Conozco una pareja de cuervos...
Conozco una pareja de cuervos, sé que tienen
un tiempo semejante al de los hombres
para vivir; podría visitarlos,
pasear juntos
hasta los sauces de la orilla.
Hoy he hablado con alguien por quien sentí afecto,
le encontré satisfecho y próspero;
su enemigo murió. La muerte
siempre es de frío.
De "Ella, los
pájaros" 1993
Cuando voy a trabajar es de noche...
Cuando voy a trabajar es de noche,
después amanece poco a poco,
hace mucho frío aún.
A menudo en el cine
me parece oír lluvia azotando el tejado,
como si no hubiese lugar
donde guarecerse.
Hoy alguien en un sueño dijo:
ten, en esta garrafa
hay agua limpia, por si toma moho
la del corazón.
De "Ella, los
pájaros" 1993
Deslumbra el cielo...
Deslumbra el cielo
si mira fijamente
contra él una flor,
se hace negra y deslumbra.
No habla. Porque son inherentes
al hablar el oír
y el callar. Mira: tomates,
hojas, tallo, tierra. El cielo
es una bóveda, finito
mundo azul sobre el mundo,
los tomates son rojos.
De "Caza
nocturna" 1997
El recorrido del sol cuando cae...
el recorrido del sol cuando cae
la noche, el recorrido
de la noche, hacia dónde
va llegando, mirar
lo conocido como signos
que son y ya no son, un aceite
de estar, representar
su hueco,
desplazados miramos
como si fueran los otros
siempre a estar ahí y de
pronto no están o no estuvieran
De "Y todos
estábamos vivos"
El rey Cophetua y la muchacha mendiga
Burne-Jones
Ella tiene los pies como Marilyn Monroe
y una tierna
indefensión en los hombros.
Están en una sala y la ventana
descorre sus cortinas a un atardecer
boscoso,
pero es como si fuera
una esfera
de cristal. No se miran.
Él la mira a ella. Ella a lo lejos.
Hace ya mucho tiempo que él la había soñado
como un aire
de cigüeñas, una luz,
y ahora estaba allí.
Tantas vidas que no parecen ciertas
en una sola vida.
Campanillas azules en la mano.
Él sabe que se irá. No hablan
y el momento está lleno de voz,
voz acunada, lejana.
El amor es una enfermedad,
campanillas azules. Siempre en ti,
como en el sueño, volviendo
siempre en ti. Tan incierta
la luz. Como en el sueño.
De
"Exposición" 1979
Escribir el miedo es escribir...
escribir el miedo es escribir
despacio, con letra
pequeña y líneas separadas,
describir lo próximo, los humores,
la próxima inocencia
de lo vivo, las familiares
dependencias carnosas, la piel
sonrosada, sanguínea, las venas,
venillas, capilares
De "Caza
nocturna" 1997
Éste es un ejemplo: se trata de una imagen...
Éste es un ejemplo: se trata de una imagen
del XIII (el XIII con su cúpula), una Virgen
sentada en el jardín, altiva y sola (la única
que yo conozca en su especie). Observen
en el prado las flores esmaltadas,
las hojas, el azul ultramar y el rojo
extraño como un incendio. Observen
su rostro, se llama féretro luminoso
de su puro; a la izquierda, el halcón
anuncia que el alma emprende el vuelo,
al fondo el río, casi un hilo,
se pierde. Es forma la pintura.
Ella hacía ganchillo, puntillas para sábanas, le
resultaban difíciles los gestos por la artrosis, sus largos dedos agudos.
-Éstas de arañas son las más guapas -dice-, son las que más me gustan, aunque
tengo una pena muy grande por el nenín. Un día, antes de caer enfermo, tenía
una araña
roja en la espalda, muy grande, así -y señala con el
puño el tamaño-, casi no podía arrancársela, y después le salieron aquellas
ronchas rojas. Pensé si se habría muerto por eso, pero no, tenía endocarditis
aguda, el médico lo
dijo, como si el corazón se fuera haciendo más grande
cada vez y no cupiera en la caja. Era por la miseria. Yo traía brazadas de
habas a la cocina para deshacerlas allí y con ellas venían arañas. Todo era
trabajar y trabajar-. Se calla, sigue con la aguja y el larguísimo hilo, -¿no
te gustan a
ti? -. Es morena, tiene ojos oscuros de pájaro
desarbolado. El amor, arañas bajo los ojos, féretro de su puro, decía.
Si falla
la memoria, todo quiebra;
Si es escasa, empero,
significa: aquel valle
tan dulce y tan sombrío.
De "Caza
nocturna" 1997
Girasol, negro párpado, multiplicada...
Girasol, negro párpado, multiplicada
curva para el deslumbramiento. Somos
sólo cautivos,
presencias dentro de otros
que nos llevan. Allá, muy lejos,
el taxista le dijo: discúlpeme,
la ciudad es muy grande, sólo
manejo por las orillas.
De "Caza
nocturna" 1997
Hundir los dedos entre sus cabellos...
Hundir los dedos entre sus cabellos
o pájaros jugando,
muy despacio, a caerse de un cable
de la luz,
muy despacio, abanico
de mirlos.
Cerca hay una charca y un árbol
en el centro.
Reverbera la fiebre,
el amarillo hiere sobre el agua.
De
"Exposición" 1979
La caída del Ícaro
1
Los atardeceres se suceden,
hace frío
y las casas de adobe en las afueras
se reflejan sobre charcos quietos.
Tierra removida.
Los atardeceres se suceden,
Cézanne elevó la «nature morte»
a una altura
en que las cosas exteriormente muertas
cobran vida, dice Kandinsky.
Vida es emoción.
Pero quedará de vosotros
lo que ha quedado de los hombres
que vivieron antes, previene Lucrecio.
Es poco: polvo, alguna imagen tópica
y restos de edificios.
El alma muere con el cuerpo.
El alma es el cuerpo. O tres fotografías
quedan, si alguien muere.
También un gesto inexplicable,
díscolo para los ojos, desafío,
erizado. Cuerpo es lo otro.
Irreconocible. Dolor.
Sólo cuerpo. Cuerpo es no yo.
No yo.
Lo quieto de las cosas
en el atardecer. La quietud,
por ejemplo, de los edificios.
El ensombrecimiento
mudo y apagado.
Como ojos,
dos piedras azules me miran
desde un anillo.
Los anillos
cuidadosamente extraídos
al final.
Como aquél de azabache y plata
o este otro de un pálido, pálido rosa.
Rostros y luces
nítidamente se reflejan en él.
En la noche corro por un campo
que desciende, corro entre arbustos
y choco con algo vivo
que trata de ovillarse, de encogerse.
Es un niño pequeño, le pregunto
quién es y contesta que nadie.
Esta respiración honda
y este nudo en la pelvis
que se deshace y fluye. Esto soy yo
y al mismo tiempo
dolor en la nuca y en los ojos.
Terminada la juventud,
se está a merced del miedo.
2
Verde. Verde. Agua. Marrón.
Todo mojado, embarrado.
Es invierno. Es perceptible
en el silencio y en brillos
como del aire.
Yo soy muy pequeña.
Un cuerpo caminando.
Un cuerpo solo;
lo enfermo en la piel, en la mirada.
El asombro, la dureza absoluta
en los ojos. Lo impenetrable.
La descompensación
entre lo interno y lo externo.
Un cuerpo enfermo que avanza.
Desde un interior de cristales muy amplios
contemplo los árboles.
Hay un viento ligero, un movimiento
silencioso de hojas y ramas.
Como algo desconocido
y en suspenso. Más allá.
Como una luz
sesgada y quieta. Lo verde
que hiere o acaricia. Brisa
verde. Y si yo hubiera muerto
eso sería también así.
De
"Exposición" 1979
La voz, la de esta niña...
la voz, la de esta niña
que canta sola ahí,
la del muchacho
que por la noche da gritos y repite
obsesivo hijo de puta, las voces
de los niños que juegan;
intransitiva voz, exenta
en el mundo, cuerpos autómatas
que a diario veo y que no veo, chillidos
veloces de vencejos
en el anochecer
De "Caza
nocturna" 1997
Tomado de:
http://amediavoz.com/garciaValdes.htm
[oye batir la sangre en el oído]
oye batir la sangre en el oído
reloj de los rincones interiores
topo que trabaja galerías, gorrión
que corre ramas
desnudas del tubo del ciprés
no sabe
cómo de cálido es el manto
de la tierra, cómo bordea o mueve
piedrecillas, si en lugar más espacioso
la madre amamanta topillos de la nueva
camada, ciegos olisqueando, cuál
la temperatura
del hocico, de la ubre
ni cuánto tardan pétalos, hoja
rizada del roble en ser materia
del manto, cuánto hueso
de carnero o cuervo o plumas
en empastarse e ir bajando cubiertos
de otro otoño, nuevo corte
de gente, mantillo, manto, maternidad
desde
dónde, Perséfone, lo mira
lo contempla
en su corazón sintiendo cómo late
la sangre en el oído
[Como agua vinieron en la noche]
Como agua vinieron en la noche
las ovejas, pies de agua y esquilas, cada una
de lo solo y de arena; resplandecientes
y abruptos, gruñidos o quejidos horadados
el pastor, mover de brisa, de agua
de ola retirándose, un único animal, un
signo raudo y musical, fanal
de la linterna, raíl de guturales,
herrumbrosas, huecas
sonoridades incisivas
de la voz. Así aparecido, ello en la
noche del rastrojo y el monte, se retira.
[Dormías. De modo natural]
Dormías. De modo natural
cerré la puerta. Estabas en mi casa
y eras más clara de lo que fuiste
y también era clara la penumbra
de aquella habitación. Buscaba yo
otra cosa y cerré sin ruido comprobando
que ya no tenía voz. Todo
aguardaba bajo formas
de sueño. Tú semejabas
santa Úrsula, atino ahora,
con aquella claridad y algo
del superior tamaño, Úrsula y su sueño.
[Cuento con el tiempo. Digo ardilla y caballo]
Cuento con el tiempo. Digo ardilla y caballo
y pardo mirlo y veo su cola, el ruido
de sus cascos, su firma anaranjada, veo
a la niña que se aúpa a la fuente, veo
la que habla sola, el color
de sus medias la delata, pienso: cera
e insectos, demorada
observación de los líquenes, traen
de la noche ese verde mortal.
[Al salir a la calle, sobre los plátanos]
Al salir a la calle, sobre los plátanos,
muy por encima y por detrás de sus hojas
doradas y crujientes, el cielo, muy por encima
azul, intenso y transparente de la helada.
A cuatro bajo cero se respira
el aire como si fuera el cielo
que es el aire lo que se respirara.
Corta y se expande y un instante
rebrota antes de herir. Ritmos
de la respiración y el cielo, uno
lugar del otro, volumen
que quien respira retrajera, puro
estar del mundo en el frío,
de un color azul que nadie viera, intenso,
que nadie desde ningún lugar mirara,
aire o cielo no para respirar.
[Si el lobo te ve antes]
Si el lobo te ve antes,
te quedarás sin voz. En las podres
entrañas zumban, bullen,
brotan en nubes y formando
racimos, de la trunca
cabeza brota el canto,
de lo podre la abeja.
Tomado de:
https://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/antologia-poetica--9/html/

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