
la condición de las plantas
y barrer el polvo
que no ha dejado de invadir
los cuartos, las camas, sábanas, vasijas
y los marcos de los cuadros en las paredes.
Desde que las perdió se queda donde los amigos
que se han vuelto menos
duerme en sus camas
que se hacen más estrechas
mientras que el polvo mordisquea sus recuerdos “allá”
…debe regresar a cerrar esa ventana
la ventana del piso de arriba que suele olvidar
al final de la escalera que lleva al tejado
Desde que las perdió
camina sin rumbo
y los pequeños propósitos
diarios tampoco están tan claros
Tomado de:
https://www.festivaldepoesiademedellin.org/es/Revista/ultimas_ediciones/84_85/zaqtan.html

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